¿Podrás
tú entrar al Reino de Dios?
¡Ciertamente
tú lo verás y lo disfrutarás!
Por Riqui Ricón*
Dijo entonces Eliseo: Oíd palabra de Jehová: Así dijo
Jehová: Mañana a estas horas valdrá el seah de flor de harina un siclo, y dos
seahs de cebada un siclo, a la puerta de Samaria. Y un príncipe sobre cuyo brazo el rey se apoyaba,
respondió al varón de Dios, y dijo: Si Jehová hiciese ahora ventanas en el
cielo, ¿sería esto así? Y él dijo: He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no
comerás de ello (2 R 7.1-2).
Desde el momento que Adán y Eva tomaron la decisión de
creerle a Satanás en lugar de creerle a Dios y hasta el día de hoy, siempre ha
habido quienes repiten el mismo error: hacen caso omiso a la Palabra de Dios y
deciden no creerle a Él sino creer a lo que ven con sus propios ojos o a lo que
piensan y sienten de acuerdo a la situación o a su experiencia.
¡Fatal error! Lo mismo le sucedió al príncipe en cuyo brazo
el rey se apoyaba de la historia del profeta Eliseo y la liberación de la
ciudad de Samaria.
¿Por qué sucede esto? Encuentro dos respuestas a esta
pregunta; respuestas que son totalmente diferentes una de la otra, y la
diferencia se basa en cual sea tu posición delante de Dios.
Primero, tenemos a los incrédulos, quienes por su naturaleza
caída y pecaminosa, no quieren ni pueden escuchar a Dios (Ro 8.7). A éstos Dios
les ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo para pagar sus pecados
antes que perderlos por toda la eternidad.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su
Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga
vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo
al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
A Dios no le
importan tus pecados lo que realmente le importa es darte la mismísima Vida de
Cristo Jesús; una Vida rica y abundante.
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor
con que nos amó, aun estando nosotros muertos
en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo
sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes
riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús (Efe 2.4-7).
Por otro lado están los llamados creyentes, aquellos que han
aceptado a Jesús como Señor y Salvador de sus vidas y que por lo tanto han
Nacido de Nuevo, pero que ignorantes del significado y poder de la Biblia, la
Palabra de Dios, pueden ser engañados y apartados de la Verdad por los
problemas, las aflicciones o por el pecado que aún se manifiesta en sus vidas.
La Biblia te advierte sobre esta ignorancia, esta falta de
interés hacia la Palabra de Dios.
Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento (Os 4.6a).
Jamás debes olvidar que tú eres un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo gracias al Amor que Él te tiene y no por alguna acción,
mérito o atributo que tú hayas tenido antes.
Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro
Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros
hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la
regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo
nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser
herederos conforme a la esperanza de la vida eterna (Ti 3.4-7).
La Vida Plena y
Abundante a la que ahora tienes derecho de participar no la obtuviste por obras
de justicia sino por el gran Amor y la Gracia que Dios tu Padre ha derramado
sobre ti.
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de
incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
¡Tú has Nacido
de Nuevo por la Palabra de Dios!
El Amor y sacrificio de Jesús, Su muerte y resurrección, son
tan completos y acabados, tan perfectos y poderosos que, por la Palabra de
Dios, el hombre viejo, esa antigua naturaleza carnal y pecaminosa, ya no existe
más.
En contraposición a lo que dice la Biblia, que es la Palabra
de Dios y no miente, el engaño del diablo (y la ignorancia), está en CREER que
aún sigues siendo esa misma persona mala y pecadora. Como si el sacrificio de
Jesús apenas haya alcanzado para pagar los pecados de un periodo de tu vida y
todo lo demás (la justificación, santificación, perfección y nueva naturaleza),
sólo se cubrió simbólicamente con Su Sangre, quedando a tu cargo y
responsabilidad el logro y cumplimiento de semejantes objetivos.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es;
las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió
consigo mismo por Cristo (2 Co 5.17-18a).
