jueves, 10 de mayo de 2012

¡Cómo puedes confrontar a Dios!


Jueves 10  de Mayo de 2012.
¡Preciosa Sangre!
Por Riqui Ricón*
Además respondió Jehová a Job, y dijo: ¿Es sabiduría contender con el Omnipotente? El que disputa con Dios, responda a esto… Cíñete ahora como varón tus lomos; Yo te preguntaré, y tú me responderás. ¿Invalidarás tú también mi juicio? ¿Me condenarás a mí, para justificarte tú? ¿Tienes tú un brazo como el de Dios? ¿Y truenas con voz como la suya? (Job 40. 1-2, 7-9).
A veces me pregunto si en verdad, aquellos que pretenden presentarse delante de Dios abogando por sí mismos y declarando su propia justicia, podrán siquiera pronunciar una palabra delante de Su Presencia. Claro que, para los que aseguran que Dios no existe, el choque de la impresión será tal, que estoy seguro no podrán articular palabra alguna delante de Él. Pero, ¿qué será de los que se creen lo suficientemente buenos como para pretender señalar a Dios unas cuantas de sus muchas opiniones que tienen?
Para responder a esto sólo tenemos que acudir a la Escritura donde encontramos que David, el amado y escogido por Dios, clamaba:
Oh Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos; Respóndeme por tu verdad, por tu justicia. Y no entres en juicio con tu siervo; Porque no se justificará delante de ti ningún ser humano (Sal 142. 1-2).
Ahora bien, lo importante aquí no es señalar lo indigno o poca cosa que el hombre es delante de Dios, sino, en verdad, resaltar el maravilloso Amor con que nos ha amado a todos los seres humanos. ¿Cómo podría cualquier mujer u hombre permanecer delante de Su Majestad si todos somos injustos, hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios?
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3. 16-17).
¡Él, el único y todopoderoso Dios, decidió amarte tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, como el precio para pagar tus culpas y pecados, antes que perderte a ti!
Es por Su Amor hacia ti, que Dios desea trasladarte de tu condición de muerte eterna a Su condición de Vida Eterna; a una Vida plena y abundante donde, en lugar de condenación, encuentres tu plenitud como Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10. 10).
El propósito de la muerte de Jesucristo en esa cruz, siempre ha sido llevarte de ese estilo de vida de fracaso, desesperación, enfermedad, pobreza, temor y muerte, hacia una vida plena y abundante que solamente Él te puede ofrecer. Una vida llena de luz y de amor; donde tengas la plena certeza de quién tú ahora eres en Cristo: un(a) Hija(o) amada(o) del único Dios vivo y verdadero. Una Vida totalmente Nueva donde, gracias a tu Nuevo Nacimiento de la semilla incorruptible que es la Palabra de Dios, ahora el pecado NADA tiene en ti. Si caes, puedes correr hacia tu Padre celestial, en lugar de huir de Él, arrepentirte y pedirle perdón, sabiendo de antemano que, por Su gran Amor, Él te perdona y no te condena. Una Vida Plena donde la muerte ya ha sido vencida en ti y no tienes absolutamente nada que temer, pues tú moriste con Jesús y juntamente con Él fuiste resucitada(o): la muerte ya no te puede tocar.
Recuerda que la paga del pecado es muerte (eso lo pagó Jesús por ti), pero el regalo de Dios es VIDA ETERNA en Cristo Jesús (esto lo recibes tú al creer, al creerle a Dios, al creerle a Su Palabra -Ro 6.23-).
Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo (1 Jn 4. 4).
Tu situación actual es totalmente distinta a la del pasado. Tú no eres más como todos los que están en el mundo. Hoy, tú eres un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo y el Espíritu Santo vive en ti y contigo. La victoria es tuya y no tienes nada que temer. No te justificas delante de Dios, ni pretendes discutir con Él. Ahora le conoces, conoces Su Amor y le amas como Hija(o) de Él.
Lo que te hace diferente a los que están en el mundo no son tus acciones ni tu conducta, sino tu fe. Esto es, lo que te da la victoria sobre tu vieja naturaleza, sobre el hombre de pecado, es creerle a Dios, creerle a Su Palabra la Biblia, creer que, por la obra redentora de Jesucristo, ahora tú eres la persona que Dios dice en la Biblia que eres:
Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1 Jn 5.4-5).
La Biblia te enseña quién ahora tú eres en Cristo Jesús, pero es hasta que lo has creído que comienzas a pensar, hablar y actuar como tal.
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
Antes de Nacer de Nuevo yo creía que tenía todo el derecho, como creatura, para confrontar a Dios. Ahora entiendo que hay una forma, un camino, para hablar con Él cara a cara. Hoy mi orgullo y falta de conocimiento han sido diluidos por la hermosa luz de la Verdad:
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo(por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efe 2.4-10).
¡Dios me justificó en la Sangre de Jesús! ¡Preciosa Sangre!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, ahora entiendo que Job pretendía ejercer un derecho que no tenía, pero anhelaba tener: hablar Contigo cara a cara. Ahora, yo, Señor, tengo ese derecho y privilegio por la Sangre de Tu Hijo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. Cómo no decirte que te amo y te adoro. Gracias por tan grande Amor. Hoy estoy delante de Tu Presencia sabiéndome Tu Hija(o) amada(o). Señor Jesús, creo lo que hiciste por mí en la Cruz, y recibo todos los beneficios que Tu Sangre compró para mí: Vida Eterna, Vida Abundante, Vida Plena. Mi Dios, yo tengo fe y sé que puedo confiar plenamente en Tu Palabra y, por lo tanto, comprendo y creo que Tu voluntad para conmigo es buena, agradable y perfecta. Creo y recibo este tu gran Amor que sientes por mí. Gracias por Tu Palabra, que es la Verdad, y con la cual puedo dirigir mi vida. Gracias, Señor Jesús, por lo que adquiriste para mí al morir en esa cruz y al resucitar de la muerte. Por todo esto, creo y declaro que caerán a mi lado mil y diez mil a mi diestra más a mí no llegará, porque aunque ande en valle de sombra y de muerte NO TEMERÉ mal alguno porque Tú, Señor, estás conmigo. Tú eres el que me guarda y el maligno no me toca. Someto todo problema, angustia o enfermedad a la autoridad de la Palabra de Dios, mi Padre, y los pongo bajo mis pies. ¡Soy sana(o)! ¡Soy Libre! ¡Soy próspera(o)! Creo y recibo el Amor, el gozo y la paz que sólo yo, un(a) Hija(o) del Rey, puedo experimentar para vivir una vida en la Plenitud de Dios, mi Padre. ¡No voy a temer! Solamente creeré lo que la Biblia, la Palabra de Dios, que no miente, dice acerca de mí. Abba, Padre, me parece que la Eternidad será corta para amarte y agradecerte lo que hiciste por mí. En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo         10                        Hch 19. 23-41  /  Jue -11.34-12.15  /  Job 40

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