¿Quién soy yo? ¿Por qué estoy aquí?
¡Soy
Hijo(a) del Rey!
Por Riqui Ricón*
Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se
sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová,
quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres (1 R 19.4).
No obstante las grandes victorias que hemos experimentado en
nuestra vida gracias al Señor Jesús, es realmente curioso como muchas veces, al
igual que Elías, nos dejamos atrapar por el desánimo y la depresión. ¿A qué se
debe esto?
Primero, no debes olvidar que la Biblia, la Palabra de Dios,
te enseña claramente que tú te encuentras en plena guerra.
Sed sobrios y velad para que no os sorprendan los ataques de ese gran
enemigo vuestro que es el diablo, el cual, como un león rugiente, anda dando
vueltas en busca de alguien a quien devorar (1 P 5.8 CST).
Satanás NO es un león
rugiente sino un imitador que con engaños y mentiras está continuamente
atacando tu identidad de Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo para que dejes de
CREER lo que Dios dice acerca de ti en Su Palabra, la Biblia.
Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el
mar. Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: !!Un
fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo:
!!Tened ánimo; yo soy, no temáis! Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor,
si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y
descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero
al ver el fuerte viento, tuvo miedo;
y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: !!Señor, sálvame! Al
momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: !!Hombre de poca fe!
¿Por qué dudaste? (Mat 14.25-31).
Si al poner tu atención
en lo difícil tus circunstancias y problemas Satanás logra que tú apartes tus
ojos del Verbo, de la Palabra de Dios, del autor y consumador de tu fe, y te
llenas de temor y ansiedad, entonces habrá conseguido el principio de tu
derrota.
Pelea la buena batalla de la fe;
haz tuya la vida eterna, a la que
fuiste llamado y por la cual hiciste aquella admirable declaración de fe
delante de muchos testigos (1 Ti 6.12 NVI).
La buena batalla de la
fe sólo la puedes pelear cuando te encuentras perfectamente establecido(a), sin
ceder un ápice, en tu Identidad como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Sólo
así puedes echar mano de la Vida Eterna que es el derecho genuino y legítimo de
todo(a) Hijo(a) de Dios.
"Cuando el ladrón llega, se dedica a robar, matar y destruir. Yo he
venido para que todos ustedes tengan vida, y para que la vivan plenamente (Jn 10.10 BLS).
Satanás siempre
utilizará las circunstancias de tu vida para robar, matar y destruir tu
Identidad como Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Pues logrando eso él podrá
infundirte temor y ansiedad para terminar robando, matando y destruyendo tu
gozo, tu paz y la Plenitud de tu Salvación.
Las 24 horas del día,
los sesenta minutos de cada hora y los 60 segundos de cada minuto, tu
adversario, el diablo, está buscando la forma de anularte y destruirte.
Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del
mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino
que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo (Jn
17.14-16).
Ahora eres un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Es necesario que te quede muy claro que tú
no eres de este mundo y, aunque a ti no te guste, hay toda una guerra dispuesta
contra ti.
El SEÑOR es mi luz y mi salvación, entonces ¿por qué habría de temer? El
SEÑOR es mi fortaleza y me protege del peligro, entonces ¿por qué habría de
temblar? Cuando los malvados vengan a devorarme, cuando mis enemigos y
adversarios me ataquen, tropezarán y caerán. Aunque un ejército poderoso me
rodee, mi corazón no temerá. Aunque me ataquen, permaneceré confiado (Sal
27.1-3 NTV).
La Buena Noticia es que
no tienes nada que temer; Dios es contigo, y si Dios es contigo, ¿quién contra
ti?
Segundo, el verdadero problema se presenta cuando vienen nuevos o mayores problemas y tú
te has olvidado de mantener tu mirada, y
tu fe, constante y consistentemente en Jesús y en Su Palabra. Esto te debilita
en la fe, ya que fe es estar constantemente creyendo a Dios, creyendo Su
Palabra.
Ahora pues, la fe viene por escuchar, por escuchar atentamente la
palabra de Dios (Ro
10.17 SyE)
Dado que la Biblia establece que la fe viene por oír
atentamente la Palabra de Dios, entonces, si descuidas la lectura y meditación
de la Biblia le das oportunidad a tu adversario, el diablo, para amedrentarte
con las apariencias de las
dificultades que estés enfrentando el día de hoy.
