Jueves 26 de
Julio de 2012.
¡Yo lo veré y lo disfrutaré!
Por Riqui Ricón*
Dijo entonces Eliseo: Oíd
palabra de Jehová: Así dijo Jehová: Mañana a estas horas valdrá el seah de flor
de harina un siclo, y dos seahs de cebada un siclo, a la puerta de Samaria. Y un
príncipe sobre cuyo brazo el rey se apoyaba, respondió al varón de Dios, y
dijo: Si Jehová hiciese ahora ventanas en el cielo, ¿sería esto así? Y él dijo:
He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello (2 R 7.1-2).
Desde el momento que Adán y Eva
tomaron la decisión de creerle a Satanás en lugar de creerle a Dios, y hasta el
día de hoy, siempre ha habido quienes repiten el mismo error: hacen caso omiso
a la Palabra de Dios y deciden no creerle a Él sino a lo que ven con sus propios
ojos o a lo que piensan y sienten de acuerdo a la situación o a su experiencia.
¡Fatal error! Lo mismo le sucedió
al príncipe en cuyo brazo el rey se apoyaba de la historia del profeta Eliseo y
la liberación de la ciudad de Samaria.
¿Por qué sucede esto? Encuentro
dos respuestas totalmente diferentes una de la otra. Primero, tenemos a los
incrédulos, quienes por su naturaleza caída y pecaminosa, no quieren ni pueden
escuchar a Dios (Ro 8.7). A éstos Dios les ama tanto que prefirió entregar a Su
propio Hijo para pagar sus pecados antes que perderlos por toda la eternidad.
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino
para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Pero Dios, que es rico en
misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos
en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente
con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con
Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su
gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús (Efe 2.4-7).
Por otro lado están los llamados
creyentes, aquellos que han aceptado a Jesús como Señor y Salvador de sus vidas
y, por lo tanto, han Nacido de Nuevo, pero ignorantes del significado y poder
de la Biblia, la Palabra de Dios, pueden ser engañados, apartados de la Verdad,
por los problemas, las aflicciones o por el pecado que aún se manifiesta en sus
vidas.
Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento (Os 4.6a).
Jamás debes olvidar que tú eres un(a)
Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo gracias al Amor que Él te tiene y no por
alguna acción o atributo que tú hayas tenido antes.
Pero cuando se manifestó la
bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó,
no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el
Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros
abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su
gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna (Ti 3.4-7).
siendo renacidos, no de
simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y
permanece para siempre (1 P 1.23).
El Amor y sacrificio de Jesús, Su
muerte y resurrección, son tan completos y acabados, tan perfectos y poderosos
que, por la Palabra de Dios, el hombre o la mujer vieja, esa antigua naturaleza
carnal y pecaminosa, ya no existen más.
En contraposición a lo que dice
la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, el engaño del diablo (y la
ignorancia), está en CREER que aún sigues siendo esa misma persona mala y
pecadora. Como si el sacrificio de Jesús apenas haya alcanzado para pagar los
pecados de un periodo de tu vida y todo lo demás (la justificación,
santificación, perfección y nueva naturaleza), sólo se cubrió simbólicamente
con Su Sangre, quedando a tu cargo y responsabilidad el logro y cumplimiento de
semejantes objetivos.
De modo que si alguno está en
Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por
Cristo (2 Co 5.17-18a).
Permíteme aclarar que, aunque te
preguntes porqué sigues actuando o sintiéndote como un(a) pecador(a); o te
preguntes porqué sigues actuando o sintiéndote como derrotado(a) en tu andar
con Jesucristo, esa no es, ni será jamás, la Verdad.
Sin importar tu problemática o
situación actual, cualquier argumento contrario a lo que dice la Palabra de
Dios acerca de ti, tan sólo es lo que el diablo pretende hacerte sentir para
que, afectando tus emociones, lo llegues a creer. Él está tratando de ocultarte
la Verdad con todos los recursos que están a su alcance y, recuerda, que él es
el padre de la mentira.
La única Verdad es lo que Dios
dice en Su Palabra, la Biblia, acerca de ti, de quién tú ahora eres por Cristo
Jesús: Su especial tesoro; un(a) Hijo(a) tan amado(a) por Él que te ama a ti de
la misma forma en que ama a Jesús Su Hijo.
yo en ellos y tú en mí.
Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y
que los has amado a ellos tal como me has amado a mí (Jn 17.23).
Él te ha dotado, nada más y nada
menos, con Su Espíritu Santo y Su Amor, Su fe, Su Palabra, Su Espíritu y Su
Unción ahora están en ti y contigo. Amado(a), ¡No hay forma en que puedas
perder en la Vida!
Porque todo lo que es nacido
de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra
fe. ¿Quién es el que vence al
mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1 Jn
5.4-5).
Así que, no
pongas tus ojos, ni tu atención, en lo grande o difícil de tus problemas sino
en el Amor y la fidelidad de tu Padre. Él nunca te ha dejado, ni te dejará. Te
ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti y
ahora Él mismo te llama Hijo(a).
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce,
precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).
Tú verás y
disfrutarás las bendiciones del Señor porque has creído y conocido a Su Amor, a
Su Poder y a Su Palabra.
Entonces respondiendo Jesús,
les dijo: ¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de
Dios? (Mar 12.24).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy quiero
agradecerte con la fe que me has dado. Quiero agradarte declarando la Verdad:
Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, amado(a) de Dios y especial
tesoro de Él. No soy un pecador(a) ni un(a) fracasado(a) pues está establecido
claramente en la Palabra de Dios que soy Nueva creación y sin importar los
problemas, enfermedades y circunstancias de mi vida, yo, _______________ (tu
nombre aquí), en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que
me ha amado, ¡Cristo Jesús! Señor, Tú eres mi guardador y el maligno no me
toca. De todos mis pecados me arrepiento delante de Tu Presencia, amado Padre,
y te confieso mis pecados pues fiel y justo eres Tú para perdonarme y limpiarme
de toda iniquidad. Me determino a creerte y con Tu ayuda, Espíritu Santo, creo
y recibo mi identidad de Hija(o) del Rey. Soy sano(a), soy próspero(a), soy
feliz, soy libre en el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Julio
26 1 Co 12 / 2 R 6.1-7.2
/ Jon 1
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