domingo, 1 de mayo de 2022

¿Qué tiempos estás viviendo?

                                                                                                                                                                                     <ENGLISH>





 01 Mayo  

¿Qué tiempos estás viviendo?


¡Tiempos emocionantes!

Por Riqui Ricón*

Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios (Hch 14.3).

En la lectura del día de hoy, la Biblia nos muestra como Pablo y Bernabé estuvieron en la ciudad de Iconio predicando el evangelio durante bastante tiempo; mientras que el Señor les concedía el poder de hacer grandes milagros que demostraban el origen divino del mensaje que predicaban.

Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén (Mar 16.20).

Hoy en día, en pleno siglo XXI, somos testigos de las mismas señales que acompañan la predicación de la Palabra de Dios: cáncer, diabetes, VIH y muchísimas otras enfermedades son sanadas mediante la oración y la imposición de manos. Los matrimonios y las vidas destruidas de cientos de miles de personas son restaurados en este preciso momento por el Poder y el Amor contenidos en el mensaje del Evangelio.

Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán (Mar 16.17-18).

Es evidente que Jesús lo dijo así en Su Palabra y esto es una realidad el día de hoy.

En verdad que estamos viviendo los tiempos más emocionantes en la historia de la humanidad. El mensaje de la Biblia, el Evangelio de Jesucristo, sigue siendo tan real y eficaz como lo fue en la época de Pablo y Bernabé.

Quizá tú no te sientas hoy con la fe suficiente (ni con el Poder) para realizar milagros a nombre de Jesucristo. Quizá hoy estás enfrentando problemas particulares que te impiden pensar en otra cosa que no sea cómo solucionarlos. Quizá pienses que hoy no es el día indicado para hablarte de la fe, los milagros y el Poder de Dios. Pero, quizá sí.

¡Quién me diera quien me oyese! He aquí mi confianza es que el Omnipotente testificará por mí, Aunque mi adversario me forme proceso (Job 31.35).

Ante la adversidad, ante las dudas, problemas y aflicciones, que le embargaron más allá de sus fuerzas y recursos, Job terminó por declarar que su confianza estaba en el Todopoderoso Dios.

A Jehová he puesto siempre delante de mí; Porque está a mi diestra, no seré conmovido. Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; Mi carne también reposará confiadamente (Sal 16.8-9).

Tú has hecho a Jesucristo el Señor y Salvador de tu vida, por lo tanto Dios es el que te guarda y no serás conmovido(a) por ningún problema, ni enfermedad o aflicción. Puedes, con toda seguridad, darle alegría a tu corazón y que se goce tu alma; y que tu carne también repose confiadamente en la Palabra de Dios.

Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, Cuya esperanza está en Jehová su Dios (Sal 146.5).

¡Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! Tu esperanza es una certeza segura pues has puesto tu confianza en Dios Todopoderoso.

Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, Y confiarán en Jehová. Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, Y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira. Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas; Y tus pensamientos para con nosotros, No es posible contarlos ante ti. Si yo anunciare y hablare de ellos, No pueden ser enumerados (Sal 40.1-5).

La palabra pacientemente significa aquí, constantemente, persistentemente. Y sin importar la magnitud de lo que estés enfrentando este día, Dios pondrá tus pies sobre la peña y enderezará tus pasos.

Sólo tienes que creerle a Dios, creyendo Su Palabra.

Este es el único secreto para vivir una vida dichosa.

Jehová de los ejércitos, Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).

Así que, recuerda siempre que el poder y la fe del Evangelio emanan no de cómo tú te sientas el día de hoy, ni de qué tan grandes o difíciles son los problemas que estás enfrentando. El poder y la fe del Evangelio emanan de tu confianza en la Palabra de Dios.

Dios no es un simple mortal para mentir y cambiar de parecer. ¿Acaso no cumple lo que promete ni lleva a cabo lo que dice? (Num 23.19).

La Biblia es la Palabra de Dios y ésta es la Palabra de Honor del único Dios Todopoderoso, y es Él mismo quien afirma en Su Palabra amarte tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Dios no te ha dejado a merced de tus circunstancias, ni te dejará. Dios te ama y tú eres muy valioso(a) para Él.

Como con Pablo y Bernabé, hoy en día, Dios respalda a aquellos que creen; Dios respalda a aquellos que creen en Él y lo demuestran creyendo Su Palabra, pues, al fin y al cabo, Dios respalda Su Palabra de Honor.

Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá (Mar 11.24).

