Jueves 23 de Agosto
de 2012.
¡Nacido(a) para triunfar!
Por Riqui Ricón*
De cierto, de cierto os digo:
El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a
condenación, mas ha pasado de muerte a vida. (Jn 5.24).
La
Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, establece claramente que la paga del
pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor
nuestro (Ro 6.23), también enseña que
Todo aquel
que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 1a).
Todo esto significa que, como tú fuiste un(a) pecador(a) e hiciste de tu
vida lo que la gana se te dio, cuando aceptaste a Jesús como Señor y Salvador
de tu vida pasaste de muerte a vida naciendo de Nuevo a través del Espíritu
Santo y la Palabra de Dios para recibir la Vida Eterna: esa vida plena y
abundante que solamente los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo pueden disfrutar.
El ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia (Jn 10.10).
Dios, el Todopoderoso, hace esto
no por méritos que hayas adquirido, pues ya hemos reconocido que éramos
pecadores y estábamos destinados a la muerte eterna, sino por el Amor que Él
siente por ti.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no
envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Es tan grande Su Amor por ti que
no sólo te salvó como a una criatura sino que lo hizo para hacer de ti Su
propio(a) Hijo(a).
¡Fíjense
qué gran amor nos ha dado el Padre, que
se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo
somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo conoció a él
(1 Jn 3.1 NVI).
El
Espíritu que ustedes han recibido ahora no los convierte en esclavos llenos de
temor. Al contrario, el Espíritu que han recibido los hace hijos. Por el
Espíritu podemos gritar: "¡Padre, querido padre!"
(Ro 8.15 PDT).
Por esto es que, en el versículo
que encabeza esta reflexión, Jesús te asegura enfáticamente que al escuchar Su
Palabra PARA CREER (creerle a Dios,
creerle a Su Palabra), no vendrás a condenación sino a Vida Eterna.
Te
mando a ellos para que les abras los ojos y no caminen más en la oscuridad, sino
en la luz; para que no sigan bajo el poder de Satanás, sino que sigan a Dios; y para que crean en mí y reciban así el
perdón de los pecados y una herencia en el pueblo santo de Dios
(Hch 26.18 DHH).
Porque por gracia sois salvos
por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por
obras, para que nadie se gloríe (Efe
2.8-9).
Puesto que así lo afirma Dios, es
por fe en Su Palabra (sabiendo que Él no miente), que ahora has pasado de
muerte a Vida.
Ahora bien, si lo analizas
conmigo te darás cuenta que Vida Eterna significa vivir para siempre una sola
vida. Esto quiere decir que no existe una vida aquí sobre la tierra y otra diferente
allá en el cielo. Como un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo tienes una sola
y continua Vida: la Vida Eterna, y ésta ya comenzó.
Y sucederá que como fuisteis maldición entre las naciones, oh casa de
Judá y casa de Israel, así os salvaré y seréis bendición. No temáis, mas
esfuércense vuestras manos (Zac 8.13).
La maldición de la pobreza,
enfermedad, temor, tristeza, depresión, etc., terminó con Cristo Jesús y ahora
tú has sido dejado(a) en este mundo como instrumento de bendición, como
embajador(a) de Jesús y depósito del Amor de Dios para establecer el Reino de tu
Padre sobre esta tierra.
Así que, somos embajadores en
nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros (2 Co 5.20a).
y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado (Ro 5.5).
Por lo
tanto, la vida plena y abundante a la que has sido llamado(a) a manifestar en
esta tierra tiene propósito en el Amor y la representatividad de Jesucristo que
te han sido dadas para bendición de los demás.
¡Gloria
al Rey! Dios te necesita sobre esta tierra. Eres Su Hijo(a) amado(a),
representante legal y encargado(a) de los negocios del Reino.
De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago,
él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre (Jn 14.12).
Jesús te
dejó en Su lugar y todos los problemas y circunstancias adversas que puedas
enfrentar no son más que el intento del diablo para distraerte de dicho propósito.
Su intención es desenfocarte de Jesús para que te enfoques en tus
circunstancias. Pretende que creas que tus problemas son más grandes e
importantes que la Palabra de Dios pues lo único que quiere es robarte tu
identidad y que NO CREAS que eres ese(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo,
amado(a) del Padre, que Dios dice en Su Palabra, la Biblia, que ahora tú eres.
Hijitos, ustedes son de Dios y han
vencido a esos mentirosos, porque el que está en ustedes es más poderoso que el
que está en el mundo (1 Jn 4.4 DHH).
¡Nunca
olvides quién ahora tú eres! ¡Dios es tu Padre y está contigo! ¡Nada ni nadie
te puede derrotar en esta tierra! ¡Tú has nacido de Dios para triunfar!
Oremos:
Amado
Padre celestial, yo sé que me has amado con tal Amor que preferiste entregar a
Tu Hijo Jesús para pagar mis pecados antes que perderme a mí. Sé y declaro que,
por la Sangre de Jesús, soy un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo para
triunfar y establecer Tu Reino sobre la tierra. Señor, yo escucho y creo Tu
Palabra la Biblia. La reconozco como la única Verdad y declaro, conforme a
Ella, que TODO lo puedo en Cristo pues en todo problema, circunstancia o
aflicción, yo saldré más que vencedor(a) por medio de Tu Amor, Señor Jesús. No
voy a temer, sólo voy a creer. En este momento quiero
honrarte aceptando y recibiendo esa preciosa identidad que me has dado como
Hijo(a) Tuyo(a). Creo y por lo tanto declaro que soy lo(a) más valioso(a) que
tienes sobre la tierra. He conocido y creído el Amor que Tú, oh Dios, tienes
por mí. No voy a permitir que el espíritu de temor y duda me haga soltar lo que
con tanto Amor pagaste por mí en esa cruz: el saber y creer que en verdad soy
un(a) Hija(o) del único Dios vivo y verdadero. Por tanto, nada ni nadie me
puede vencer; nada ni nadie me puede separar de Tu Amor que es en Cristo Jesús
mi Señor. Contigo ya he vencido al mundo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy
próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! Pues yo en Ti confío. Gracias Señor Jesús, te amo
con todo mi corazón. Amén
*Ricardo
C. Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al
final de un año habrás leído toda la Biblia.
Agosto
23 Jn
5.19-47 / 1 Cr 20.1-22.1 / Zac 8
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