Permíteme aclarar que, aunque te preguntes porqué sigues
actuando o sintiéndote como un(a) pecador(a); o te preguntes porqué sigues
actuando o sintiéndote como derrotado(a) en tu andar con Jesucristo, esa no es,
ni será jamás, la Verdad.
Vosotros sois de vuestro padre
el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida
desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en
él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de
mentira (Jn 8.44).
Sin importar tu problemática o situación actual, cualquier
argumento contrario a lo que dice la Palabra de Dios acerca de ti, tan sólo es
lo que el diablo pretende hacerte sentir para que, afectando tus emociones, lo
llegues a creer. Él está tratando de ocultarte la Verdad con todos los recursos
que están a su alcance y, recuerda, que él es el padre de la mentira.
La única Verdad es lo que Dios dice en Su Palabra, la
Biblia, acerca de ti. La única Verdad es lo que Dios dice en Su Palabra, la
Biblia, acerca de quién tú ahora eres por Cristo Jesús: Su especial tesoro;
un(a) Hijo(a) tan amado(a) por Él que te ama a ti de la misma forma en que ama
a Jesús Su Hijo.
yo en ellos y tú en mí. Permite
que alcancen la perfección en la unidad,
y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos
tal como me has amado a mí (Jn 17.23 NVI).
Él te ha dotado, nada más y nada menos, que con Su Espíritu
Santo y con Su Amor. Además, Su fe, Su Palabra y Su Unción ahora están en ti y
contigo.
Amado(a), ¡No hay forma en que puedas perder en la Vida!
Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y
esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que
Jesús es el Hijo de Dios? (1 Jn 5.4-5).
Así que, no pongas tus ojos, ni tu
atención, en lo grande o difícil de tus problemas sino en el Amor y la
fidelidad de tu Padre. Él nunca te ha dejado, ni te dejará. Te ama tanto que
prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti y ahora Él mismo te
llama Hijo(a).
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce,
precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).
Tú no eres como ese príncipe en cuyo brazo el rey se apoyaba. Tú SÍ verás y disfrutarás
las bendiciones del Señor porque has creído y conocido a Su Amor. Tú has creído y conocido a Su Poder y a Su
Palabra.
Entonces respondiendo Jesús, les dijo: ¿No erráis por
esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios? (Mar 12.24).
Este es el único secreto (y la única
manera), para que hagas de tu Vida una Vida dichosa: ¡Confía en Dios! ¡Confía
en Su Palabra!
Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy quiero agradecerte con la fe que
me has dado. Quiero agradarte declarando la Verdad: Soy un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo. Soy amado(a) Tuyo, mi Dios, y soy Tu especial tesoro. No
soy un pecador(a), ni un(a) fracasado(a), pues está establecido claramente en
la Palabra de Dios que soy Nueva creación y sin importar los problemas,
enfermedades y circunstancias de mi vida, yo, _______________ (tu nombre aquí),
en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ha amado,
¡Cristo Jesús! Señor, Tú eres mi guardador y el maligno no me toca. De todos
mis pecados me arrepiento delante de Tu Presencia, amado Padre, y te confieso
mis pecados pues fiel y justo eres Tú para perdonarme y limpiarme de toda
iniquidad. Me determino a creerte y con Tu ayuda, Espíritu Santo, creo y recibo
mi identidad de Hija(o) del Rey. Por tanto, creo y declaro de acuerdo a la
Verdad, Tu Palabra es Verdad, que yo, _______________ (tu nombre aquí), ¡Soy
sano(a)! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! ¡Soy libre! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación
con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda
tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que
viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he
sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto
tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la
última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque
quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente
Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta
simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Julio 26 1 Co 12
/ 2 R 6.1-7.2 / Jon
1
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Julio 26 1 Co 12
/ 2 R 6.1-7.2 / Jon
1
1
Corintios 12
Dones espirituales
12
1No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales. 2Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba
llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos. 3Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el
Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor,
sino por el Espíritu Santo.
4Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. 5Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el
mismo. 6Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace
todas las cosas en todos, es el mismo. 7Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. 8Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de
sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; 9a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de
sanidades por el mismo Espíritu. 10A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de
espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de
lenguas. 11Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu,
repartiendo a cada uno en particular como él quiere.a
12Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los
miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo.b 13Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un
cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a
beber de un mismo Espíritu.
14Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. 15Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo,
¿por eso no será del cuerpo? 16Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no
será del cuerpo? 17Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde
estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? 18Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos
en el cuerpo, como él quiso. 19Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? 20Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno
solo. 21Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni
tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros. 22Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más
débiles, son los más necesarios; 23y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más
dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más
decoro. 24Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen
necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le
faltaba, 25para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los
miembros todos se preocupen los unos por los otros. 26De manera que si un miembro padece, todos los miembros se
duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se
gozan.
27Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en
particular. 28Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles,
luego profetas, lo tercero maestros,c luego los que hacen milagros, después
los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de
lenguas. 29¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos
maestros? ¿hacen todos milagros? 30¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos? 31Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un
camino aun más excelente.[1]
2
Reyes 6.1-7.2
Eliseo hace flotar el hacha
6
1Los hijos de los profetas dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar en que
moramos contigo nos es estrecho. 2Vamos ahora al Jordán, y tomemos de allí cada uno una viga, y hagamos allí
lugar en que habitemos. Y él dijo: Andad. 3Y dijo uno: Te rogamos que vengas con tus siervos. Y él
respondió: Yo iré. 4Se fue, pues, con ellos; y cuando
llegaron al Jordán, cortaron la madera. 5Y aconteció que mientras uno derribaba un árbol, se le
cayó el hacha en el agua; y gritó diciendo: ¡Ah, señor mío, era prestada! 6El varón de Dios preguntó: ¿Dónde cayó? Y él le mostró el
lugar. Entonces cortó él un palo, y lo echó allí; e hizo flotar el hierro. 7Y dijo: Tómalo. Y él extendió la mano, y lo tomó.
Eliseo y los sirios
8Tenía el rey de Siria guerra contra Israel, y consultando con sus siervos,
dijo: En tal y tal lugar estará mi campamento. 9Y el varón de Dios envió a decir al rey de Israel: Mira
que no pases por tal lugar, porque los sirios van allí. 10Entonces el rey de Israel envió a aquel lugar que el
varón de Dios había dicho; y así lo hizo una y otra vez con el fin de cuidarse.
11Y el corazón del rey de Siria se turbó por esto; y llamando a sus siervos,
les dijo: ¿No me declararéis vosotros quién de los nuestros es del rey de
Israel? 12Entonces uno de los siervos dijo: No, rey señor mío, sino
que el profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las
palabras que tú hablas en tu cámara más secreta. 13Y él dijo: Id, y mirad dónde está, para que yo envíe a
prenderlo. Y le fue dicho: He aquí que él está en Dotán. 14Entonces envió el rey allá gente de a caballo, y carros,
y un gran ejército, los cuales vinieron de noche, y sitiaron la ciudad.
15Y se levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios, y he aquí el
ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces
su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué haremos? 16El le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están
con nosotros que los que están con ellos. 17Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus
ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí
que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor
de Eliseo. 18Y luego que los sirios descendieron a él, oró Eliseo a
Jehová, y dijo: Te ruego que hieras con ceguera a esta gente. Y los hirió con
ceguera, conforme a la petición de Eliseo. 19Después les dijo Eliseo: No es este el camino, ni es esta
la ciudad; seguidme, y yo os guiaré al hombre que buscáis. Y los guió a
Samaria.
