domingo, 21 de enero de 2024

¡Cómo posicionarte para reinar!

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 21 Enero 

¡Cómo posicionarte para reinar!


¡Con gozo, creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra!

Por Riqui Ricón*

¡Cuánto se alegra el rey en tu fuerza, oh SEÑOR! Grita de alegría porque tú le das la victoria (Sal 21.1NTV).

¡Realmente asombroso! Así es, asombroso es la palabra que viene a tu mente cuando lees y meditas lo que la Palabra de Dios dice hoy acerca de ti. Porque efectivamente, Dios está hablando acerca  de ti en Su Palabra. Tú eres ese rey (reina) que se alegra en la fuerza del Señor y que puedes dar gritos de alegría pues Dios ya te ha dado la victoria.

Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Ro 8.37).

Por medio de Cristo Jesús, por medio de Su muerte y resurrección, Dios te ha declarado a ti más que vencedor(a) sobre cualquier problema, angustia o enfermedad que estés enfrentando el día de hoy.

Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1 Jn 5.4-5).

Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y por eso, por lo que Jesús hizo en la cruz al morir para pagar tus pecados y resucitar venciendo a la muerte para darte la Vida Eterna, por eso tú has vencido al mundo y su sistema de enfermedad, fracaso y muerte, juntamente con Cristo Jesús.

Tú vences cada día al creerle a Dios, creyendo Su Palabra. Tú vences al creer que la Biblia es la Palabra de Dios y al aplicarla sobre cada circunstancia adversa en tu vida.

y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra (Apo 5.9-10).

Por la Sangre de Jesús, ¡Tú eres ese rey (reina) que ha de reinar sobre la tierra! Por tanto, alégrate en la fuerza del Señor. Y, ¿cuál es la fuerza del Señor? No son sus músculos, ni sus ángeles, ni sus truenos y relámpagos; ¡la fuerza del Señor es Su Palabra!

Así que, alégrate en la Palabra del Señor. Da gritos de alegría, porque por la Palabra de Dios obtienes la victoria sobre cualquier circunstancia.

Además, yo estoy contigo y te protegeré dondequiera que vayas. Llegará el día en que te traeré de regreso a esta tierra. No te dejaré hasta que haya terminado de darte todo lo que te he prometido» (Gen 28.15 NTV).

La promesa que Dios le hizo a Jacob allá en Betel, sigue vigente y está actualizada con tu nombre. Al comenzar un nuevo año o un nuevo proyecto, al enfrentar cualquier reto, angustia, problema o enfermedad, ¡Dios está contigo y te protegerá dondequiera que vayas!

De hecho, el Todopoderoso ha comprometido Su Palabra en que no te dejará hasta que haya terminado de darte TODO lo que te ha prometido. Estas son muy buenas noticias. Noticias excelentes que te permitirán posicionarte como el verdadero(a) campeón(a) que ahora tú eres: ¡Ese(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo destinado a reinar sobre la tierra!

Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia (Ro 5.17).

Este día, ¡alégrate en la fuerza del Señor! ¡Da gritos de júbilo pues este año vas a reinar en vida!

Y si piensas acaso que esto no es para ti por causa de tus transgresiones y pecados ocultos, entonces pon mucha atención a como lo expresa Dios en la Nueva Traducción Viviente:

Pues el pecado de un solo hombre, Adán, hizo que la muerte reinara sobre muchos. Pero aún más grande es la gracia maravillosa de Dios y el regalo de su justicia, porque todos los que lo reciben vivirán en victoria sobre el pecado y la muerte por medio de un solo hombre, Jesucristo (Ro 5.17 NTV).

Por el pecado de un solo hombre, Adán, la muerte reinó en tu vida; pero por la maravillosa Gracia de Dios y el regalo de Su justicia, ahora tú puedes vivir en victoria sobre el pecado y la muerte por medio de tu Salvador, Cristo Jesús.

Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 6.23).

Ciertamente la paga del pecado es muerte más el regalo que Dios te dio es la Vida Eterna, la cual es un atributo de la divinidad y por lo tanto sólo la puede tener un(a) auténtico(a) y genuino(a) Hijo(a) de Dios.

