Domingo
10 de Febrero de 2013.
¡Habilitado por Dios!
Por
Riqui Ricón*
Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil
palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el
habla y torpe de lengua. Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca
al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo
Jehová? Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo
que hayas de hablar (Ex 4.10-12).
Cuando
Moisés dudó de sus habilidades para cumplir la misión que Dios le encomendaba, el
Señor le ayudó enseñándole dos cosas: primero, que Él es Dios, el Todopoderoso;
y segundo, le prometió que estaría con él. Así, por medio de la fe, que es
creerle a Dios, creerle a Su Palabra, podemos ver en los primeros cinco libros
de la Biblia que Moisés llevó a cabo la tarea encomendada.
Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová
habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo: Mi siervo
Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este
pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel... Solamente
esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que
mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra,
para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca
se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche
meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está
escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni
desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas (Jos 1.1-2, 7-9).
Ahora,
tenemos a Josué con la enorme responsabilidad de introducir al pueblo de Israel
a la Tierra Prometida y, de nuevo, Dios lo habilita con Su Palabra para
realizar el propósito asignado. Una vez más, podemos leer en el libro de Josué
cómo éste le creyó a Dios, haciendo de la Biblia la norma máxima de su vida y,
así, hizo prosperar su camino y todo le salió bien. A tal grado Dios honró la
fe de Josué que,
Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo
delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: Sol,
detente en Gabaón; Y tú, luna, en el
valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró, Hasta que la gente se
hubo vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Jaser? Y
el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día
entero. Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él,
habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por
Israel (Jos 10. 12-14).
A Dios no
se le escapa nada acerca de ti y Él ha comprometido Su Palabra en que estará
contigo en todo momento, ayudándote y habilitándote para todo aquello que el
Señor pida de ti.
Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e
ineficacia (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de
una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios. Y esto no fue hecho sin
juramento; porque los otros ciertamente sin juramento fueron
hechos sacerdotes; pero éste, con el juramento del que le dijo: Juró el Señor,
y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de
Melquisedec. Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto (He 7.18-22).
Realmente
es asombrosa la forma en que Dios, tu Padre, habilitó a Jesús para que
realizara la labor que le había encomendado. Al morir en la cruz, por Amor a
ti, y pagar con Su Vida el precio de todos tus pecados, Jesús fue hecho, por
Dios, el fiador, la garantía, del Nuevo Pacto; el cual es un mejor pacto,
establecido sobre mejores promesas.
por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas,
para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina (2 P 1.4a).
Estas
promesas son las que te habilitan, por medio de la fe, para ser la persona que
Dios quiere que seas y para hacer las cosas que Dios quiere que hagas. Por
ejemplo:
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios
te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
Jesús no viene a condenarte, sino a que creas en el Amor que Él siente por ti. Jesús
vino para que creas que porque Él pagó el justo precio de todos tus pecados, ahora
tú ya no tienes que pagar NADA. Jesús vino para que recibas, por medio de la fe
en Su Nombre, la Plenitud de Vida que sólo pueden gozar los Hijos de Dios
Nacidos de Nuevo, lo cual tú YA ERES, en Cristo Jesús.
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 5.1a).
Por
creer que Jesús es el Mesías, el Salvador del mundo, ahora tú has nacido de
Dios.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio
potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son
engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino
de Dios (Jn 1.12-13).
Por
haber confesado a Jesucristo como tu Señor y Salvador, ya no eres más un(a)
Hijo(a) de tus padres naturales, sino que ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios.
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por
la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
¡Ahora
eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Y no Naciste de Nuevo de una
semilla corruptible sino de la incorruptible simiente que es la Palabra de Dios
que vive y permanece para siempre.
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa,
pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os
llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro
tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo
no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia (1 P 2.9-10).
Tu
Padre te ha dejado aquí, en el mundo, con el propósito de que anuncies a otros las virtudes de aquel que te llamó de las tinieblas a su luz admirable. Para que compartas las buenas noticias del Amor
de Dios a todos los seres humanos y, así, establezcas el Reino de tu Padre en
la tierra.
Ser un(a)
Hijo(a) del Rey te habilita para hacer esto, pues ahora eres linaje escogido y
real sacerdocio.
y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de
abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido
para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has
hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra (Apo 5.9-10).
Mediante
la Sangre de Jesús, ya has sido hecho(a) rey (reina) y sacerdote (sacerdotisa) para
reinar sobre la tierra y es necesario que comprendas que has sido habilitado(a)
por Dios, no mediante la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de
una vida indestructible.
Y esto es aún más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta
un sacerdote distinto, no constituido conforme a la ley del
mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida
indestructible (He 7.15-16).
Así
es, amado(a), el sacrificio de Jesús va muchísimo más allá del perdón de tus
pecados. Por Amor, Dios te ha llamado Su Hijo(a) y mediante el Nuevo Pacto en
la Sangre de Jesús, has sido creado(a)
de Nuevo para una Vida Plena y Abundante: ¡la Vida Eterna!
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que
seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos!
Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por
qué lo somos (1 Jua 3.1 BAD).
Oremos
en voz audible:
Amado
Padre celestial, al estudiar y comprender todo esto me asombro más y más de Tu
Grande y Eterno Amor por mí. Señor Jesús, es Tu Vida, Tu Sangre, Tu muerte y
resurrección lo que me habilita para la Vida Eterna. ¡Gracias! ¡Muchas gracias,
Señor Jesús! ¡Cómo no voy amarte! ¡Cómo no he de adorarte! Siendo Tú quién
eres, hiciste de mí un(a) Hijo(a) Tuyo(a) Nacido(a) de Nuevo. ¡Lo creo y lo
recibo! Por tanto, estoy seguro(a) de que ni la muerte, ni
la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por
venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me podrá separar
de Tu amor, mi Dios y Padre, que es en Cristo Jesús mi Señor. Así que, declaro que estoy
habilitado(a) por Dios con la Vida Eterna para reinar sobre la tierra. Voy a
establecer Tu Reino poniendo la Palabra de Dios en mi mente, boca y corazón. Yo
soy la persona que Dios dice que soy en Su Palabra, la Biblia. ¡Soy
sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo
en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichoso(a) para vivir una vida plena
y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en
Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias
por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. ¡Gracias
por mi Victoria sobre la muerte! En el nombre de Jesús. Amén
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C.
Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero
10 Heb
7 / Ex 3-4 /
Sal 41
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