Miércoles 1 de Febrero de 2012.
¡Bienaventurada(o) en Verdad!
Por Riqui Ricón*
Y Pilato dijo a los principales sacerdotes, y a la gente: Ningún delito hallo en este hombre. Pero ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí… Entonces Pilato, convocando a los principales sacerdotes, a los gobernantes, y al pueblo, les dijo: Me habéis presentado a éste como un hombre que perturba al pueblo; pero habiéndole interrogado yo delante de vosotros, no he hallado en este hombre delito alguno de aquellos de que le acusáis. Y ni aun Herodes, porque os remití a él; y he aquí, nada digno de muerte ha hecho este hombre. Le soltaré, pues, después de castigarle… Él les dijo por tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ningún delito digno de muerte he hallado en él; le castigaré, pues, y le soltaré... Entonces Pilato sentenció que se hiciese lo que ellos pedían; y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por sedición y homicidio, a quien habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos. (Luc 23.4-5, 13-16, 22, 24-25).
¡Tres veces reconoció Pilatos que Jesús era inocente de todo lo que le acusaban! Al final, cedió a la presión de los religiosos judíos para cometer un acto de injusticia. Sin embargo, esa falta de justicia humana fue la que satisfizo la justicia de Dios. Jesús, el unigénito Hijo del Padre, pagó, con su propia vida, el justo castigo por todos tus pecados.
Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu (1 P 3.18).
Lo que finalmente consiguió Jesús al morir en esa cruz por Amor a ti, sólo Dios te lo puede ofrecer, pues va mucho más allá de la misericordia divina.
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús (Efe 2.4-7).
No solamente es que te salvó de haberte perdido en el infierno por toda la eternidad a causa de lo que tú hiciste con tu vida, sino que, el acto de justicia y amor fue tan pleno y abundante, que ahora te permite recibir la Vida Nueva que Dios siempre deseo para ti como un(a) Hija(o) Suya(o).
Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño (Sal 32.1-2).
Ese hombre, esa mujer, a quien ahora Dios no culpa de iniquidad eres tú, Su Hija(o) amada(o). Y, por lo tanto, de acuerdo a las Escrituras, esto te hace una persona Bienaventurada, lo cual significa, que estás habilitada(o) por la Palabra de Dios para vivir una vida plena y abundante y ser mil veces feliz.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
Oremos en voz audible:
¡Gracias Señor, por tu gran amor con que me amaste. Cada día, al leer y meditar más en Tu Palabra, me doy cuenta de cuánto me has amado y lo bienaventurada(o) que en Verdad soy! Ahora sé que, por lo que Tú hiciste por mí en la cruz, Señor Jesús, no sólo fui perdonada(o) de todos mis pecados, sino que, y sobre todo, Dios, el Todopoderoso, me ha adoptado como Hija(o) Suya(o), según el puro afecto de Su Voluntad. Yo estoy en Cristo y las cosas viejas ya pasaron he aquí que TODA mi vida es hecha Nueva. Gracias amado Padre celestial, muchas gracias. Hoy puedo levantarme y hacer frente a cualquier circunstancia adversa en mi vida, porque sé que sé, que Tú, mi Dios estás conmigo. Y qué pues diremos a esto, si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? El que no escatimo ni a Su propio Hijo sino que lo entregó por amor a mí, ¿cómo no me dará, juntamente con Él, todas las cosas? ¡Gracias Abba, Padre! Hoy oro a Ti para declarar en plena certeza de fe, que en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ha amado, Cristo Jesús. Así que, TODO lo puedo en Cristo que me fortalece. Yo soy Tu Hija(o) y ya he vencido, porque mayor eres Tú, que estás en mí, que el que está en el mundo. ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! ¡Soy próspera(o)! En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2010
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero 1 Luc 23.1-25 / Gen 41 / Sal 32
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