¡Cómo puedes evitar el implacable juicio de Dios!
¡Con
Su Gracia y con Su Amor!
Por Riqui Ricón*
Y oró a Jehová y dijo: Ahora,
oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me
apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso,
tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal (Jon 4.2)
Entonces Dios dijo a Jonás:
—¿Te parece bien enojarte porque la planta murió? —¡Sí —replicó Jonás—, estoy
tan enojado que quisiera morirme! Entonces el SEÑOR le respondió: —Sientes
lástima por una planta, aunque tú no hiciste nada para que creciera. Creció
rápido y murió rápido. Pero Nínive tiene más de ciento veinte mil habitantes
que viven en oscuridad espiritual,* sin mencionar todos los animales. ¿No
debería yo sentir lástima por esta gran ciudad? (Jon 4.9-11 NTV).
Una vez más, podemos constatar en las
lecturas del día de hoy como Dios es bueno, Él es un Dios misericordioso y
compasivo, lento para enojarte y lleno de amor inagotable. Estás dispuesto a
perdonar y no destruir a la gente (Jon 4.2 NTV).
Es interesante notar como en toda la
Biblia (que es la Palabra de Dios y no miente), Dios se manifiesta como un Dios
de Gracia abundante y de infinita Misericordia, y a pesar de esto todavía hay
creyentes que prefieren mirarlo como un Dios implacablemente celoso de la
justicia; un Dios quien dará a todos su merecido.
Porque tú no eres un Dios que
se complace en la maldad; El malo no
habitará junto a ti. Los insensatos no estarán delante de tus ojos; Aborreces a
todos los que hacen iniquidad. Destruirás a los que hablan mentira; Al hombre
sanguinario y engañador abominará Jehová. Mas yo por la abundancia de tu
misericordia entraré en tu casa; Adoraré hacia tu santo templo en tu temor.
Guíame, Jehová, en tu justicia, a causa de mis enemigos; Endereza delante de mí
tu camino (Sal 5.4-8).
Ciertamente Dios no se complace en la
maldad, ni el malo podrá estar delante de Él, pues le molestan todos aquellos
que se deleitan en la maldad. Sin embargo, lo importante aquí es que tú puedes
estar delante de Dios, que tú puedes estar en Su Presencia sólo y solamente por
la abundancia de Su misericordia. Es Él el que te guía por causa de Su justicia
y no la tuya; es Él el que endereza tu camino y no tú.
La Nueva Traducción Viviente de la
Biblia (NTV), lo expresa así:
Oh Dios, la maldad no te
agrada; no puedes tolerar los pecados de los malvados. Por lo tanto, los orgullosos no pueden estar en tu
presencia, porque aborreces a todo el que hace lo malo. Destruirás a los que
dicen mentiras; el SEÑOR detesta a los asesinos y a los engañadores. Gracias a
tu amor inagotable, puedo entrar en tu casa; adoraré en tu templo con la más
profunda reverencia. Guíame por el camino correcto, oh SEÑOR, o mis enemigos me
conquistarán; allana tu camino para que yo lo siga.
¡Es por Su Gracia para que nadie se
gloríe, pues NO se justificará delante de Dios hombre alguno!
Porque por gracia sois salvos
por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras,
para que nadie se gloríe (Efe 2.8-9).
¡Es sólo, y exclusivamente, por el Amor
que Dios siente por ti que has sido hecho(a) heredero(a) de la Salvación
Eterna!
Pero cuando se manifestó la
bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no
por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia,
por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual
derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que
justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza
de la vida eterna (Ti 3.4-7).
¡Dios te salvó, NO por obras de
justicia que tú hayas hecho, sino por Su bondad y Amor, para que justificado(a)
por Su Gracia ahora tú seas Su Heredero(a) de acuerdo a la certeza de la Vida
Eterna que Cristo Jesús ganó para ti!
Mas por él estáis vosotros en
Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación,
santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría,
gloríese en el Señor (1 Co 1.30-31).
