jueves, 26 de mayo de 2022

¿Qué es el Evangelio?

                                                                                                                                                                                                    <ENGLISH>





 26 Mayo    

¿Qué es el Evangelio?


¡El Evangelio es Poder de Dios!

Por Riqui Ricón*

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá (Ro 1.16-17).

La Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, te enseña claramente que jamás serás avergonzado(a) de haber creído a Su Palabra. Evangelio significa buenas noticias y son precisamente estas buenas noticias las que manifiestan el poder de Dios para tu salvación, esto es, para que realices una vida llena de paz y plenitud.

¿Cómo es posible esto? Es muy sencillo, puesto que el Evangelio son las Buenas Noticias que Dios te da (esto significa que son Palabra de Dios, Palabra de Honor), entonces se van a cumplir todas, sin faltar alguna de ellas.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti. Por Su gran Amor con que te amó, has sido justificado(a), perdonado(a) y hecho(a) nueva creatura, para que así puedas vivir una vida totalmente nueva, una Vida llena de propósito y significado.

Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios (Ro 5.1-2).

Ahora, en Cristo Jesús, por lo que Él hizo en la cruz por amor a ti, has sido justificado(a). ¡Eres justo(a)! ¡Tienes paz para con Dios! ¡Nada te falta! ¡Nada te duele! Todo lo recibes hoy por medio de la fe. Esto es, creyendo que ya es tuyo sólo porque Dios dice en Su Palabra, la Biblia, que así es. ¡Esto es la fe! ¡Creerle a Dios! ¡Creerle a Su Palabra!

Mira el significado que esto tiene:

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que [le cree a Dios]; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por [creerle a Dios, creyendo Su Palabra] y para [creerle a Dios, creyendo Su Palabra], como está escrito: Mas el justo por [creerle a Dios, creyendo Su Palabra] vivirá (Ro 1.16-17 paráfrasis del autor).

El que te justificó fue Jesús al pagar, con su propia sangre y vida, todos tus pecados; el que te perdona es Dios por su Amor, Gracia y Misericordia, y el que te dio Vida Nueva fue el Espíritu Santo con el Poder de Su Palabra, que es la Palabra de Dios.

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).

El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo te aman tanto que NO te ofrecen una nueva oportunidad para ser mejor, sino que te dan una Vida TOTALMENTE Nueva. Una vida donde tu pasado, tus pecados y fracasos, ya no existen; así que ya no te condenan, ni los tienes que llevar a cuestas como una pesada carga de culpabilidad.

Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Ro 8.1-2)

Si logras comprender y creer (porque la Biblia lo dice así) que ya no eres más un(a) pecador(a) perdonado(a), sino un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, entonces, sin importar las circunstancias o problemas que estés enfrentando, el inicio de tu victoria en esta Nueva Vida ya comenzó.

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jn 3.1 BAD).

Al ser un(a) Hijo(a) de Dios compartes la misma naturaleza de tu Padre celestial:

siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).

Tu Nueva Naturaleza es incorruptible y ahora has sido hecho(a) justicia de Dios en Él (1 Co 5.21).

Sin lugar a dudas, tú eres ese(a) justo(a) que vive por fe (que vive creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra), y hoy puedes declarar con toda confianza que:

En cuanto a mí, a Dios clamaré; Y Jehová me salvará. Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, Y él oirá mi voz. El redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí, Aunque contra mí haya muchos (Sal 55.16-18).

Jesucristo dijo que el ladrón sólo viene a hurtar, matar y destruir pero Él, tu Señor, ha venido a ti para darte Vida y una Vida abundante (Jn 10.10). No permitas que el ladrón te engañe. Sólo si crees sus mentiras de enfermedad, pobreza, fracaso y pecado, él tendrá el poder para hurtarte, matarte y destruirte; pero si no le crees sus mentiras y crees la Verdad de la Palabra de Dios, entonces nada puede contra ti y tendrá que huir de ti.

Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros (Stg 4.7).

Así que, sométete a Dios, sométete a Su Palabra. Usa la Palabra de Verdad contra tu enemigo, el diablo, y resiste todo problema, toda enfermedad, toda pobreza, toda depresión, etc.

