¡Cómo Vencer el Miedo y la Depresión!
¡Una Vida Totalmente Nueva con el Espíritu de Dios!
Por Riqui Ricón*
Y después de esto derramaré mi
Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros
ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y
también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos
días (Jo 2.28-29).
La Biblia, que es la Palabra de
Dios y no miente, te enseña que Dios estableció un tiempo para que Su Espíritu,
el Espíritu Santo, fuese derramado sobre toda carne. Este derramamiento del
Espíritu tiene un propósito bien claro y definido, y lo puedes encontrar
establecido por el Amor de Dios para contigo a todo lo largo y lo ancho de las
Escrituras: ¡Revestirte con Su Poder!
Y estuve entre vosotros con
debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi
predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con
demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté
fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios (1 Co
2.3-5).
La Presencia del Espíritu Santo
es tan importante en tu vida como el aire que respiras o los latidos de tu
corazón para vivir. Él es la promesa del Padre que debías esperar, la cual,
dijo Jesús, oisteís de mí, Porque Juan ciertamente
bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo
dentro de no muchos días (Hch 1.4-5).
Ahora bien, esta promesa se
cumplió cuando Jesús estableció el Nuevo Pacto en Su Sangre, pues cuando Dios
prometió el Nuevo Pacto en Jeremías 31.31-34 aseguró que Él, Dios mismo, daría
Su ley en tu mente y la escribiría en tu corazón. Así que, es Él y no tú el que
tiene que cumplir esta promesa. Y la forma en que lo hizo es por si misma
asombrosa: ¡Te dio Su propio Espíritu!
Esparciré sobre vosotros
agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos
vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré
espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de
piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis
estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra (Eze
36.25-27).
Es por esta razón y no otra, que
tu vida cambió al instante que recibiste a Jesús como Señor y Salvador de tu
vida. ¡Dios cumplió, en ti, Su parte del Nuevo Pacto para tu vida! Esto lo sé
bien, pues por más de 30 años he escuchado y presenciado testimonios de como
las vidas son cambiadas al momento que pecadores y pecadoras empedernidos
aceptan el sacrificio de Jesús como el pago para la redención de sus vidas.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
El Nuevo Nacimiento no es una
doctrina religiosa sino una realidad espiritual de la promesa del Nuevo Pacto
que Dios hizo para asegurarse que podrías entrar al Reino, no como un pecador
salvo por gracia (o eres pecador o eres salvo), sino como nueva creación, en
novedad de vida: un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y no de
una simiente corruptible sino de incorruptible por la Palabra de Dios que vive
y permanece para siempre (1 P 1.23).
En Cristo Jesús, tú has sido
hecho(a) justo(a), santo(a) y perfecto(a). Con Su muerte en la cruz tú moriste
al pecado y con Su resurrección recibiste una VIDA TOTALMENTE NUEVA para ser un(a)
Hijo(a) amado(a) de Dios. Es por eso que ahora también eres el templo o lugar
de habitación de Su Santo Espíritu.
¿No se dan cuenta de que su cuerpo es el templo del Espíritu Santo,
quien vive en ustedes y les fue dado por Dios? (1 Co 6.19a NTV)
Nada de esto sería posible sin el
Espíritu Santo. Fue Él quien ayudó, instruyó y manifestó Su Poder en la vida de
Jesús. Fue Él quien lo levantó de los muertos, haciendo de Jesús el primer Hijo
de Dios Nacido de Nuevo. Y es Él quien, por el Nuevo Pacto en la Sangre de
Jesús, te hizo Nacer de Nuevo y ahora Vive en ti y contigo para que creas y
vivas en la certeza de que eres ese(a) Hijo(a) de Dios que la Biblia dice que
eres.
Y nosotros no hemos recibido
el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos
lo que Dios nos ha concedido (1 Co 2.12).
Y lo que
Dios te ha concedido es una Vida Nueva totalmente diferente: ¡La Vida Eterna de
un(a) Hijo(a) de Dios!
