¡Cómo amar a los demás como a ti mismo(a)!
¡Sólo
con el Amor de Dios!
Por Riqui Ricón*
En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que
todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica (1 Co 8.1).
¡Sólo el Amor edifica! Y es por Amor que Dios prefirió
entregar a Su propio Hijo, Jesús, para así pagar todos tus pecados y no
perderte, sino ganarte por toda la eternidad haciendo de ti un Hijo(a) Suyo(a),
exactamente igual que Jesucristo.
Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos
llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos
conoce, porque no le conoció a él (1 Jn 3.1).
Es el Amor de Dios el que cubre TODAS las faltas (Pro
10.12). Es el Amor de Dios el que te edifica como nueva creatura para que
conozcas, mediante el Espíritu Santo, que ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo y no de simiente corruptible, sino incorruptible por la Palabra de Dios
que vive y permanece para siempre (1 P
1.23).
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios,
éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para
estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por
el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de
que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que
juntamente con él seamos glorificados (Ro 8.14-17).
¡Tú ya padeciste juntamente con Él,
pues al ser Jesús tu substituto en la condenación eterna, tú moriste con Él y
resucitaste a una Vida totalmente Nueva!
Porque el amor de Cristo nos
constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos
murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y
resucitó por ellos (2 Co 5.14-15).
Por la fe, por creerle a Dios creyendo Su Palabra, recibiste
la salvación y por la misma fe tú ya padeciste juntamente con Jesús, para que
juntamente con Él seas glorificado(a) con la Vida Eterna que Jesús compró para
ti.
¿O acaso olvidaron que, cuando fuimos unidos a Cristo en el bautismo,
nos unimos a él en su muerte? Pues hemos muerto y fuimos sepultados con Cristo
mediante el bautismo. Y, tal como Cristo fue levantado de los muertos por el
poder glorioso del Padre, ahora nosotros también podemos vivir una vida nueva (Ro 6.3-4).
Además, ¿en qué hemos de padecer si somos Hijos del Rey del
Universo? ¿Quién o qué nos puede hacer daño si Dios es nuestro propio Padre?
¿Qué problema, enfermedad o tribulación nos podría robar el gozo de ser Hijos
de Dios Nacidos de Nuevo, comprados a precio de la Sangre de Jesús para ser
Eternos y Reinar juntamente con Él?
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros,
¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo
entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que
justifica.
¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió;
más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el
que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o
angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el
tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por
medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida,
ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada
nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 8.31-39).
¡Estas son las buenas nuevas del Evangelio de Jesucristo! No
existe nada ni nadie que te pueda vencer pues eres literal y efectivamente
un(a) Hijo(a) de Dios, creado de Nuevo, justo(a), santo(a) y perfecto(a). ¡La
Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, lo dice así!
Solamente que aceptes el miedo, la incredulidad y los
engaños del diablo, estos te podrían separar de la libertad gloriosa de los
Hijos de Dios, y esto, insisto, siempre y cuando, tú le prestes oído y des
crédito a sus mentiras, como que no vales, que no sirves, que no puedes, que te
vas a morir, que no eres digno(a), que eres falso(a), etc., etc., etc.
¡No! ¡Nada de eso eres tú! En lugar de escuchar o creer esas
mentiras, mantente firme, constante y persistente en creer a la Verdad, que es
la Biblia, la Palabra de Dios.
Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues
ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos, seremos menos. Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser
tropezadero para los débiles. Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento,
sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil,
¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil
por quien Cristo murió. De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e
hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de
caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano (1 Co 8.8-13).
Es precisamente la certeza de saberte un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo, amado(a) del Padre, lo que te permite, por Amor y con Amor,
padecer juntamente con Cristo a favor de los más débiles en la fe. No necesitas
demostrar a nadie quien eres pues sabes perfectamente quien tú ahora eres y
así, puedes amar a los demás con el mismo Amor que tu Padre te da. Puedes ir
donde los drogadictos, las prostitutas o los idólatras sin juzgarles ni
criticarles sino edificarles con Amor.
Y la esperanza no defrauda, sino que ayuda a superar cualquier
circunstancia adversa, sabiendo que Dios nos ha llenado con el don del Espíritu
Santo y que, por medio de él, ha derramado su amor en nuestro corazón (Ro 5.5 CST).