Confronta tus circunstancias con el Poder del Evangelio pues éste es poder de Dios para salvación a todo aquel que le cree a Dios, y te aseguro, ¡No hay forma que puedas perder!

Oremos en voz audible:

¡Oh, hermoso Dios! Qué reconfortante es saber que Tu Palabra, el Evangelio de mi Salvación, es Poder para vivir esa vida plena y abundante que siempre, Tú, Señor, has deseado para mí. Gracias, muchas gracias. Lo creo y lo recibo. Yo, ______________ (tu nombre aquí), soy Tu Hijo(a) Nacido(a) de Nuevo para estar en Tu Presencia y manifestar esa Paz y ese gran Amor a todos mis semejantes. Gracias porque TODO  lo puedo en Cristo Jesús, que me fortalece pues mayor eres Tú, Señor, que estás en mí, que el que está en el mundo. Entiendo en Verdad que no hay forma, no existe la más mínima posibilidad, en que pueda perder en esta tierra. Así que, en Tu nombre Jesús, recibo mi sanidad, mi libertad y prosperidad en todas las áreas de mi vida. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Mayo          26                         Ro 1.16-32  /  1 Sam 9.1-10.16  /  Sal 55

  

Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 




Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Mayo          26                         Ro 1.16-32  /  1 Sam 9.1-10.16   Sal 55

 

Romanos 1.16-32

El poder del evangelio

16Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. 17Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.b

La culpabilidad del hombre

18Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; 19porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. 20Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. 21Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. 22Profesando ser sabios, se hicieron necios, 23y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.

24Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, 25ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.

26Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, 27y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.

28Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; 29estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; 30murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, 31necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; 32quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.[1]

 

1 Samuel 9.1-10.16

Saúl es elegido rey

9

1Había un varón de Benjamín, hombre valeroso, el cual se llamaba Cis, hijo de Abiel, hijo de Zeror, hijo de Becorat, hijo de Afía, hijo de un benjamita. 2Y tenía él un hijo que se llamaba Saúl, joven y hermoso. Entre los hijos de Israel no había otro más hermoso que él; de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo.

3Y se habían perdido las asnas de Cis, padre de Saúl; por lo que dijo Cis a Saúl su hijo: Toma ahora contigo alguno de los criados, y levántate, y ve a buscar las asnas. 4Y él pasó el monte de Efraín, y de allí a la tierra de Salisa, y no las hallaron. Pasaron luego por la tierra de Saalim, y tampoco. Después pasaron por la tierra de Benjamín, y no las encontraron.

5Cuando vinieron a la tierra de Zuf, Saúl dijo a su criado que tenía consigo: Ven, volvámonos; porque quizá mi padre, abandonada la preocupación por las asnas, estará acongojado por nosotros. 6El le respondió: He aquí ahora hay en esta ciudad un varón de Dios, que es hombre insigne; todo lo que él dice acontece sin falta. Vamos, pues, allá; quizá nos dará algún indicio acerca del objeto por el cual emprendimos nuestro camino. 7Respondió Saúl a su criado: Vamos ahora; pero ¿qué llevaremos al varón? Porque el pan de nuestras alforjas se ha acabado, y no tenemos qué ofrecerle al varón de Dios. ¿Qué tenemos? 8Entonces volvió el criado a responder a Saúl, diciendo: He aquí se halla en mi mano la cuarta parte de un siclo de plata; esto daré al varón de Dios, para que nos declare nuestro camino. 9(Antiguamente en Israel cualquiera que iba a consultar a Dios, decía así: Venid y vamos al vidente; porque al que hoy se llama profeta, entonces se le llamaba vidente.) 10Dijo entonces Saúl a su criado: Dices bien; anda, vamos. Y fueron a la ciudad donde estaba el varón de Dios.