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce,
precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).
Antes
estabas muerto(a) en tus delitos y pecados, ahora Él te llama Hijo(a) amado(a),
y eso es lo que eres.
Antes
estabas perdido(a), ahora ¡Todo lo puedes en Cristo que te fortalece!
Antes
estabas vencido(a) y fracasado(a), ahora ¡En todas las cosas eres más que
vencedor(a) por medio de Aquel que te amó!
Antes vivías
esclavizado(a) por la angustia y el temor de este mundo, ahora ¡Mayor es el que
está en ti, que el que está en el mundo!
Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su
grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección
de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e
inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el
poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada
para ser manifestada en el tiempo postrero (1 P 1.3-5).
Antes
estabas solo(a) y abandonado(a), ahora tienes una esperanza viva; has sido
marcado(a) por Dios para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible
y eres guardado(a) por el poder de Dios cuando le crees a Él, creyendo Su
Palabra.
También en Cristo, vosotros, que escuchasteis la palabra de la verdad,
la buena nueva de la salvación, y que habéis creído en él, fuisteis sellados
con el Espíritu Santo prometido. Este sello es la garantía de la herencia que
hemos de recibir, por la cual alabamos a nuestro Dios glorioso (Efe 1.13-14 CST).
El Espíritu Santo está en tu vida
como el sello de garantía de todo lo que Dios ha dicho en Su Palabra acerca de
ti.
¡Él es Dios, tu ayudador,
consejero y mejor amigo! ¡No hay forma que puedas perder!
Jehová de los ejércitos,
Dichoso el hombre [la mujer] que
en ti confía (Sal 84.12).
El miedo, la enfermedad, la
tristeza o la depresión ya nada tienen en ti. ¡Has Nacido de Nuevo!
Ahora puedes ser dichoso(a) –mil
veces feliz-, pues tienes un Padre que te ama, un hermano mayor, Jesús, que te
guarda y un amigo, el Espíritu Santo, que te acompaña.
Insisto, ¡no hay forma que puedas
perder!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, ¡qué
grande, sublime y hermoso es Tu Amor para conmigo! Quiero decirte que te amo
con todo mi corazón, que el tenerte a Ti, Espíritu Santo, en mi Vida y conmigo
es asombroso y maravilloso. Gracias Señor. Ahora sé que no hay forma que pueda
perder pues mayor eres Tú, que estás en mí, que el que está en el mundo. Y ¿qué
puedo decir a esto? Si Tú, Espíritu Santo, estás en mi y conmigo ¿quién puede
siquiera intentar estar contra mí? Gracias porque en Ti, Jesucristo, en Tu
Amor, soy más que vencedor. Señor Jesús, no encuentro palabras suficientes para
declararte mi amor y gratitud. Por lo que hiciste por mí en esa cruz yo fui
hecho justo(a); al vencer a la muerte y resucitar de entre los muertos me
abriste el camino a la Vida Eterna. Espíritu Santo, al darme Tú la fe para
creer en la Palabra de Dios, para creer en Jesús como mi Señor y Salvador, me
hiciste Nacer de Nuevo dotándome de la Vida Eterna que Él pagó a precio de Su
Sangre. Ahora, por la Sangre del Nuevo Pacto, soy Nueva Creatura, las cosas
viejas pasaron y he aquí que toda mi vida es hecha nueva. ¡Gracias Padre!
¡Gracias Jesús! ¡Gracias Espíritu Santo! Ahora comprendo más el por qué en
todas las cosas soy más que vencedor(a), pues TODO lo puedo en Cristo Jesús, el
cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Sé que soy Tuyo(a), Padre, y que
los he vencido (al mundo y sus deseos engañosos), pues mayor eres Tú, Espíritu
Santo, que estás en mí y conmigo, que el que está en el mundo. Sé que soy un(a)
Hijo(a) del Rey por lo que Jesús hizo por Amor a mí. Por todo esto, creo y declaro
que caerán a mi lado mil y diez mil a mi diestra más a mí no llegará, porque
aunque ande en valle de sombra y de muerte NO TEMERÉ mal alguno porque Tú,
Señor, estás conmigo. Tú eres el que me guarda y el maligno no me toca. Someto
todo problema, angustia o enfermedad a la autoridad de la Palabra de Dios, mi
Padre, y los pongo bajo mis pies. ¡Soy sano(a)! ¡Soy Libre! ¡Soy próspero(a)!