Sin importar el problema, enfermedad o circunstancia que
estés enfrentando el día de hoy, la Verdad es que tú eres un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo y el glorioso Espíritu de Dios te ha llenado con Su Amor
para vivir en ti, y contigo, para que así creas, de una vez por todas, que en
todas las cosas eres más que vencedor(a), pues todo lo puedes en Cristo que te
fortalece.
Por todo esto, ten por seguro que, ¡ahora, en Cristo Jesús,
sí puedes amar a tu prójimo como a ti mismo(a)!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, que hermosa es la Vida Nueva que me
has dado por medio de Tu Hijo. Jesús, Tú eres mi Rey, Señor y Salvador y
gracias a Ti, hoy, yo ________________ (tu nombre aquí), soy también un(a)
Hijo(a) amado(a) de Nuestro Dios y Padre. Tengo Vida Eterna y la puedo (y
debo), vivir en plenitud y abundancia. Aunque sé que en el mundo tendré
aflicciones, me has dado Tu Palabra, la Biblia, para que en Ti yo tenga paz,
pues Tú has vencido al mundo y yo contigo. Gracias Señor, pues esta identidad
de Hijo(a) me permite amar a mis semejantes como a mí mismo(a). Por tanto,
desecho el temor y la duda, me someto a Ti, Padre, a Tu Verdad y a Tu Palabra,
resisto al diablo, a sus engaños y mentiras y éste tiene que huir de mi vida. Ahora sé, que sé, que
en todas las cosas he de salir más que vencedor(a), pues todo lo puedo en
Cristo que me fortalece. ¡Ya he vencido al mundo! Pues mayor eres Tú, Espíritu
Santo, que estás en mí, y conmigo, que el que está en el mundo. Hoy tomo mi
identidad y con toda certeza y autoridad, resisto
y hecho fuera de mi vida toda enfermedad, pobreza, tristeza, depresión,
soledad, temor y angustia. Cubro todo mi ser, espíritu, alma y cuerpo, con la
Sangre de Jesús y llamo y recibo toda la salud, amor, paz y gozo que Tú,
Jesucristo, compraste para mí al morir en la cruz. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre!
¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! ¡Soy un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo!
Gracias a Ti, Señor Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación
con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda
tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor
Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen
María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te
digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí
acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro
mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y
para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi
Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe
he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz
admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú
eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el
nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Julio 21 1 Co 8 / 1 R 22
/ Am 6
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Julio 21 1 Co 8 / 1 R 22
/ Am 6
1 Corintios 8
Lo sacrificado a los ídolos
8
1En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos
conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica. 2Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada
como debe saberlo. 3Pero si alguno ama a Dios, es conocido
por él.
4Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un
ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios. 5Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el
cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), 6para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre,
del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor,
Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él.
7Pero no en todos hay este conocimiento; porque algunos, habituados hasta
aquí a los ídolos, comen como sacrificado a ídolos, y su conciencia, siendo
débil, se contamina. 8Si bien la vianda no nos hace más
aceptos ante Dios; pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos,
seremos menos. 9Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser
tropezadero para los débiles. 10Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en
un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a
comer de lo sacrificado a los ídolos? 11Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo
murió. 12De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo
su débil conciencia, contra Cristo pecáis. 13Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de
caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano.[1]
1
Reyes 22
Micaías profetiza la derrota de Acab
(2 Cr. 18.1–34)
22
1Tres años pasaron sin guerra entre los sirios e Israel. 2Y aconteció al tercer año, que Josafat rey de Judá
descendió al rey de Israel. 3Y el rey de Israel dijo a sus siervos: ¿No sabéis que Ramot de Galaad es
nuestra, y nosotros no hemos hecho nada para tomarla de mano del rey de Siria? 4Y dijo a Josafat: ¿Quieres venir conmigo a pelear contra
Ramot de Galaad? Y Josafat respondió al rey de Israel: Yo soy como tú, y mi
pueblo como tu pueblo, y mis caballos como tus caballos.