11Y cuando subían por la cuesta de la ciudad, hallaron unas doncellas que salían por agua, a las cuales dijeron: ¿Está en este lugar el vidente? 12Ellas, respondiéndoles, dijeron: Sí; helo allí delante de ti; date prisa, pues, porque hoy ha venido a la ciudad en atención a que el pueblo tiene hoy un sacrificio en el lugar alto. 13Cuando entréis en la ciudad, le encontraréis luego, antes que suba al lugar alto a comer; pues el pueblo no comerá hasta que él haya llegado, por cuanto él es el que bendice el sacrificio; después de esto comen los convidados. Subid, pues, ahora, porque ahora le hallaréis. 14Ellos entonces subieron a la ciudad; y cuando estuvieron en medio de ella, he aquí Samuel venía hacía ellos para subir al lugar alto. 15Y un día antes que Saúl viniese, Jehová había revelado al oído de Samuel, diciendo:

16Mañana a esta misma hora yo enviaré a ti un varón de la tierra de Benjamín, al cual ungirás por príncipe sobre mi pueblo Israel, y salvará a mi pueblo de mano de los filisteos; porque yo he mirado a mi pueblo, por cuanto su clamor ha llegado hasta mí. 17Y luego que Samuel vio a Saúl, Jehová le dijo: He aquí éste es el varón del cual te hablé; éste gobernará a mi pueblo. 18Acercándose, pues, Saúl a Samuel en medio de la puerta, le dijo: Te ruego que me enseñes dónde está la casa del vidente. 19Y Samuel respondió a Saúl, diciendo: Yo soy el vidente; sube delante de mí al lugar alto, y come hoy conmigo, y por la mañana te despacharé, y te descubriré todo lo que está en tu corazón. 20Y de las asnas que se te perdieron hace ya tres días, pierde cuidado de ellas, porque se han hallado. Mas ¿para quién es todo lo que hay de codiciable en Israel, sino para ti y para toda la casa de tu padre? 21Saúl respondió y dijo: ¿No soy yo hijo de Benjamín, de la más pequeña de las tribus de Israel? Y mi familia ¿no es la más pequeña de todas las familias de la tribu de Benjamín? ¿Por qué, pues, me has dicho cosa semejante?

22Entonces Samuel tomó a Saúl y a su criado, los introdujo a la sala, y les dio lugar a la cabecera de los convidados, que eran unos treinta hombres. 23Y dijo Samuel al cocinero: Trae acá la porción que te di, la cual te dije que guardases aparte. 24Entonces alzó el cocinero una espaldilla, con lo que estaba sobre ella, y la puso delante de Saúl. Y Samuel dijo: He aquí lo que estaba reservado; ponlo delante de ti y come, porque para esta ocasión se te guardó, cuando dije: Yo he convidado al pueblo. Y Saúl comió aquel día con Samuel.

25Y cuando hubieron descendido del lugar alto a la ciudad, él habló con Saúl en el terrado. 26Al otro día madrugaron; y al despuntar el alba, Samuel llamó a Saúl, que estaba en el terrado, y dijo: Levántate, para que te despida. Luego se levantó Saúl, y salieron ambos, él y Samuel.

27Y descendiendo ellos al extremo de la ciudad, dijo Samuel a Saúl: Di al criado que se adelante (y se adelantó el criado), mas espera tú un poco para que te declare la palabra de Dios.

10

1Tomando entonces Samuel una redoma de aceite, la derramó sobre su cabeza, y lo besó, y le dijo: ¿No te ha ungido Jehová por príncipe sobre su pueblo Israel? 2Hoy, después que te hayas apartado de mí, hallarás dos hombres junto al sepulcro de Raquel, en el territorio de Benjamín, en Selsa, los cuales te dirán: Las asnas que habías ido a buscar se han hallado; tu padre ha dejado ya de inquietarse por las asnas, y está afligido por vosotros, diciendo: ¿Qué haré acerca de mi hijo? 3Y luego que de allí sigas más adelante, y llegues a la encina de Tabor, te saldrán al encuentro tres hombres que suben a Dios en Bet-el, llevando uno tres cabritos, otro tres tortas de pan, y el tercero una vasija de vino; 4los cuales, luego que te hayan saludado, te darán dos panes, los que tomarás de mano de ellos. 5Después de esto llegarás al collado de Dios donde está la guarnición de los filisteos; y cuando entres allá en la ciudad encontrarás una compañía de profetas que descienden del lugar alto, y delante de ellos salterio, pandero, flauta y arpa, y ellos profetizando. 6Entonces el Espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder, y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hombre. 7Y cuando te hayan sucedido estas señales, haz lo que te viniere a la mano, porque Dios está contigo. 8Luego bajarás delante de mí a Gilgal; entonces descenderé yo a ti para ofrecer holocaustos y sacrificar ofrendas de paz. Espera siete días, hasta que yo venga a ti y te enseñe lo que has de hacer.

