Miércoles 18 de
Julio de 2012.
¡Soy Hijo(a) del Rey!
Por Riqui Ricón*
Y él se fue por el desierto un
día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo:
Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres (1 R 19.4).
No obstante las grandes victorias
que hemos experimentado en nuestra vida con el Señor Jesús, es realmente curioso
como muchas veces, al igual que Elías, nos dejamos atrapar por el desánimo y la
depresión. ¿A qué se debe esto? Primero, no debes olvidar que la Biblia, la
Palabra de Dios, te enseña claramente que tú te encuentras en plena guerra.
Sed sobrios y velad para que no os sorprendan los ataques de
ese gran enemigo vuestro que es el diablo, el cual, como un león rugiente, anda
dando vueltas en busca de alguien a quien devorar (1 P 5.8 CST).
Pelea la buena batalla de la fe; haz tuya la vida eterna, a la que fuiste llamado y por la cual hiciste
aquella admirable declaración de fe delante de muchos testigos (1 Ti 6.12 NVI).
"Cuando el ladrón llega, se dedica a robar, matar y
destruir. Yo he venido para que todos ustedes tengan vida, y para que la vivan
plenamente
(Jn 10.10 BLS).
Así que, el problema radica
sencillamente en que, si tienes poca fe o una fe débil, cuando vienen nuevos o
mayores problemas te olvidas de mantener tu mirada, y tu fe, fijas en Jesús y
en Su Palabra. Esto le dará oportunidad a tu adversario, el diablo, para amedrentarte
con las apariencias de las
dificultades que estés enfrentando.
Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo
vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas
para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento,
tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo
la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Y cuando ellos subieron en la
barca, se calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo:
Verdaderamente eres Hijo de
Dios (Mat 14.28-33).
Nota que Pedro ya caminaba sobre las aguas para
ir a Jesús. Él había confiado, creído, en la Palabra de Jesús cuando éste le
dijo “ven” y por eso comenzó a
experimentar la misma Verdad que su Señor y Maestro. PERO, cuando puso su
atención en las circunstancias, entonces permitió que el espíritu de temor le
robara la fe que manifestó al decir: Señor, si eres tú, manda que yo
vaya a ti sobre las aguas. Jesús sólo dijo, ven y Pedro creyó. Sin embargo, al parecer esto, su
declaración, no fue suficiente, pues al quitar sus ojos de Jesús comenzó a
hundirse.
Pero sin fe es imposible
agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le
hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
Al igual que antaño, hoy en día muchos
creyentes están demasiado acostumbrados a conducir sus vidas por medio de lo
que ven o sienten en lugar de hacerlo por fe. De este modo, cuando se presentan
los problemas y vicisitudes de la vida se ven abrumados por la preocupación y
el temor a tal grado que, efectivamente, pueden darle lugar al desánimo y a la
depresión.
Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes
del Señor (porque por fe andamos, no por
vista); pero confiamos, y más
quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. Por tanto procuramos también,
o ausentes o presentes, serle agradables (2 Co
5.6-9).
Me llama la atención que en ese
episodio de la vida de Elías, Dios no lo consintió ni apapachó por sentirse
como se sentía, sino que lo fortaleció en su espíritu (fue un ángel quien le
tocó y le alimentó), y le dijo: anda, levántate y vuélvete por tu camino para
hacer esto, esto y esto otro.
Satanás siempre tratará, por
todos los medios que tenga a su alcance, de anular tu fe. Se valdrá de tus
sentidos y emociones para inspirarte temor por medio de las circunstancias que
te rodeen y luego utilizará la condenación por causa de tus faltas y pecados
con el propósito exclusivo de que caigas en el error de olvidarte quien ahora
tú eres en Cristo Jesús: ¡un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!
¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los
idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los
avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya
habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados
en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios (1 Co
6.9-11).
