Domingo 25 de Agosto
de 2013.
¡Sólo por creerle a Dios, tu
Padre!
Por Riqui Ricón*
Jesús les dijo: Yo soy el pan
de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá
sed jamás… Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le
echo fuera… De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna (Jn 6.35, 37, 47).
La
palabra Evangelio significa buenas noticias y eso es lo que leemos el día de
hoy, ¡Buenas Noticias! ¡Tú has venido a Jesús y Él jamás te echará fuera! ¡Lo
ha prometido!
Pon
atención, pues la Escritura no dice si te portas bien o si haces obras de
justicia. Sólo se te pide una cosa, venir a Jesús creyendo en Él, o mejor dicho
creyéndole a Él, creyendo Su Palabra.
Que conste que venir a Jesús
creyendo no significa que puedes portarte mal o hacer obras de injusticia sino
todo lo contrario pues, De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago,
él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre (Jn 14.12).
Ésta es una
declaración contundente de Jesús sobre tu vida pues no da opción a preguntarte
si quieres, sino que afirma enfáticamente, el (la) que en mí cree hará lo que
yo hago y aún más.
Así que, la
vida en el Reino de Dios se trata primero de creer para luego actuar, primero necesitas
ser lo que Dios dice que eres para luego hacer lo que Dios dice que hagas.
Porque como
el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta (Sgo 2.26).
Entonces, venir a Jesús creyendo
Su Palabra produce forzosamente un cambio en tu vida, ya que, escrito está, Todo aquel que cree que Jesús
es el Cristo, es nacido de Dios… Porque todo lo que es nacido de Dios vence al
mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién
es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1 Jn 5.1, 4-5).
Esta es la
Palabra de Dios. Esto dice la Biblia. No importa si el día de hoy no te sientes
ni te percibes a ti mismo(a) como un(a) vencedor, pues esto no depende de tus
emociones ni de tu apreciación. Depende sólo y exclusivamente de la Palabra de
Dios.
Dios
no es un hombre, por lo tanto no miente. Él no es humano, por lo tanto no
cambia de parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar? ¿Alguna vez prometió sin
cumplir? Escucha, yo recibí la orden de bendecir; ¡Dios ha bendecido, y yo no
puedo revertirlo! (Num 23.19-20 NTV).
Así es, si Dios lo ha dicho en Su
Palabra, entonces Él lo va a cumplir; si Dios lo ha hablado en la Biblia,
entonces Él lo va a ejecutar.
Porque de
tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no
envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
No debes olvidar jamás que Dios
te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
Miren
con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que
somos! Pero la gente de este mundo no reconoce que somos hijos de Dios, porque
no lo conocen a él (1 Jn 3.1 NTV).
Por medio del sacrificio de Jesús
todos tus pecados fueron pagados, fuiste perdonado(a) por Dios y ahora Él te
llama Su propio(a) Hijo(a).
Hijitos,
vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en
vosotros, que el que está en el mundo (1 Jn 4.4).
¡Buenas Noticias! Ahora, en
Cristo Jesús, tú eres un(a) Hija de Dios Nacida(o) de Nuevo y, por esto, ya has
vencido al mundo. En Cristo Jesús tienes la victoria sobre cualquier aflicción,
problema o enfermedad.
Mas
vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido
por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las
tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais
pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais
alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia (1 P
2.9-10).
Por el gran Amor con que el Padre
te ha amado y por haberle creído a Su Palabra, ahora eres linaje escogido por
Dios y has sido trasladado(a) de una vida en tinieblas a Su luz admirable, has
sido trasladado(a) de muerte a vida, y no cualquier clase de vida sino la vida
plena y abundante de un(a) Hijo(a) del Rey.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y
destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
La Vida a la
que ahora tienes derecho como un(a) heredero(a) de Dios es, nada más y nada
menos que la Vida Eterna.
El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le
resucitaré en el día postrero (Jn 6.54).
Comer el
pan y beber de la copa que Jesús con Su cuerpo y Su Sangre nos ha ofrecido,
significa entrar a la dimensión del Nuevo Pacto que es un mejor Pacto,
establecido sobre mejores promesas.
He aquí que vienen días, dice
Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de
Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su
mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto,
aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el
pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová:
Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por
Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su
prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me
conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová;
porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado (Jer 31.31-34).
Para poder entrar a la verdadera dimensión de lo que la Vida Eterna
significa necesitas comprender que, de acuerdo a la Palabra de Dios, el antiguo
Pacto fue invalidado al mostrar su ineficacia para salvar a los hombres pues los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan
a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne
no pueden agradar a Dios (Ro 8.7-8).