9Aconteció luego, que al volver él la espalda para apartarse de Samuel, le mudó Dios su corazón; y todas estas señales acontecieron en aquel día. 10Y cuando llegaron allá al collado, he aquí la compañía de los profetas que venía a encontrarse con él; y el Espíritu de Dios vino sobre él con poder, y profetizó entre ellos. 11Y aconteció que cuando todos los que le conocían antes vieron que profetizaba con los profetas, el pueblo decía el uno al otro: ¿Qué le ha sucedido al hijo de Cis? ¿Saúl también entre los profetas? 12Y alguno de allí respondió diciendo: ¿Y quién es el padre de ellos? Por esta causa se hizo proverbio: ¿También Saúl entre los profetas?a 13Y cesó de profetizar, y llegó al lugar alto.

14Un tío de Saúl dijo a él y a su criado: ¿A dónde fuisteis? Y él respondió: A buscar las asnas; y como vimos que no parecían, fuimos a Samuel. 15Dijo el tío de Saúl: Yo te ruego me declares qué os dijo Samuel. 16Y Saúl respondió a su tío: Nos declaró expresamente que las asnas habían sido halladas. Mas del asunto del reino, de que Samuel le había hablado, no le descubrió nada.[2]

 

Salmos 55

 

Plegaria pidiendo la destrucción de enemigos traicioneros

Al músico principal; en Neginot. Masquil de David.

     1     Escucha, oh Dios, mi oración,

Y no te escondas de mi súplica.

     2     Está atento, y respóndeme;

Clamo en mi oración, y me conmuevo,

     3     A causa de la voz del enemigo,

Por la opresión del impío;

Porque sobre mí echaron iniquidad,

Y con furor me persiguen.

     4     Mi corazón está dolorido dentro de mí,

Y terrores de muerte sobre mí han caído.

     5     Temor y temblor vinieron sobre mí,

Y terror me ha cubierto.

     6     Y dije: ¡Quién me diese alas como de paloma!

Volaría yo, y descansaría.

     7     Ciertamente huiría lejos;

Moraría en el desierto.

Selah

     8     Me apresuraría a escapar

Del viento borrascoso, de la tempestad.

     9     Destrúyelos, oh Señor; confunde la lengua de ellos;

Porque he visto violencia y rencilla en la ciudad.

     10     Día y noche la rodean sobre sus muros,

E iniquidad y trabajo hay en medio de ella.

     11     Maldad hay en medio de ella,

Y el fraude y el engaño no se apartan de sus plazas.

     12     Porque no me afrentó un enemigo,

Lo cual habría soportado;

Ni se alzó contra mí el que me aborrecía,

Porque me hubiera ocultado de él;

     13     Sino tú, hombre, al parecer íntimo mío,

Mi guía, y mi familiar;

     14     Que juntos comunicábamos dulcemente los secretos,

Y andábamos en amistad en la casa de Dios.

     15     Que la muerte les sorprenda;

Desciendan vivos al Seol,

Porque hay maldades en sus moradas, en medio de ellos.

     16     En cuanto a mí, a Dios clamaré;

Y Jehová me salvará.

     17     Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré,

Y él oirá mi voz.

     18     El redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí,

Aunque contra mí haya muchos.

     19     Dios oirá, y los quebrantará luego,

El que permanece desde la antigüedad;

Por cuanto no cambian,

Ni temen a Dios.

Selah

     20     Extendió el inicuo sus manos contra los que estaban en paz con él;

Violó su pacto.

     21     Los dichos de su boca son más blandos que mantequilla,

Pero guerra hay en su corazón;

Suaviza sus palabras más que el aceite,

Mas ellas son espadas desnudas.

     22     Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará;

No dejará para siempre caído al justo.

     23     Mas tú, oh Dios, harás descender aquéllos al pozo de perdición.

Los hombres sanguinarios y engañadores no llegarán a la mitad de sus días;

Pero yo en ti confiaré.[3]

 



b 1.17: Hab. 2.4.

[1]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Ro 1.15-32). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

a 10.12: 1 S. 19.23–24.

[2]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (1 Sm 8.22-10.16). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

[3]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Sal 54.7-55.23). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.


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