21 de Abril
¡Como un Hacedor(a) de la Historia!
Por Riqui Ricón*
Mira
que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque
Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas (Jos 1. 9).
La historia de Josué es sumamente
interesante pues tiene muchas similitudes con tu propia vida. Nota como, al
igual que Josué, tú tienes un gran propósito que cumplir en tu vida, pero con
la gran ventaja que tú ahora eres Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
A Josué se le pidió introducir a
la tierra prometida a una nación de más de dos millones de personas; personas que
habían manifestado de sobra ser rebeldes e incrédulas. A ti se te pide ser un(a)
Hijo(a) del Reino para que lo instaures sobre la tierra; se te pide ser luz en
medio de las tinieblas; se te pide amar a Dios, tu Padre, y a tus semejantes
como a ti mismo(a).
Al igual que Josué, tú estás llamado(a) a hacer
historia.
¡Tú eres un Hacedor(a) de la Historia!
Al igual que Josué, tienes que estar bien preparado(a)
porque en verdad lo vas a conseguir, en verdad vas hacer historia. Dios ha
prometido estar contigo y apoyarte dondequiera que vayas. Y si Dios lo dijo,
entonces, sin lugar a dudas, Él lo va hacer; si Dios lo hablo, entonces, Él lo
va a ejecutar.
Nadie
te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés,
estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé (Jos 1.5).
Meditando esto a través de ese lente vivo y eficaz
que es el Nuevo Testamento, encontrarás que, como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo, tú TODO lo puedes en Cristo (Fil 4.13); en TODAS las cosas eres más que
vencedor(a) por medio de Aquel que te amó, Cristo Jesús (Ro 8.37); y además Él,
Jesús, está contigo TODOS los días hasta el fin del mundo (Mat 28.20).
Así que, efectivamente, nadie te puede hacer frente
en todos los días de tu vida pues, no solamente de la misma forma que Dios
estuvo con Moisés sino de la misma forma que estuvo con Jesús, ahora Él está
contigo.
¡Dios ha comprometido Su Palabra de Honor en no
dejarte, ni desampararte nunca!
¡No temas! ¡Tienes la victoria! En verdad que en
todo problema, necesidad, aflicción o circunstancia adversa que estés
enfrentando el día de hoy, vas a salir más que vencedor(a).
Hijitos, vosotros sois de
Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que
está en el mundo (1 Jn 4.4).
Tú le perteneces a Dios, eres
Su Hijo(a) Amado(a) y mayor es Él, el Espíritu Santo, quien está en ti y
contigo, que el que está en el mundo. Así que, qué pues dirás tú a todo esto,
si Dios es contigo ¿quién contra ti?
¿Qué,
pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El
que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros,
¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.31-32).
Amado(a), Josué tuvo tal éxito en alcanzar su
propósito que la Biblia lo registra como el autor de uno de los milagros más
asombrosos que se hayan hecho. ¡Josué pudo detener las astronómicas fuerzas de
la gravitación universal al hacer que el sol y la luna se detuvieran por un día
entero! Sólo con el propósito de poder terminar una batalla.
Ese día en que el SEÑOR entregó a los amorreos en manos
de los israelitas, Josué le dijo al SEÑOR en presencia de todo el pueblo: «Sol,
deténte en Gabaón, luna, párate sobre Ayalón.» El sol se detuvo y la luna se
paró, hasta que Israel se vengó de sus adversarios. Esto está escrito en el
libro de Jaser. Y, en efecto, el sol se detuvo en el cenit y no se movió de
allí por casi un día entero. Nunca antes ni después ha habido un día como
aquél; fue el día en que el SEÑOR obedeció la orden de un ser humano. ¡No cabe
duda de que el SEÑOR estaba peleando por Israel! (Jos 10.12-14 NVI).
Siempre que medito en este suceso me pregunto, ¿cómo
se le ocurrió a Josué semejante idea? Y puedo escuchar al Espíritu Santo
responderme lo mismo, vez tras vez: “así como a Josué a ti también se te pide una
sola cosa”,
Nunca
se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche
meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está
escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1. 8).