20Y cuando llegaron a Samaria, dijo Eliseo: Jehová, abre los ojos de éstos,
para que vean. Y Jehová abrió sus ojos, y miraron, y se hallaban en medio de
Samaria. 21Cuando el rey de Israel los hubo visto, dijo a Eliseo:
¿Los mataré, padre mío? 22El le respondió: No los mates. ¿Matarías tú a los que tomaste cautivos con
tu espada y con tu arco? Pon delante de ellos pan y agua, para que coman y
beban, y vuelvan a sus señores. 23Entonces se les preparó una gran comida; y cuando habían comido y bebido,
los envió, y ellos se volvieron a su señor. Y nunca más vinieron bandas armadas
de Siria a la tierra de Israel.
Eliseo y el sitio de Samaria
24Después de esto aconteció que Ben-adad rey de Siria reunió todo su
ejército, y subió y sitió a Samaria. 25Y hubo gran hambre en Samaria, a consecuencia de aquel sitio; tanto que la
cabeza de un asno se vendía por ochenta piezas de plata, y la cuarta parte de
un cab de estiércol de palomas por cinco piezas de plata. 26Y pasando el rey de Israel por el muro, una mujer le
gritó, y dijo: Salva, rey señor mío. 27Y él dijo: Si no te salva Jehová, ¿de dónde te puedo salvar yo? ¿Del
granero, o del lagar? 28Y le dijo el rey: ¿Qué tienes? Ella respondió: Esta mujer me dijo: Da acá
tu hijo, y comámoslo hoy, y mañana comeremos el mío. 29Cocimos, pues, a mi hijo, y lo comimos.a El día siguiente yo le dije: Da acá tu
hijo, y comámoslo. Mas ella ha escondido a su hijo. 30Cuando el rey oyó las palabras de aquella mujer, rasgó
sus vestidos, y pasó así por el muro; y el pueblo vio el cilicio que traía
interiormente sobre su cuerpo. 31Y él dijo: Así me haga Dios, y aun me añada, si la cabeza de Eliseo hijo de
Safat queda sobre él hoy.
32Y Eliseo estaba sentado en su casa, y con él estaban sentados los ancianos;
y el rey envió a él un hombre. Mas antes que el mensajero viniese a él, dijo él
a los ancianos: ¿No habéis visto cómo este hijo de homicida envía a cortarme la
cabeza? Mirad, pues, y cuando viniere el mensajero, cerrad la puerta, e
impedidle la entrada. ¿No se oye tras él el ruido de los pasos de su amo? 33Aún estaba él hablando con ellos, y he aquí el mensajero
que descendía a él; y dijo: Ciertamente este mal de Jehová viene. ¿Para qué he
de esperar más a Jehová?
7
1Dijo entonces Eliseo: Oíd palabra de Jehová: Así dijo Jehová: Mañana a
estas horas valdrá el seah de flor de harina un siclo, y dos seahs de cebada un
siclo, a la puerta de Samaria. 2Y un príncipe sobre cuyo brazo el rey se apoyaba, respondió al varón de
Dios, y dijo: Si Jehová hiciese ahora ventanas en el cielo, ¿sería esto así? Y
él dijo: He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello.[2]
Jonás 1
Jonás huye de Jehová
1
1Vino palabra de Jehová a Jonása hijo de Amitai, diciendo: 2Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona
contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí. 3Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a
Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando
su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de
Jehová.
4Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una
tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave. 5Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su
dios; y echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de
ellos. Pero Jonás había bajado al interior de la nave, y se había echado a
dormir. 6Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo: ¿Qué
tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; quizá él tendrá compasión de
nosotros, y no pereceremos.
7Y dijeron cada uno a su compañero: Venid y echemos suertes, para que
sepamos por causa de quién nos ha venido este mal. Y echaron suertes, y la
suerte cayó sobre Jonás. 8Entonces le dijeron ellos: Decláranos ahora por qué nos ha venido este mal.