 Ahora,  pues,  ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús,  los que no andan conforme a la carne,  sino conforme al Espíritu.  Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Ro 8.1-2).

Es precisamente tu identidad de Hijo(a) de Dios por medio de Jesucristo lo que te permite reinar con plena libertad pues el asunto del pecado fue resuelto en esa cruz de una vez y para siempre.

 Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que somos! Pero la gente de este mundo no reconoce que somos hijos de Dios, porque no lo conocen a él (1 Jn 3.1 NTV).

¡Posiciónate! Tú eres un(a) legítimo(a) y genuino(a) Hijo(a) de Dios. Eres amado(a) de tu Padre y estás destinado a reinar sobre las aflicciones. Problemas y enfermedades. Si puedes creer la Palabra de Dios, pues al que le cree a Dios TODO le es posible.

Pues le diste el deseo de su corazón; no le has negado nada de lo que te ha pedido. Le das la bienvenida con éxito y prosperidad; le colocaste una corona del oro más puro sobre la cabeza. Te pidió que le preservaras la vida, y le concediste su petición; los días de su vida se alargan para siempre. Tu victoria le da mucha honra, y lo has vestido de esplendor y majestad. Lo has dotado de bendiciones eternas y le has dado la alegría de tu presencia. Pues el rey confía en el SEÑOR; el amor inagotable del Altísimo cuidará que no tropiece (Sal 21.2-7 NTV).

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, qué hermoso es saber que a pesar de las aflicciones, problemas, enfermedades y aún de mis pecados, en Ti, en Tu Amor, tengo la Gracia para salir más que vencedor(a) de cualquier circunstancias. Gracias por tanto y tan Grande Amor. Señor Jesús, por lo que Tú hiciste al morir y resucitar por Amor a mí, pagaste todos mis pecados y ahora he nacido de nuevo como un(a) Hijo(a) Amado(a) de mi Padre celestial. Estoy en este mundo para reinar como un(a) legítimo(a) Hijo(a) del Todopoderoso Dios. Por lo tanto, tomo autoridad sobre mis circunstancias, me someto a Dios y a Su Palabra, resisto al diablo y éste tiene que huir de mí. No acepto el temor, ni la depresión, ni la angustia, ni la enfermedad, ni la escasez, ni la pobreza, ni el rencor, ni la decepción, ni el fracaso, ni la derrota. Por el contrario, yo, ____________ (tu nombre aquí), sobre todas estas cosas soy más que vencedor(a) por medio del Amor de mi Rey, Señor y Salvador, Cristo Jesús. Creo y declaro que soy sano(a) de cualquier enfermedad. ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Enero 21                              Luc 16  /  Gen 27.46-28-22  /  Sal 21

 


Cápsula del día.




Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 



NVI 



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Enero 21                              Luc 16  /  Gen 27.46-28-22   Sal 21

 

San Lucas 16

Parábola del mayordomo infiel

16

1Dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y éste fue acusado ante él como disipador de sus bienes. 2Entonces le llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo. 3Entonces el mayordomo dijo para sí: ¿Qué haré? Porque mi amo me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. 4Ya sé lo que haré para que cuando se me quite de la mayordomía, me reciban en sus casas. 5Y llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? 6Él dijo: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu cuenta, siéntate pronto, y escribe cincuenta. 7Después dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? Y él dijo: Cien medidas de trigo. Él le dijo: Toma tu cuenta, y escribe ochenta. 8Y alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente; porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz. 9Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas eternas.

10El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. 11Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero? 12Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro? 13Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Diosa y a las riquezas.1

14Y oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, y se burlaban de él. 15Entonces les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación.

La ley y el reino de Dios

16La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él.b 17Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la ley.c

Jesús enseña sobre el divorcio

(Mt. 19.1–12; Mr. 10.1–12)

18Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada del marido, adultera.d

El rico y Lázaro

19Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. 20Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, 21y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. 22Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. 23Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. 24Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. 25Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. 26Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. 27Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, 28porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento. 29Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos. 30Él entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. 31Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.[1]

 

Génesis 27.46-28-22

46Y dijo Rebeca a Isaac: Fastidio tengo de mi vida, a causa de las hijas de Het. Si Jacob toma mujer de las hijas de Het, como éstas, de las hijas de esta tierra, ¿para qué quiero la vida?