5Dijo luego Josafat al rey de Israel: Yo te ruego que consultes hoy la
palabra de Jehová. 6Entonces el rey de Israel reunió a los
profetas, como cuatrocientos hombres, a los cuales dijo: ¿Iré a la guerra
contra Ramot de Galaad, o la dejaré? Y ellos dijeron: Sube, porque Jehová la
entregará en mano del rey. 7Y dijo Josafat: ¿Hay aún aquí algún profeta de Jehová, por el cual
consultemos? 8El rey de Israel respondió a Josafat: Aún hay un varón
por el cual podríamos consultar a Jehová, Micaías hijo de Imla; mas yo le
aborrezco, porque nunca me profetiza bien, sino solamente mal. Y Josafat dijo:
No hable el rey así. 9Entonces el rey de Israel llamó a un
oficial, y le dijo: Trae pronto a Micaías hijo de Imla. 10Y el rey de Israel y Josafat rey de Judá estaban sentados
cada uno en su silla, vestidos de sus ropas reales, en la plaza junto a la
entrada de la puerta de Samaria; y todos los profetas profetizaban delante de
ellos. 11Y Sedequías hijo de Quenaana se había hecho unos cuernos
de hierro, y dijo: Así ha dicho Jehová: Con éstos acornearás a los sirios hasta
acabarlos. 12Y todos los profetas profetizaban de la misma manera,
diciendo: Sube a Ramot de Galaad, y serás prosperado; porque Jehová la
entregará en mano del rey.
13Y el mensajero que había ido a llamar a Micaías, le habló diciendo: He aquí
que las palabras de los profetas a una voz anuncian al rey cosas buenas; sea
ahora tu palabra conforme a la palabra de alguno de ellos, y anuncia también
buen éxito. 14Y Micaías respondió: Vive Jehová, que lo que Jehová me hablare,
eso diré. 15Vino, pues, al rey, y el rey le dijo: Micaías, ¿iremos a
pelear contra Ramot de Galaad, o la dejaremos? El le respondió: Sube, y serás
prosperado, y Jehová la entregará en mano del rey. 16Y el rey le dijo: ¿Hasta cuántas veces he de exigirte que
no me digas sino la verdad en el nombre de Jehová? 17Entonces él dijo: Yo vi a todo Israel esparcido por los
montes, como ovejas que no tienen pastor;a y Jehová dijo: Estos no tienen señor; vuélvase cada uno a
su casa en paz. 18Y el rey de Israel dijo a Josafat: ¿No
te lo había yo dicho? Ninguna cosa buena profetizará él acerca de mí, sino
solamente el mal. 19Entonces él dijo: Oye, pues, palabra de
Jehová: Yo vi a Jehová sentado en su trono, y todo el ejército de los cielos
estaba junto a él, a su derecha y a su izquierda. 20Y Jehová dijo: ¿Quién inducirá a Acab, para que suba y
caiga en Ramot de Galaad? Y uno decía de una manera, y otro decía de otra. 21Y salió un espíritu y se puso delante de Jehová, y dijo:
Yo le induciré. Y Jehová le dijo: ¿De qué manera? 22El dijo: Yo saldré, y seré espíritu de mentira en boca de
todos sus profetas. Y él dijo: Le inducirás, y aun lo conseguirás; ve, pues, y
hazlo así. 23Y ahora, he aquí Jehová ha puesto espíritu de mentira en
la boca de todos tus profetas, y Jehová ha decretado el mal acerca de ti.
24Entonces se acercó Sedequías hijo de Quenaana y golpeó a Micaías en la
mejilla, diciendo: ¿Por dónde se fue de mí el Espíritu de Jehová para hablarte
a ti? 25Y Micaías respondió: He aquí tú lo verás en aquel día,
cuando te irás metiendo de aposento en aposento para esconderte. 26Entonces el rey de Israel dijo: Toma a Micaías, y llévalo
a Amón gobernador de la ciudad, y a Joás hijo del rey; 27y dirás: Así ha dicho el rey: Echad a éste en la cárcel,
y mantenedle con pan de angustia y con agua de aflicción, hasta que yo vuelva
en paz. 28Y dijo Micaías: Si llegas a volver en paz, Jehová no ha
hablado por mí. En seguida dijo: Oíd, pueblos todos.
29Subió, pues, el rey de Israel con Josafat rey de Judá a Ramot de Galaad. 30Y el rey de Israel dijo a Josafat: Yo me disfrazaré, y
entraré en la batalla; y tú ponte tus vestidos. Y el rey de Israel se disfrazó,
y entró en la batalla. 31Mas el rey de Siria había mandado a sus treinta y dos capitanes de los
carros, diciendo: No peleéis ni con grande ni con chico, sino sólo contra el
rey de Israel. 32Cuando los capitanes de los carros vieron a Josafat,
dijeron: Ciertamente éste es el rey de Israel; y vinieron contra él para pelear
con él; mas el rey Josafat gritó. 33Viendo entonces los capitanes de los carros que no era el rey de Israel, se
apartaron de él. 34Y un hombre disparó su arco a la
ventura e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura, por lo
que dijo él a su cochero: Da la vuelta, y sácame del campo, pues estoy herido. 35Pero la batalla había arreciado aquel día, y el rey
estuvo en su carro delante de los sirios, y a la tarde murió; y la sangre de la
herida corría por el fondo del carro. 36Y a la puesta del sol salió un pregón por el campamento, diciendo: ¡Cada
uno a su ciudad, y cada cual a su tierra!