Entonces Pedro lo llamó: —Señor, si realmente eres tú, mándame que vaya
hacia ti caminando sobre el agua. —Sí, ven —dijo Jesús. Entonces Pedro se bajó
por el costado de la barca y caminó sobre el agua hacia Jesús. Pero,
cuando vio el fuerte viento y las olas, se aterrorizó y comenzó a hundirse. «¡Sálvame, Señor!» —gritó. De inmediato, Jesús extendió la mano y lo
agarró. «Tienes tan poca fe —le dijo Jesús —. ¿Por qué dudaste de mí?». Cuando
subieron de nuevo a la barca, el viento se detuvo. Entonces los discípulos lo
adoraron. «¡De verdad eres el Hijo de Dios!», exclamaron (Mat 14.28-33 NTV).
Nota que Pedro ya
caminaba sobre las aguas para ir a Jesús. Él había confiado, creído, en
la Palabra de Jesús cuando éste le dijo “ven” y por eso comenzó a experimentar la
misma Verdad que su Señor y Maestro. PERO, cuando puso su atención en las
circunstancias, entonces permitió que el espíritu de temor le robara la fe que
manifestó al decir: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Jesús sólo dijo, ven y Pedro creyó. Sin embargo, al
parecer, su declaración no fue suficiente, pues al quitar sus ojos de Jesús y
considerar lo que veía con sus ojos y escuchaba con sus oídos, tuvo miedo y
comenzó a hundirse.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es
necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de
los que le buscan (He 11.6).
Al igual que antaño, hoy en día muchos creyentes están
demasiado acostumbrados a conducir sus vidas por medio de lo que ven o sienten
en lugar de hacerlo por medio de la fe, esto es, por creerle a Dios, creyendo
Su Palabra. De este modo, cuando se presentan los problemas y vicisitudes de la
vida se ven abrumados por la preocupación y el temor a tal grado que,
efectivamente, pueden darle lugar al desánimo y a la depresión.
Así que vivimos confiados
siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el
cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe
andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del
cuerpo, y presentes al Señor. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes,
serle agradables (2 Co 5.6-9).
Me llama la atención que en ese episodio de la vida de
Elías, Dios no lo consintió, ni lo apapachó por sentirse como se sentía, sino
que lo fortaleció en su espíritu (fue un ángel quien le tocó y le alimentó), y
le dijo: anda, levántate y vuélvete por tu camino para hacer esto, esto y esto
otro.
Satanás siempre tratará, por todos los medios que tenga a su
alcance, de anular tu fe (que no le creas a Dios, creyendo Su Palabra). Se
valdrá de tus sentidos y emociones para inspirarte temor por medio de las
circunstancias que te rodeen y luego utilizará la condenación por causa de tus
faltas y pecados con el propósito exclusivo de que caigas en el error de
olvidarte quien ahora tú eres en Cristo Jesús: ¡Un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a)
de Nuevo!
¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de
Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los
afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los
maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya
habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados
en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios (1 Co 6.9-11).
Si te das cuenta, tu confianza, tu certeza y tu fe debes
ponerlas exclusivamente en lo que Dios ha dicho en Su Palabra acerca de ti y no
en la forma cómo te ves a ti mismo(a), ni en la forma cómo te sientes contigo
mismo(a).
porque en vosotros se ha operado un nuevo nacimiento, que ya no es
debido a una simiente corruptible, sino a la incorruptible y permanente palabra
de Dios
(1 P 1.23 CST).
Entonces, de acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios
y no miente, tú eres ya un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, y no de una
simiente corruptible sino de la incorruptible simiente que es la Palabra de
Dios que vive y permanece para siempre.
Esto no quiere decir que, como Hijo(a) de Dios, puedes pecar
y olvidarte de la santidad (sin la cual NADIE vera a Dios). ¡No! ¡Nada de eso!
Es todo lo contrario.
