Lunes 30 de Enero de 2012.
¡Soy Hija(o) de Dios! ¡Soy Hija(o) del Nuevo Pacto!
Por Riqui Ricón*
Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama (Luc 22.19-20).
Existen muchos creyentes hoy en día que no tienen un conocimiento correcto acerca de lo que significa el Nuevo Pacto, al cual Jesucristo hizo referencia cuando instituyó la Santa Cena. La mayoría piensa que se trata de la vida que ahora podemos llevar en base al Nuevo Testamento de sus Biblias, y algunos llegan al colmo de la ignorancia al afirmar que sus vidas ya no están más regidas por la ley del Antiguo Testamento sino por la Gracia del Nuevo Testamento.
el ladrón no viene sino para hurta y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10)
El problema, por ignorar el verdadero significado del Nuevo Pacto, surge cuando, en contraste con lo que Jesucristo dice en el Nuevo Testamento, la realidad es que la vida del común de los cristianos está carente de esa abundancia o plenitud de vida que debieran experimentar. ¿Qué sucede? Que desconocen lo que el Nuevo Pacto es y, por lo tanto, ceden, sin saberlo, el derecho que les asiste para vivir una vida plena y abundante.
Veamos, en el Antiguo Testamento, la promesa del Nuevo Pacto y sus implicaciones.
He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado (Jer 31.31-34).
Al prometer un Nuevo Pacto, Dios se comprometió a que haría algo tan rotundo y contundente que quitaría, definitivamente, el pecado de en medio de tu relación con Él. Dios prometió que pondría Su Ley, la Palabra, en tu mente y corazón. Esto significaría, según Dios, un cambio tan profundo e interno que ya nadie más necesitaría ser enseñado acerca de Él pues, así, se establecería una relación tan íntima con Él como la de un Padre con su hijo.
Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro (Ro 6.23).
Jesucristo pagó el justo castigo por tus pecados, devolviéndote, con su muerte, la vida que habías perdido.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Así que por Su Gran Amor con que te amó, el Padre te ofrece vida y plenitud por medio de Su Hijo, Jesucristo, en lugar de muerte y condenación. Pero, ¿cómo se logró esto? Por el Nuevo Pacto que actuó en tu vida cuando recibiste a Jesús como Señor y Salvador, y, conforme a lo establecido por Dios en Su Palabra, la Biblia, en ese momento varios milagros sucedieron dentro de ti:
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra (Eze 36.26-27).
Dios resolvió el asunto del pecado en tu vida de una forma drástica y contundente: el hombre (la mujer) de pecado tendría que morir, tendría que ser destruida(o), y en su lugar Dios creo otra(o) totalmente nueva(o). Al aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador, aceptaste el Nuevo Pacto en Su Sangre, Su muerte y resurrección. Entonces, Dios, en cumplimiento a Su Palabra, te hizo un espíritu nuevo, te dio un nuevo corazón y puso dentro de ti, y contigo, Su Espíritu Santo.
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
Esto, mi amada(o), representa la Sangre del Nuevo Pacto, la esencia de un Pacto donde Dios, a través de la fe en Su Palabra y en el sacrificio de Jesús, te ha hecho nueva criatura: un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo, no de una semilla corruptible, sino de la simiente incorruptible que es Su Palabra que vive y permanece para siempre.
Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas (He 8.6).
Ahora, tienes Vida Eterna y eres un(a) Hija(o) de Dios porque Él cumplió Su promesa de hacer un Nuevo Pacto, establecido con mejores promesas mediante la Sangre de Su Hijo Jesús.
Tienes Vida Eterna y eres un(a) Hija(o) de Dios porque, en cumplimiento al Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús, todos tus pecados fueron pagados y Dios te hizo nueva creatura, creando NUEVO el espíritu que, ahora, tú eres; dotándote de un corazón NUEVO donde Él ya pudo escribir Su Ley; y, además, como garantía, puso al Espíritu Santo dentro de ti por amigo y ayudador tuyo.
Esto te coloca en la verdadera dimensión de la plenitud y la vida abundante que tu Padre proveyó para ti, pues no se trata de lo que estés percibiendo, sintiendo o enfrentando en este momento, sino de lo que dice, acerca de ti, la Verdad infalible e inalterable de la Palabra de Dios.
¡Eres Hija(o) de Dios! ¡Eres Hija(o) del Nuevo Pacto!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, que asombroso es Tu Amor por mí. Te doy las gracias por haber dado a Tu Hijo Jesús como el precio justo y correcto por la redención de mi vida y de mi existencia. Señor Jesús, por el Nuevo Pacto en Tu Sangre, ahora yo tengo Vida Eterna y todo el derecho de hacer de ella una Vida Plena y Abundante. Por el Nuevo Pacto en Tu Sangre he sido justificada(o), perdonada(o), santificada(o) y perfeccionada(o) para ser hecha(o) un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo. ¡Gracias! ¡Muchas gracias, Señor Jesús! Sin importar las circunstancias que hoy estoy enfrentando, ahora sé que de todas ellas saldré más que vencedor(a), pues soy un(a) Hija(o) del Rey y todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Así que, soy sana(o), soy libre y soy prospera(o) para vivir una Vida Plena y Abundante. ¡Recibo Tu Amor! ¡Recibo Tu Gozo! ¡Recibo Tu Paz! ¡Por la Sangre de Jesús que no hay forma que yo pueda perder en esta vida! ¡Amén!
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2010
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Enero 30 Luc 22.1-38 / Gen 39 / Sal 30
si Dios con migo quien contra mi
ResponderEliminarAsí es mi estimada(o) Anónimo,
Eliminar32El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? 33¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. 34¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. 35¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? 36Como está escrito:
Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;
Somos contados como ovejas de matadero.b
37Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
(Ro 8.32-39).