¿Qué oficio tienes, y de dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra, y de qué pueblo
eres? 9Y él les respondió: Soy hebreo, y temo a Jehová, Dios de
los cielos, que hizo el mar y la tierra. 10Y aquellos hombres temieron sobremanera, y le dijeron:
¿Por qué has hecho esto? Porque ellos sabían que huía de la presencia de
Jehová, pues él se lo había declarado.
11Y le dijeron: ¿Qué haremos contigo para que el mar se nos aquiete? Porque
el mar se iba embraveciendo más y más. 12El les respondió: Tomadme y echadme al mar, y el mar se os aquietará;
porque yo sé que por mi causa ha venido esta gran tempestad sobre vosotros. 13Y aquellos hombres trabajaron para hacer volver la nave a
tierra; mas no pudieron, porque el mar se iba embraveciendo más y más contra
ellos. 14Entonces clamaron a Jehová y dijeron: Te rogamos ahora,
Jehová, que no perezcamos nosotros por la vida de este hombre, ni pongas sobre
nosotros la sangre inocente; porque tú, Jehová, has hecho como has querido. 15Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar; y el mar se
aquietó de su furor. 16Y temieron aquellos hombres a Jehová
con gran temor, y ofrecieron sacrificio a Jehová, e hicieron votos.
17Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás
en el vientre del pez tres días y tres noches.b[3]
a
a a 12.4–11: Ro. 12.6–8.
b
b b 12.12: Ro. 12.4–5.
c
c c 12.28: Ef. 4.11.
[1]
Reina Valera Revisada
(1960). 1998 (1 Co 11.34-12.31). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
a
a a 6.29: Dt. 28.57.
[2]
Reina Valera Revisada
(1960). 1998 (2 Re 5.27-7.2). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
a
a a 1.1: 2 R. 14.25.
b
b b 1.17: Mt. 12.40.
[3]
Reina Valera Revisada
(1960). 1998 (Abd 21-Jon 1.17). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Julio 26 1 Co 12
/ 2 R 6.1-7.2 / Jon
1
1
Corintios 12
Dones espirituales
12
1No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales. 2Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba
llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos. 3Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el
Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor,
sino por el Espíritu Santo.
4Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. 5Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el
mismo. 6Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace
todas las cosas en todos, es el mismo. 7Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. 8Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de
sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; 9a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de
sanidades por el mismo Espíritu. 10A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de
espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de
lenguas. 11Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu,
repartiendo a cada uno en particular como él quiere.a
12Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los
miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo.b 13Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un
cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a
beber de un mismo Espíritu.
14Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. 15Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo,
¿por eso no será del cuerpo? 16Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no
será del cuerpo? 17Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde
estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? 18Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos
en el cuerpo, como él quiso. 19Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? 20Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno
solo. 21Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni
tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros. 22Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más
débiles, son los más necesarios; 23y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos vestimos más
dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más
decoro. 24Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen
necesidad; pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le
faltaba, 25para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los
miembros todos se preocupen los unos por los otros. 26De manera que si un miembro padece, todos los miembros se
duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se
gozan.
27Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en
particular. 28Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles,
luego profetas, lo tercero maestros,c luego los que hacen milagros, después
los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de
lenguas. 29¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos
maestros? ¿hacen todos milagros? 30¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos? 31Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un
camino aun más excelente.[1]
2
Reyes 6.1-7.2
Eliseo hace flotar el hacha
6
1Los hijos de los profetas dijeron a Eliseo: He aquí, el lugar en que
moramos contigo nos es estrecho. 2Vamos ahora al Jordán, y tomemos de allí cada uno una viga, y hagamos allí
lugar en que habitemos. Y él dijo: Andad. 3Y dijo uno: Te rogamos que vengas con tus siervos. Y él
respondió: Yo iré. 4Se fue, pues, con ellos; y cuando
llegaron al Jordán, cortaron la madera. 5Y aconteció que mientras uno derribaba un árbol, se le
cayó el hacha en el agua; y gritó diciendo: ¡Ah, señor mío, era prestada! 6El varón de Dios preguntó: ¿Dónde cayó? Y él le mostró el
lugar. Entonces cortó él un palo, y lo echó allí; e hizo flotar el hierro. 7Y dijo: Tómalo. Y él extendió la mano, y lo tomó.
