miércoles, 30 de abril de 2014

¡Cómo encontrar tu milagro!

 
27 de Abril
¡Hay un milagro en mí boca!
Por Riqui Ricón*
Ahora bien, Jehová me ha hecho vivir, como él dijo, estos cuarenta y cinco años, desde el tiempo que Jehová habló estas palabras a Moisés, cuando Israel andaba por el desierto; y ahora, he aquí, hoy soy de edad de ochenta y cinco años. Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para entrar. Dame, pues, ahora este monte, del cual habló Jehová aquel día; porque tú oíste en aquel día que los anaceos están allí, y que hay ciudades grandes y fortificadas. Quizá Jehová estará conmigo, y los echaré, como Jehová ha dicho (Jos 14. 10-12).
¡85 años tenía Caleb cuando se dispuso a conquistar la ciudad de Hebrón que Dios le había dicho sería suya por no haber dudado sino permanecido en su Palabra!
¡Y aún tenía la misma fuerza y entusiasmo que cuando tenía 40 años de edad!
Pero a mi siervo Caleb, por cuanto hubo en él otro espíritu, y decidió ir en pos de mí, yo le meteré en la tierra donde entró, y su descendencia la tendrá en posesión (Núm 14. 24).
Para materializar las Promesas de Dios en tu Vida es necesario que tengas otro espíritu; o mejor dicho, que seas otro espíritu. Nunca podrás lograrlo siendo la misma persona que antes eras. Esto es posible mediante el sacrificio de Cristo Jesús. Con Su muerte pagó todo lo que debías y con el poder de Su resurrección te dio una Vida totalmente Nueva.
Pues hemos muerto y fuimos sepultados con Cristo mediante el bautismo. Y, tal como Cristo fue levantado de los muertos por el poder glorioso del Padre, ahora nosotros también podemos vivir una vida nueva (Ro 6.4 NTV).
En los últimos años hemos visto grandes y hermosos milagros ser hechos en los(as) Hijos(as) de Dios. Asombrosas sanidades físicas y del corazón; restauraciones familiares y liberaciones económicas han fluido de la Palabra de Dios, en el nombre de Jesús.
Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella. Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac. Amalec habita el Neguev, y el heteo, el jebuseo y el amorreo habitan en el monte, y el cananeo habita junto al mar, y a la ribera del Jordán. Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos. Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura. También vimos allí gigantes,  hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos (N’um 13. 27-33).
Aunque los espías enviados por Moisés reconocieron que era la Verdad aquello que Dios había dicho acerca de la tierra prometida, ellos dieron más crédito a lo que vieron sus ojos y a lo que dictaron sus emociones que a la Palabra de Dios.
Dejaron que la duda hiciera un nido en sus corazones para incubar miedo y rebelión y comenzaron hablar mal de Dios y de la tierra.
El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca (Luc 6. 45).
¡Qué diferentes las palabras y declaraciones de Caleb! ¡Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos! Él también notó las altas murallas de las ciudades y miró a los gigantes, sin embargo, Caleb no tiene la más mínima duda, ni temor.
Él vio lo mismo que sus compañeros y percibió la fortaleza de esos pueblos y lo inexpugnable de sus ciudades, pero él, Caleb, sabe, tiene la certeza que la Palabra de Dios es la Verdad; que si Él lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir; que si Él lo habló, entonces, Él lo va a ejecutar.
Entonces la mujer dijo a Elías: Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca (1 R 17. 24).
Hoy, ante cualquier situación que estés enfrentando, te aconsejo que sujetes tus emociones y pensamientos a la Palabra de Dios. No permitas que palabras de fracaso, desánimo y derrota fluyan de tu corazón a través de tu boca. Busca en la Palabra de Dios las promesas tocantes a tu necesidad y comienza a declararlas en voz audible y con fe, esto es, con toda certeza de que es Palabra de Dios, es Palabra de Honor.
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús (Fil 4.6-7).
No te angusties por nada y recibe la paz que sobrepasa todo entendimiento al saber que Dios te ha dado Su Palabra de Honor. Tú no estás solo(a), ni lo estarás jamás.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8. 31-32).
¡Dios está contigo! ¡Él lo prometió!
Pon la Palabra de Dios en tu boca y declara con fe:
Y daré por respuesta a mi avergonzador, Que en tu palabra he confiado (Sal 119. 42).
¡Hay un milagro en tu boca!
Oremos en voz audible:
Amado padre celestial, en esta hora yo declaro que mayor eres Tú, Señor, que estás en mí, que el que está en el mundo y, por eso, ya he vencido. Resisto y echo fuera de mi vida y corazón al espíritu de duda y de temor. Nada ni nadie me pueden hacer frente en todos los días de mi vida pues en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Ti, Jesús, mi Rey, Señor y Salvador que me amas. ¡No dudo de lo que dice la Palabra de Dios! ¡Yo soy quién dice la Biblia que soy! Un(a) legítimo(a) y amado(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Estoy  bendecido(a) por Tu Palabra, Señor Jesús. Así que, nunca confesaré palabras de fracaso, ni de derrota, ni de enfermedad, ni de desánimo pues todo lo puedo en Cristo Jesús. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
 Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012
 

Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril 27                                 Hch 11. 19-30 /  Jos 13-14 /  Job 27


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