Creo y recibo el Amor, el gozo y la paz que sólo yo, un(a) Hijo(a) del Rey,
puedo experimentar para vivir una vida en la Plenitud de Dios, mi Padre. ¡No
voy a temer! Solamente creeré lo que la Biblia, la Palabra de Dios, que no
miente, dice acerca de mí. Abba, Padre, me parece que la Eternidad será corta para amarte y
agradecerte lo que hiciste por mí. En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora
es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Julio
14 1 Co 2 / 1 R 15.1-32
/ Jo 2.12-32
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Julio
14 1 Co 2 / 1 R 15.1-32
/ Jo 2.12-32
1
Corintios 2
Proclamando a Cristo crucificado
2
1Así que, hermanos, cuando fui a vosotros
para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de
sabiduría. 2Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna
sino a Jesucristo, y a éste crucificado. 3Y estuve entre vosotros
con debilidad, y mucho temor y temblor;a 4y
ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana
sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, 5para
que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder
de Dios.
La revelación por el Espíritu de Dios
6Sin embargo, hablamos sabiduría
entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los
príncipes de este siglo, que perecen. 7Mas hablamos sabiduría de
Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los
siglos para nuestra gloria, 8la que ninguno de los príncipes de
este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado
al Señor de gloria. 9Antes bien, como está escrito:
Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,
Ni han subido en corazón de hombre,
Son las que Dios ha preparado para los que le
aman.b
10Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu;
porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. 11Porque
¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre
que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu
de Dios. 12Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo,
sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha
concedido, 13lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas
por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo
espiritual a lo espiritual.
14Pero el hombre natural no percibe
las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las
puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. 15En
cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie.
16Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá?c
Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.[1]
1
Reyes 15.1-32
Reinado de Abiam
(2 Cr. 13.1–22)
15
1En el año dieciocho del rey
Jeroboam hijo de Nabat, Abiam comenzó a reinar sobre Judá, 2y
reinó tres años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Maaca, hija de
Abisalom. 3Y anduvo en todos los pecados que su padre había
cometido antes de él; y no fue su corazón perfecto con Jehová su Dios, como el
corazón de David su padre. 4Mas por amor a David, Jehová su Dios
le dio lámpara en Jerusalén,a levantando a su hijo después
de él, y sosteniendo a Jerusalén; 5por cuanto David había hecho lo
recto ante los ojos de Jehová, y de ninguna cosa que le mandase se había
apartado en todos los días de su vida, salvo en lo tocante a Urías heteo.b
6Y hubo guerra entre Roboam, y Jeroboam todos los días de su vida.c
7Los demás hechos de Abiam, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en el
libro de las crónicas de los reyes de Judá? Y hubo guerra entre Abiam y
Jeroboam. 8Y durmió Abiam con sus padres, y lo sepultaron en la
ciudad de David; y reinó Asa su hijo en su lugar.
Reinado de Asa
(2 Cr. 14.1–5; 15.16–19)
9En el año veinte de Jeroboam rey
de Israel, Asa comenzó a reinar sobre Judá. 10Y reinó cuarenta y
un años en Jerusalén; el nombre de su madre fue Maaca, hija de Abisalom.
11Asa hizo lo recto ante los ojos de Jehová, como David su padre.
12Porque quitó del país a los sodomitas, y quitó todos los ídolos que
sus padres habían hecho.d 13También privó
a su madre Maaca de ser reina madre, porque había hecho un ídolo de Asera.
