Lunes 21 de Mayo
de 2012.
¡Palabra de Honor!
Por Riqui Ricón*
Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no
tenían conocimiento de Jehová (1 S 2.12).
Ofni y Finees eran
hijos del sumo sacerdote Elí y no conocían a Dios. Es interesante notar lo que
la Escritura aquí nos enseña: Puedes ser descendiente de Abraham, israelita,
hija(o) del sumo sacerdote, ministrar en el templo siendo reconocida(o) por la
gente y, con todo, no conocer al Señor.
A pesar de ser hijos
del sumo sacerdote, Ofni y Finees eran hombres impíos que vivían y actuaban impíamente.
¿Por qué Elí no pudo enseñar, corregir y dirigir correctamente la vida de sus
hijos? La respuesta a esta pregunta es simple y asombrosa:
El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia
de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con
frecuencia (1 S 3.1).
¡Israel había hecho a
un lado la Palabra de Dios!
¡Es tan simple! ¡Lo
hemos sabido todo el tiempo! ¡Lo hemos enseñado y predicado continuamente! La
Palabra de Dios, la Biblia, es la Verdad y contiene toda la sabiduría y el poder
para realizar una vida plena y abundante.
Es asombroso como,
desde los tiempos de Samuel hasta hoy en día, aquellos a quienes se les ha
revelado el Amor y la fidelidad de Dios son movidos tan fácilmente de Su
Palabra. Parece que realmente no le es difícil al adversario utilizar las
circunstancias y los apetitos de la carne para que el pueblo escogido relegue a
segundo o tercer término la Palabra de Dios.
Amada(o), me apena
decirte esto, pero es Verdad, si tú no haces de la Biblia, la Palabra de Dios,
la norma y pauta primordial de tu existencia, vivirás siempre a merced de tu
adversario, el diablo. Siendo controlada(o) continuamente por emociones y
sentimientos que cambian continuamente y que fluyen según sea la realidad o
circunstancia a la que te enfrentes.
Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a
mi camino (Sal 119.105).
Quien no vive a la luz
de la Palabra de Dios no vive plenamente, pues transita por este mundo bajo los
términos fluctuantes de sus propias emociones.
Sacrifica a Dios alabanza, Y paga tus votos al
Altísimo; E invócame en el día de la angustia; Te libraré, y tú me honrarás (Sal 50.14-15).
Honrar a
Dios no es otra cosa que reconocer que Él es honorable. Honrar a Dios es
creerle a Él, creerle a Su Palabra, pues el honor de una persona se manifiesta
en el hecho de ser digno de confianza.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque
es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador
de los que le buscan (He
11.6-7).
Nunca podrás agradar a Dios si no
honras Su Palabra, pues la fe no es otra cosa más que creerle a Dios, creerle a
Su Palabra.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino
para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-18).
Recuerda siempre que
Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, para pagar todos tus
pecados, antes que perderte a ti. Él jamás ha deseado traer condenación a tu vida
sino plenitud, pues plenitud de vida es lo que significa ser salvo.
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce,
precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI)
Dios te ama tanto que
ahora, gracias a Jesús, Él te ha llamado Su Hija(o), y esto, precisamente, es
lo que eres: un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo.
siendo renacidos, no de simiente corruptible,
sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1
P 1.23).
Ahora eres nueva
creatura, las cosas viejas pasaron y todas han sido hechas nuevas. Has Nacido
de Nuevo de una simiente incorruptible que es la Palabra de Dios que vive y
permanece para siempre.
He aquí que vienen días, dice Jehová, en los
cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el
pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la
tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido
para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos
días, dice Jehová: Daré mi ley en su
mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a
ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano,
diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de
ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque
perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado (Jer 31.31-34).
Tú no eres como Ofni y
Finees. Tú si conoces a Dios pues Su Palabra vive dentro de ti por la Sangre de
Jesús, la Sangre del Nuevo Pacto. Dios lo prometió y lo cumplió el día que
aceptaste a Jesús como tú Señor y Salvador. Por esto, tu vida cambió. Por esto,
ahora eres una nueva especie de ser que no existía antes, un(a) Hija(o) de Dios
Nacida(o) de Nuevo. ¡Por Su Palabra de Honor!
Nunca se apartará de tu boca este libro de la
ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas
conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu
camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
La Biblia, la Palabra de Dios, es
la garantía escrita que Dios ya te ha dado, por medio de Jesucristo y Su
Palabra, el Poder, la habilidad, de hacer prosperar tu camino y que todo te
salga bien.
¿Qué pues dirás a todo esto? Si
Dios es contigo…
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, ahora
comprendo cuán importante es para Ti que yo honre Tu Palabra. De toda duda y de
haberme alejado de Tu Palabra, la Biblia, me arrepiento y te pido perdón. Dios,
entre más leo y medito Tu Palabra, me asombro más y más de Tu Grande y Eterno
Amor por mí. Señor Jesús, es Tu Vida, Tu Sangre, Tu muerte y resurrección lo
que me habilita para la Vida Eterna. ¡Gracias! ¡Muchas gracias, Señor Jesús!
¡Cómo no voy amarte! ¡Cómo no he de adorarte! Siendo Tú quién eres, Dios
Verdadero, hiciste de mí un(a) Hija(o) Tuya(o) Nacida(o) de Nuevo. ¡Lo creo y
lo recibo! Por tanto, estoy
segura(o) de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni
potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada me podrá separar de Tu amor, mi Dios y
Padre, que es en Cristo Jesús mi Señor. Así que, declaro que
estoy habilitada(o) por la Palabra de Dios con la Vida Eterna para reinar sobre
la tierra. Voy a establecer Tu Reino poniendo Tu Palabra, Señor, en mi mente,
boca y corazón. Yo soy la persona que Dios dice que soy en Su Palabra, la
Biblia. ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! ¡Soy próspera! ¡Soy más que vencedor(a)!
¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichosa(o) para vivir
una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva
Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud.
Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora
disfruto. ¡Gracias por mi Victoria sobre la muerte! ¡Soy libre de la ley del
pecado y de la muerte! ¡La Palabra de
Dios me ha hecho así! En el nombre de Jesús. Amén
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo
21 Hch
27. 1-12 / 1 S 2.12-36 / Sal 50
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