viernes, 26 de enero de 2024

En estos tiempos que se están viviendo, ¿se puede confiar en alguien?

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 26 Enero 

En estos tiempos que se están viviendo,

 ¿se puede confiar en alguien?


¡Cómo no confiar en Dios!

Por Riqui Ricón*

Júzgame, oh Jehová, porque yo en mi integridad he andado; He confiado asimismo en Jehová sin titubear (Sal 26.1).

Confiar en el Señor sin titubear significa creerle a Él, creyendo Su Palabra; significa creer la Biblia, sin dudar.

Júzgame, Señor, y ve que seguí la senda de los perfectos. En el Señor me apoyaba y por eso no me desviaba (Sal 26.1 BLA).

Confiar en el Señor sin titubear significa apoyarse en Él, apoyarse en Su Palabra sin desviarse.

Pero sabed también esto: los cielos y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán, sino que permanecerán para siempre (Luc 21.33 CST).

Tú puedes depositar toda tu confianza en la Biblia porque es precisamente por Su Palabra que Dios se da a conocer; Él no ha faltado a Su Palabra y jamás lo hará. ¡Dios no puede mentir!

Dios no es un hombre, por lo tanto no miente. Él no es humano, por lo tanto no cambia de parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar? ¿Alguna vez prometió sin cumplir? (Num 23.19 NTV).

Pon atención a cómo Su Amor por ti es expresado en las Escrituras claramente, pues Él prefirió entregar a su propio Hijo, como sustituto para pagar el precio de TODOS tus pecados, antes que perderte a ti por toda la eternidad.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Es por ese Amor que ahora Dios mismo te llama Su Hijo(a).

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo más maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jn 3.1).

¡Y lo  más asombroso es que para Dios, en Verdad tú eres Su Hijo(a) Amado(a)!

Te aseguro que puedes confiar sin titubear en la Palabra de Dios, al fin y al cabo Él es el mejor Padre que puedas haber tenido.

¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? (Mat 7.9-11).

Dado que no puedes confiar en alguien a quien realmente no conoces, la base de la confianza es el conocimiento mutuo. En este día, gracias a Jesucristo, tienes un Dios y Padre a quien puedes conocer cada día más y mejor. Al tener comunión con Dios, por medio de la lectura y meditación de Su Palabra y de la oración, adquirirás un mayor conocimiento de Tu Padre celestial y de quién ahora tú eres delante de Él.

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios (Ro 8.14-16).

Si lo notas, puedes darte cuenta que tu confianza y certeza no radican solamente en el conocimiento de Dios, sino en tu propia identidad como Su Hijo(a) Nacido(a) de Nuevo, porque ahora, en Cristo Jesús, hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros.

Fue con Su muerte en esa cruz que Él pagó todos tus pecados y es por Su resurrección que el venció a la muerte para hacerte partícipe del tipo de Vida que sólo los Hijos de Dios pueden poseer: la Vida Eterna.

siendo renacidos [nacidos de nuevo]no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 Ped 1.21).

Puedes confiar en Dios porque Su Plan es perfecto para ti. Al darte el Nuevo Nacimiento mediante el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús te hizo una persona totalmente nueva. Gracias a la Sangre de Jesús, ¡eres una nueva especie de ser que no existía antes! ¡Eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Ya no eres más esa vieja persona pobre, triste, enferma y pecadora. ¡Ahora, has Nacido de Nuevo y eres un(a) Hijo(a) del Rey!

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Cor 5.17).

Cada vez que enfrentes un nuevo reto o desafío, cada vez que encares un problema o necesidad, recuerda siempre que Dios es tu Papá y que Él no miente, ni se arrepiente, que todo lo que dice en Su Palabra acerca de ti es la Verdad, pues Él es Dios y si Dios lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir; si Él lo habló, entonces, Él lo va a ejecutar.