Tal vez estés pensando:

- Mira Riqui Ricón, yo ya leí eso y lo puse en práctica; me puse a orar y no sucedió nada.

Pues tienes que saber que el secreto no está en que ores sino en que creas que lo recibirás por la simple y sencilla razón de que Dios lo dijo así, y si Dios lo dijo, entonces, Él lo va hacer, si Dios lo hablo, entonces, Él lo va a ejecutar.

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Luc 21.33).

¡Primero el cielo y la tierra dejan de existir antes que Dios deje de cumplir Su Palabra de Honor!

Es interesante notar cómo Job, en medio de la adversidad, buscó un abogado en Dios. Pero, ¿cómo funciona esto hoy en día?

Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo (1 Jn 2.1).

Ahora, tú tienes un abogado en Cristo Jesús.

Job buscaba ser justificado delante de Dios.

Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Co 5.21).

Tú has sido justificado(a) por Dios.

Job quería hablar con Dios.

Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro (He 4-14-16).

Tú tienes libre acceso a la Presencia de Dios, pues ahora eres legal y legítimamente un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 BAD).

¡Tú eres, ni más ni menos que un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo!

¿Por qué esto es tan importante para creer?

De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre (Jn 14.12).

Si no crees, no podrás hacer las cosas que Él hizo y, entonces, no podrás cumplir el propósito por el cual estás en este mundo.

Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible (Mar 9.23).

Recuerda, ¡sin fe es imposible agradar a Dios!

Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan (Sgo 2.19).

Los demonios, como la mayoría de los seres humanos, creen en Dios y tiemblan. Pero, no es suficiente con creer en Dios, es necesario creerle, creerle a Él creyendo Su Palabra.

Tú has sido destinado(a) a realizar grandes cosas para el Reino, así que, no te dejes abrumar por las circunstancias que te rodean, ni aún por tus emociones y sentimientos, y confía en la Palabra de Dios y Él dará testimonio de la Palabra de Su Gracia concediendo que por tu mano se hagan señales y prodigios tal y como la ha prometido.

¡Son tiempos emocionantes!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, gracias por tanto y tan grande Amor con que me has amado que siendo yo un(a) pecador(a) entregaste a Tu Hijo, Jesucristo, para pagar todas mis deudas y así hacerme a mí un(a) Hijo(a) Tuyo(a) igual a Jesús. Oh Dios, es algo tan asombroso saberme amado(a) de tal manera. Jesús, por Tu sacrificio en la cruz, por Tu Sangre preciosa, Tu muerte y resurrección, he sido justificado(a), perdonado(a) y santificado(a). Abba, Padre, gracias por haber procurado para mí un camino de salvación, un camino vivo y perfecto mediante la muerte y resurrección de Tu Hijo, Jesús. Jesucristo, Tú eres mi Rey, Señor y Salvador. Tú me has trasladado de las tinieblas a Tu luz admirable otorgándome Tu propia Vida. Gracias Señor Jesús, por Ti soy Eterno(a). Juntamente contigo, ¡viviré para siempre! ¡Nunca moriré! Padre celestial, yo creo y recibo esta identidad Eterna de Hijo(a) Tuyo(a). ¡Acepto el precio que se pagó por ella! Así que, Si Tú estás por mí, ¿quién contra mí? Si no escatimaste ni a Tu propio Hijo, sino que lo entregaste por Amor a mí, ¿cómo no me darás también con Él todas las cosas? ¿Quién me acusará si soy escogido(a) de Dios? Dios, Tú mismo eres el que me justifica. ¿Quién es el que me condenará? Cristo Jesús, Tú moriste por mí; más aún, Tú, Señor, eres el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercedes por mí. ¿Quién me separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? A todos esos males se refieren las Escrituras diciendo: "Por ser fieles a tu causa nos persiguen a muerte sin descanso; nos tratan como a ovejas destinadas al matadero".Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Antes, en todas estas cosas yo, ___________ (tu nombre aquí), soy más que vencedor(a) por medio de aquel que me amó. Por lo cual estoy seguro(a) de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor mío. Así que, ¡Abba! ¡Padre! Yo soy Tuyo(a), y en Cristo Jesús ya he vencido, pues mayor eres Tú, Espíritu Santo, que vives en mí y conmigo, que el que está en el mundo. Padre, ¡Todas y cada una de Tus Promesas son en mí, sí y amén! Me someto a Ti, mi Dios y Padre, me someto a Tu Palabra, resisto a Satanás y éste tiene que huir de mi vida. No recibo ni la duda, ni el temor, ni la enfermedad, ni la pobreza, ni la angustia, ni la depresión. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012


Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Mayo 1                                     Hch 14 /  Jos 22 /  Job 31

 

Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 




Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Mayo 1                                     Hch 14 /  Jos 22  Job 31

 

Hechos 14

Pablo y Bernabé en Iconio

14

1Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos, y asimismo de griegos. 2Mas los judíos que no creían excitaron y corrompieron los ánimos de los gentiles contra los hermanos. 3Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios. 4Y la gente de la ciudad estaba dividida: unos estaban con los judíos, y otros con los apóstoles. 5Pero cuando los judíos y los gentiles, juntamente con sus gobernantes, se lanzaron a afrentarlos y apedrearlos, 6habiéndolo sabido, huyeron a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia, y a toda la región circunvecina, 7y allí predicaban el evangelio.

Pablo es apedreado en Listra

8Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. 9Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado, 10dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo. 11Entonces la gente, visto lo que Pablo había hecho, alzó la voz, diciendo en lengua licaónica: Dioses bajo la semejanza de hombres han descendido a nosotros. 12Y a Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque éste era el que llevaba la palabra. 13Y el sacerdote de Júpiter, cuyo templo estaba frente a la ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de las puertas, y juntamente con la muchedumbre quería ofrecer sacrificios. 14Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas, y se lanzaron entre la multitud, dando voces 15y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay. 16En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes andar en sus propios caminos; 17si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones. 18Y diciendo estas cosas, difícilmente lograron impedir que la multitud les ofreciese sacrificio.

19Entonces vinieron unos judíos de Antioquía y de Iconio, que persuadieron a la multitud, y habiendo apedreado a Pablo, le arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto. 20Pero rodeándole los discípulos, se levantó y entró en la ciudad; y al día siguiente salió con Bernabé para Derbe. 21Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, 22confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. 23Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído.

El regreso a Antioquía de Siria

24Pasando luego por Pisidia, vinieron a Panfilia. 25Y habiendo predicado la palabra en Perge, descendieron a Atalia. 26De allí navegaron a Antioquía, desde donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían cumplido. 27Y habiendo llegado, y reunido a la iglesia, refirieron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos, y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles. 28Y se quedaron allí mucho tiempo con los discípulos. [1]

 

Josué 22

El altar junto al Jordán

22

1Entonces Josué llamó a los rubenitas, a los gaditas, y a la media tribu de Manasés, 2y les dijo: Vosotros habéis guardado todo lo que Moisés siervo de Jehová os mandó, y habéis obedecido a mi voz en todo lo que os he mandado.a 3No habéis dejado a vuestros hermanos en este largo tiempo hasta el día de hoy, sino que os habéis cuidado de guardar los mandamientos de Jehová vuestro Dios. 4Ahora, pues, que Jehová vuestro Dios ha dado reposo a vuestros hermanos, como lo había prometido, volved, regresad a vuestras tiendas, a la tierra de vuestras posesiones, que Moisés siervo de Jehová os dio al otro lado del Jordán. 5Solamente que con diligencia cuidéis de cumplir el mandamiento y la ley que Moisés siervo de Jehová os ordenó: que améis a Jehová vuestro Dios, y andéis en todos sus caminos; que guardéis sus mandamientos, y le sigáis a él, y le sirváis de todo vuestro corazón y de toda vuestra alma. 6Y bendiciéndolos, Josué los despidió, y se fueron a sus tiendas.

7También a la media tribu de Manasés había dado Moisés posesión en Basán; mas a la otra mitad dio Josué heredad entre sus hermanos a este lado del Jordán, al occidente; y también a éstos envió Josué a sus tiendas, después de haberlos bendecido. 8Y les habló diciendo: Volved a vuestras tiendas con grandes riquezas, con mucho ganado, con plata, con oro, y bronce, y muchos vestidos; compartid con vuestros hermanos el botín de vuestros enemigos. 9Así los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media tribu de Manasés, se volvieron, separándose de los hijos de Israel, desde Silo, que está en la tierra de Canaán, para ir a la tierra de Galaad, a la tierra de sus posesiones, de la cual se habían posesionado conforme al mandato de Jehová por conducto de Moisés.

10Y llegando a los límites del Jordán que está en la tierra de Canaán, los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media tribu de Manasés edificaron allí un altar junto al Jordán, un altar de grande apariencia. 11Y los hijos de Israel oyeron decir que los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media tribu de Manasés habían edificado un altar frente a la tierra de Canaán, en los límites del Jordán, del lado de los hijos de Israel. 12Cuando oyeron esto los hijos de Israel, se juntó toda la congregación de los hijos de Israel en Silo, para subir a pelear contra ellos.