Ahora sabes perfectamente quién eres tú y lo que Dios dice
acerca de ti. ¡Tienes identidad! Ahora crees, hablas y actúas para manifestar
esa justicia, santidad y perfección que Él ya puso en ti al decretarlo con Su
Palabra.
¡Sólo tienes que creerlo!
Y ciertamente todo sacerdote
está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios,
que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un
solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante
esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a
los santificados. Y nos
atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el
Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré, añade:
Y nunca más me acordaré de sus
pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión de
éstos, no hay más ofrenda por el pecado (He 10.11-18).
Por esto, como Hijo(a) del Rey, ya no tratas de alcanzar la
santidad como algo de lo que careces o que no tienes (eso es lo que el diablo
pretende que creas), sino que ahora crees que eres y que tienes todo lo que
Dios dice en Su Palabra que eres y tienes: justo(a), santo(a) y perfecto(a).
Pues, además, si Dios lo dice, entonces, es la verdad y por lo tanto puedes
vivir como justo(a), santo(a) y perfecto(a).
En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo
hombre,
que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del
nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.22-24).
Así que, echa fuera de tu vida todo
desánimo o depresión. ¡Ahora estás en Cristo! Dios es contigo, y si Dios es
contigo, ¿Quién contra ti?
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en Tu Palabra puedo notar el gran
Amor con que me has amado, pues aún estando yo muerto(a)
en delitos y pecados me diste vida juntamente con Cristo. Gracias Señor por
esta Vida Nueva que me has dado. Me creaste de Nuevo en justicia y santidad de
la verdad. Creo y recibo este gran Amor. Creo y recibo a Jesús como mi Señor y
Salvador. En Ti, Jesús, tengo vida eterna, vida abundante. Me determino, con Tu
ayuda, Espíritu Santo, a no dejar que las aflicciones del mundo me infundan
temor pues yo no he recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en
temor sino que he recibido el espíritu de adopción y te puedo decir a Ti, Dios,
Abba, Padre. ¡Soy Hijo(a) del Rey! Nada ni nadie me pueden derrotar pues en
todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo
Jesús. Padre,
cómo no agradecerte Tu Amor tan grande y sublime, pues me has escogido,
redimido y renovado como Hijo(a) Tuyo(a). Tengo Tu Palabra de Honor y sé que he
llegado a mi destino. Ahora estoy más que dispuesto(a) a utilizar la fe
perfecta que ya tengo por Tu Palabra, para cumplir mi propósito en esta tierra:
ser luz en medio de las tinieblas como embajador de Jesucristo dondequiera que
esté y como quiera que esté, pues no tengo la más mínima duda que, ante todo
problema, enfermedad o adversidad, yo, ______________ (tu nombre aquí), soy más
que vencedor(a) por medio de Aquel que me ha amado, Cristo Jesús. No recibo el
espíritu de temor, ni la duda que genera, sino que recibo el espíritu de
adopción por el cual te puedo decir Abba, Padre, Papá, Papito. Por Tu Palabra,
la Biblia, estoy seguro(a) de quién ahora yo soy gracias a Jesús: un(a) Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo. Y soy Nacido(a) de Nuevo, no de una simiente
corruptible, sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que
vive y permanece para siempre. Recibo Tu paz que sobrepasa todo entendimiento y
me lleno con Tu Amor para vivir esta vida llena de gozo, que Tú has destinado
para mí. Por lo tanto, voy a manifestar, con mi vida, la libertad gloriosa que
sólo YO Tu Hijo(a) puedo tener. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy
dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación
con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda
tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a
este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a)
pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu
sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última
gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero,
Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente
Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta
simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Julio 18 1 Co 6 / 1 R 19
/ Am 3.1-4.3
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
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Julio 18 1 Co 6 / 1 R 19
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1 Corintios 6
Litigios delante de los incrédulos
6
1¿Osa alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro, ir a juicio delante
de los injustos, y no delante de los santos? 2¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si
el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy
pequeñas? 3¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto
más las cosas de esta vida? 4Si, pues, tenéis juicios sobre cosas de esta vida, ¿ponéis para juzgar a
los que son de menor estima en la iglesia? 5Para avergonzaros lo digo. ¿Pues qué, no hay entre
vosotros sabio, ni aun uno, que pueda juzgar entre sus hermanos, 6sino que el hermano con el hermano pleitea en juicio, y
esto ante los incrédulos?
7Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre
vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más
bien el ser defraudados? 8Pero vosotros cometéis el agravio, y defraudáis, y esto a los hermanos.
9¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni
los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los
que se echan con varones, 10ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni
los estafadores, heredarán el reino de Dios. 11Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya
habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor
Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.
Glorificad a Dios en vuestro cuerpo
12Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen;a todas las cosas me son lícitas, mas yo
no me dejaré dominar de ninguna. 13Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al
uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación,
sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. 14Y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos
levantará con su poder. 15¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los
miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. 16¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un
cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne.b 17Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. 18Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el
hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio
cuerpo peca. 19¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu
Santo, el cual está en vosotros,c el cual tenéis de Dios, y que no sois
vuestros? 20Porque habéis sido comprados por precio; glorificad,
pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.[1]
1
Reyes 19
Elías huye a Horeb
19
1Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo
había matado a espada a todos los profetas. 2Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo:
Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he
puesto tu persona como la de uno de ellos. 3Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar
su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado.
4Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de
un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues
no soy yo mejor que mis padres. 5Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel
le tocó, y le dijo: Levántate, come. 6Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las
ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse. 7Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó,
diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta. 8Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con
aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de
Dios.
9Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de
Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías? 10El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de
los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado
tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me
buscan para quitarme la vida.a 11El le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de
Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía
los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el
viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. 12Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el
fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado. 13Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y
salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz,
diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías? 14El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos;
porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y
han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para
quitarme la vida.a 15Y le dijo Jehová: Ve, vuélvete por tu camino, por el
desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria.b 16A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel;c y a Eliseo hijo de Safat, de
Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar. 17Y el que escapare de la espada de Hazael, Jehú lo matará;
y el que escapare de la espada de Jehú, Eliseo lo matará. 18Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas
no se doblaron ante Baal,d y cuyas bocas no lo besaron.
Llamamiento de Eliseo
19Partiendo él de allí, halló a Eliseo hijo de Safat, que araba con doce
yuntas delante de sí, y él tenía la última. Y pasando Elías por delante de él,
echó sobre él su manto. 20Entonces dejando él los bueyes, vino corriendo en pos de Elías, y dijo: Te
ruego que me dejes besar a mi padre y a mi madre, y luego te seguiré. Y él le
dijo: Ve, vuelve; ¿qué te he hecho yo? 21Y se volvió, y tomó un par de bueyes y los mató, y con el arado de los
bueyes coció la carne, y la dio al pueblo para que comiesen. Después se levantó
y fue tras Elías, y le servía.[2]
Amos 3.1-4.3
El rugido del león
3
1Oíd esta palabra que ha hablado Jehová contra vosotros, hijos de Israel,
contra toda la familia que hice subir de la tierra de Egipto. Dice así: 2A vosotros solamente he conocido de todas las familias de
la tierra; por tanto, os castigaré por todas vuestras maldades.
3¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo? 4¿Rugirá el león en la selva sin haber presa? ¿Dará el
leoncillo su rugido desde su guarida, si no apresare? 5¿Caerá el ave en lazo sobre la tierra, sin haber cazador?
¿Se levantará el lazo de la tierra, si no ha atrapado algo? 6¿Se tocará la trompeta en la ciudad, y no se alborotará
el pueblo? ¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual Jehová no haya hecho? 7Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su
secreto a sus siervos los profetas. 8Si el león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el Señor, ¿quién no
profetizará?
Destrucción de Samaria
9Proclamad en los palacios de Asdod, y en los palacios de la tierra de
Egipto, y decid: Reuníos sobre los montes de Samaria, y ved las muchas
opresiones en medio de ella, y las violencias cometidas en su medio. 10No saben hacer lo recto, dice Jehová, atesorando rapiña y
despojo en sus palacios. 11Por tanto, Jehová el Señor ha dicho así: Un enemigo vendrá por todos lados
de la tierra, y derribará tu fortaleza, y tus palacios serán saqueados.