Así que, ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Ro 8.31)

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, en este día quiero decirte cuánto te amo y cuán agradecido(a) estoy contigo pues Tú, que eres rico en misericordia, por Tu gran amor con que me has amado, aun estando yo muerto(a) en pecados, me diste vida juntamente con Cristo (por gracia soy salvo(a)), y juntamente con Él me resucitaste, y asimismo me hiciste sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de Tu gracia en Tu bondad para conmigo en Cristo Jesús. Porque por Tu gracia soy salvo(a) por medio de la fe; y esto no viene de mí, pues es un don, un regalo Tuyo; no por obras, para que de nada me gloríe. Porque yo soy hechura Tuya, creado(a) en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Tú, oh Dios, preparaste de antemano para que anduviese en ellas. ¡Gracias! ¡Muchas gracias, Señor Jesús! Mi Rey, Señor y Salvador eres Tú. Tu Amor por mí es más dulce que la miel, pues Tú, siendo en forma de Dios, no estimaste el ser igual a Dios como cosa a que aferrarte, sino que Te despojaste a Ti mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, Te humillaste a Ti mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. ¡Todo por Amor a mí! ¡Cómo no voy a confiar en Ti! En Ti estoy totalmente seguro(a) y puedo confiar en la certeza, la roca, la fortaleza de Tu Amor hacia mí. ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! ¡Nada ni nadie me puede separar del Amor de Dios! ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) pues TODO lo puedo en Cristo que me fortalece! Aunque ande en valle de sombra y de muerte no voy a temer mal alguno porque Tú estás conmigo. Creo y declaro que de todo problema, angustia y enfermedad saldré más que vencedor por medio de Tu Amor.  Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Enero 26                              Luc 19.28-48  /  Gen 34  /  Sal 26

 


Cápsula del día.




Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 



NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Enero 26                              Luc 19.28-48  /  Gen 34   Sal 26

 

San Lucas 19.28-48

La entrada triunfal en Jerusalén

(Mt. 21.1–11; Mr. 11.1–11; Jn. 12.12–19)

28Dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalén. 29Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos, 30diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo. 31Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita. 32Fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo. 33Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino? 34Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita. 35Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado sus mantos sobre el pollino, subieron a Jesús encima. 36Y a su paso tendían sus mantos por el camino. 37Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, 38diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor;d paz en el cielo, y gloria en las alturas! 39Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. 40Él, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían.

41Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, 42diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. 43Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, 44y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.

Purificación del templo

(Mt. 21.12–17; Mr. 11.15–19; Jn. 2.13–22)

45Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en él, 46diciéndoles: Escrito está: Mi casa es casa de oración;e mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.f 47Y enseñaba cada día en el templo;g pero los principales sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo procuraban matarle. 48Y no hallaban nada que pudieran hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso oyéndole.[1]

 

Génesis 34

La deshonra de Dina vengada

34

1Salió Dina la hija de Lea, la cual ésta había dado a luz a Jacob, a ver a las hijas del país. 2Y la vio Siquem hijo de Hamor heveo, príncipe de aquella tierra, y la tomó, y se acostó con ella, y la deshonró. 3Pero su alma se apegó a Dina la hija de Lea, y se enamoró de la joven, y habló al corazón de ella. 4Y habló Siquem a Hamor su padre, diciendo: Tómame por mujer a esta joven. 5Pero oyó Jacob que Siquem había amancillado a Dina su hija; y estando sus hijos con su ganado en el campo, calló Jacob hasta que ellos viniesen.

6Y se dirigió Hamor padre de Siquem a Jacob, para hablar con él. 7Y los hijos de Jacob vinieron del campo cuando lo supieron; y se entristecieron los varones, y se enojaron mucho, porque hizo vileza en Israel acostándose con la hija de Jacob, lo que no se debía haber hecho. 8Y Hamor habló con ellos, diciendo: El alma de mi hijo Siquem se ha apegado a vuestra hija; os ruego que se la deis por mujer. 9Y emparentad con nosotros; dadnos vuestras hijas, y tomad vosotros las nuestras. 10Y habitad con nosotros, porque la tierra estará delante de vosotros; morad y negociad en ella, y tomad en ella posesión. 11Siquem también dijo al padre de Dina y a los hermanos de ella: Halle yo gracia en vuestros ojos, y daré lo que me dijereis. 12Aumentad a cargo mío mucha dote y dones, y yo daré cuanto me dijereis; y dadme la joven por mujer.

