Lunes 9 de Abril
de 2012.
¡Con la Promesa del Padre!
Por Riqui Ricón*
Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que
esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí (Hch 1. 4).
Al meditar esta porción de la
escritura puedo notar que la mayoría de los cristianos están más familiarizados
con el versículo 8, donde Jesús nos promete poder para ser testigos una vez que
el Espíritu Santo haya venido sobre nosotros. Sin embargo, desconocer el dónde,
cómo y porqué de esta promesa nos ha
limitado muchísimo en el uso de este poder prometido y en nuestra efectividad
como testigos de Él.
¿Cuál es la promesa del Padre que
Jesús les había hablado? Ciertamente que se trata de Dios, el Espíritu Santo,
pero, ¿cuándo fue prometido y bajo qué circunstancias? La respuesta a estas
preguntas está íntimamente relacionada con una serie de preguntas que Jesús y
Nicodemo intercambiaron durante una conversación:
Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal
entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y
le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede
hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De
cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el
reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo
viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y
nacer? Respondió Jesús: De cierto, de
cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar
en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne,
carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes
su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es
nacido del Espíritu. Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo
puede hacerse esto? Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes
esto? De cierto, de cierto te digo,
que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís
nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del
Hombre, que está en el cielo. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él
cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Jn 3. 1-15).
De acuerdo a Jesús, todo aquel
que se llamase maestro de Israel debería saber que el Espíritu Santo fue
prometido por Dios como parte principal del Nuevo Pacto donde, para que Él
pueda realmente habitar dentro de ti, es requisito indispensable que NAZCAS DE
NUEVO. ¡Dios no puede, de ninguna manera, compartir la naturaleza caída del
hombre de pecado!
El rey David, como profeta que
fue, supo esto cuando, después de haber pecado, comprendió que su condición
humana tendría que ser totalmente REGENERADA (vuelto a engendrar) para
permanecer en comunión con Dios y darle lugar al Espíritu Santo. Tanto su
clamor de arrepentimiento como la súplica de perdón, expresados en el Salmo 51,
cambian drásticamente en el verso 10 al comprender esa necesidad de un cambio
radical en su naturaleza. Un cambio que sólo Dios le podía otorgar:
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto
dentro de mí. No me eches de delante de ti,
Y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente (Sal 51. 10-12).
Nicodemo debería haber sabido
esto, no solamente la promesa en Joel 2. 28 del derramamiento del Espíritu sobre
toda carne, sino también, y sobre todo, la necesidad apremiante de una
renovación total de la condición del hombre ya que éste está, por sí mismo,
condenado eternamente, pues no ha podido, no puede, ni podrá por sus obras y
acciones, justificarse delante de Dios.
Oh Jehová, oye mi oración,
escucha mis ruegos; Respóndeme por tu verdad, por tu justicia. Y no entres en juicio con tu siervo; Porque no se justificará delante de ti ningún ser humano (Sal 142. 1-2).
Por cuanto los designios de la
carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni
tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios (Ro 8. 7-8).
Nicodemo había olvidado esto pero
Jesús no. Está establecido en la Palabra de Dios. Es el diseño del plan más
hermoso y perfecto que pueda existir para tu redención: primero se cumpliría
toda justicia al pagar el precio de tus pecados con la vida de Su propio Hijo,
Jesús; luego, por Su Gracia, te perdonaría todo olvidándose de tus pecados y,
por último, por su resurrección, te haría una nueva especie de ser que no
existía antes, un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo.
He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con
sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque
ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré
con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su
mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su
prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me
conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová;
porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado (Jer 31. 31-34).
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y
quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi
Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los
pongáis por obra (Eze 36. 26-27).
La Palabra y el Plan de Dios para
tu vida no sólo son perfectos e infalibles, sino también asombrosos. En lugar
de pelear con todas tus fuerzas, en una lucha desigual contra tu vieja
naturaleza, para ser santa(o), justa(o) y perfecta(o); lo único que Dios espera
de ti es que creas. Que le creas a Él, quien te dice en Su Palabra, la Biblia,
que es la verdad y no miente, que por medio de la muerte y resurrección de Su
Hijo Jesús has entrado al Nuevo Pacto, has sido justificada(o) y perdonada(o).
Que creas que por medio de la fe en Jesús, Dios te ha regenerado haciéndote una
nueva especie de ser que no existía antes: un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de
Nuevo.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna (Jn 3.16).
siendo renacidos, no de
simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y
permanece para siempre (1 P 1.23).
¡Todo por Amor a ti! Ahora,
gracias a Jesucristo, no solamente eres santa(o), justa(o) y perfecta(o), sino
también tienes vida eterna(o). ¡Vas a vivir para siempre! Y, como si fuera
poco, como un sello a todo esto, el Espíritu Santo, Dios mismo y en persona,
está contigo, en ti y sobre de ti.
En él también vosotros,
habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y
habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra
herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su
gloria (Efe 1.13-14).
Así que, Nicodemo no lo sabía,
pero ahora tú sí lo sabes: la promesa del Padre, con la cual se garantiza el
cumplimiento del Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús, es el Espíritu Santo quien
te hizo Nacer de Nuevo, al igual que a Jesús, por la Palabra de Dios, para que
goces de la Vida Eterna, una vida plena y abundante.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido
para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
Tenlo por cierto y no dudes más,
es por el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús que puedes entrar y poseer y
establecer el reino de Dios en tu vida, sobre esta tierra y dondequiera que
vayas. Recibe tu identidad como Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo y pon manos
a la obra. ¡Es la Promesa del Padre!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, es tan
asombroso Tu amor para conmigo. Gracias por amarme tanto. Gracias porque a
pesar de cómo yo había sido Tú me justificaste y perdonaste. Gracias por
crearme de nuevo y darme Tu naturaleza, la naturaleza de un(a) Hija(o) Tuya(o).