El éxito (o fracaso), que tú
puedas alcanzar en este mundo no depende de tus estudios, ni de tu capacidad
económica, ni de tus relaciones, ni de tus habilidades.
Jehová
de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).
El éxito (o fracaso), que tú
puedas alcanzar en este mundo depende única y exclusivamente de dos cosas: primero
de tu fe, esto es, que le creas a Dios creyendo Su Palabra, la Biblia; y segundo que, por lo tanto, hagas del estudio y
meditación de la Biblia la prioridad máxima de tu vida, leyéndola y meditándola
de día y de noche, poniéndola en tu boca, en tu mente y en tu corazón para que
la guardes y actúes conforme a TODO lo que en ella está escrito; porque
entonces (no antes, ni después, ni de ningún otra forma), harás prosperar tu
camino y TODO te saldrá bien.
¡Es Palabra de Dios! ¡Es
Palabra de Honor!
- Pero, pero, Riqui Ricón, ¡yo
no puedo hacer eso! ¡No tengo tiempo! Eso quizá esté bien para un Pastor o
ministro, pero yo tengo que ir a trabajar, estudiar, atender mi hogar, a mi
familia,…
”El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un
terreno. Un hombre viene y se lo encuentra. Emocionado y lleno de ilusiones,
vende todo lo que tiene y compra el terreno, con lo cual está adquiriendo,
también el tesoro. ”El reino de los cielos es como un mercader de perlas que
anda en busca de perlas finas. Cuando por fin descubre una verdadera
oportunidad en una perla de gran valor que le ofrecen a buen precio, corre y
vende lo que tiene para comprarla (Mat 13.44-46 BAD).
Si Dios te revelara el secreto
para tener una Vida dichosa y la forma en que puedes hacer prosperar tu camino
y todo te salga bien, ¿no harías todo lo que esté de tu parte por conseguirlo?
Por
tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis
de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que
el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del
cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre
celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y
quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?
Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo,
cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun
Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y
si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste
así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os
afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?
Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre
celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas
buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas (Mat 6.25-33).
Así que, no se trata de si tienes tiempo o no
tienes tiempo, tampoco se trata de si eres un(a) ministro(a) o no lo eres, sino
que se trata realmente de si crees o no crees que la Biblia es Verdaderamente
la Palabra de Dios. Y aquí entre nos, yo sé que sí crees.
Entonces, ¡No temas! ¡Cree
solamente! ¡Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y estás destinado
a hacer historia en este mundo!
¡Dios, tu Padre, lo dice así!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, ¡En verdad que es hermoso
saberse Amado(a) por Ti, oh Dios! No sólo me has justificado y perdonado sino
que me has hecho Tu Hijo(a) y además me has dado propósito y razón para existir
como nueva creatura. ¡Soy hechura Tuya! Sólo necesito, Espíritu Santo, que me
ayudes a enamorarme más y más de la Biblia para ponerla en mi mente, boca y
corazón; que nunca se aparte de mi boca y que medite en Ella de día y de noche,
para que así la guarde y haga mi vida conforme a todo lo que Tú has escrito en
Tu Palabra; porque entonces, y sólo entonces, haré prosperar mi camino y todo
me saldrá bien. Gracias, Señor Jesús, por amarme tanto y con tan grande Amor.
Creo y declaro que lo mejor de mi vida ya comenzó. ¡Todo lo puedo en Cristo que
me fortalece! ¡De todo problema, enfermedad o aflicción, yo, ________ (tu
nombre aquí), saldré más que vencedor(a)! ¡Aunque ande en valle de sombra y de
muerte no voy a temer mal alguno porque Tú, Jesús, estás conmigo! ¡Soy sano(a)!
¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a), pues yo en Ti confío! ¡Estoy
Listo(a) para hacer historia! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
21 Hch 8.
26-40 / Jos 1-2
/ Job 21
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