¡Es por Dios, y solamente por Él, que
ahora tú estás en Cristo Jesús! Así que, si de algo te puedes gloriar es de que
Jesús te ama.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¡Dios te Ama tanto que prefirió
entregara Su propio Hijo antes que perderte a ti!
Si esto en Verdad es así, ¡y lo es! Si
esto en Verdad lo crees, ¿lo crees? Entonces, en Verdad que no tienes nada que
temer en la Vida.
El que no escatimó ni a su
propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también
con él todas las cosas? (Ro 8.32).
Ahora, sabes que sabes, y lo crees con
todo tu corazón, que Dios es tu Padre y está en ti y contigo.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si
Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Ro 8.31).
El que está en ti y contigo es nada más
y nada menos que el Todopoderoso Dios y ningún problema, angustia o enfermedad
que estés enfrentando es mayor que Él.
Hijitos, vosotros sois de
Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que
está en el mundo (1 Jn 4.4).
Curiosamente, este día se presentaron a
la puerta de mi casa unas personas que, aunque profesan creer la Biblia,
después de conversar con ellas un buen rato, el Espíritu Santo me hizo notar
como cada vez que yo les quería mostrar que la Biblia enseña que Dios es bueno,
que Él es Amor, misericordioso y lleno de Gracia para con nosotros, ellos me
contestaban que el hombre era malo, vendido al pecado, que a pesar de que Dios
los amara tanto si no cuidaban esa salvación, que les fue dada por Gracia,
entonces la perderían y se condenarían por toda la eternidad. ¡Era como si
habláramos dos idiomas totalmente diferentes!
Fue como si me estuvieran diciendo, si
ya sé que Dios es misericordioso, sé que me salvó por Su Gracia y también sé
que Dios me ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderme
a mí, PERO... ¡Algo tengo que hacer yo para merecer semejante Amor y no perder
semejante salvación!
Porque ¿qué
dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. Pero al que
obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no
obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por
justicia. Como
también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye
justicia sin obras, diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son
perdonadas, Y cuyos pecados son cubiertos.
Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado (Ro 4.3-8).
Amado(a), no te confundas, ni dudes, si
Dios sintió lástima y tuvo compasión de Nínive, de aquella ciudad pecadora,
entonces, cuánto más no hará por ti, que eres un(a) Hijo(a) amado(a) de Dios.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre
celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso
es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a
Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1).
Sin importar cuál sea el problema,
aflicción o enfermedad que estás enfrentando el día de hoy, sabe muy bien, y
créelo, que Dios no te ha dejado, ni te dejará; que Él te ha amado, te ama y te
amará; que Él ha declarado en Su Palabra, la Biblia, que es Su Palabra de
Honor, que tú saldrás más que vencedor(a), pues TODO lo puedes en Cristo que te
fortalece.
Nunca se apartará de tu boca
este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Así que, no te enojes como Jonás. No
dudes, como los incrédulos. Mantente firme, constante y persistentemente leyendo,
meditando y creyendo a Dios. Sí, creyendo Su Palabra y entonces harás, sí,
harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien.
¡Es Palabra de Dios! ¡Es Palabra de
Honor!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy quiero darte gracias por el Gran
Amor con que me has amado, que estando yo muerto(a) en delitos y pecados,
por Amor me diste Vida juntamente con
Cristo Jesús. ¡Es por Tu Gracia que he recibido Eterna Salvación! Ahora
comprendo más que es a través de Tu Palabra, y no de mis acciones, que renuevo
mi entendimiento. La meditación de Tu Palabra produce en mi vida la fe que
necesito para actuar conforme y coherentemente a quien Tú, Señor, dices que
ahora yo soy: un(a) Hija(o) Tuya(o). Alabo y bendigo Tu Nombre por esto. Señor
Jesús, fue mediante Tu muerte y resurrección que yo Nací de Nuevo para recibir
la Vida Eterna que con Tu Sangre compraste para mí. Es mediante Tu Palabra, la
Biblia, que renuevo el espíritu de mi entendimiento y así, sólo así, puedo
despojarme del(la) hombre(mujer) viejo(a) que está viciado(a) conforme a los
deseos engañosos para vestirme del(la) hombre(mujer) nuevo(a) creado(a) por Ti,
oh Dios, conforme a la justicia y santidad de la verdad. Así que, en Tu nombre,
Jesús, declaro que no son los problemas ni las circunstancias los que
determinan quien soy ni cómo voy a vivir. Soy un(a) Hija(o) del Rey, por lo
tanto, puedo y debo vivir una vida plena y abundante. Tú me diste Tu Palabra,
Jesús, y en ella tengo paz y plenitud, pues aunque en el mundo tendré
aflicciones, puedo confiar en Ti. Tú has vencido al mundo y yo en Ti y Contigo,
pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que vives en mí, que el que está en el
mundo. En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación
con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda
tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que
viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he
sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto
tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la
última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque
quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente
Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta
simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de
un año habrás leído toda la Biblia.