13Pero respondieron los hijos de Jacob a Siquem y a Hamor su padre con palabras engañosas, por cuanto había amancillado a Dina su hermana. 14Y les dijeron: No podemos hacer esto de dar nuestra hermana a hombre incircunciso, porque entre nosotros es abominación. 15Mas con esta condición os complaceremos: si habéis de ser como nosotros, que se circuncide entre vosotros todo varón. 16Entonces os daremos nuestras hijas, y tomaremos nosotros las vuestras; y habitaremos con vosotros, y seremos un pueblo. 17Mas si no nos prestareis oído para circuncidaros, tomaremos nuestra hija y nos iremos. 18Y parecieron bien sus palabras a Hamor, y a Siquem hijo de Hamor. 19Y no tardó el joven en hacer aquello, porque la hija de Jacob le había agradado; y él era el más distinguido de toda la casa de su padre.

20Entonces Hamor y Siquem su hijo vinieron a la puerta de su ciudad, y hablaron a los varones de su ciudad, diciendo: 21Estos varones son pacíficos con nosotros, y habitarán en el país, y traficarán en él; pues he aquí la tierra es bastante ancha para ellos; nosotros tomaremos sus hijas por mujeres, y les daremos las nuestras. 22Mas con esta condición consentirán estos hombres en habitar con nosotros, para que seamos un pueblo: que se circuncide todo varón entre nosotros, así como ellos son circuncidados. 23Su ganado, sus bienes y todas sus bestias serán nuestros; solamente convengamos con ellos, y habitarán con nosotros. 24Y obedecieron a Hamor y a Siquem su hijo todos los que salían por la puerta de la ciudad, y circuncidaron a todo varón, a cuantos salían por la puerta de su ciudad.

25Pero sucedió que al tercer día, cuando sentían ellos el mayor dolor, dos de los hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron cada uno su espada, y vinieron contra la ciudad, que estaba desprevenida, y mataron a todo varón. 26Y a Hamor y a Siquem su hijo los mataron a filo de espada; y tomaron a Dina de casa de Siquem, y se fueron. 27Y los hijos de Jacob vinieron a los muertos, y saquearon la ciudad, por cuanto habían amancillado a su hermana. 28Tomaron sus ovejas y vacas y sus asnos, y lo que había en la ciudad y en el campo, 29y todos sus bienes; llevaron cautivos a todos sus niños y sus mujeres, y robaron todo lo que había en casa. 30Entonces dijo Jacob a Simeón y a Leví: Me habéis turbado con hacerme abominable a los moradores de esta tierra, el cananeo y el ferezeo; y teniendo yo pocos hombres, se juntarán contra mí y me atacarán, y seré destruido yo y mi casa. 31Pero ellos respondieron: ¿Había él de tratar a nuestra hermana como a una ramera?[2]

       

Salmo 26

 

Declaración de integridad

Salmo de David.

     1     Júzgame, oh Jehová, porque yo en mi integridad he andado;

He confiado asimismo en Jehová sin titubear.

     2     Escudríñame, oh Jehová, y pruébame;

Examina mis íntimos pensamientos y mi corazón.

     3     Porque tu misericordia está delante de mis ojos,

Y ando en tu verdad.

     4     No me he sentado con hombres hipócritas,

Ni entré con los que andan simuladamente.

     5     Aborrecí la reunión de los malignos,

Y con los impíos nunca me senté.

     6     Lavaré en inocencia mis manos,

Y así andaré alrededor de tu altar, oh Jehová,

     7     Para exclamar con voz de acción de gracias,

Y para contar todas tus maravillas.

     8     Jehová, la habitación de tu casa he amado,

Y el lugar de la morada de tu gloria.

     9     No arrebates con los pecadores mi alma,

Ni mi vida con hombres sanguinarios,

     10     En cuyas manos está el mal,

Y su diestra está llena de sobornos.

     11     Mas yo andaré en mi integridad;

Redímeme, y ten misericordia de mí.

     12     Mi pie ha estado en rectitud;

En las congregaciones bendeciré a Jehová.[3]

 



d 19.38: Sal. 118.26.

e 19.46: Is. 56.7.

f 19.46: Jer. 7.11.

g 19.47: Lc. 21.37.

[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Lc 19.27-48

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Gn 33.20-34.31

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal 25.22-26.12


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