martes, 20 de marzo de 2012

¡Cómo puedes perdonar aquellos que te han lastimado!


 
Lunes 19  de Marzo de 2012.
¡No vales la pena!
Por Riqui Ricón*
Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas (Mat 18.34-35).
Uno de los obstáculos donde más se tropiezan los seres humanos es la falta de perdón. El resentimiento es una de las emociones preferidas por el diablo, con el cual logra anular, con bastante eficacia, los dones y propósitos con los que Dios te ha equipado.
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
La Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, dice que tú eres un(a) Hija(o) de Dios nacida(o) de Nuevo, y ésta, tu Nueva naturaleza, no proviene  de una simiente corruptible, sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre; dice también que, ahora, las cosas viejas ya pasaron y TODO en tu vida ha sido hecho Nuevo por el Poder y Amor que Dios siente por ti.
Sin embargo, cuando dejas de ver y creer quien eres tú, de acuerdo a la Palabra de Dios, comienzas a escuchar esa voz que te trae a la memoria todos los recuerdos feos del pasado, donde fuiste lastimado, humillado o traicionado.
No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas (Isa 43.18).
Si en verdad lo piensas, lo curioso del asunto es que, la mayor parte del tiempo, esa(s) persona(s) que te ofendió, muy probablemente ya no se acuerda de ti, ni de lo sucedido, mientras que tú lo revives como si acabara de pasar, manteniendo el recuerdo fresco y cargándote de emociones y sentimientos que anulan tu efectividad como Hija(o) del Reino, pues tú has sido hecha(o) justa(o) por la Sangre de Jesús y el (la) justo(a) vivirá por fe y la fe obra por el Amor.
En la parábola de la lectura del día de hoy, Jesucristo te enseña que  aquel que se rehúsa a perdonar a su próximo, es semejante al que es echado al calabozo con los verdugos hasta que pagué todas sus deudas. Ahora bien, los verdugos (los demonios), tienen el oficio de atormentarte casi hasta la muerte, pero nunca deben matarte para así poder continuar indefinidamente con tu tormento y, por si esto fuera poco, estando en semejante condición, nunca podrás terminar de pagar lo que debes.
El espíritu de rencor y resentimiento actúa de la misma forma, metiéndote en una prisión para atormentarte continuamente.
Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas (Mat 6.9-15).
Así que, ¡No pierdas tu identidad! ¡Recuerda siempre quién eres! Dios es tu Padre y te desea sólo bien, por eso te pide que seas libre de la falta de perdón.
Pero ¿cómo hacerlo? ¿Cómo lograrlo? ¿Cómo perdonar? ¿Cómo olvidar? Pues recordando y creyendo siempre lo que la Biblia, la Palabra de Dios, dice de ti: que ya eres un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de NUEVO, que las cosas viejas ya pasaron y ahora, en Cristo Jesús, TODO ES NUEVO.
Tú ya no eres esa persona que fue ofendida, lastimada o ultrajada, ¡no! ¡Nada de eso! Ahora eres un(a) Hija(o) del Rey de reyes y Señor de señores. Tu vida y destino ahora están resueltos con Él y en Él. No tienes que intentar perdonar, solamente CREE, al que CREE todo le es posible. CREE que eres esa (ese) princesa (príncipe) de tu Padre que la Biblia dice que tú ya eres.
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Ro 8.2).
Esta es una Ley establecida por Dios y esta Ley del espíritu de Vida en Cristo Jesús YA TE HIZO libre de la ley del pecado y de la muerte. Por lo tanto, ahora tú estás muy por encima de cualquier verdugo, de cualquier odio, rencor o resentimiento.
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia (1 P 2.9-10).
Solo utiliza las armas de tu milicia, que no son carnales sino Poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas y dile al rencor: ¡No vales la pena!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en esta hora vengo a Ti porque yo he creído y recibido Tu Amor. Por lo que Tú, Señor Jesús, hiciste en la cruz por mí, ahora yo soy esa (ese) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo, que la Biblia, Tu Palabra, dice que ahora yo soy. Por lo tanto, me despojo de todo peso y del pecado que me asedia, y corro con paciencia, con constancia y persistencia, la carrera que tengo por delante, pongo mis ojos en Ti, Jesús, el autor y consumador de mi fe, y me determino a perdonar y olvidar, hoy, toda ofensa y todo agravio que aún mantenga vivo en mi memoria. Toda esa gran deuda me perdonaste a mí para hacerme Tu Hija(o), justa(o), santa(o) y perfecta(o). Así que, sé perfectamente que yo también puedo perdonar a mis deudores. Gracias Señor por tanto y tan grande Amor. Estoy decidida(o) a vivir esa Vida Nueva, Plena y Abundante, que compraste para mí con Tu Sangre Preciosa. Por esto, creo y declaro que yo, ______________ (tu nombre aquí), ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! ¡Soy próspera! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichosa(o) para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Marzo 19                               Mat 18.22-35 /  Núm 7-8 /  Ecl 6

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