Si te das cuenta, tu confianza,
tu certeza, tu fe debes ponerla en lo que Dios ha dicho en Su Palabra acerca de
ti y no en la forma cómo te ves a ti mismo(a), ni en la forma cómo te sientes
contigo mismo(a).
porque en vosotros se ha operado un nuevo nacimiento, que ya
no es debido a una simiente corruptible, sino a la incorruptible y permanente
palabra de Dios
(1 P 1.23 CST).
Entonces, de acuerdo a la Biblia,
que es la Palabra de Dios y no miente, tú eres ya un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a)
de Nuevo, y no de una simiente corruptible sino de la incorruptible simiente
que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
Esto no quiere decir que, como
Hijo de Dios, puedes pecar y olvidarte de la santidad (sin la cual NADIE vera a
Dios). ¡No! ¡Nada de eso! Es todo lo contrario, pues ahora sabes quién tú eres y
lo que Dios dice acerca de ti. ¡Tienes identidad! Ahora crees, hablas y actuas
para manifestar esa justicia, santidad y perfección que Él ya puso en ti al
decretarlo con Su Palabra.
Por esto, como Hijo(a) del Rey,
ya no tratas de alcanzar algo que no tienes (como el diablo pretende que creas),
sino que ahora crees que tienes lo que Dios dice en Su Palabra que eres: justo(a),
santo(a) y perfecto(a). Si Dios lo dice, entonces, es la verdad y por lo tanto
puedes vivir como justo(a), santo(a) y perfecto(a).
En cuanto a la pasada manera
de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a
los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.22-24).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en Tu
Palabra puedo notar el gran Amor con que me has amado, pues aún estando yo
muerto(a) en delitos y pecados me diste vida juntamente con Cristo. Gracias
Señor por esta Vida Nueva que me has dado. Me creaste de Nuevo en justicia y
santidad de la verdad. Creo y recibo este gran Amor. Creo y recibo a Jesús como
mi Señor y Salvador. En Ti, Jesús, tengo vida eterna, vida abundante. Me
determino, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a no dejar que las aflicciones del
mundo me infundan temor pues yo no he recibido el espíritu de esclavitud para
estar otra vez en temor sino que he recibido el espíritu de adopción y te puedo
decir a Ti, Dios, Abba, Padre. ¡Soy Hija(o) del Rey! Nada ni nadie me pueden
derrotar pues en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que
me amó, Cristo Jesús. Padre,
cómo no agradecerte Tu Amor tan grande y sublime, pues me has escogido,
redimido y renovado como Hija(o) Tuya(o). Tengo Tu Palabra de Honor y sé que he
llegado a mi destino. Ahora estoy más que dispuesta(o) a utilizar la fe
perfecta que ya tengo por Tu Palabra, para cumplir mi propósito en esta tierra:
ser luz en medio de las tinieblas como embajador de Jesucristo dondequiera que
esté y como quiera que esté, pues no tengo la más mínima duda que, ante todo
problema, enfermedad o adversidad, yo, ______________ (tu nombre aquí), soy más
que vencedor(a) por medio de Aquel que me ha amado, Cristo Jesús. No recibo el
espíritu de temor, ni la duda que genera, sino que recibo el espíritu de
adopción por el cual te puedo decir Abba, Padre, Papá, Papito. Por Tu Palabra,
la Biblia, estoy segura(o) de quién ahora yo soy gracias a Jesús: un(a) Hija(o)
de Dios Nacida(o) de Nuevo. Y soy Nacida(o) de Nuevo, no de una simiente
corruptible, sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que
vive y permanece para siempre. Recibo Tu paz que sobrepasa todo entendimiento y
me lleno con Tu Amor para vivir esa vida, llena de gozo, que has destinado para
mí. Por lo tanto, voy a manifestar, con mi vida, la libertad gloriosa que sólo YO
Tu Hija(o) puedo tener. ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! ¡Soy próspera(o)! ¡Soy un(a)
Hija del Rey! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Julio 18 1 Co 6 / 1 R 19 / Am 3.1-4.3
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