13Y enviaron los hijos de Israel a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés en tierra de Galaad, a Finees hijo del sacerdote Eleazar, 14y a diez príncipes con él: un príncipe por cada casa paterna de todas las tribus de Israel, cada uno de los cuales era jefe de la casa de sus padres entre los millares de Israel. 15Los cuales fueron a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés, en la tierra de Galaad, y les hablaron diciendo: 16Toda la congregación de Jehová dice así: ¿Qué transgresión es esta con que prevaricáis contra el Dios de Israel para apartaros hoy de seguir a Jehová, edificándoos altar para ser rebeldes contra Jehová?b 17¿No ha sido bastante la maldad de Peor, de la que no estamos aún limpios hasta este día, por la cual vino la mortandad en la congregación de Jehová,c 18para que vosotros os apartéis hoy de seguir a Jehová? Vosotros os rebeláis hoy contra Jehová, y mañana se airará él contra toda la congregación de Israel. 19Si os parece que la tierra de vuestra posesión es inmunda, pasaos a la tierra de la posesión de Jehová, en la cual está el tabernáculo de Jehová, y tomad posesión entre nosotros; pero no os rebeléis contra Jehová, ni os rebeléis contra nosotros, edificándoos altar además del altar de Jehová nuestro Dios. 20¿No cometió Acán hijo de Zera prevaricación en el anatema, y vino ira sobre toda la congregación de Israel? Y aquel hombre no pereció solo en su iniquidad.d

21Entonces los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media tribu de Manasés respondieron y dijeron a los cabezas de los millares de Israel: 22Jehová Dios de los dioses, Jehová Dios de los dioses, él sabe, y hace saber a Israel: si fue por rebelión o por prevaricación contra Jehová, no nos salves hoy. 23Si nos hemos edificado altar para volvernos de en pos de Jehová, o para sacrificar holocausto u ofrenda, o para ofrecer sobre él ofrendas de paz, el mismo Jehová nos lo demande. 24Lo hicimos más bien por temor de que mañana vuestros hijos digan a nuestros hijos: ¿Qué tenéis vosotros con Jehová Dios de Israel? 25Jehová ha puesto por lindero el Jordán entre nosotros y vosotros, oh hijos de Rubén e hijos de Gad; no tenéis vosotros parte en Jehová; y así vuestros hijos harían que nuestros hijos dejasen de temer a Jehová. 26Por esto dijimos: Edifiquemos ahora un altar, no para holocausto ni para sacrificio, 27sino para que sea un testimonio entre nosotros y vosotros, y entre los que vendrán después de nosotros, de que podemos hacer el servicio de Jehová delante de él con nuestros holocaustos, con nuestros sacrificios y con nuestras ofrendas de paz; y no digan mañana vuestros hijos a los nuestros: Vosotros no tenéis parte en Jehová. 28Nosotros, pues, dijimos: Si aconteciere que tal digan a nosotros, o a nuestras generaciones en lo por venir, entonces responderemos: Mirad el símil del altar de Jehová, el cual hicieron nuestros padres, no para holocaustos o sacrificios, sino para que fuese testimonio entre nosotros y vosotros. 29Nunca tal acontezca que nos rebelemos contra Jehová, o que nos apartemos hoy de seguir a Jehová, edificando altar para holocaustos, para ofrenda o para sacrificio, además del altar de Jehová nuestro Dios que está delante de su tabernáculo.

30Oyendo Finees el sacerdote y los príncipes de la congregación, y los jefes de los millares de Israel que con él estaban, las palabras que hablaron los hijos de Rubén y los hijos de Gad y los hijos de Manasés, les pareció bien todo ello. 31Y dijo Finees hijo del sacerdote Eleazar a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a los hijos de Manasés: Hoy hemos entendido que Jehová está entre nosotros, pues que no habéis intentado esta traición contra Jehová. Ahora habéis librado a los hijos de Israel de la mano de Jehová.

32Y Finees hijo del sacerdote Eleazar, y los príncipes, dejaron a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad, y regresaron de la tierra de Galaad a la tierra de Canaán, a los hijos de Israel, a los cuales dieron la respuesta. 33Y el asunto pareció bien a los hijos de Israel, y bendijeron a Dios los hijos de Israel; y no hablaron más de subir contra ellos en guerra, para destruir la tierra en que habitaban los hijos de Rubén y los hijos de Gad. 34Y los hijos de Rubén y los hijos de Gad pusieron por nombre al altar Ed;5 porque testimonio es entre nosotros que Jehová es Dios. [2]

 

Job 31

 

Job afirma su integridad

31

     1     Hice pacto con mis ojos;

¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?

