Miércoles 8 de Febrero de 2012.
¡Identidad es Plenitud!
Por Riqui Ricón*
Viendo los hermanos de José que su padre era muerto, dijeron: Quizá nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos. Y enviaron a decir a José: Tu padre mandó antes de su muerte, diciendo: Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron; por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban. Vinieron también sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por siervos tuyos. Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo. Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón (Gen 50. 15-21).
Hemos declarado, en el Nombre de Jesús, que este año 2012 es año de luz y libertad en la Plenitud que da tener la identidad de Hijos de Dios Nacidos de Nuevo. La Plenitud de Dios no es tener o poseer cosas, riquezas, ni aún la salud. Sin embargo, el mandato de Nuestro Señor Jesucristo, a la letra, dice así: Porque los gentiles (los que no creen) buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (Mat 6.32-33).
Como dicen por ahí, primero lo primero, así que, busquemos el reino de Dios. ¿Será que el reino de Dios está lleno de tristeza, pobreza, amargura, temor, desesperación, enfermedad, depresión, etc., y nosotros, como hijos del reino, tenemos que sobrellevar todo esto en humildad, ofreciéndolo como un sacrificio santo y agradable a Dios?
Plenitud es igual a identidad. Significa creer y saber perfecta y cabalmente quien eres tú: un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo, y esto no de una simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios, que vive y permanece para siempre. Significa creer y saber que tu Padre te ama, y que te ama de tal manera que prefirió entregar a Su propio Hijos, Su unigénito, para pagar el costo de TODOS tus pecados (muerte, enfermedad, pobreza, temor angustia, etc.), antes que perderte a ti. Significa CREER y RECIBIR ese Amor para COMENZAR A SER esa(e) Hija(o) que Él DICE EN SU PALABRA que tú ya eres. Significa que, con esta identidad, ahora puedes realmente ESTABLECER el reino de Dios sobre esta Tierra, un reino de JUSTICIA y de Amor. Tú eres Su Hija(o), ¿quién más lo puede hacer?
Mira la historia de José. Dios cumplió Su Palabra y llegó el tiempo en que él dejó de perseguir sus sueños y, ahora, se encontraba viviendo el cumplimiento de todas las cosas. Sabía perfectamente quién era Dios y quién era él. No tenía más temor sino que estaba lleno de fe. Sus hermanos, por el contrario, carecían de identidad y, a pesar de haber disfrutado del amor y la protección de José durante varios años, dudaban y temían, esperando un severo castigo. ¿Merecían castigo? ¡Claro que lo merecían! ¿José necesitaba la satisfacción de la venganza? ¡Claro que no! Él sabía perfectamente quién era y dónde y para qué estaba ahí.
Porque esto me será como en los días de Noé, cuando juré que nunca más las aguas de Noé pasarían sobre la tierra; así he jurado que no me enojaré contra ti, ni te reñiré. Porque los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová, el que tiene misericordia de ti (Isa 54.9-10).
Así es la naturaleza de tu Padre. Puesto que en Cristo Jesús fue satisfecha la justicia de Dios, Él no anda buscando venganza, ni tampoco hacer justicia. Dios te ama tal como eres, pues Él te ha creado de Nuevo tal como tal como soñó que tú serías. ¡Eres Nueva Creación!
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
¿Recuerdas al hermano del hijo prodigo? NO PODÍA CREER que su padre estuviera alegre e hiciera fiesta por su hermano perdido. Él necesitaba ver justicia y no misericordia. ¿Por qué? Envidia o celos dirán algunos, pero, más bien, fue a causa de su falta de identidad. No saberse NI CREERSE, hijo de su padre, fue lo que lo orilló a actuar así. Su padre termino por salir y rogarle que entrara y disfrutara DE LO QUE ERA SUYO, DE LO QUE YA LE PERTENECIA, diciéndole: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado (Luc 15.31).
El evangelio, las nuevas noticias, de Jesucristo no se sustenta en una relación entre el todopoderoso Dios y Sus criaturas, por más espirituales que éstas sean, sino en la relación de Amor que Él, el Todopoderoso Dios, tiene ahora como Padre hacia Sus Hijas e Hijos, o sea, tú y yo.
Escucho constantemente decir cosas como: sí, es cierto, Dios lo dice en Su Palabra, PERO en esta vida tenemos que pagar las consecuencias; ese es el camino angosto y la puerta estrecha; Dios sana al que quiere y al que no, pues no, así es Él; tenemos que aceptar Su Voluntad con humildad y con la esperanza de la vida eterna; Sus promesas se cumplirán allá, cuando estemos con Él, si es que demostramos ser dignos de llegar a Su Presencia.
La cuestión es que, TODO AQUEL que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace (Stgo 1.25). Y la perfecta ley de justicia y libertad, la Biblia, te enseña que Jesucristo ya pagó el precio; que Su sacrificio fue completo, perfecto y acabado; que cuando le recibiste como Señor y Salvador de tu vida, NACISTE DE NUEVO, fuiste hecha(o) espíritu nuevo, creada(o) según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.24). Te enseña que la Vida Eterna, vida plena y abundante, comenzó en ese instante y no tienes un “allá” y un “acá” sino un aquí y ahora para buscar y establecer el reino de Dios, tu Padre. NO POR LO QUE PUEDAS TENER, ADQUIRIR DE ÉL O POR ÉL, sino porque ERES SU HIJA(O) y eso te basta, pues, lógicamente, incluye todo lo demás que te será añadido.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.31-32).
Así que, como Hija(o) Suya(o) tienes toda la facultad para dejar de ver tus problemas y aflicciones y mirar a Tu Padre y a Su Palabra, pues, sin lugar a duda, saldrás más que vencedor(a) de toda circunstancia.
¡Tienes identidad! ¡Conoces la Verdad y sabes quién eres tú!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, vengo delante de Ti agradecida(o) porque en verdad, yo no era digna(o), pero Tu Hijo, Jesús, al pagar todos mis pecados en esa cruz, me hizo digna(o); yo no era justa(o), pero Él me hizo justa(o); yo no era santa(o), pero Él me hizo santa(o); yo era un(a) pecador(a) y Él me hizo salva(o) y no sólo me salvo sino que me predestinó para que fuese hecha(o) conforme a la imagen de Tu Hijo, Jesús, para que Él fuese el primogénito, el primero, entre muchos hermanos. ¡Gracias, Señor Jesús! Por tu Sangre he sido adoptada(o) como Hija(o) de Dios, Tú Padre y el mío también. Por esto, ahora sé, que sé, que en todas las cosas he de salir más que vencedor(a), pues todo lo puedo en Cristo que me fortalece. ¡Ya he vencido al mundo! Pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que estás en mí, y conmigo, que el que está en el mundo. Hoy tomo mi identidad y con toda certeza y autoridad, resisto y hecho fuera de mi vida toda enfermedad, pobreza, tristeza, depresión, soledad, temor y angustia. Cubro todo mi ser, espíritu, alma y cuerpo, con la Sangre de Jesús y llamo y recibo toda la salud, amor, paz y gozo que Tú, Jesucristo, compraste para mí al morir en la cruz. ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! ¡Soy un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo! Gracias a Ti, Señor Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero 8 Heb 4.14-6.12 / Gen 49-50 / Sal 39
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