Viernes 10 de Febrero de 2012.
¡Habilitado por Dios!
Por Riqui Ricón*
Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua. Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar (Ex 4.10-12).
Cuando Moisés dudó de sus habilidades para cumplir la misión que Dios le encomendaba, el Señor le ayudó enseñándole dos cosas: primero, que Él es Dios, el Todopoderoso; y segundo, le prometió que estaría con él. Así, por medio de la fe, que es creerle a Dios, creerle a Su Palabra, podemos ver, en los primeros cinco libros de la Biblia, que Moisés llevó a cabo la tarea encomendada.
Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo: Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel... Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas (Jos 1.1-2, 7-9).
Ahora, tenemos a Josué con la enorme responsabilidad de introducir al pueblo de Israel a la Tierra Prometida y, de nuevo, Dios lo habilita con Su Palabra para realizar el propósito asignado. Una vez más, podemos leer en el libro de Josué cómo éste le creyó a Dios, haciendo de la Biblia la norma máxima de su vida y, así, hizo prosperar su camino y todo le salió bien. A tal grado Dios honró la fe de Josué que,
Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón; Y tú, luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró, Hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Jaser? Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero. Y no hubo día como aquel, ni antes ni después de él, habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre; porque Jehová peleaba por Israel (Jos 10. 12-14).
A Dios no se le escapa nada acerca de ti y Él ha comprometido Su Palabra en que estará contigo en todo momento, ayudándote y habilitándote para todo aquello que el Señor pida de ti.
Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios. Y esto no fue hecho sin juramento; porque los otros ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes; pero éste, con el juramento del que le dijo: Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec. Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto (He 7.18-22).
Realmente es asombrosa la forma en que Dios, tu Padre, habilitó a Jesús para que realizara la labor que le había encomendado. Al morir en la cruz, por Amor a ti, y pagar con Su Vida el precio de todos tus pecados, Jesús fue hecho, por Dios, el fiador, la garantía, del Nuevo Pacto; el cual es un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.
por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina (2 P 1.4a).
Estas promesas son las que te habilitan, por medio de la fe, para ser la persona que Dios quiere que seas y para hacer las cosas que Dios quiere que hagas. Por ejemplo:
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti. Jesús no viene a condenarte, sino a que creas en el Amor que Él siente por ti. A que creas que porque Él pagó el justo precio de todos tus pecados, tú ya no tienes que pagar NADA. A que recibas, por medio de la fe en Su Nombre, la Plenitud de Vida que sólo pueden gozar los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo, lo cual tú YA ERES, en Cristo Jesús.
Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios (1 Jn 5.1a).
Por creer que Jesús es el Mesías, el Salvador del mundo, ahora tú has nacido de Dios.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios (Jn 1.12-13).
Por haber confesado a Jesucristo como tu Señor y Salvador, ya no eres más un(a) Hija(o) de tus padres naturales, sino que ahora eres un(a) Hija(o) de Dios.
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).
¡Ahora eres un(a) Hija(o) de Dios Nacida(o) de Nuevo! Y no Naciste de Nuevo de una semilla corruptible sino de la incorruptible simiente que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia (1 P 2.9-10).
Tu Padre te ha dejado aquí, en el mundo, con el propósito de que anuncies a otros las virtudes de aquel que te llamó de las tinieblas a su luz admirable. Para que compartas las buenas noticias del Amor de Dios a todos los seres humanos y, así, establezcas el Reino de tu Padre en la tierra. Ser un(a) Hija(o) del Rey te habilita para hacer esto, pues ahora eres linaje escogido y real sacerdocio.
y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra (Apo 5.9-10).
Mediante la Sangre de Jesús, ya has sido hecha(o) reina (rey) y sacerdotisa (sacerdote) para reinar sobre la tierra y es necesario que comprendas que has sido habilitada(o) por Dios, no mediante la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible.
Y esto es aún más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible (He 7.15-16).
Así es, amada(o), el sacrificio de Jesús va muchísimo más allá del perdón de tus pecados. Por Amor, Dios te ha llamado Su Hija(o) y mediante el Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús, has sido creada(o) de Nuevo para una Vida Plena y Abundante: la Vida Eterna.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, al estudiar y comprender todo esto, me asombra más y más de Tu Grande y Eterno Amor por mí. Señor Jesús, es Tu Vida, Tu Sangre, Tu muerte y resurrección lo que me habilita para la Vida Eterna. ¡Gracias! ¡Muchas gracias, Señor Jesús! ¡Cómo no voy amarte! ¡Cómo no he de adorarte! Siendo Tú quién eres, hiciste de mí un(a) Hija(o) Tuya(o) Nacida(o) de Nuevo. ¡Lo creo y lo recibo! Por tanto, estoy segura(o) de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me podrá separar de Tu amor, mi Dios y Padre, que es en Cristo Jesús mi Señor. Así que, declaro que estoy habilitada(o) por Dios con la Vida Eterna para reinar sobre la tierra. Voy a establecer Tu Reino poniendo la Palabra de Dios en mi mente, boca y corazón. Yo soy la persona que Dios dice que soy en Su Palabra, la Biblia. ¡Soy sana(o)! ¡Soy libre! ¡Soy próspera! ¡Soy más que vencedor(a)! ¡Todo lo puedo en Cristo! Y, por la Sangre de Jesús, soy dichosa(o) para vivir una vida plena y abundante. Muchas gracias, Señor Jesús. Gracias por esta Nueva Vida en Plenitud que ahora tengo. Gracias por mi sanidad. Gracias por mi salud. Gracias por mi prosperidad. Gracias por el Amor, la paz y el gozo que ahora disfruto. ¡Gracias por mi Victoria sobre la muerte! En el nombre de Jesús. Amén
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Febrero 10 Heb 7 / Ex 3-4 / Sal 41
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