     2     Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios,

Y qué heredad el Omnipotente desde las alturas?

     3     ¿No hay quebrantamiento para el impío,

Y extrañamiento para los que hacen iniquidad?

     4     ¿No ve él mis caminos,

Y cuenta todos mis pasos?

     5     Si anduve con mentira,

Y si mi pie se apresuró a engaño,

     6     Péseme Dios en balanzas de justicia,

Y conocerá mi integridad.

     7     Si mis pasos se apartaron del camino,

Si mi corazón se fue tras mis ojos,

Y si algo se pegó a mis manos,

     8     Siembre yo, y otro coma,

Y sea arrancada mi siembra.

     9     Si fue mi corazón engañado acerca de mujer,

Y si estuve acechando a la puerta de mi prójimo,

     10     Muela para otro mi mujer,

Y sobre ella otros se encorven.

     11     Porque es maldad e iniquidad

Que han de castigar los jueces.

     12     Porque es fuego que devoraría hasta el Abadón,

Y consumiría toda mi hacienda.

     13     Si hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva,

Cuando ellos contendían conmigo,

     14     ¿Qué haría yo cuando Dios se levantase?

Y cuando él preguntara, ¿qué le respondería yo?

     15     El que en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él?

¿Y no nos dispuso uno mismo en la matriz?

     16     Si estorbé el contento de los pobres,

E hice desfallecer los ojos de la viuda;

     17     Si comí mi bocado solo,

Y no comió de él el huérfano

     18     (Porque desde mi juventud creció conmigo como con un padre,

Y desde el vientre de mi madre fui guía de la viuda);

     19     Si he visto que pereciera alguno sin vestido,

Y al menesteroso sin abrigo;

     20     Si no me bendijeron sus lomos,

Y del vellón de mis ovejas se calentaron;

     21     Si alcé contra el huérfano mi mano,

Aunque viese que me ayudaran en la puerta;

     22     Mi espalda se caiga de mi hombro,

Y el hueso de mi brazo sea quebrado.

     23     Porque temí el castigo de Dios,

Contra cuya majestad yo no tendría poder.

     24     Si puse en el oro mi esperanza,

Y dije al oro: Mi confianza eres tú;

     25     Si me alegré de que mis riquezas se multiplicasen,

Y de que mi mano hallase mucho;

     26     Si he mirado al sol cuando resplandecía,

O a la luna cuando iba hermosa,

     27     Y mi corazón se engañó en secreto,

Y mi boca besó mi mano;

     28     Esto también sería maldad juzgada;

Porque habría negado al Dios soberano.

     29     Si me alegré en el quebrantamiento del que me aborrecía,

Y me regocijé cuando le halló el mal

     30     (Ni aun entregué al pecado mi lengua,

Pidiendo maldición para su alma);

     31     Si mis siervos no decían:

¿Quién no se ha saciado de su carne?

     32     (El forastero no pasaba fuera la noche;

Mis puertas abría al caminante);

     33     Si encubrí como hombre mis transgresiones,

Escondiendo en mi seno mi iniquidad,

     34     Porque tuve temor de la gran multitud,

Y el menosprecio de las familias me atemorizó,

Y callé, y no salí de mi puerta;

     35     ¡Quién me diera quien me oyese!

He aquí mi confianza es que el Omnipotente testificará por mí,

Aunque mi adversario me forme proceso.

     36     Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro,

Y me lo ceñiría como una corona.

     37     Yo le contaría el número de mis pasos,

Y como príncipe me presentaría ante él.

     38     Si mi tierra clama contra mí,

Y lloran todos sus surcos;

     39     Si comí su sustancia sin dinero,

O afligí el alma de sus dueños,

     40     En lugar de trigo me nazcan abrojos,

Y espinos en lugar de cebada.

Aquí terminan las palabras de Job. [3]

 



[1] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Hch 13.52-14.28

a 22.2: Nm. 32.20–32; Jos. 1.12–15.

b 22.16: Dt. 12.6.

c 22.17: Nm. 25.1–9.

d 22.20: Jos. 7.1–26.

Esto es, Testimonio.

[2] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Jos 21.45-22.34

[3] Reina Valera Revisada (1960). Miami : Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998, S. Job 30.31-31.40


No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Qué piensas al respecto?