37Murió, pues, el rey, y fue traído a Samaria; y sepultaron al rey en
Samaria. 38Y lavaron el carro en el estanque de Samaria; y los
perros lamieron su sangre (y también las rameras se lavaban allí), conforme a
la palabra que Jehová había hablado. 39El resto de los hechos de Acab, y todo lo que hizo, y la casa de marfil que
construyó, y todas las ciudades que edificó, ¿no está escrito en el libro de
las crónicas de los reyes de Israel? 40Y durmió Acab con sus padres, y reinó en su lugar Ocozías su hijo.
Reinado de Josafat
(2 Cr. 20.31–37)
41Josafat hijo de Asa comenzó a reinar sobre Judá en el cuarto año de Acab
rey de Israel. 42Era Josafat de treinta y cinco años cuando comenzó a
reinar, y reinó veinticinco años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Azuba
hija de Silhi. 43Y anduvo en todo el camino de Asa su padre, sin desviarse
de él, haciendo lo recto ante los ojos de Jehová. Con todo eso, los lugares
altos no fueron quitados; porque el pueblo sacrificaba aún, y quemaba incienso
en ellos. 44Y Josafat hizo paz con el rey de Israel.
45Los demás hechos de Josafat, y sus hazañas, y las guerras que hizo, ¿no
están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 46Barrió también de la tierra el resto de los sodomitas que
había quedado en el tiempo de su padre Asa.
47No había entonces rey en Edom; había gobernador en lugar de rey. 48Josafat había hecho naves de Tarsis, las cuales habían de
ir a Ofir por oro; mas no fueron, porque se rompieron en Ezión-geber. 49Entonces Ocozías hijo de Acab dijo a Josafat: Vayan mis
siervos con los tuyos en las naves. Mas Josafat no quiso. 50Y durmió Josafat con sus padres, y fue sepultado con
ellos en la ciudad de David su padre; y en su lugar reinó Joram su hijo.
Reinado de Ocozías de Israel
51Ocozías hijo de Acab comenzó a reinar sobre Israel en Samaria, el año
diecisiete de Josafat rey de Judá; y reinó dos años sobre Israel. 52E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y anduvo en el
camino de su padre, y en el camino de su madre, y en el camino de Jeroboam hijo
de Nabat, que hizo pecar a Israel; 53porque sirvió a Baal, y lo adoró, y provocó a ira a Jehová Dios de Israel,
conforme a todas las cosas que había hecho su padre. [2]
Amos 6
Destrucción de Israel
6
1¡Ay de los reposados en Sion, y de los confiados en el monte de Samaria,
los notables y principales entre las naciones, a los cuales acude la casa de
Israel! 2Pasad a Calne, y mirad; y de allí id a la gran Hamat;
descended luego a Gat de los filisteos; ved si son aquellos reinos mejores que
estos reinos, si su extensión es mayor que la vuestra, 3oh vosotros que dilatáis el día malo, y acercáis la silla
de iniquidad. 4Duermen en camas de marfil, y reposan sobre sus lechos; y
comen los corderos del rebaño, y los novillos de en medio del engordadero; 5gorjean al son de la flauta, e inventan instrumentos
musicales, como David; 6beben vino en tazones, y se ungen con los ungüentos más preciosos; y no se
afligen por el quebrantamiento de José. 7Por tanto, ahora irán a la cabeza de los que van a
cautividad, y se acercará el duelo de los que se entregan a los placeres.
8Jehová el Señor juró por sí mismo, Jehová Dios de los ejércitos ha dicho:
Abomino la grandeza de Jacob, y aborrezco sus palacios; y entregaré al enemigo
la ciudad y cuanto hay en ella.