Eliseo y los sirios
8Tenía el rey de Siria guerra contra Israel, y consultando con sus siervos,
dijo: En tal y tal lugar estará mi campamento. 9Y el varón de Dios envió a decir al rey de Israel: Mira
que no pases por tal lugar, porque los sirios van allí. 10Entonces el rey de Israel envió a aquel lugar que el
varón de Dios había dicho; y así lo hizo una y otra vez con el fin de cuidarse.
11Y el corazón del rey de Siria se turbó por esto; y llamando a sus siervos,
les dijo: ¿No me declararéis vosotros quién de los nuestros es del rey de
Israel? 12Entonces uno de los siervos dijo: No, rey señor mío, sino
que el profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las
palabras que tú hablas en tu cámara más secreta. 13Y él dijo: Id, y mirad dónde está, para que yo envíe a
prenderlo. Y le fue dicho: He aquí que él está en Dotán. 14Entonces envió el rey allá gente de a caballo, y carros,
y un gran ejército, los cuales vinieron de noche, y sitiaron la ciudad.
15Y se levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios, y he aquí el
ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces
su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué haremos? 16El le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están
con nosotros que los que están con ellos. 17Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus
ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí
que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor
de Eliseo. 18Y luego que los sirios descendieron a él, oró Eliseo a
Jehová, y dijo: Te ruego que hieras con ceguera a esta gente. Y los hirió con
ceguera, conforme a la petición de Eliseo. 19Después les dijo Eliseo: No es este el camino, ni es esta
la ciudad; seguidme, y yo os guiaré al hombre que buscáis. Y los guió a
Samaria.
20Y cuando llegaron a Samaria, dijo Eliseo: Jehová, abre los ojos de éstos,
para que vean. Y Jehová abrió sus ojos, y miraron, y se hallaban en medio de
Samaria. 21Cuando el rey de Israel los hubo visto, dijo a Eliseo:
¿Los mataré, padre mío? 22El le respondió: No los mates. ¿Matarías tú a los que tomaste cautivos con
tu espada y con tu arco? Pon delante de ellos pan y agua, para que coman y
beban, y vuelvan a sus señores. 23Entonces se les preparó una gran comida; y cuando habían comido y bebido,
los envió, y ellos se volvieron a su señor. Y nunca más vinieron bandas armadas
de Siria a la tierra de Israel.
Eliseo y el sitio de Samaria
24Después de esto aconteció que Ben-adad rey de Siria reunió todo su
ejército, y subió y sitió a Samaria. 25Y hubo gran hambre en Samaria, a consecuencia de aquel sitio; tanto que la
cabeza de un asno se vendía por ochenta piezas de plata, y la cuarta parte de
un cab de estiércol de palomas por cinco piezas de plata. 26Y pasando el rey de Israel por el muro, una mujer le
gritó, y dijo: Salva, rey señor mío. 27Y él dijo: Si no te salva Jehová, ¿de dónde te puedo salvar yo? ¿Del
granero, o del lagar? 28Y le dijo el rey: ¿Qué tienes? Ella respondió: Esta mujer me dijo: Da acá
tu hijo, y comámoslo hoy, y mañana comeremos el mío. 29Cocimos, pues, a mi hijo, y lo comimos.a El día siguiente yo le dije: Da acá tu
hijo, y comámoslo. Mas ella ha escondido a su hijo. 30Cuando el rey oyó las palabras de aquella mujer, rasgó
sus vestidos, y pasó así por el muro; y el pueblo vio el cilicio que traía
interiormente sobre su cuerpo. 31Y él dijo: Así me haga Dios, y aun me añada, si la cabeza de Eliseo hijo de
Safat queda sobre él hoy.