Julio
28 1 Co 14.26-40 / 2 R
9 /
Jon 4
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de
un año habrás leído toda la Biblia.
Julio
28 1 Co 14.26-40 / 2 R
9 /
Jon 4
1
Corintios 14.26-40
26¿Qué hay, pues,
hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina,
tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para
edificación. 27Si
habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno;
y uno interprete. 28Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí
mismo y para Dios. 29Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen. 30Y si algo le
fuere revelado a otro que estuviere sentado, calle el primero. 31Porque
podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean
exhortados. 32Y
los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas; 33pues Dios no
es Dios de confusión, sino de paz.
Como en todas las iglesias
de los santos,34vuestras
mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino
que estén sujetas, como también la ley lo dice. 35Y si quieren aprender algo, pregunten
en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la
congregación. 36¿Acaso
ha salido de vosotros la palabra de Dios, o sólo a vosotros ha llegado?
37Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo
que os escribo son mandamientos del Señor. 38Mas el que ignora, ignore. 39Así que,
hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas; 40pero hágase
todo decentemente y con orden.
2
Reyes 9
Jehú es ungido
rey de Israel
9
1Entonces el profeta Eliseo llamó a uno de los hijos de
los profetas, y le dijo: Ciñe tus lomos, y toma esta redoma de aceite en tu
mano, y ve a Ramot de Galaad. 2Cuando llegues allá, verás allí a Jehú hijo de
Josafat hijo de Nimsi; y entrando, haz que se levante de entre sus hermanos, y
llévalo a la cámara. 3Toma luego la redoma de aceite, y derrámala sobre su cabeza y
di: Así dijo Jehová: Yo te he ungido por rey sobre Israel. Y abriendo la
puerta, echa a huir, y no esperes.
4Fue, pues, el joven, el profeta, a Ramot de Galaad. 5Cuando él
entró, he aquí los príncipes del ejército que estaban sentados. Y él dijo:
Príncipe, una palabra tengo que decirte. Jehú dijo: ¿A cuál de todos nosotros?
Y él dijo: A ti, príncipe. 6Y él se levantó, y entró en casa; y el otro
derramó el aceite sobre su cabeza, y le dijo: Así dijo Jehová Dios de Israel:
Yo te he ungido por rey sobre Israel, pueblo de Jehová. 7Herirás la casa de Acab tu
señor, para que yo vengue la sangre de mis siervos los profetas, y la sangre de
todos los siervos de Jehová, de la mano de Jezabel. 8Y perecerá toda la casa de Acab, y
destruiré de Acab todo varón, así al siervo como al libre en Israel. 9Y yo pondré
la casa de Acab como la casa de Jeroboam hijo de Nabat, y como la casa de Baasa
hijo de Ahías. 10Y
a Jezabel la comerán los perros en el campo de Jezreel, y no habrá quien la
sepulte. En seguida abrió la puerta, y echó a huir.
11Después salió Jehú a los siervos de su señor, y le
dijeron: ¿Hay paz? ¿Para qué vino a ti aquel loco? Y él les dijo: Vosotros
conocéis al hombre y sus palabras. 12Ellos dijeron: Mentira; decláranoslo ahora. Y él
dijo: Así y así me habló, diciendo: Así ha dicho Jehová: Yo te he ungido por
rey sobre Israel. 13Entonces cada uno tomó apresuradamente su manto, y lo puso
debajo de Jehú en un trono alto, y tocaron corneta, y dijeron: Jehú es rey.