Además deshizo Asa el ídolo de su madre, y lo quemó junto al torrente de
Cedrón. 14Sin embargo, los lugares altos no se quitaron. Con todo,
el corazón de Asa fue perfecto para con Jehová toda su vida. 15También
metió en la casa de Jehová lo que su padre había dedicado, y lo que él dedicó:
oro, plata y alhajas.
Alianza de Asa con Ben-adad
(2 Cr. 16.1–10)
16Hubo guerra entre Asa y Baasa rey
de Israel, todo el tiempo de ambos. 17Y subió Baasa rey de Israel
contra Judá, y edificó a Ramá, para no dejar a ninguno salir ni entrar a Asa
rey de Judá. 18Entonces tomando Asa toda la plata y el oro que
había quedado en los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa
real, los entregó a sus siervos, y los envió el rey Asa a Ben-adad hijo de
Tabrimón, hijo de Hezión, rey de Siria, el cual residía en Damasco, diciendo:
19Haya alianza entre nosotros, como entre mi padre y el tuyo. He aquí yo
te envío un presente de plata y de oro; ve, y rompe tu pacto con Baasa rey de
Israel, para que se aparte de mí. 20Y Ben-adad consintió con el
rey Asa, y envió los príncipes de los ejércitos que tenía contra las ciudades
de Israel, y conquistó Ijón, Dan, Abel-bet-maaca, y toda Cineret, con toda la
tierra de Neftalí. 21Oyendo esto Baasa, dejó de edificar a Ramá, y
se quedó en Tirsa. 22Entonces el rey Asa convocó a todo Judá, sin
exceptuar a ninguno; y quitaron de Ramá la piedra y la madera con que Baasa edificaba,
y edificó el rey Asa con ello a Geba de Benjamín, y a Mizpa.
Muerte de Asa
(2 Cr. 16.11–14)
23Los demás hechos de Asa, y todo
su poderío, y todo lo que hizo, y las ciudades que edificó, ¿no está todo
escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? Mas en los días de su
vejez enfermó de los pies. 24Y durmió Asa con sus padres, y fue
sepultado con ellos en la ciudad de David su padre; y reinó en su lugar Josafat
su hijo.
Reinado de Nadab
25Nadab hijo de Jeroboam comenzó a
reinar sobre Israel en el segundo año de Asa rey de Judá; y reinó sobre Israel
dos años. 26E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, andando en el
camino de su padre, y en los pecados con que hizo pecar a Israel.
27Y Baasa hijo de Ahías, el cual
era de la casa de Isacar, conspiró contra él, y lo hirió Baasa en Gibetón, que
era de los filisteos; porque Nadab y todo Israel tenían sitiado a Gibetón.
28Lo mató, pues, Baasa en el tercer año de Asa rey de Judá, y reinó en
lugar suyo. 29Y cuando él vino al reino, mató a toda la casa de
Jeroboam, sin dejar alma viviente de los de Jeroboam, hasta raerla, conforme a
la palabra que Jehová habló por su siervo Ahías silonita;e 30por
los pecados que Jeroboam había cometido, y con los cuales hizo pecar a Israel;
y por su provocación con que provocó a enojo a Jehová Dios de Israel.
31Los demás hechos de Nadab, y todo
lo que hizo, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de
Israel? 32Y hubo guerra entre Asa y Baasa rey de Israel, todo el
tiempo de ambos.[2]
Joel 2.12-32
La misericordia de Jehová
12Por eso pues, ahora, dice Jehová,
convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. 13Rasgad
vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios;
porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en
misericordia, y que se duele del castigo. 14¿Quién sabe si volverá
y se arrepentirá y dejará bendición tras de él, esto es, ofrenda y libación
para Jehová vuestro Dios?
15Tocad trompeta en Sion, proclamad
ayuno, convocad asamblea. 16Reunid al pueblo, santificad la
reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños y a los que maman, salga
de su cámara el novio, y de su tálamo la novia. 17Entre la entrada
y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehová, y digan: Perdona, oh
Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad, para que las
naciones se enseñoreen de ella. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: Dónde
está su Dios?
