martes, 6 de marzo de 2012

¡Cómo no ser derrotado, jamás!


Sábado 11 de Febrero de 2012.

¡Volviendo siempre a Su Palabra!

Por Riqui Ricón*

Volveos a mi reprensión; He aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, Y os haré saber mis palabras (Pro 1.23).

Si tú te vuelves (arrepientes) y pones atención a mis razonamientos (Palabra), yo (la sabiduría) derramaré mi espíritu sobre ti, y te daré a conocer mis palabras (Pro 1.23 BA).

Sabiendo que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti, no es de extrañarse que lo único que te pide es que confíes Él; que en lugar de huir de Él avergonzada(o) y derrotada(o), corras hacia Él y hacia Su Palabra (Sus razonamientos). Dios te ha prometido hacerte saber Su Palabra y, con ella, Su Sabiduría.

Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad (Jer 29. 11-14a).

Dios ha establecido en Su Palabra un Plan bueno, agradable y perfecto para tu vida y, en verdad, poco importa que tu pienses, de ti misma(o), que eres poca cosa, pecadora(o), fracasada(o) o derrotada(o), porque ninguna de esas cosas eres tú. Sus pensamientos hacia ti son de paz y no de mal. Y lo que Dios dice acerca de ti en Su Palabra, esa es la Verdad y eso es lo que prevalece. Aunque tú no lo creas.

por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz (Col 1.19-20).

Por la Sangre de Jesús, por Su muerte en esa cruz y su resurrección ahora tú tienes acceso a la Presencia de Dios mediante el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús. Y éste, mi estimada(o) amiga(o), es un Pacto de Amor y Paz dirigido totalmente hacia ti.

Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo (Col 1.21-23a).

Si estás prestando atención a la Palabra de Dios, notarás que no depende de ti, ni de nada de lo que hayas hecho, ni de nada que tú puedas hacer. ¡Él lo hizo todo por amor a ti! Lo único que se te pide es creer, creerle a Dios, creyendo Su Palabra.

Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo. Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; No como el pacto que hice con sus padres El día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; Porque ellos no permanecieron en mi pacto, Y yo me desentendí de ellos, dice el Señor. Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo; Y ninguno enseñará a su prójimo, Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; Porque todos me conocerán, Desde el menor hasta el mayor de ellos. Porque seré propicio a sus injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades (He 8.6-12).

Al aceptar a Jesús como tu Señor y Salvador, automáticamente entraste a este Nuevo Pacto, que ha sido establecido sobre mejores promesas, ya que, a diferencia del anterior, no  se te pide que hagas cosa alguna sino sólo creer. Creer que por la muerte de Jesús todos tus pecados fueron pagados; creer que mediante Su Sangre ya has sido purificada(o) para que, a través de Su resurrección, recibas la Vida Nueva de un(a) Hija(o) de Dios, hecha(o) semejante a Jesús, justa(o), santa(o) y perfecta(o).

Necesito insistir aquí que no se trata de si tú te sientes justa(o), santa(o) o perfecta(o), sino de que, mediante el Nuevo Pacto en  Su Sangre, y de acuerdo a la Palabra de Dios, Él, Jesucristo, ya te hizo así. Entre más pronto lo aceptes y lo creas, más pronto comenzarás actuar y a vivir como un(a) Hija(o) del Rey.

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1).

Así que, no te dejes engañar por los problemas, las enfermedades o las dificultades, ni por las voces de fracaso y derrota que continuamente gritan que no sirves, que no vales, que eres un(a) hipócrita, que Jesús, ni Dios pueden amarte siendo como has sido, etc., etc., etc. ¡No! Mi amada(o), vuélvete a su reprensión, vuélvete a Su Palabra y a Sus razonamientos. Porque esta es la verdad: ¡Dios te ama!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, en este día yo decido volverme a Tus razonamientos, a Tu Palabra. ¡Tu Palabra es la Verdad! Por lo tanto, deshecho todo pensamiento de fracaso y de derrota; todo rencor; todo complejo de inferioridad; todo orgullo y altivez; todo miedo y temor. Gracias, Señor Jesús, porque por Ti, por Tu muerte en la cruz, por Tu sangre preciosa, por Tu resurrección y por Tu gran Amor por mí, ahora yo tengo vida, una vida plena y abundante: tengo la Vida Eterna de un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo. Gracias, amado Dios, porque ahora conozco la Verdad y la Verdad me ha hecho libre. Puedo tomar de Tu Plenitud, Jesús (que es toda la Plenitud de la deidad), para hacer de mi vida una vida justa, santa y perfecta, creyendo y RECIBIENDO lo que Tú, Señor, ya hiciste por mí. ¡Gracias por el Nuevo Pacto en el Cuerpo y la Sangre de Jesús! Por todo esto, Tú, mi Dios, y Padre, me has dado toda la autoridad para declarar que cualquier problema, enfermedad o aflicción que ahora esté viviendo, tarde que temprano, se volverá en un bien para mi vida, así lo dice la Biblia. Gracias Señor, porque no hay forma en que yo vaya a perder, pues esta es la victoria que ha vencido al mundo, mi fe. Mi fe en Ti, Padre eterno. Mi fe en Tu Palabra. Gracias Padre porque no me has dejado nunca, ni me dejarás, porque me has amado con tan grande amor y me has hecho tu Hija(o). Por lo que Tú hiciste en la cruz, Señor Jesús, y por Tu Palabra, ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! ¡Soy próspera! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichosa(o) para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. En el nombre de Jesús. Amén

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011




Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Febrero 11                             Heb 8 /  Ex 5.1-6.27 /  Pro 1


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