Jehú mata a Joram
14Así conspiró Jehú hijo de Josafat, hijo de Nimsi, contra
Joram. (Estaba entonces Joram guardando a Ramot de Galaad con todo Israel, por
causa de Hazael rey de Siria; 15pero se había vuelto el rey Joram a Jezreel,
para curarse de las heridas que los sirios le habían hecho, peleando contra
Hazael rey de Siria.) Y Jehú dijo: Si es vuestra voluntad, ninguno escape de la
ciudad, para ir a dar las nuevas en Jezreel. 16Entonces Jehú cabalgó y fue a
Jezreel, porque Joram estaba allí enfermo. También estaba Ocozías rey de Judá,
que había descendido a visitar a Joram.
17Y el atalaya que estaba en la torre de Jezreel vio la
tropa de Jehú que venía, y dijo: Veo una tropa. Y Joram dijo: Ordena a un
jinete que vaya a reconocerlos, y les diga: ¿Hay paz? 18Fue, pues, el jinete a
reconocerlos, y dijo: El rey dice así: ¿Hay paz? Y Jehú le dijo: ¿Qué tienes tú
que ver con la paz? Vuélvete conmigo. El atalaya dio luego aviso, diciendo: El
mensajero llegó hasta ellos, y no vuelve. 19Entonces envió otro jinete, el cual
llegando a ellos, dijo: El rey dice así: ¿Hay paz? Y Jehú respondió: ¿Qué
tienes tú que ver con la paz? Vuélvete conmigo. 20El atalaya volvió a decir: También
éste llegó a ellos y no vuelve; y el marchar del que viene es como el marchar
de Jehú hijo de Nimsi, porque viene impetuosamente.
21Entonces Joram dijo: Unce el carro. Y cuando estaba
uncido su carro, salieron Joram rey de Israel y Ocozías rey de Judá, cada uno
en su carro, y salieron a encontrar a Jehú, al cual hallaron en la heredad de
Nabot de Jezreel. 22Cuando vio Joram a Jehú, dijo: ¿Hay paz, Jehú? Y él respondió:
¿Qué paz, con las fornicaciones de Jezabel tu madre, y sus muchas hechicerías? 23Entonces
Joram volvió las riendas y huyó, y dijo a Ocozías: ¡Traición, Ocozías! 24Pero Jehú
entesó su arco, e hirió a Joram entre las espaldas; y la saeta salió por su
corazón, y él cayó en su carro. 25Dijo luego Jehú a Bidcar su capitán: Tómalo, y
échalo a un extremo de la heredad de Nabot de Jezreel. Acuérdate que cuando tú
y yo íbamos juntos con la gente de Acab su padre, Jehová pronunció esta
sentencia sobre él, diciendo: 26Que yo he visto ayer la sangre de Nabot, y la
sangre de sus hijos, dijo Jehová; y te daré la paga en esta heredad, dijo
Jehová. Tómalo pues, ahora, y échalo en la heredad de Nabot, conforme a la
palabra de Jehová.
Jehú mata a Ocozías
(2 Cr. 22.7–9)
27Viendo esto Ocozías rey de Judá, huyó por el camino de la
casa del huerto. Y lo siguió Jehú, diciendo: Herid también a éste en el carro.
Y le hirieron a la subida de Gur, junto a Ibleam. Y Ocozías huyó a Meguido,
pero murió allí. 28Y
sus siervos le llevaron en un carro a Jerusalén, y allá le sepultaron con sus
padres, en su sepulcro en la ciudad de David.
29En el undécimo año de Joram hijo de Acab, comenzó a
reinar Ocozías sobre Judá.