18Y Jehová, solícito por su tierra,
perdonará a su pueblo. 19Responderá Jehová, y dirá a su pueblo: He
aquí yo os envío pan, mosto y aceite, y seréis saciados de ellos; y nunca más
os pondré en oprobio entre las naciones. 20Y haré alejar de
vosotros al del norte, y lo echaré en tierra seca y desierta; su faz será hacia
el mar oriental, y su fin al mar occidental; y exhalará su hedor, y subirá su
pudrición, porque hizo grandes cosas.
21Tierra, no temas; alégrate y
gózate, porque Jehová hará grandes cosas. 22Animales del campo, no
temáis; porque los pastos del desierto reverdecerán, porque los árboles
llevarán su fruto, la higuera y la vid darán sus frutos. 23Vosotros
también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha
dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia
temprana y tardía como al principio. 24Las eras se llenarán de
trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite. 25Y os restituiré
los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran
ejército que envié contra vosotros.
26Comeréis hasta saciaros, y
alabaréis el nombre de Jehová vuestro Dios, el cual hizo maravillas con
vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado. 27Y conoceréis
que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Jehová vuestro Dios, y no hay
otro; y mi pueblo nunca jamás será avergonzado.
Derramamiento del Espíritu de Dios
28Y después de esto derramaré mi
Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas;
vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. 29Y
también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos
días.
30Y daré prodigios en el cielo y en
la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo. 31El sol se convertirá
en tinieblas, y la luna en sangre,d antes que
venga el día grande y espantoso de Jehová. 32Y todo aquel que
invocare el nombre de Jehová será salvo;e,f
porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho
Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado.[3]
a a 2.3: Hch. 18.9.
b b 2.9: Is. 64.4.
c c 2.16: Is. 40.13.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (1 Co 1.31-2.16). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 15.4: 1 R. 11.36.
b b 15.5: 2 S. 11.1–27.
c c 15.6: 2 Cr. 13.3–21.
d d 15.12: 2 Cr. 15.8–15.
e e 15.29: 1 R. 14.10.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (1 Re 14.31-15.32). Miami: Sociedades
Bı́blicas Unidas.
d
d 2.31: Mt. 24.29; Mr.
13.24–25; Lc. 21.25; Ap. 6.12–13.
e e 2.28–32: Hch. 2.17–21.
f f 2.32: Ro. 10.13.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Jl 2.11-32). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Julio
14 1 Co 2 / 1 R 15.1-32
/ Jo 2.12-32
1
Corintios 2
Proclamando a Cristo crucificado
2
1Así que, hermanos, cuando fui a vosotros
para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de
sabiduría. 2Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna
sino a Jesucristo, y a éste crucificado. 3Y estuve entre vosotros
con debilidad, y mucho temor y temblor;a 4y
ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana
sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, 5para
que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder
de Dios.
La revelación por el Espíritu de Dios
6Sin embargo, hablamos sabiduría
entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los
príncipes de este siglo, que perecen. 7Mas hablamos sabiduría de
Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los
siglos para nuestra gloria, 8la que ninguno de los príncipes de
este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado
al Señor de gloria. 9Antes bien, como está escrito:
Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,
Ni han subido en corazón de hombre,
Son las que Dios ha preparado para los que le
aman.b
10Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu;
porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. 11Porque
¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre
que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu
de Dios. 12Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo,
sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha
concedido, 13lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas
por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo
espiritual a lo espiritual.
14Pero el hombre natural no percibe
las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las
puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. 15En
cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie.
16Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá?c
Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.[1]
1
Reyes 15.1-32
Reinado de Abiam
(2 Cr. 13.1–22)
15
1En el año dieciocho del rey
Jeroboam hijo de Nabat, Abiam comenzó a reinar sobre Judá, 2y
reinó tres años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Maaca, hija de
Abisalom. 3Y anduvo en todos los pecados que su padre había
cometido antes de él; y no fue su corazón perfecto con Jehová su Dios, como el
corazón de David su padre. 4Mas por amor a David, Jehová su Dios
le dio lámpara en Jerusalén,a levantando a su hijo después
de él, y sosteniendo a Jerusalén; 5por cuanto David había hecho lo
recto ante los ojos de Jehová, y de ninguna cosa que le mandase se había
apartado en todos los días de su vida, salvo en lo tocante a Urías heteo.b
6Y hubo guerra entre Roboam, y Jeroboam todos los días de su vida.c
7Los demás hechos de Abiam, y todo lo que hizo, ¿no está escrito en el
libro de las crónicas de los reyes de Judá? Y hubo guerra entre Abiam y
Jeroboam. 8Y durmió Abiam con sus padres, y lo sepultaron en la
ciudad de David; y reinó Asa su hijo en su lugar.
Reinado de Asa
(2 Cr. 14.1–5; 15.16–19)
9En el año veinte de Jeroboam rey
de Israel, Asa comenzó a reinar sobre Judá. 10Y reinó cuarenta y
un años en Jerusalén; el nombre de su madre fue Maaca, hija de Abisalom.
11Asa hizo lo recto ante los ojos de Jehová, como David su padre.
12Porque quitó del país a los sodomitas, y quitó todos los ídolos que
sus padres habían hecho.d 13También privó
a su madre Maaca de ser reina madre, porque había hecho un ídolo de Asera.
Además deshizo Asa el ídolo de su madre, y lo quemó junto al torrente de
Cedrón. 14Sin embargo, los lugares altos no se quitaron. Con todo,
el corazón de Asa fue perfecto para con Jehová toda su vida. 15También
metió en la casa de Jehová lo que su padre había dedicado, y lo que él dedicó:
oro, plata y alhajas.
Alianza de Asa con Ben-adad
(2 Cr. 16.1–10)
16Hubo guerra entre Asa y Baasa rey
de Israel, todo el tiempo de ambos. 17Y subió Baasa rey de Israel
contra Judá, y edificó a Ramá, para no dejar a ninguno salir ni entrar a Asa
rey de Judá. 18Entonces tomando Asa toda la plata y el oro que
había quedado en los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa
real, los entregó a sus siervos, y los envió el rey Asa a Ben-adad hijo de
Tabrimón, hijo de Hezión, rey de Siria, el cual residía en Damasco, diciendo:
19Haya alianza entre nosotros, como entre mi padre y el tuyo. He aquí yo
te envío un presente de plata y de oro; ve, y rompe tu pacto con Baasa rey de
Israel, para que se aparte de mí. 20Y Ben-adad consintió con el
rey Asa, y envió los príncipes de los ejércitos que tenía contra las ciudades
de Israel, y conquistó Ijón, Dan, Abel-bet-maaca, y toda Cineret, con toda la
tierra de Neftalí. 21Oyendo esto Baasa, dejó de edificar a Ramá, y
se quedó en Tirsa. 22Entonces el rey Asa convocó a todo Judá, sin
exceptuar a ninguno; y quitaron de Ramá la piedra y la madera con que Baasa edificaba,
y edificó el rey Asa con ello a Geba de Benjamín, y a Mizpa.
Muerte de Asa
(2 Cr. 16.11–14)
23Los demás hechos de Asa, y todo
su poderío, y todo lo que hizo, y las ciudades que edificó, ¿no está todo
escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? Mas en los días de su
vejez enfermó de los pies. 24Y durmió Asa con sus padres, y fue
sepultado con ellos en la ciudad de David su padre; y reinó en su lugar Josafat
su hijo.
Reinado de Nadab
25Nadab hijo de Jeroboam comenzó a
reinar sobre Israel en el segundo año de Asa rey de Judá; y reinó sobre Israel
dos años. 26E hizo lo malo ante los ojos de Jehová, andando en el
camino de su padre, y en los pecados con que hizo pecar a Israel.