32Y Eliseo estaba sentado en su casa, y con él estaban sentados los ancianos;
y el rey envió a él un hombre. Mas antes que el mensajero viniese a él, dijo él
a los ancianos: ¿No habéis visto cómo este hijo de homicida envía a cortarme la
cabeza? Mirad, pues, y cuando viniere el mensajero, cerrad la puerta, e
impedidle la entrada. ¿No se oye tras él el ruido de los pasos de su amo? 33Aún estaba él hablando con ellos, y he aquí el mensajero
que descendía a él; y dijo: Ciertamente este mal de Jehová viene. ¿Para qué he
de esperar más a Jehová?
7
1Dijo entonces Eliseo: Oíd palabra de Jehová: Así dijo Jehová: Mañana a
estas horas valdrá el seah de flor de harina un siclo, y dos seahs de cebada un
siclo, a la puerta de Samaria. 2Y un príncipe sobre cuyo brazo el rey se apoyaba, respondió al varón de
Dios, y dijo: Si Jehová hiciese ahora ventanas en el cielo, ¿sería esto así? Y
él dijo: He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello.[2]
Jonás 1
Jonás huye de Jehová
1
1Vino palabra de Jehová a Jonása hijo de Amitai, diciendo: 2Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona
contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí. 3Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a
Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando
su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de
Jehová.
4Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una
tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave. 5Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su
dios; y echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de
ellos. Pero Jonás había bajado al interior de la nave, y se había echado a
dormir. 6Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo: ¿Qué
tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; quizá él tendrá compasión de
nosotros, y no pereceremos.
7Y dijeron cada uno a su compañero: Venid y echemos suertes, para que
sepamos por causa de quién nos ha venido este mal. Y echaron suertes, y la
suerte cayó sobre Jonás. 8Entonces le dijeron ellos: Decláranos ahora por qué nos ha venido este mal.
¿Qué oficio tienes, y de dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra, y de qué pueblo
eres? 9Y él les respondió: Soy hebreo, y temo a Jehová, Dios de
los cielos, que hizo el mar y la tierra. 10Y aquellos hombres temieron sobremanera, y le dijeron:
¿Por qué has hecho esto? Porque ellos sabían que huía de la presencia de
Jehová, pues él se lo había declarado.
11Y le dijeron: ¿Qué haremos contigo para que el mar se nos aquiete? Porque
el mar se iba embraveciendo más y más. 12El les respondió: Tomadme y echadme al mar, y el mar se os aquietará;
porque yo sé que por mi causa ha venido esta gran tempestad sobre vosotros. 13Y aquellos hombres trabajaron para hacer volver la nave a
tierra; mas no pudieron, porque el mar se iba embraveciendo más y más contra
ellos. 14Entonces clamaron a Jehová y dijeron: Te rogamos ahora,
Jehová, que no perezcamos nosotros por la vida de este hombre, ni pongas sobre
nosotros la sangre inocente; porque tú, Jehová, has hecho como has querido. 15Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar; y el mar se
aquietó de su furor. 16Y temieron aquellos hombres a Jehová
con gran temor, y ofrecieron sacrificio a Jehová, e hicieron votos.
17Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás
en el vientre del pez tres días y tres noches.b[3]
a
a a 12.4–11: Ro. 12.6–8.
b
b b 12.12: Ro. 12.4–5.
c
c c 12.28: Ef. 4.11.
[1]
Reina Valera Revisada
(1960). 1998 (1 Co 11.34-12.31). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
a
a a 6.29: Dt. 28.57.
[2]
Reina Valera Revisada
(1960). 1998 (2 Re 5.27-7.2). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
a
a a 1.1: 2 R. 14.25.
b
b b 1.17: Mt. 12.40.
[3]
Reina Valera Revisada
(1960). 1998 (Abd 21-Jon 1.17). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
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