Sábado 21 de
Julio de 2012.
¡Sólo con Amor!
Por Riqui Ricón*
En cuanto a lo sacrificado a
los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece,
pero el amor edifica (1 Co 8.1).
Es por Amor que Dios prefirió
entregar a Su propio Hijo, Jesús, para así pagar todos tus pecados y no perderte,
sino ganarte por toda la eternidad haciendo de ti un Hijo(a) Suyo(a),al igual
que Jesucristo.
Mirad cuál amor nos ha dado el
Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos
conoce, porque no le conoció a él (1 Jn 3.1).
Es el Amor de Dios el que cubre
TODAS las faltas (Pro 10.12). Es el Amor de Dios el que te edifica como nueva
creatura para que conozcas, mediante el Espíritu Santo, que ahora eres un(a)
Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo y no de simiente corruptible, sino
incorruptible por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P
1.23).
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son
hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en
temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos:
¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos
de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y
coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que
juntamente con él seamos glorificados (Ro 8.14-17).
¿Y en qué hemos de padecer si
somos Hijos del Rey del Universo? ¿Quién o qué nos puede hacer daño si Dios es
nuestro propio Padre? ¿Qué problema, enfermedad o tribulación nos podría robar
el gozo de ser Hijos de Dios Nacidos de Nuevo, comprados a precio de la Sangre
de Jesús para ser eternos y reinar juntamente con Él?
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra
nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos
de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que
también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también
intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o
persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa
de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos
más que vencedores por medio de
aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de
que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni
potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 8.31-39).
¡Estas son las buenas nuevas del
Evangelio de Jesucristo! No existe nada ni nadie que te pueda vencer pues eres
literal y efectivamente un(a) Hijo(a) de Dios, creado de Nuevo justo, santo y
perfecto. ¡La Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, lo dice así!
Solamente que aceptes el miedo,
la incredulidad y los engaños del diablo, estos te podrían separar de la
libertad gloriosa de los Hijos de Dios, y esto, insisto, siempre y cuando, tú le
prestes oído y des crédito a sus mentiras (que no vales, que no sirves, que no
puedes, que te vas a morir, que no eres digno(a), que eres falso(a), etc.,
etc., etc.). En lugar de eso, mantente, firme, constante y persistente en creer
a la Verdad, que es la Biblia, la Palabra de Dios.
Si bien la vianda no nos hace
más aceptos ante Dios; pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no
comamos, seremos menos. Pero mirad que esta libertad
vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles. Porque si alguno te ve a ti,
que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia
de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los
ídolos? Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió. De esta manera, pues, pecando
contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. Por lo cual, si la comida le
es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi
hermano (1 Co 8.8-13).
Es precisamente la certeza de
saberte un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, amado(a) del Padre, lo que te
permite, por Amor y con Amor, padecer juntamente con Cristo a favor de los más
débiles en la fe. No necesitas demostrar a nadie quien eres pues sabes
perfectamente quien tú ahora eres y así, puedes amar a los demás con el mismo
Amor que tu Padre te da. Puedes ir donde los drogadictos, las prostitutas o los
idólatras sin juzgarles ni criticarles sino edificarles con Amor.
Y la esperanza no defrauda, sino que ayuda a superar
cualquier circunstancia adversa, sabiendo que Dios nos ha llenado con el don
del Espíritu Santo y que, por medio de él, ha derramado su amor en nuestro
corazón
(Ro 5.5).
Sin importar el problema,
enfermedad o circunstancia que estés enfrentando el día de hoy, la Verdad es
que tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y el glorioso Espíritu de
Dios te ha llenado con Su Amor para vivir en ti, y contigo, y así, sepas de una
vez por todas, que en todas las cosas eres más que vencedor(a), pues todo lo
puedes en Cristo que te fortalece.
Por esto, ten por seguro que ¡sí
puedes amar a tu prójimo como a ti mismo(a)!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, que hermosa
es la Vida Nueva que me has dado por medio de Tu Hijo. Jesús, Tú eres mi Rey,
Señor y Salvador y gracias a Ti, hoy, yo ________________ (pon tu nombre aquí),
soy también un(a) Hija(o) amada(o) de Nuestro Dios y Padre. Tengo Vida Eterna y
la puedo (y debo), vivir en plenitud y abundancia. Aunque sé que en el mundo
tendré aflicciones, me has dado Tu Palabra, la Biblia, para que en Ti yo tenga
paz, pues Tú has vencido al mundo y yo contigo. Gracias Señor, pues esta
identidad de Hija(o) me permite amar a mis semejantes como a mí mismo(a). Por
tanto, desecho el temor y la duda, me someto a Ti, Padre, a Tu Verdad y a Tu
Palabra, resisto al diablo, a sus engaños y mentiras y éste tiene que huir de
mi vida. Ahora
sé, que sé, que en todas las cosas he de salir más que vencedor(a), pues todo
lo puedo en Cristo que me fortalece. ¡Ya he vencido al mundo! Pues mayor eres
Tú, Espíritu Santo, que estás en mí, y conmigo, que el que está en el mundo.
Hoy tomo mi identidad y con toda certeza y autoridad, resisto y hecho fuera de mi vida toda enfermedad, pobreza, tristeza,
depresión, soledad, temor y angustia. Cubro todo mi ser, espíritu, alma y
cuerpo, con la Sangre de Jesús y llamo y recibo toda la salud, amor, paz y gozo
que Tú, Jesucristo, compraste para mí al morir en la cruz. ¡Soy sano(a)! ¡Soy
libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! ¡Soy un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de
Nuevo! Gracias a Ti, Señor Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Julio 21 1 Co 8 / 1 R 22 / Am 6
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