12Así ha dicho Jehová: De la manera que el pastor libra de la boca del león
dos piernas, o la punta de una oreja, así escaparán los hijos de Israel que
moran en Samaria en el rincón de una cama, y al lado de un lecho.
13Oíd y testificad contra la casa de Jacob, ha dicho Jehová Dios de los
ejércitos: 14Que el día que castigue las rebeliones de Israel,
castigaré también los altares de Bet-el;a y serán cortados los cuernos del altar, y caerán a
tierra. 15Y heriré la casa de invierno con la casa de verano, y las
casas de marfil perecerán; y muchas casas serán arruinadas, dice Jehová.
4
1Oíd esta palabra, vacas de Basán, que estáis en el monte de Samaria, que
oprimís a los pobres y quebrantáis a los menesterosos, que decís a vuestros
señores: Traed, y beberemos. 2Jehová el Señor juró por su santidad: He aquí, vienen sobre vosotras días
en que os llevarán con ganchos, y a vuestros descendientes con anzuelos de
pescador; 3y saldréis por las brechas una tras otra, y seréis
echadas del palacio, dice Jehová.[3]
a
a a 6.12: 1 Co. 10.23.
b
b b 6.16: Gn. 2.24.
c
c c 6.19: 1 Co. 3.16; 2 Co. 6.16.
[1]
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (1 Co 5.13-6.20). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a
a a 19.10: Ro. 11.3.
a
a a 19.14: Ro. 11.3.
b
b b
19.15: 2 R. 8.7–13.
c
c c
19.16: 2 R. 9.1–6.
d
d d
19.18: Ro. 11.4.
[2]
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (1 Re 18.46-19.21). Miami: Sociedades
Bı́blicas Unidas.
a
a a 3.14: 2 R. 23.15.
[3]
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Am 2.16-4.3). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Julio 18 1 Co 6 / 1 R 19
/ Am 3.1-4.3
1 Corintios 6
Litigios delante de los incrédulos
6
1¿Osa alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro, ir a juicio delante
de los injustos, y no delante de los santos? 2¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si
el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy
pequeñas? 3¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto
más las cosas de esta vida? 4Si, pues, tenéis juicios sobre cosas de esta vida, ¿ponéis para juzgar a
los que son de menor estima en la iglesia? 5Para avergonzaros lo digo. ¿Pues qué, no hay entre
vosotros sabio, ni aun uno, que pueda juzgar entre sus hermanos, 6sino que el hermano con el hermano pleitea en juicio, y
esto ante los incrédulos?
7Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre
vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más
bien el ser defraudados? 8Pero vosotros cometéis el agravio, y defraudáis, y esto a los hermanos.
9¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni
los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los
que se echan con varones, 10ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni
los estafadores, heredarán el reino de Dios. 11Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya
habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor
Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.
Glorificad a Dios en vuestro cuerpo
12Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen;a todas las cosas me son lícitas, mas yo
no me dejaré dominar de ninguna. 13Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al
uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación,
sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. 14Y Dios, que levantó al Señor, también a nosotros nos
levantará con su poder. 15¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los
miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. 16¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un
cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne.b 17Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. 18Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el
hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio
cuerpo peca. 19¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu
Santo, el cual está en vosotros,c el cual tenéis de Dios, y que no sois
vuestros? 20Porque habéis sido comprados por precio; glorificad,
pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.[1]
1
Reyes 19
Elías huye a Horeb
19
1Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo
había matado a espada a todos los profetas. 2Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo:
Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he
puesto tu persona como la de uno de ellos. 3Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar
su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado.
4Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de
un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues
no soy yo mejor que mis padres. 5Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel
le tocó, y le dijo: Levántate, come. 6Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las
ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse. 7Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó,
diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta. 8Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con
aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de
Dios.
9Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de
Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías? 10El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de
los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado
tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me
buscan para quitarme la vida.a 11El le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de
Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía
los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el
viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. 12Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el
fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado. 13Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y
salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz,
diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías? 14El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos;
porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y
han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para
quitarme la vida.a 15Y le dijo Jehová: Ve, vuélvete por tu camino, por el
desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria.b 16A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel;c y a Eliseo hijo de Safat, de
Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar. 17Y el que escapare de la espada de Hazael, Jehú lo matará;
y el que escapare de la espada de Jehú, Eliseo lo matará. 18Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas
no se doblaron ante Baal,d y cuyas bocas no lo besaron.