Muerte de Jezabel
30Vino después Jehú a Jezreel; y cuando Jezabel lo oyó, se
pintó los ojos con antimonio, y atavió su cabeza, y se asomó a una ventana. 31Y cuando
entraba Jehú por la puerta, ella dijo: ¿Sucedió bien a Zimri, que mató a su
señor? 32Alzando
él entonces su rostro hacia la ventana, dijo: ¿Quién está conmigo? ¿quién? Y se
inclinaron hacia él dos o tres eunucos. 33Y él les dijo: Echadla abajo. Y
ellos la echaron; y parte de su sangre salpicó en la pared, y en los caballos;
y él la atropelló. 34Entró luego, y después que comió y bebió, dijo: Id ahora a ver
a aquella maldita, y sepultadla, pues es hija de rey. 35Pero cuando fueron para
sepultarla, no hallaron de ella más que la calavera, y los pies, y las palmas
de las manos.
36Y volvieron, y se lo dijeron. Y él dijo: Esta es la palabra de Dios,
la cual él habló por medio de su siervo Elías tisbita, diciendo: En la heredad
de Jezreel comerán los perros las carnes de Jezabel, 37y el cuerpo de Jezabel será como
estiércol sobre la faz de la tierra en la heredad de Jezreel, de manera que
nadie pueda decir: Esta es Jezabel.
Jonás 4
El enojo de Jonás
4
1Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó. 2Y oró a
Jehová y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi
tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios
clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te
arrepientes del mal. 3Ahora pues, oh Jehová, te ruego que me quites la vida; porque
mejor me es la muerte que la vida. 4Y Jehová le dijo: ¿Haces tú bien en enojarte
tanto? 5Y
salió Jonás de la ciudad, y acampó hacia el oriente de la ciudad, y se hizo
allí una enramada, y se sentó debajo de ella a la sombra, hasta ver qué
acontecería en la ciudad.
6Y preparó Jehová Dios una calabacera, la cual creció
sobre Jonás para que hiciese sombra sobre su cabeza, y le librase de su malestar;
y Jonás se alegró grandemente por la calabacera. 7Pero al venir el alba del día
siguiente, Dios preparó un gusano, el cual hirió la calabacera, y se secó. 8Y aconteció
que al salir el sol, preparó Dios un recio viento solano, y el sol hirió a
Jonás en la cabeza, y se desmayaba, y deseaba la muerte, diciendo: Mejor sería
para mí la muerte que la vida. 9Entonces dijo Dios a Jonás: ¿Tanto te enojas por
la calabacera? Y él respondió: Mucho me enojo, hasta la muerte. 10Y dijo
Jehová: Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la
hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche
pereció. 11¿Y
no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento
veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano
izquierda, y muchos animales?
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de
un año habrás leído toda la Biblia.
Julio
28 1 Co 14.26-40 / 2 R
9 /
Jon 4
1
Corintios 14.26-40
26¿Qué hay, pues,
hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina,
tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para
edificación. 27Si
habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno;
y uno interprete. 28Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí
mismo y para Dios. 29Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen. 30Y si algo le
fuere revelado a otro que estuviere sentado, calle el primero. 31Porque
podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean
exhortados. 32Y
los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas; 33pues Dios no
es Dios de confusión, sino de paz.
Como en todas las iglesias
de los santos,34vuestras
mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino
que estén sujetas, como también la ley lo dice. 35Y si quieren aprender algo, pregunten
en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la
congregación. 36¿Acaso
ha salido de vosotros la palabra de Dios, o sólo a vosotros ha llegado?
37Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo
que os escribo son mandamientos del Señor. 38Mas el que ignora, ignore. 39Así que,
hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas; 40pero hágase
todo decentemente y con orden.
2
Reyes 9
Jehú es ungido
rey de Israel
9
1Entonces el profeta Eliseo llamó a uno de los hijos de
los profetas, y le dijo: Ciñe tus lomos, y toma esta redoma de aceite en tu
mano, y ve a Ramot de Galaad. 2Cuando llegues allá, verás allí a Jehú hijo de
Josafat hijo de Nimsi; y entrando, haz que se levante de entre sus hermanos, y
llévalo a la cámara. 3Toma luego la redoma de aceite, y derrámala sobre su cabeza y
di: Así dijo Jehová: Yo te he ungido por rey sobre Israel. Y abriendo la
puerta, echa a huir, y no esperes.
