12 de Enero
¡El Padrenuestro!
Por Riqui Ricón*
Y les dijo: Cuando oréis,
decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga
tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos
nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben.
Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal (Luc
11.2-4).
Los discípulos, como millones de
personas en la actualidad, deseaban tener una relación tan personal con Dios
como la que ellos veían que el mismo Jesús tenía; así que le piden que les
enseñe a orar, es decir, que les enseñe a platicar con Dios.
El Señor Jesús nos da aquí la
enseñanza fundamental para aprender de dónde parte, necesariamente, cualquier
posible relación con Dios a través de Jesucristo. Y esto es que, ¡Dios te mira,
te considera y te llama Su propio Hijo(a)!
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos
llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos!
Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por
qué lo somos (1 Jn 3.1
BAD).
Si Dios te mira, te considera y
te llama Su propio Hijo(a), entonces tú debes aceptarlo y creerlo, sin importar
la condición en que te encuentres.
Dado que no es lo que tú hayas
hecho o estés haciendo, ni cómo te sientas o te veas a ti mismo(a) lo que define
tu relación con Dios, sino lo que Él dice en Su Palabra que ahora es esa
relación, gracias a Jesús, todo intento de comunión con Dios en el que te
sientas culpable o indigno(a) en lugar de Hijo(a) amado(a), será siempre un
vano intento por ser superficial y contrario a la Palabra de Dios.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida
eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino
para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Recuerda siempre que Dios te ama
tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, antes que perderte a ti.
Ahora bien, es curioso notar
como, en la época de Jesús, las palabras que uno decía tenían un peso y
significado real y no figurativo. En aquel entonces decir que Dios era tu padre
significaba literalmente eso, que el Dios todopoderoso era tu padre y, por lo
tanto, tú tienes su misma naturaleza. La Biblia nos enseña que esa fue la razón
principal por la cual crucificaron a Jesús.
Por
esto los judíos aún más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día
de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose
igual a Dios (Jn 5.18).
Entonces los judíos volvieron
a tomar piedras para apedrearle. Jesús les respondió: Muchas
buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis?
Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos,
sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios. Jesús
les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? Si
llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios(y la Escritura no
puede ser quebrantada), ¿al que el Padre santificó y envió al
mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque
dije: Hijo de Dios soy? (Jn
10.31-36).
Pienso que a los judíos no les
molestaba tanto que sanara a los enfermos en sábado, pues, en honor a la
Verdad, ellos no eran del todo respetuosos de esa norma. Lo que realmente les
enfurecía era que Jesús se refiriera a Dios como su propio Padre y que, desde
luego, Jesús realmente lo creyera.
Como decía, es curioso que ahora
las palabras sean casi figurativas. Parece que hoy en día, decirse hijo de Dios
sólo significa estar vivo o ser parte del género humano. Sin embargo, la Biblia, que es la Palabra de Honor de Dios,
nos enseña que los Hijos de Dios son aquellos que han creído y recibido a
Jesucristo como Señor y Salvador de sus vidas; son aquellos que, a través de
este acto de fe, han sido regenerados por el mismo poder que levanto a Jesús de
entre los muertos; aquellos que, por la Sangre de Jesús, tienen pleno derecho a
una nueva vida, pero ahora, no más como criaturas, sino como Hijos de Dios Nacidos
de Nuevo.
Esto es lo que realmente
significa el Padrenuestro. Esta es la más asombrosa y valiosa de las enseñanzas
de Jesús, que eres un(a) Hijo(a) de Dios; que eres amado(a) del Padre y, por lo
tanto, te puedes acercar a Él con plena certeza y confianza, pues la relación
que tú y Él tienen, es una relación de Padre e Hijo(a).
Y yo os digo: Pedid, y se os
dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo
aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o
si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le
pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo
malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a
los que se lo pidan? (Luc 11.9-13).
¡Cuánto te
ama Dios! ¡Eres un(a) Hijo(a) legitimo(a) del Rey de reyes y Señor de señores!
¡Nunca más estarás solo(a)! ¡Ahora tienes un Padre que te cuida!
Oremos en
voz audible:
¡Abba,
Padre! Amado Dios, hoy puedo, con plena certeza y absoluta confianza, llamarte
Padre mío. Gracias, Señor, por tanto y tan grande amor, que yo, estando muerto(a)
en delitos y pecados, me diste vida juntamente con Cristo Jesús. ¡Por Gracia
soy salvo(a)! Señor Jesús, Tu Sangre preciosa fue derramada en esa cruz para
que yo fuese justificado(a); Tu resurrección me abrió el camino a la Vida Eterna
para que yo fuese adoptado(a) Hijo(a) de Dios, según el puro afecto de Su
Voluntad. ¡Mil gracias, Señor Jesús! ¡Soy heredero(a) de Dios y coheredero(a) con
Cristo! He sido predestinado(a) para ser hecho(a) conforme a Tu imagen, mi
Señor Jesucristo, para que ahora Tú seas mi hermano mayor. Gracias, muchas
gracias Señor. Por esto, por tu Amor por mí, creo y declaro que yo,
____________ (tu nombre aquí), ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy
Hijo(a) de Dios! ¡Soy feliz! ¡Gracias Padre! Bendigo Tu Nombre y declaro que lo
mejor de mi vida ya comenzó. ¡En TODAS las cosas soy más que vencedor(a)! ¡Todo
lo puedo en Cristo! ¡Mayor es el que está en mí, que el que está en el mundo! Y
aunque
ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque Tú estarás
conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí
en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está
rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de
mi vida, Y en Tu casa Señor, en Tu Presencia, moraré por largos días. En el
nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2012
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Enero
12 Luc 11.1-28
/
Gen 19 / Sal 12
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