Llamamiento de Eliseo
19Partiendo él de allí, halló a Eliseo hijo de Safat, que araba con doce
yuntas delante de sí, y él tenía la última. Y pasando Elías por delante de él,
echó sobre él su manto. 20Entonces dejando él los bueyes, vino corriendo en pos de Elías, y dijo: Te
ruego que me dejes besar a mi padre y a mi madre, y luego te seguiré. Y él le
dijo: Ve, vuelve; ¿qué te he hecho yo? 21Y se volvió, y tomó un par de bueyes y los mató, y con el arado de los
bueyes coció la carne, y la dio al pueblo para que comiesen. Después se levantó
y fue tras Elías, y le servía.[2]
Amos 3.1-4.3
El rugido del león
3
1Oíd esta palabra que ha hablado Jehová contra vosotros, hijos de Israel,
contra toda la familia que hice subir de la tierra de Egipto. Dice así: 2A vosotros solamente he conocido de todas las familias de
la tierra; por tanto, os castigaré por todas vuestras maldades.
3¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo? 4¿Rugirá el león en la selva sin haber presa? ¿Dará el
leoncillo su rugido desde su guarida, si no apresare? 5¿Caerá el ave en lazo sobre la tierra, sin haber cazador?
¿Se levantará el lazo de la tierra, si no ha atrapado algo? 6¿Se tocará la trompeta en la ciudad, y no se alborotará
el pueblo? ¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual Jehová no haya hecho? 7Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su
secreto a sus siervos los profetas. 8Si el león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el Señor, ¿quién no
profetizará?
Destrucción de Samaria
9Proclamad en los palacios de Asdod, y en los palacios de la tierra de
Egipto, y decid: Reuníos sobre los montes de Samaria, y ved las muchas
opresiones en medio de ella, y las violencias cometidas en su medio. 10No saben hacer lo recto, dice Jehová, atesorando rapiña y
despojo en sus palacios. 11Por tanto, Jehová el Señor ha dicho así: Un enemigo vendrá por todos lados
de la tierra, y derribará tu fortaleza, y tus palacios serán saqueados.
12Así ha dicho Jehová: De la manera que el pastor libra de la boca del león
dos piernas, o la punta de una oreja, así escaparán los hijos de Israel que
moran en Samaria en el rincón de una cama, y al lado de un lecho.
13Oíd y testificad contra la casa de Jacob, ha dicho Jehová Dios de los
ejércitos: 14Que el día que castigue las rebeliones de Israel,
castigaré también los altares de Bet-el;a y serán cortados los cuernos del altar, y caerán a
tierra. 15Y heriré la casa de invierno con la casa de verano, y las
casas de marfil perecerán; y muchas casas serán arruinadas, dice Jehová.
4
1Oíd esta palabra, vacas de Basán, que estáis en el monte de Samaria, que
oprimís a los pobres y quebrantáis a los menesterosos, que decís a vuestros
señores: Traed, y beberemos. 2Jehová el Señor juró por su santidad: He aquí, vienen sobre vosotras días
en que os llevarán con ganchos, y a vuestros descendientes con anzuelos de
pescador; 3y saldréis por las brechas una tras otra, y seréis
echadas del palacio, dice Jehová.[3]
a
a a 6.12: 1 Co. 10.23.
b
b b 6.16: Gn. 2.24.
c
c c 6.19: 1 Co. 3.16; 2 Co. 6.16.
[1]
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (1 Co 5.13-6.20). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a
a a 19.10: Ro. 11.3.
a
a a 19.14: Ro. 11.3.
b
b b
19.15: 2 R. 8.7–13.
c
c c
19.16: 2 R. 9.1–6.
d
d d
19.18: Ro. 11.4.
[2]
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (1 Re 18.46-19.21). Miami: Sociedades
Bı́blicas Unidas.
a
a a 3.14: 2 R. 23.15.
[3]
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Am 2.16-4.3). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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