4Fue, pues, el joven, el profeta, a Ramot de Galaad. 5Cuando él
entró, he aquí los príncipes del ejército que estaban sentados. Y él dijo:
Príncipe, una palabra tengo que decirte. Jehú dijo: ¿A cuál de todos nosotros?
Y él dijo: A ti, príncipe. 6Y él se levantó, y entró en casa; y el otro
derramó el aceite sobre su cabeza, y le dijo: Así dijo Jehová Dios de Israel:
Yo te he ungido por rey sobre Israel, pueblo de Jehová. 7Herirás la casa de Acab tu
señor, para que yo vengue la sangre de mis siervos los profetas, y la sangre de
todos los siervos de Jehová, de la mano de Jezabel. 8Y perecerá toda la casa de Acab, y
destruiré de Acab todo varón, así al siervo como al libre en Israel. 9Y yo pondré
la casa de Acab como la casa de Jeroboam hijo de Nabat, y como la casa de Baasa
hijo de Ahías. 10Y
a Jezabel la comerán los perros en el campo de Jezreel, y no habrá quien la
sepulte. En seguida abrió la puerta, y echó a huir.
11Después salió Jehú a los siervos de su señor, y le
dijeron: ¿Hay paz? ¿Para qué vino a ti aquel loco? Y él les dijo: Vosotros
conocéis al hombre y sus palabras. 12Ellos dijeron: Mentira; decláranoslo ahora. Y él
dijo: Así y así me habló, diciendo: Así ha dicho Jehová: Yo te he ungido por
rey sobre Israel. 13Entonces cada uno tomó apresuradamente su manto, y lo puso
debajo de Jehú en un trono alto, y tocaron corneta, y dijeron: Jehú es rey.
Jehú mata a Joram
14Así conspiró Jehú hijo de Josafat, hijo de Nimsi, contra
Joram. (Estaba entonces Joram guardando a Ramot de Galaad con todo Israel, por
causa de Hazael rey de Siria; 15pero se había vuelto el rey Joram a Jezreel,
para curarse de las heridas que los sirios le habían hecho, peleando contra
Hazael rey de Siria.) Y Jehú dijo: Si es vuestra voluntad, ninguno escape de la
ciudad, para ir a dar las nuevas en Jezreel. 16Entonces Jehú cabalgó y fue a
Jezreel, porque Joram estaba allí enfermo. También estaba Ocozías rey de Judá,
que había descendido a visitar a Joram.
17Y el atalaya que estaba en la torre de Jezreel vio la
tropa de Jehú que venía, y dijo: Veo una tropa. Y Joram dijo: Ordena a un
jinete que vaya a reconocerlos, y les diga: ¿Hay paz? 18Fue, pues, el jinete a
reconocerlos, y dijo: El rey dice así: ¿Hay paz? Y Jehú le dijo: ¿Qué tienes tú
que ver con la paz? Vuélvete conmigo. El atalaya dio luego aviso, diciendo: El
mensajero llegó hasta ellos, y no vuelve. 19Entonces envió otro jinete, el cual
llegando a ellos, dijo: El rey dice así: ¿Hay paz? Y Jehú respondió: ¿Qué
tienes tú que ver con la paz? Vuélvete conmigo. 20El atalaya volvió a decir: También
éste llegó a ellos y no vuelve; y el marchar del que viene es como el marchar
de Jehú hijo de Nimsi, porque viene impetuosamente.