27Y Baasa hijo de Ahías, el cual
era de la casa de Isacar, conspiró contra él, y lo hirió Baasa en Gibetón, que
era de los filisteos; porque Nadab y todo Israel tenían sitiado a Gibetón.
28Lo mató, pues, Baasa en el tercer año de Asa rey de Judá, y reinó en
lugar suyo. 29Y cuando él vino al reino, mató a toda la casa de
Jeroboam, sin dejar alma viviente de los de Jeroboam, hasta raerla, conforme a
la palabra que Jehová habló por su siervo Ahías silonita;e 30por
los pecados que Jeroboam había cometido, y con los cuales hizo pecar a Israel;
y por su provocación con que provocó a enojo a Jehová Dios de Israel.
31Los demás hechos de Nadab, y todo
lo que hizo, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de
Israel? 32Y hubo guerra entre Asa y Baasa rey de Israel, todo el
tiempo de ambos.[2]
Joel 2.12-32
La misericordia de Jehová
12Por eso pues, ahora, dice Jehová,
convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. 13Rasgad
vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios;
porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en
misericordia, y que se duele del castigo. 14¿Quién sabe si volverá
y se arrepentirá y dejará bendición tras de él, esto es, ofrenda y libación
para Jehová vuestro Dios?
15Tocad trompeta en Sion, proclamad
ayuno, convocad asamblea. 16Reunid al pueblo, santificad la
reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños y a los que maman, salga
de su cámara el novio, y de su tálamo la novia. 17Entre la entrada
y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehová, y digan: Perdona, oh
Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad, para que las
naciones se enseñoreen de ella. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: Dónde
está su Dios?
18Y Jehová, solícito por su tierra,
perdonará a su pueblo. 19Responderá Jehová, y dirá a su pueblo: He
aquí yo os envío pan, mosto y aceite, y seréis saciados de ellos; y nunca más
os pondré en oprobio entre las naciones. 20Y haré alejar de
vosotros al del norte, y lo echaré en tierra seca y desierta; su faz será hacia
el mar oriental, y su fin al mar occidental; y exhalará su hedor, y subirá su
pudrición, porque hizo grandes cosas.
21Tierra, no temas; alégrate y
gózate, porque Jehová hará grandes cosas. 22Animales del campo, no
temáis; porque los pastos del desierto reverdecerán, porque los árboles
llevarán su fruto, la higuera y la vid darán sus frutos. 23Vosotros
también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha
dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia
temprana y tardía como al principio. 24Las eras se llenarán de
trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite. 25Y os restituiré
los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran
ejército que envié contra vosotros.
26Comeréis hasta saciaros, y
alabaréis el nombre de Jehová vuestro Dios, el cual hizo maravillas con
vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado. 27Y conoceréis
que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Jehová vuestro Dios, y no hay
otro; y mi pueblo nunca jamás será avergonzado.
Derramamiento del Espíritu de Dios
28Y después de esto derramaré mi
Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas;
vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. 29Y
también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos
días.
30Y daré prodigios en el cielo y en
la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo. 31El sol se convertirá
en tinieblas, y la luna en sangre,d antes que
venga el día grande y espantoso de Jehová. 32Y todo aquel que
invocare el nombre de Jehová será salvo;e,f
porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho
Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado.[3]
a a 2.3: Hch. 18.9.
b b 2.9: Is. 64.4.
c c 2.16: Is. 40.13.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (1 Co 1.31-2.16). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 15.4: 1 R. 11.36.
b b 15.5: 2 S. 11.1–27.
c c 15.6: 2 Cr. 13.3–21.
d d 15.12: 2 Cr. 15.8–15.
e e 15.29: 1 R. 14.10.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (1 Re 14.31-15.32). Miami: Sociedades
Bı́blicas Unidas.
d
d 2.31: Mt. 24.29; Mr.
13.24–25; Lc. 21.25; Ap. 6.12–13.
e e 2.28–32: Hch. 2.17–21.
f f 2.32: Ro. 10.13.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Jl 2.11-32). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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