Gracias porque Tú, Espíritu Santo, estás conmigo y nunca me dejarás. Hoy,
mediante este Plan Tuyo que es el Nuevo Pacto, sellado con la Sangre de Jesús,
mi Dios, Rey y Salvador, declaro mi victoria sobre la vieja naturaleza, sobre
esa(e) vieja(o) mujer (hombre) que yo ya no soy más. Creo en Tu Palabra, Dios.
Creo que soy la persona que Tú dices que soy: santa(o), justa(o) y perfecta(o),
pues he sido regenerada(o) conforme a Tu propósito en justicia y santidad a la
verdad. Bendigo Tu Nombre, oh Padre, y me declaro siempre en victoria. Libre de
todo temor y duda para ser sana(o), próspera(o) y muy feliz. Soy Hija(o) de
Reino, Hija(o) de Pacto, Hija(o) de Dios. En el nombre poderoso de Cristo Jesús.
Amén
*Ricardo C.
Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
9 Hch
1 / Deu 11-12 /
Job 9
MUY BUENAS NOCHES PASTOR DESDE QUE RECIBIMOS A DIOS EN NUESTRO CORAZON, TAL VEZ A ALGUNOS NOS CUESTA ENTENDER QUE EL MORIR ES DEJAR LA VIDA ANTERIOR (MENTIRAS, BORRACHERAS, DESCONFIANZA, CELOS, ETC.) POR QUE DESDE QUE COMPRENDE UNO EL AMOR INFINITO DE NUESTRO SEÑOR JESUS QUE NOS PERMITE COMPRENDER EL GRAN AMOR DE SACRIFICIO DE DAR SU VIDA POR NOSOTROS APERSAR DE TENER EL PODER DE REUSARSE NOS DIO LA VIDA ETERNA MISMA QUE SE CONFIRMA CUANDO COMPRENDEMOS ESE COMETIDO DE DIOS EN EL QUE MEDIANTE EL BAUTISO PLENAMENTE CONVENCIDO DEL COMPROMISO Y NO COMPROMISO SI NO DE LA CONVICION DE AMOR HACIA DIOS NOS ENSEÑA A VIVIR BAJO SU DESIGNIOS COMO SON VIVIR, HACER, PERDONAR ETC.POR AMOR LO QUE CONVIERTE A NUESTRO CUERPO EN EL TEMPLO DE DIOS Y MORADA DEL ESPIRITU SANTO Y QUE LO QUE EMANA DE EL ES EL AMOR VERDADERO CONDICION QUE NOS VIVIR EN PROSPERIDAD POR QUE TENEMOS UN GRAN TESORO ETERNO LO QUE NOS HACE MORIR COMO VIEJOS PECADORES Y COMO LO MENCIONO USTED ALGUN DIA QUE AUN TENIENDO LA POSIBILIDAD DE PECAR ES TAN GRANDE SU AMOR QUE NOS PERMITE REUSAR A EL PECADO Y POR LO TANTO NO PECAR MAS LOQ UE NOS SITUA EN NACER MORIR Y VIVIR POR SIEMPRE SOLO BASTA EN CREER Y CUANDO EL ESPIRITU SANTO ESTA EN NOSOTROS HASTA EL SEMBLANTE CAMBIA IRRADIA LA BENDICON Y SUS PROMESAS SE CUMPLEN POR QUE LAS RECOMPENSAS ESTAN DONDE NO HAY POLVO Y OLLIN CUIDANDO SIEMPRE LAS CORONAS DE LA VIDA POR QUE TODOS LOS DIAS SE VIVE UNA LUCHA ETERNA POR GANAR NUESTRAS ALMAS DIOS LOS SIGA GUARDANDO SIEMPRE A USTED Y A TODA SU MUY APRECIABLE FAMILIA.
ResponderEliminarP.D. DISCULPE QUE NO HAYA PODIDO CONTESTARLE EN TIEMPO Y FORMA PERO EL TRABAJO SIEMPRE NOS LLEVA A LUGAR DONDE NO HAY NINGUN MEDIO DE COMUNICACION SIGO ESTANDO EN CONTACTO SALUDOS Y MUCHAS BENDICIONES A TAMBIEN A TODOS MIS HERMANOS DE LA CONGRE SU SEGURO SERVIDOR EN CONJUNCION CON MI FAMILIA ROBERTO YESI YULI Y R. ALEJANDRO CRUZ ORTIZ
Así es mi estimado Roberto, se trata más de creer que de hacer, pues cuando crees que, por la Gracia y el Amor de Dios para contigo, ahora eres un Hijo de Dios nacido de Nuevo, santo, justo y perfecto, entonces actuas como un Hijo de Dios, santo, justo y perfecto. Primero ser para luego hacer. Sólo recuerda que esa lucha eterna realmente no lo es pues tienes asegurada la victoria pues en todas las cosas eres más que vencedor, ya que todo lo puedes en Cristo que te fortalece y mayor es Él, el Espíritu Santo, que ya vive en ti, que el que está en el mundo. Qué pues diremos a esto, si Dios es contigo, ¿quién contra ti? Saludos a tu preciosa familia y plenitud de bendiciones.
ResponderEliminarSi puedes creer, al que cree TODO LE ES POSIBLE. Y, ¿en qué crees? En la infalible, Santa, justa y eterna Palabra de Dios. ¡La Biblia! Bendiciones !!!
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