28

1Entonces Isaac llamó a Jacob, y lo bendijo, y le mandó diciendo: No tomes mujer de las hijas de Canaán. 2Levántate, ve a Padan-aram, a casa de Betuel, padre de tu madre, y toma allí mujer de las hijas de Labán, hermano de tu madre. 3Y el Dios omnipotente te bendiga, y te haga fructificar y te multiplique, hasta llegar a ser multitud de pueblos; 4y te dé la bendición de Abraham,a y a tu descendencia contigo, para que heredes la tierra en que moras, que Dios dio a Abraham. 5Así envió Isaac a Jacob, el cual fue a Padan-aram, a Labán hijo de Betuel arameo, hermano de Rebeca madre de Jacob y de Esaú.

6Y vio Esaú cómo Isaac había bendecido a Jacob, y le había enviado a Padan-aram, para tomar para sí mujer de allí; y que cuando le bendijo, le había mandado diciendo: No tomarás mujer de las hijas de Canaán; 7y que Jacob había obedecido a su padre y a su madre, y se había ido a Padan-aram. 8Vio asimismo Esaú que las hijas de Canaán parecían mal a Isaac su padre; 9y se fue Esaú a Ismael, y tomó para sí por mujer a Mahalat, hija de Ismael hijo de Abraham, hermana de Nebaiot, además de sus otras mujeres.

Dios se aparece a Jacob en Bet-el

10Salió, pues, Jacob de Beerseba, y fue a Harán. 11Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar. 12Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella.b 13Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia.c 14Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente.d 15He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho. 16Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía. 17Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo.

18Y se levantó Jacob de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, y la alzó por señal, y derramó aceite encima de ella. 19Y llamó el nombre de aquel lugar Bet-el,25 aunque Luz26 era el nombre de la ciudad primero. 20E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, 21y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. 22Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti.[2]

       

Salmo 21

 

Alabanza por haber sido librado del enemigo

Al músico principal. Salmo de David.

     1     El rey se alegra en tu poder, oh Jehová;

Y en tu salvación, ¡cómo se goza!

     2     Le has concedido el deseo de su corazón,

Y no le negaste la petición de sus labios.

Selah

     3     Porque le has salido al encuentro con bendiciones de bien;

Corona de oro fino has puesto sobre su cabeza.

     4     Vida te demandó, y se la diste;

Largura de días eternamente y para siempre.

     5     Grande es su gloria en tu salvación;

Honra y majestad has puesto sobre él.

     6     Porque lo has bendecido para siempre;

Lo llenaste de alegría con tu presencia.

     7     Por cuanto el rey confía en Jehová,

Y en la misericordia del Altísimo, no será conmovido.

     8     Alcanzará tu mano a todos tus enemigos;

Tu diestra alcanzará a los que te aborrecen.

     9     Los pondrás como horno de fuego en el tiempo de tu ira;

Jehová los deshará en su ira,

Y fuego los consumirá.

     10     Su fruto destruirás de la tierra,

Y su descendencia de entre los hijos de los hombres.

     11     Porque intentaron el mal contra ti;

Fraguaron maquinaciones, mas no prevalecerán,

     12     Pues tú los pondrás en fuga;

En tus cuerdas dispondrás saetas contra sus rostros.

     13     Engrandécete, oh Jehová, en tu poder;

Cantaremos y alabaremos tu poderío.[3]

 



a 16.13: Mt. 6.24.

Gr. Mamón.

b 16.16: Mt. 11.12–13.

c 16.17: Mt. 5.18.

d 16.18: Mt. 5.32; Mr. 10.11–12; 1 Co. 7.10–11.

[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Lc 15.32-16.31

a 28.4: Gn. 17.4–8.

b 28.12: Jn. 1.51.

c 28.13: Gn. 13.14–15.

d 28.14: Gn. 12.3; 22.18.

25 Esto es, Casa de Dios.

26 Esto es, Almendro.

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Gn 27.46-28.22

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Sal 20.9-21.13


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