Jueves 16 de Febrero de 2012.
¡Yo pongo mi vista en el galardón!
Por Riqui Ricón*
Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible (He 11.24-27).
La fe es la fuerza más poderosa que existe, con ella, fue constituido el universo por la Palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía (He 11.3). La fe no es un poder místico, ni grado de elevación, que sólo puedan alcanzar algunos “iluminados”. ¡No! La fe es sencilla y al alcance de todos.
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe (Efe 2.8-9).
¡La fe es un regalo de tu Padre!
Fe es creerle a Dios, creerle a Su Palabra. Creer que Él tiene honor y no miente. Es creer que si Dios lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir; si Dios lo habló, entonces, Él lo va a ejecutar.
Cuando crees que la Biblia es la Palabra de Dios, entonces, como Moisés, sin importar cuán difíciles o adversas sean tus circunstancias, el día de hoy, te mantienes firme, confiada(o) y tranquila(o), ya que, te sostienes viendo al Invisible, con la mirada puesta en el galardón, esto es, con la mirada puesta en Su Palabra, en Sus Promesas.
Hijo mío, guarda mis razones, Y atesora contigo mis mandamientos. Guarda mis mandamientos y vivirás, Y mi ley como las niñas de tus ojos. Lígalos a tus dedos; Escríbelos en la tabla de tu corazón (Pro 7.1-3).
La fe viene por oír la Palabra de Dios y al hacer de la Biblia lo norma máxima de tu existencia, poniéndola en tu boca, mente y corazón, tienes acceso a los recursos ilimitados que Dios pone al alcance de todos Sus Hijos.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo, para pagar todos tus pecados, antes que perderte a ti. Jesús vino a salvarte, ¡nunca a condenarte!
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 5.1a).
¿Crees tú, que Jesús es el Cristo, el Mesías, el Salvador del mundo que entrego su propia vida para pagar todos tus pecados? Si es así, entonces, de acuerdo a la Palabra de Dios, tú has Nacido de Dios.
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).
Hoy, tienes que aprender a mirarte, a ti misma(o), como Dios te mira y a llamarte como Dios te llama.
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
¡Tú, ____________ (tu nombre aquí), de acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, ERES un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo, no de simiente corruptible, sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre!
Deja de mirar todo lo que te han dicho que no eres. No prestes más atención a las palabras de desánimo, fracaso y derrota que han dicho sobre ti. Pon atención a la Palabra de Verdad, a la ley de justicia, que tu Padre ha pronunciado sobre ti. Sostente mirando al Invisible y, justamente como Él, llama las cosas que no son como si fueran. ¡Pon tu mirada en el galardón!
y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador (Ex 15.26).
Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo (Pro 4.20-22).
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma (3 Jn 2).
Por el sacrificio y el Amor de Jesús, has sido declarada(o) Hija(o) de Dios; tienes el regalo de la Vida Eterna y la Voluntad de tu Padre, para contigo, es de gozo, paz, prosperidad y salud. Así que, HOY puedes desatar tu fe con la Palabra de Dios para RECIBIR total y absoluta sanidad.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, yo tengo fe y sé que puedo confiar plenamente en Tu Palabra y, por lo tanto, comprendo y creo que Tu voluntad para conmigo es buena, agradable y perfecta. Creo y recibo este tu gran Amor que sientes por mí. Gracias por Tu Palabra, que es la Verdad, y con la cual puedo dirigir mi vida. Gracias, Señor Jesús, por lo que adquiriste para mí al morir en esa cruz y al resucitar de la muerte. Por todo esto, creo y declaro que caerán a mi lado mil y diez mil a mi diestra mas a mí no llegará, porque aunque ande en valle de sombra y de muerte NO TEMERÉ mal alguno porque Tú, Señor, estás conmigo. Tú eres el que me guarda y el maligno no me toca. Someto todo problema, angustia o enfermedad a la autoridad de la Palabra de Dios, mi Padre, y los pongo bajo mis pies. ¡Soy sana(o)! ¡Soy Libre! ¡Soy próspera(o)! Creo y recibo el Amor, el gozo y la paz que sólo yo, un(a) Hija(o) del Rey, puedo experimentar para vivir una vida en la Plenitud de Dios, mi Padre. ¡No voy a temer! Solamente creeré lo que la Biblia, la Palabra de Dios, que no miente, dice acerca de mí. En el nombre de Jesús. Amén
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero 16 Heb 11.23-40 / Ex 15 / Pro 6.1-7.5
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