Sábado 14 de
Julio de 2012.
¡Novedad de Vida por el Espíritu
de Dios!
Por Riqui Ricón*
Y después de esto derramaré mi
Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas;
vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días (Jo 2.28-29).
La Biblia, que es la Palabra de
Dios y no miente, nos enseña que Dios estableció un tiempo para que Su
Espíritu, el Espíritu Santo, fuese derramado sobre toda carne. Este
derramamiento del Espíritu tiene un propósito bien claro y definido. Este
propósito lo encontramos establecido por el Amor de Dios para con nosotros a
todo lo largo y lo ancho de las Escrituras: revestirnos con Su Poder.
Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi
predicación fue con palabras persuasivas
de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que
vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de
Dios (1 Co 2.3-5).
La Presencia del Espíritu Santo
es tan importante en tu vida como el aire que respiras o los latidos de tu
corazón para vivir. Él es la promesa del Padre que debíamos esperar, la cual,
dijo Jesús, oisteís de mí, Porque Juan ciertamente
bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días (Hch 1.4-5).
Ahora bien, esta promesa se
cumplió cuando Jesús estableció el Nuevo Pacto en Su Sangre, pues cuando Dios
prometió el Nuevo Pacto en Jeremías 31.31-34 aseguró que Él, Dios mismo, daría
Su ley en tu mente y la escribiría en tu corazón. Así que, es Él y no tú el que
tiene que cumplir esta promesa. Y la forma en que lo hizo es por si misma
asombrosa: ¡nos dio Su propio Espíritu!
Esparciré sobre vosotros agua
limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros
ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y
quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis
estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra (Eze 36.25-27).
Es por esta razón y no otra que
tu vida cambió al instante que recibiste a Jesús como Señor y Salvador de tu
vida. ¡Dios cumplió, en ti, Su parte del Nuevo Pacto para tu vida! Esto lo sé
bien, pues por más de 30 años he escuchado y presenciado testimonios de como
las vidas son cambiadas al momento que pecadoras y pecadores empedernidos aceptan
el sacrificio de Jesús como el pago para la redención de sus vidas.
El Nuevo Nacimiento no es una
doctrina religiosa sino una realidad espiritual de la promesa del Nuevo Pacto
que Dios hizo para asegurarse que podrías entrar al Reino, no como un pecador
salvo por gracia (o eres pecador o eres salvo), sino como nueva creación, en
novedad de vida: un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo no de una simiente corruptible sino de incorruptible por la Palabra de
Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
En Cristo Jesús, tú has sido
hecho(a) justo(a), santo(a) y perfecto(a). Con Su muerte moriste al pecado y
con Su resurrección recibiste una vida totalmente nueva para ser Hijo(a) amado(a)
de Dios y ahora eres también el templo o lugar de habitación de Su Santo Espíritu.
Nada de esto sería posible sin el
Espíritu Santo. Fue Él quien ayudó, instruyó y manifestó Su Poder en la vida de
Jesús. Fue Él quien lo levantó de los muertos, haciendo de Jesús el primer Hijo
de Dios nacido de Nuevo. Y es Él quien, por el Nuevo Pacto en la Sangre de
Jesús, te hizo Nacer de Nuevo y ahora vive en ti y contigo para que creas y
vivas en la certeza de que eres ese(a) Hijo(a) de Dios que la Biblia dice que
eres.
Y nosotros no hemos recibido
el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos
lo que Dios nos ha concedido (1 Co 2.12).
Y lo que
Dios te ha concedido es una Vida Nueva totalmente diferente.
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
El mundo no nos conoce,
precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).
Antes
estabas muerto(a) en tus delitos y pecados, ahora Él te llama Hijo(a) amado(a),
y eso es lo que eres. Antes estabas perdido(a), ahora, ¡Todo lo puedes en
Cristo que te fortalece! ¡En todas las cosas eres más que vencedor(a)! ¡Mayor
es el que está en ti, que el que está en el mundo!