9Y acontecerá que si diez hombres quedaren en una casa, morirán. 10Y un pariente tomará a cada uno, y lo quemará para sacar
los huesos de casa; y dirá al que estará en los rincones de la casa: ¿Hay aún
alguno contigo? Y dirá: No. Y dirá aquél: Calla, porque no podemos mencionar el
nombre de Jehová.
11Porque he aquí, Jehová mandará, y herirá con hendiduras la casa mayor, y la
casa menor con aberturas. 12¿Correrán los caballos por las peñas? ¿Ararán en ellas con bueyes? ¿Por qué
habéis vosotros convertido el juicio en veneno, y el fruto de justicia en
ajenjo? 13Vosotros que os alegráis en nada, que decís: ¿No hemos
adquirido poder con nuestra fuerza? 14Pues he aquí, oh casa de Israel, dice Jehová Dios de los ejércitos,
levantaré yo sobre vosotros a una nación que os oprimirá desde la entrada de
Hamat hasta el arroyo del Arabá.[3]
[1]
Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (1 Co 7.40-8.13). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a
a a 22.17: Mt. 9.36; Mr. 6.34.
[2]
Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (1 Re 21.29-22.53). Miami: Sociedades
Bı́blicas Unidas.
[3]
Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Am 5.27-6.14). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Julio 21 1 Co 8 / 1 R 22
/ Am 6
1 Corintios 8
Lo sacrificado a los ídolos
8
1En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos
conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica. 2Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada
como debe saberlo. 3Pero si alguno ama a Dios, es conocido
por él.
4Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un
ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios. 5Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el
cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), 6para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre,
del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor,
Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él.
7Pero no en todos hay este conocimiento; porque algunos, habituados hasta
aquí a los ídolos, comen como sacrificado a ídolos, y su conciencia, siendo
débil, se contamina. 8Si bien la vianda no nos hace más
aceptos ante Dios; pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos,
seremos menos. 9Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser
tropezadero para los débiles. 10Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en
un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a
comer de lo sacrificado a los ídolos? 11Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo
murió. 12De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo
su débil conciencia, contra Cristo pecáis. 13Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de
caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano.[1]
1
Reyes 22
Micaías profetiza la derrota de Acab
(2 Cr. 18.1–34)
22
1Tres años pasaron sin guerra entre los sirios e Israel. 2Y aconteció al tercer año, que Josafat rey de Judá
descendió al rey de Israel. 3Y el rey de Israel dijo a sus siervos: ¿No sabéis que Ramot de Galaad es
nuestra, y nosotros no hemos hecho nada para tomarla de mano del rey de Siria? 4Y dijo a Josafat: ¿Quieres venir conmigo a pelear contra
Ramot de Galaad? Y Josafat respondió al rey de Israel: Yo soy como tú, y mi
pueblo como tu pueblo, y mis caballos como tus caballos.
5Dijo luego Josafat al rey de Israel: Yo te ruego que consultes hoy la
palabra de Jehová. 6Entonces el rey de Israel reunió a los
profetas, como cuatrocientos hombres, a los cuales dijo: ¿Iré a la guerra
contra Ramot de Galaad, o la dejaré? Y ellos dijeron: Sube, porque Jehová la
entregará en mano del rey. 7Y dijo Josafat: ¿Hay aún aquí algún profeta de Jehová, por el cual
consultemos? 8El rey de Israel respondió a Josafat: Aún hay un varón
por el cual podríamos consultar a Jehová, Micaías hijo de Imla; mas yo le
aborrezco, porque nunca me profetiza bien, sino solamente mal. Y Josafat dijo:
No hable el rey así. 9Entonces el rey de Israel llamó a un
oficial, y le dijo: Trae pronto a Micaías hijo de Imla. 10Y el rey de Israel y Josafat rey de Judá estaban sentados
cada uno en su silla, vestidos de sus ropas reales, en la plaza junto a la
entrada de la puerta de Samaria; y todos los profetas profetizaban delante de
ellos. 11Y Sedequías hijo de Quenaana se había hecho unos cuernos
de hierro, y dijo: Así ha dicho Jehová: Con éstos acornearás a los sirios hasta
acabarlos. 12Y todos los profetas profetizaban de la misma manera,
diciendo: Sube a Ramot de Galaad, y serás prosperado; porque Jehová la
entregará en mano del rey.
