28 de Noviembre
¡Creyéndola por la FE!
Por Riqui Ricón*
Cristo nos redimió de la
maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito
todo el que es colgado en un madero),
para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los
gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu (Gal
3.13-14).
De acuerdo a la Palabra de Dios,
que no miente, tú has sido redimido(a) de toda maldición y ahora eres
Bendito(a) del Señor.
¡Así es mi amado(a)! Puedes
gritarlo hacia los cuatro puntos cardinales: ¡Eres Libre! ¡Eres el (la) redimido(a)
de Jesús! ¡Eres Bendito(a)!
Esto es así, no por lo que hayas
hecho o puedas hacer, ni por lo que tengas que hacer sino por lo que YA ERES en
Cristo Jesús: Redimido(a) y bendito(a). ¡Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a)
de Nuevo!
Redimido(a) quiere decir comprado(a)
a precio de sangre para ser hecho LIBRE.
Lo realmente asombroso es que ser
hecho(a) libre no es el único propósito de tu redención, sino que además, por
la fe recibas la promesa del Espíritu [por creerle a Dios, creyendo Su Palabra].
Y, ¿cuál es esa promesa del Espíritu que ya has recibido por medio de tu fe en
Jesús?
Y
yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a
vuestro país. Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis
limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os
limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de
vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón
de carne. Y pondré
dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis
mis preceptos, y los pongáis por obra. Habitaréis en la
tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a
vosotros por Dios (Ez 36.24-28).
Esta es la esencia del Evangelio (son
buenas noticias) y este es el corazón del Nuevo Pacto: Que mediante la Sangre
de Jesús tú recibas al Espíritu Santo prometido. Y Él, el Espíritu Santo, te
fue otorgado con un propósito: Que creyéndole a Él, creyéndole a Su Palabra, puedas
recibir la identidad de Hijo(a) de Dios, pues con la muerte de Jesucristo en la
cruz fueron pagados TODOS tus pecados, y con su victoria sobre la muerte
resucitó de entre los muertos para hacer de ti un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a)
de Nuevo y ahora tú puedes caminar en plena victoria con toda la autoridad y
poder de quien ahora tú YA ERES.
pero
recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me
seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de
la tierra (Hch 1.8).
Tienes el Poder del Espíritu
Santo prometido y dado, como la habilitación que te permite manifestar en esta
tierra la santidad y justicia que están en ti gracias a tu Nueva Naturaleza.
Ahora puedes ser fiel testigo y embajador(a) de Jesucristo en este mundo,
haciendo las cosas que Él hizo y aún mayores.
De cierto, de cierto os digo:
El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores
hará, porque yo voy al Padre (Jn 14.12).
Puedes decirlo sin duda alguna:
¡Soy redimida(o) de toda maldición! ¡Soy bendecido(a) con toda bendición! ¡Soy
heredero(a) de Dios, según la promesa!
Y además, por si todo esto fuera
poco, has sido redimido(a) de la maldición de la ley, que es toda enfermedad,
la pobreza, el temor, la angustia, la violencia, la soledad, etc.
Así que, sin importar cuál sea tu
situación el día de hoy, la Palabra de Dios prevalece y tú puedes, sin lugar a
dudas, creer y recibir tu sanidad y liberación en este momento. ¡Dios te ama!
¡Él es tu Padre y está contigo! ¡Nunca te ha dejado, ni te dejará!
Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el SEÑOR me recibirá en sus
brazos (Sal
27.10 NVI).
Lo más maravilloso de todo esto,
lo más asombroso del Amor de Dios, es que no solamente la maldición ha sido
anulada sino que ahora La Bendición de Dios, tu Padre, te pertenece y tienes todo
el derecho a disfrutar de ella.
Que nuestros hijos florezcan en su juventud como plantas bien
nutridas; que nuestras hijas sean como columnas elegantes, talladas para
embellecer un palacio. Que nuestros graneros estén llenos de toda clase de
cosechas; que los rebaños en nuestros campos se multipliquen de a miles, y
hasta de a diez miles, y que nuestros bueyes estén muy cargados de alimentos.
Que ningún enemigo penetre nuestras murallas, ni nos lleve cautivos, ni haya
gritos de alarma en las plazas de nuestras ciudades. ¡Felices los que viven
así! Felices de verdad son los que tienen a Dios como el SEÑOR (Sal 144.12-15 NTV).
Entonces, sea cual sea la
situación que el día de hoy tú estés enfrentando, No
te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas envidia de los que hacen
iniquidad. Porque como hierba serán pronto cortados, Y como la hierba verde se
secarán. Confía en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te
apacentarás de la verdad. Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones
de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará.
Exhibirá tu justicia como la luz, Y tu derecho como el mediodía (Sal
36.1-6).
Ser redimido
de la maldición para recibir La Bendición de tu Dios y Padre ES lo único que te
puede hacer verdaderamente libre.
Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros
permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y
conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Jn 8.31-32).
Oremos en voz audible:
Amado Señor Jesús, muchas gracias
por haberme redimido de la maldición para hacerme merecedor(a) de la bendición
de Abraham; entiendo y creo completamente que no es por lo que yo haya hecho o
pueda hacer sino por el Amor que me tienes. ¡Gracias, Señor! Hoy decido creer y
confesar este Tu Gran Amor por mí: ¡Soy Tu Hijo(a)! De acuerdo a Tu Palabra, la
Biblia, que no miente, me hiciste Nacer de Nuevo para ser hecho(a) conforme a
Tu Imagen, Jesús. ¡Soy redimido(a) de la maldición! ¡Vivir en la Bendición del
Señor es mi derecho! Sé que en el mundo tendré aflicciones pero yo en Ti confío
y tengo paz pues de todas ellas saldré más que vencedor(a) por Tu Palabra y por
Tu Amor. Gracias, Padre. ¡Te amo con todo mi corazón! ¡Soy sano(a)! ¡Soy Libre!
¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación
con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda
tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que
viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he
sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto
tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la
última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque
quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente
Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta
simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre
28 Gal
3.1-18 / Jer 51-52
/ Sal 144
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