Como el
antiguo Pacto se basaba en hacer obras de justicia Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe
así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas (Ro 10.5). Ahora Dios establece un Nuevo Pacto en
la Sangre de Su Hijo Jesús. Un Pacto de Gracia donde ahora es Él, y no tú,
quien hará las obras de justicia: fue Dios quien dio Su Ley en tu mente y Él la
escribió en tu corazón; fue Dios quien se constituyó como tu Padre y ahora tú eres
Su Hijo(a); Él perdonó tu maldad y no se acuerda más de tus pecados.
Esparciré sobre vosotros agua
limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros
ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo
dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré
un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y
haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por
obra (Ez 36.25-27).
La muerte y resurrección de Jesucristo fue un acto soberano del Amor y
la Gracia de Dios mediante el cual, con Su Poder y de forma sobrenatural, Él te
lavó con Su Palabra; Él te dio un corazón totalmente nuevo; Él te hizo nacer de
Nuevo haciendo de ti un espíritu totalmente nuevo (sí, a imagen y semejanza de
tu Padre celestial, tú eres espíritu); y como garantía de este Nuevo Pacto en
la Sangre de Jesús, Dios puso dentro de ti al mismísimo Espíritu Santo.
Esto es
lo que significa ser justificado(a), perdonado(a), santificado(a) y
perfeccionado(a) mediante el Cuerpo y la Sangre de Jesús. Significa que ahora
tú eres Nacido(a) de Nuevo como un(a) legítimo(a) Hijo(a) de Dios.
siendo renacidos (Nacidos de Nuevo), no de simiente
corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece
para siempre (1 P 1.23).
Esto es
lo que significa ser heredero(a) de la Vida Eterna.
En otro tiempo nosotros también éramos
necios y desobedientes. Fuimos engañados y nos convertimos en esclavos de toda
clase de pasiones y placeres. Nuestra vida estaba llena de maldad y envidia, y
nos odiábamos unos a otros. Pero: «Cuando Dios nuestro Salvador dio a conocer
su bondad y amor, él nos salvó, no por las acciones justas que nosotros
habíamos hecho, sino por su misericordia. Nos lavó, quitando nuestros pecados,
y nos dio un nuevo nacimiento y vida nueva por medio del Espíritu Santo. Él
derramó su Espíritu sobre nosotros en abundancia por medio de Jesucristo
nuestro Salvador. Por su gracia él nos declaró justos y nos dio la seguridad de
que vamos a heredar la vida eterna» (Ti 3-3-7 NTV).
Es
precisamente por el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús, que ahora tú jamás serás
rechazado(a) por Dios sino que has sido hecho(a) aceptable por este Nuevo Pacto.
Oremos en
voz audible:
Amado Padre celestial, qué puedo
decir a todo esto: si Tú estás conmigo ¿quién contra mí? No escatimaste ni a Tu
propio Hijo sino que lo entregaste por Amor a mí. ¿Cómo no me darás juntamente
con Él todas las cosas? ¿Quién me acusará si yo fui escogida(o) por Ti? Dios,
Tú eres el que me justificas. ¿Quién me condenará? Cristo es el que murió por
mí; más aún, es Jesús el que resucitó y está sentado a Tu diestra, Padre,
intercediendo por mí. ¿Quién me
separará del amor de Cristo Jesús? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o
hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa
de ti soy muerto todo el tiempo; Soy contado como oveja de matadero. Antes, en
todas estas cosas yo, ________ (tu nombre aquí), soy más que vencedor(a) por
medio de aquel que me amó. Por lo cual, oh Dios, estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida,
ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni
lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me podrá separar de Tu Amor,
que es en Cristo Jesús mi Señor. ¡Gracias Padre! ¡Lo creo y lo confieso! Por
lo tanto, en el nombre poderoso de Cristo Jesús, declaró que soy sano(a) y
libre de toda enfermedad o dolencia; creo y recibo la voluntad expresa de mi
Padre, Dios Todopoderoso, para ser y vivir prosperado(a) en todas las cosas.
Echo fuera de mi vida todo pensamiento de temor y duda resistiendo todo engaño
y mentira acerca de mí. Yo soy lo que la Biblia dice que soy. Un(a) Hijo(a)
amado(a) de Dios; especial tesoro de mi Padre; todo lo puedo en Cristo que me
fortalece y en todas las cosas, absolutamente todas las cosas, soy más que
vencedor(a) por medio del Amor de Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador. Señor
Jesús, hoy me alegro en el gozo y la paz que brindan el ser la persona que Tú
dices que soy. Gracias por este Nuevo Pacto en Tu Sangre. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor
Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen
María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te
digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí
acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro
mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y
para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi
Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe
he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz
admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú
eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el
nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Agosto
25 Jn
6.22-59 / 1 Cr 24 / Zac
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