13Y el mensajero que había ido a llamar a Micaías, le habló diciendo: He aquí
que las palabras de los profetas a una voz anuncian al rey cosas buenas; sea
ahora tu palabra conforme a la palabra de alguno de ellos, y anuncia también
buen éxito. 14Y Micaías respondió: Vive Jehová, que lo que Jehová me hablare,
eso diré. 15Vino, pues, al rey, y el rey le dijo: Micaías, ¿iremos a
pelear contra Ramot de Galaad, o la dejaremos? El le respondió: Sube, y serás
prosperado, y Jehová la entregará en mano del rey. 16Y el rey le dijo: ¿Hasta cuántas veces he de exigirte que
no me digas sino la verdad en el nombre de Jehová? 17Entonces él dijo: Yo vi a todo Israel esparcido por los
montes, como ovejas que no tienen pastor;a y Jehová dijo: Estos no tienen señor; vuélvase cada uno a
su casa en paz. 18Y el rey de Israel dijo a Josafat: ¿No
te lo había yo dicho? Ninguna cosa buena profetizará él acerca de mí, sino
solamente el mal. 19Entonces él dijo: Oye, pues, palabra de
Jehová: Yo vi a Jehová sentado en su trono, y todo el ejército de los cielos
estaba junto a él, a su derecha y a su izquierda. 20Y Jehová dijo: ¿Quién inducirá a Acab, para que suba y
caiga en Ramot de Galaad? Y uno decía de una manera, y otro decía de otra. 21Y salió un espíritu y se puso delante de Jehová, y dijo:
Yo le induciré. Y Jehová le dijo: ¿De qué manera? 22El dijo: Yo saldré, y seré espíritu de mentira en boca de
todos sus profetas. Y él dijo: Le inducirás, y aun lo conseguirás; ve, pues, y
hazlo así. 23Y ahora, he aquí Jehová ha puesto espíritu de mentira en
la boca de todos tus profetas, y Jehová ha decretado el mal acerca de ti.
24Entonces se acercó Sedequías hijo de Quenaana y golpeó a Micaías en la
mejilla, diciendo: ¿Por dónde se fue de mí el Espíritu de Jehová para hablarte
a ti? 25Y Micaías respondió: He aquí tú lo verás en aquel día,
cuando te irás metiendo de aposento en aposento para esconderte. 26Entonces el rey de Israel dijo: Toma a Micaías, y llévalo
a Amón gobernador de la ciudad, y a Joás hijo del rey; 27y dirás: Así ha dicho el rey: Echad a éste en la cárcel,
y mantenedle con pan de angustia y con agua de aflicción, hasta que yo vuelva
en paz. 28Y dijo Micaías: Si llegas a volver en paz, Jehová no ha
hablado por mí. En seguida dijo: Oíd, pueblos todos.
29Subió, pues, el rey de Israel con Josafat rey de Judá a Ramot de Galaad. 30Y el rey de Israel dijo a Josafat: Yo me disfrazaré, y
entraré en la batalla; y tú ponte tus vestidos. Y el rey de Israel se disfrazó,
y entró en la batalla. 31Mas el rey de Siria había mandado a sus treinta y dos capitanes de los
carros, diciendo: No peleéis ni con grande ni con chico, sino sólo contra el
rey de Israel. 32Cuando los capitanes de los carros vieron a Josafat,
dijeron: Ciertamente éste es el rey de Israel; y vinieron contra él para pelear
con él; mas el rey Josafat gritó. 33Viendo entonces los capitanes de los carros que no era el rey de Israel, se
apartaron de él. 34Y un hombre disparó su arco a la
ventura e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura, por lo
que dijo él a su cochero: Da la vuelta, y sácame del campo, pues estoy herido. 35Pero la batalla había arreciado aquel día, y el rey
estuvo en su carro delante de los sirios, y a la tarde murió; y la sangre de la
herida corría por el fondo del carro. 36Y a la puesta del sol salió un pregón por el campamento, diciendo: ¡Cada
uno a su ciudad, y cada cual a su tierra!
37Murió, pues, el rey, y fue traído a Samaria; y sepultaron al rey en
Samaria. 38Y lavaron el carro en el estanque de Samaria; y los
perros lamieron su sangre (y también las rameras se lavaban allí), conforme a
la palabra que Jehová había hablado. 39El resto de los hechos de Acab, y todo lo que hizo, y la casa de marfil que
construyó, y todas las ciudades que edificó, ¿no está escrito en el libro de
las crónicas de los reyes de Israel? 40Y durmió Acab con sus padres, y reinó en su lugar Ocozías su hijo.