También en Cristo, vosotros, que escuchasteis la palabra de
la verdad, la buena nueva de la salvación, y que habéis creído en él, fuisteis
sellados con el Espíritu Santo prometido. Este sello es la garantía de la
herencia que hemos de recibir, por la cual alabamos a nuestro Dios glorioso (Efe 1.13-14
CST).
El Espíritu Santo está en tu vida
como el sello de garantía de todo lo que Dios ha dicho en Su Palabra acerca de
ti. ¡Él es Dios, tu ayudador, consejero y mejor amigo! ¡No hay forma que puedas
perder!
Jehová de los ejércitos, Dichoso
el hombre [la mujer] que en ti
confía (Sal 84.12).
El miedo, la enfermedad, la
tristeza o la depresión ya nada tienen en ti. ¡Has Nacido de Nuevo! Ahora
puedes ser dichoso(a) –mil veces feliz-, pues tienes un Padre que te ama, un
hermano mayor, Jesús, que te guarda y un amigo, el Espíritu Santo, que te
acompaña. Insisto, ¡no hay forma que puedas perder!
Amado Padre celestial, ¡qué
grande, sublime y hermoso es Tu Amor para conmigo! Quiero decirte que te amo
con todo mi corazón, que el tenerte a Ti, Espíritu Santo, en mí y conmigo es asombroso
y maravilloso. Gracias Señor. Ahora sé que no hay forma que pueda perder pues
mayor eres Tú, que estás en mí, que el que está en el mundo. Y ¿qué puedo decir
a esto? Si Tú, Espíritu Santo, estás en mi y conmigo ¿quién puede siquiera
intentar estar contra mí? Gracias porque en Ti, Jesucristo, en Tu Amor, soy más
que vencedor. Señor
Jesús, no encuentro palabras suficientes para declararte mi amor y gratitud.
Por lo que hiciste por mí en esa cruz fui hecho justa(o); al vencer a la muerte
y resucitar de entre los muertos me abriste el camino a la Vida Eterna.
Espíritu Santo, al darme Tú la fe para creer en la Palabra de Dios, para creer
en Jesús como mi Señor y Salvador, me hiciste Nacer de Nuevo dotándome de la
Vida Eterna que Él pagó a precio de Su Sangre. Ahora, por la Sangre del Nuevo
Pacto, soy Nueva Creatura, las cosas viejas pasaron y he aquí que toda mi vida
es hecha nueva. ¡Gracias Padre! ¡Gracias Jesús! ¡Gracias Espíritu Santo! Ahora
comprendo más el por qué en todas las cosas soy más que vencedor(a), pues TODO
lo puedo en Cristo Jesús, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Sé que
soy Tuya(o), Padre, y que los he vencido (al mundo y sus deseos engañosos),
pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que estás en mí y conmigo, que el que está
en el mundo. Sé que soy un(a) Hija(o) del Rey por lo que Jesús hizo por Amor a
mí. Por todo esto, creo
y declaro que caerán a mi lado mil y diez mil a mi diestra más a mí no llegará,
porque aunque ande en valle de sombra y de muerte NO TEMERÉ mal alguno porque
Tú, Señor, estás conmigo. Tú eres el que me guarda y el maligno no me toca.
Someto todo problema, angustia o enfermedad a la autoridad de la Palabra de
Dios, mi Padre, y los pongo bajo mis pies. ¡Soy sana(o)! ¡Soy Libre! ¡Soy
próspera(o)! Creo y recibo el Amor, el gozo y la paz que sólo yo, un(a) Hija(o)
del Rey, puedo experimentar para vivir una vida en la Plenitud de Dios, mi
Padre. ¡No voy a temer! Solamente creeré lo que la Biblia, la Palabra de Dios,
que no miente, dice acerca de mí. Abba, Padre, me parece que la Eternidad será corta
para amarte y agradecerte lo que hiciste por mí. En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Julio
14 1
Co 2 /
1 R 15.1-32 / Jo 2.12-32
yo pienso al respecto que tenemos que trabajar en la obra de dios, dios es un dios de amor y grande en misericordia el dio todo por nosotros y que estamos haciendo nosotros.
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