lunes, 23 de julio de 2012

¿Por qué es tan importante Tu Identidad?


Miércoles 18 de Julio de 2012.
¡Soy Hijo(a) del Rey!
Por Riqui Ricón*
Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres (1 R 19.4).
No obstante las grandes victorias que hemos experimentado en nuestra vida con el Señor Jesús, es realmente curioso como muchas veces, al igual que Elías, nos dejamos atrapar por el desánimo y la depresión. ¿A qué se debe esto? Primero, no debes olvidar que la Biblia, la Palabra de Dios, te enseña claramente que tú te encuentras en plena guerra.
Sed sobrios y velad para que no os sorprendan los ataques de ese gran enemigo vuestro que es el diablo, el cual, como un león rugiente, anda dando vueltas en busca de alguien a quien devorar (1 P 5.8 CST).
Pelea la buena batalla de la fe;  haz tuya la vida eterna,  a la que fuiste llamado y por la cual hiciste aquella admirable declaración de fe delante de muchos testigos (1 Ti 6.12 NVI).
"Cuando el ladrón llega, se dedica a robar, matar y destruir. Yo he venido para que todos ustedes tengan vida, y para que la vivan plenamente (Jn 10.10 BLS).
Así que, el problema radica sencillamente en que, si tienes poca fe o una fe débil, cuando vienen nuevos o mayores problemas te olvidas de mantener tu mirada, y tu fe, fijas en Jesús y en Su Palabra. Esto le dará oportunidad a tu adversario, el diablo, para amedrentarte con las apariencias de las dificultades que estés enfrentando.
Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios (Mat 14.28-33).
Nota que Pedro ya caminaba sobre las aguas para ir a Jesús. Él había confiado, creído, en la Palabra de Jesús cuando éste le dijo “ven” y por eso comenzó a experimentar la misma Verdad que su Señor y Maestro. PERO, cuando puso su atención en las circunstancias, entonces permitió que el espíritu de temor le robara la fe que manifestó al decir: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Jesús sólo dijo, ven y Pedro creyó. Sin embargo, al parecer esto, su declaración, no fue suficiente, pues al quitar sus ojos de Jesús comenzó a hundirse.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
Al igual que antaño, hoy en día muchos creyentes están demasiado acostumbrados a conducir sus vidas por medio de lo que ven o sienten en lugar de hacerlo por fe. De este modo, cuando se presentan los problemas y vicisitudes de la vida se ven abrumados por la preocupación y el temor a tal grado que, efectivamente, pueden darle lugar al desánimo y a la depresión.
Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables (2 Co 5.6-9).
Me llama la atención que en ese episodio de la vida de Elías, Dios no lo consintió ni apapachó por sentirse como se sentía, sino que lo fortaleció en su espíritu (fue un ángel quien le tocó y le alimentó), y le dijo: anda, levántate y vuélvete por tu camino para hacer esto, esto y esto otro.
Satanás siempre tratará, por todos los medios que tenga a su alcance, de anular tu fe. Se valdrá de tus sentidos y emociones para inspirarte temor por medio de las circunstancias que te rodeen y luego utilizará la condenación por causa de tus faltas y pecados con el propósito exclusivo de que caigas en el error de olvidarte quien ahora tú eres en Cristo Jesús: ¡un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!
¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios (1 Co 6.9-11).
Si te das cuenta, tu confianza, tu certeza, tu fe debes ponerla en lo que Dios ha dicho en Su Palabra acerca de ti y no en la forma cómo te ves a ti mismo(a), ni en la forma cómo te sientes contigo mismo(a).
porque en vosotros se ha operado un nuevo nacimiento, que ya no es debido a una simiente corruptible, sino a la incorruptible y permanente palabra de Dios (1 P 1.23 CST).
Entonces, de acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, tú eres ya un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, y no de una simiente corruptible sino de la incorruptible simiente que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
Esto no quiere decir que, como Hijo de Dios, puedes pecar y olvidarte de la santidad (sin la cual NADIE vera a Dios). ¡No! ¡Nada de eso! Es todo lo contrario, pues ahora sabes quién tú eres y lo que Dios dice acerca de ti. ¡Tienes identidad! Ahora crees, hablas y actuas para manifestar esa justicia, santidad y perfección que Él ya puso en ti al decretarlo con Su Palabra.
Por esto, como Hijo(a) del Rey, ya no tratas de alcanzar algo que no tienes (como el diablo pretende que creas), sino que ahora crees que tienes lo que Dios dice en Su Palabra que eres: justo(a), santo(a) y perfecto(a). Si Dios lo dice, entonces, es la verdad y por lo tanto puedes vivir como justo(a), santo(a) y perfecto(a).
En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.22-24).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en Tu Palabra puedo notar el gran Amor con que me has amado, pues aún estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste vida juntamente con Cristo. Gracias Señor por esta Vida Nueva que me has dado. Me creaste de Nuevo en justicia y santidad de la verdad. Creo y recibo este gran Amor. Creo y recibo a Jesús como mi Señor y Salvador. En Ti, Jesús, tengo vida eterna, vida abundante. Me determino, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a no dejar que las aflicciones del mundo me infundan temor pues yo no he recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor sino que he recibido el espíritu de adopción y te puedo decir a Ti, Dios, Abba, Padre. ¡Soy Hija(o) del Rey! Nada ni nadie me pueden derrotar pues en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús. Padre, cómo no agradecerte Tu Amor tan grande y sublime, pues me has escogido, redimido y renovado como Hija(o) Tuya(o). Tengo Tu Palabra de Honor y sé que he llegado a mi destino. Ahora estoy más que dispuesta(o) a utilizar la fe perfecta que ya tengo por Tu Palabra, para cumplir mi propósito en esta tierra: ser luz en medio de las tinieblas como embajador de Jesucristo dondequiera que esté y como quiera que esté, pues no tengo la más mínima duda que, ante todo problema, enfermedad o adversidad, yo, ______________ (tu nombre aquí), soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ha amado, Cristo Jesús. No recibo el espíritu de temor, ni la duda que genera, sino que recibo el espíritu de adopción por el cual te puedo decir Abba, Padre, Papá, Papito. Por Tu Palabra, la Biblia, estoy segura(o) de quién ahora yo soy gracias a Jesús: un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo. Y soy Nacida(o) de Nuevo, no de una simiente corruptible, sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Recibo Tu paz que sobrepasa todo entendimiento y me lleno con Tu Amor para vivir esa vida, llena de gozo, que has destinado para mí. Por lo tanto, voy a manifestar, con mi vida, la libertad gloriosa que sólo YO Tu Hija(o) puedo tener. ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! ¡Soy próspera(o)! ¡Soy un(a) Hija del Rey! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Julio           18                        1 Co 6  /  1 R 19  /  Am 3.1-4.3



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