Reinado de Josafat
(2 Cr. 20.31–37)
41Josafat hijo de Asa comenzó a reinar sobre Judá en el cuarto año de Acab
rey de Israel. 42Era Josafat de treinta y cinco años cuando comenzó a
reinar, y reinó veinticinco años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Azuba
hija de Silhi. 43Y anduvo en todo el camino de Asa su padre, sin desviarse
de él, haciendo lo recto ante los ojos de Jehová. Con todo eso, los lugares
altos no fueron quitados; porque el pueblo sacrificaba aún, y quemaba incienso
en ellos. 44Y Josafat hizo paz con el rey de Israel.
45Los demás hechos de Josafat, y sus hazañas, y las guerras que hizo, ¿no
están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 46Barrió también de la tierra el resto de los sodomitas que
había quedado en el tiempo de su padre Asa.
47No había entonces rey en Edom; había gobernador en lugar de rey. 48Josafat había hecho naves de Tarsis, las cuales habían de
ir a Ofir por oro; mas no fueron, porque se rompieron en Ezión-geber. 49Entonces Ocozías hijo de Acab dijo a Josafat: Vayan mis
siervos con los tuyos en las naves. Mas Josafat no quiso. 50Y durmió Josafat con sus padres, y fue sepultado con
ellos en la ciudad de David su padre; y en su lugar reinó Joram su hijo.
Reinado de Ocozías de Israel
51Ocozías hijo de Acab comenzó a reinar sobre Israel en Samaria, el año
diecisiete de Josafat rey de Judá; y reinó dos años sobre Israel. 52E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y anduvo en el
camino de su padre, y en el camino de su madre, y en el camino de Jeroboam hijo
de Nabat, que hizo pecar a Israel; 53porque sirvió a Baal, y lo adoró, y provocó a ira a Jehová Dios de Israel,
conforme a todas las cosas que había hecho su padre. [2]
Amos 6
Destrucción de Israel
6
1¡Ay de los reposados en Sion, y de los confiados en el monte de Samaria,
los notables y principales entre las naciones, a los cuales acude la casa de
Israel! 2Pasad a Calne, y mirad; y de allí id a la gran Hamat;
descended luego a Gat de los filisteos; ved si son aquellos reinos mejores que
estos reinos, si su extensión es mayor que la vuestra, 3oh vosotros que dilatáis el día malo, y acercáis la silla
de iniquidad. 4Duermen en camas de marfil, y reposan sobre sus lechos; y
comen los corderos del rebaño, y los novillos de en medio del engordadero; 5gorjean al son de la flauta, e inventan instrumentos
musicales, como David; 6beben vino en tazones, y se ungen con los ungüentos más preciosos; y no se
afligen por el quebrantamiento de José. 7Por tanto, ahora irán a la cabeza de los que van a
cautividad, y se acercará el duelo de los que se entregan a los placeres.
8Jehová el Señor juró por sí mismo, Jehová Dios de los ejércitos ha dicho:
Abomino la grandeza de Jacob, y aborrezco sus palacios; y entregaré al enemigo
la ciudad y cuanto hay en ella.
9Y acontecerá que si diez hombres quedaren en una casa, morirán. 10Y un pariente tomará a cada uno, y lo quemará para sacar
los huesos de casa; y dirá al que estará en los rincones de la casa: ¿Hay aún
alguno contigo? Y dirá: No. Y dirá aquél: Calla, porque no podemos mencionar el
nombre de Jehová.
11Porque he aquí, Jehová mandará, y herirá con hendiduras la casa mayor, y la
casa menor con aberturas. 12¿Correrán los caballos por las peñas? ¿Ararán en ellas con bueyes? ¿Por qué
habéis vosotros convertido el juicio en veneno, y el fruto de justicia en
ajenjo? 13Vosotros que os alegráis en nada, que decís: ¿No hemos
adquirido poder con nuestra fuerza? 14Pues he aquí, oh casa de Israel, dice Jehová Dios de los ejércitos,
levantaré yo sobre vosotros a una nación que os oprimirá desde la entrada de
Hamat hasta el arroyo del Arabá.[3]
[1]
Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (1 Co 7.40-8.13). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a
a a 22.17: Mt. 9.36; Mr. 6.34.
[2]
Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (1 Re 21.29-22.53). Miami: Sociedades
Bı́blicas Unidas.
[3]
Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Am 5.27-6.14). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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