21Entonces Joram dijo: Unce el carro. Y cuando estaba
uncido su carro, salieron Joram rey de Israel y Ocozías rey de Judá, cada uno
en su carro, y salieron a encontrar a Jehú, al cual hallaron en la heredad de
Nabot de Jezreel. 22Cuando vio Joram a Jehú, dijo: ¿Hay paz, Jehú? Y él respondió:
¿Qué paz, con las fornicaciones de Jezabel tu madre, y sus muchas hechicerías? 23Entonces
Joram volvió las riendas y huyó, y dijo a Ocozías: ¡Traición, Ocozías! 24Pero Jehú
entesó su arco, e hirió a Joram entre las espaldas; y la saeta salió por su
corazón, y él cayó en su carro. 25Dijo luego Jehú a Bidcar su capitán: Tómalo, y
échalo a un extremo de la heredad de Nabot de Jezreel. Acuérdate que cuando tú
y yo íbamos juntos con la gente de Acab su padre, Jehová pronunció esta
sentencia sobre él, diciendo: 26Que yo he visto ayer la sangre de Nabot, y la
sangre de sus hijos, dijo Jehová; y te daré la paga en esta heredad, dijo
Jehová. Tómalo pues, ahora, y échalo en la heredad de Nabot, conforme a la
palabra de Jehová.
Jehú mata a Ocozías
(2 Cr. 22.7–9)
27Viendo esto Ocozías rey de Judá, huyó por el camino de la
casa del huerto. Y lo siguió Jehú, diciendo: Herid también a éste en el carro.
Y le hirieron a la subida de Gur, junto a Ibleam. Y Ocozías huyó a Meguido,
pero murió allí. 28Y
sus siervos le llevaron en un carro a Jerusalén, y allá le sepultaron con sus
padres, en su sepulcro en la ciudad de David.
29En el undécimo año de Joram hijo de Acab, comenzó a
reinar Ocozías sobre Judá.
Muerte de Jezabel
30Vino después Jehú a Jezreel; y cuando Jezabel lo oyó, se
pintó los ojos con antimonio, y atavió su cabeza, y se asomó a una ventana. 31Y cuando
entraba Jehú por la puerta, ella dijo: ¿Sucedió bien a Zimri, que mató a su
señor? 32Alzando
él entonces su rostro hacia la ventana, dijo: ¿Quién está conmigo? ¿quién? Y se
inclinaron hacia él dos o tres eunucos. 33Y él les dijo: Echadla abajo. Y
ellos la echaron; y parte de su sangre salpicó en la pared, y en los caballos;
y él la atropelló. 34Entró luego, y después que comió y bebió, dijo: Id ahora a ver
a aquella maldita, y sepultadla, pues es hija de rey. 35Pero cuando fueron para
sepultarla, no hallaron de ella más que la calavera, y los pies, y las palmas
de las manos.
36Y volvieron, y se lo dijeron. Y él dijo: Esta es la palabra de Dios,
la cual él habló por medio de su siervo Elías tisbita, diciendo: En la heredad
de Jezreel comerán los perros las carnes de Jezabel, 37y el cuerpo de Jezabel será como
estiércol sobre la faz de la tierra en la heredad de Jezreel, de manera que
nadie pueda decir: Esta es Jezabel.
Jonás 4
El enojo de Jonás
4
1Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó. 2Y oró a
Jehová y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi
tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios
clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te
arrepientes del mal. 3Ahora pues, oh Jehová, te ruego que me quites la vida; porque
mejor me es la muerte que la vida. 4Y Jehová le dijo: ¿Haces tú bien en enojarte
tanto? 5Y
salió Jonás de la ciudad, y acampó hacia el oriente de la ciudad, y se hizo
allí una enramada, y se sentó debajo de ella a la sombra, hasta ver qué
acontecería en la ciudad.
6Y preparó Jehová Dios una calabacera, la cual creció
sobre Jonás para que hiciese sombra sobre su cabeza, y le librase de su malestar;
y Jonás se alegró grandemente por la calabacera. 7Pero al venir el alba del día
siguiente, Dios preparó un gusano, el cual hirió la calabacera, y se secó. 8Y aconteció
que al salir el sol, preparó Dios un recio viento solano, y el sol hirió a
Jonás en la cabeza, y se desmayaba, y deseaba la muerte, diciendo: Mejor sería
para mí la muerte que la vida. 9Entonces dijo Dios a Jonás: ¿Tanto te enojas por
la calabacera? Y él respondió: Mucho me enojo, hasta la muerte. 10Y dijo
Jehová: Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la
hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche
pereció. 11¿Y
no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento
veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano
izquierda, y muchos animales?
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