¡Cómo enfrentar la adversidad!
¡Con la Palabra de Dios!
Por Riqui Ricón*
Tú, oh Dios, eres mi rey; Manda salvación a Jacob. Por medio de ti
sacudiremos a nuestros enemigos; En tu nombre hollaremos a nuestros
adversarios. Porque no confiaré en mi arco, Ni mi espada me salvará; Pues tú
nos has guardado de nuestros enemigos, Y has avergonzado a los que nos
aborrecían. En Dios nos gloriaremos todo el tiempo, Y para siempre alabaremos
tu nombre (Sal 44.4-8).
Si el día de
hoy estás enfrentando grandes retos o tremendos problemas, aflicciones o
enfermedades, te tengo muy buenas noticias, puedes estar tranquilo(a) y
seguro(a), pues el SEÑOR es tu luz y tu salvación, entonces ¿por
qué habrías de temer? El SEÑOR es tu fortaleza y te protege del peligro,
entonces ¿por qué habrías de temblar? Cuando los malvados vengan a devorarte,
cuando tus enemigos y adversarios te ataquen, ellos tropezarán y caerán. Aunque
un ejército poderoso te rodee, tu corazón no temerá. Aunque te ataquen, permanecerás
confiado(a). Porque aunque andes en valle
de sombra y de muerte no temerás mal alguno porque Dios mismo está contigo (Sal
27 y Sal 23).
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¡Así es! Tienes que saberlo y creerlo porque está
escrito en Su Palabra: Tú eres el (la) amado(a) de Dios. Él te ama tanto que
prefirió entregar a Su propio Hijo, Jesucristo, antes que perderte a ti. Dios
te ama tanto que envió a Su Hijo Jesús para salvarte y no para condenarte.
Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y
eso es lo que somos! Pero la gente de este mundo no reconoce que somos hijos de
Dios, porque no lo conocen a él (1 Jn 3.1 NTV).
De hecho, Dios te ama tanto que decidió hacer de ti
Su propio(a) Hijo(a).
El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las
cosas? (Ro 8.32
NVI).
Para que este día salgas más que vencedor(a) tienes
que comprender y creer, de una vez por todas, que Dios en verdad te ama y que está
más que dispuesto para darte, juntamente con Cristo Jesús, ¡todas las cosas!
¡Dios jamás te dejará a merced de tus problemas, ni
a merced de tus enfermedades o aflicciones! ¡Él es tu Padre que te ama!
De hecho, con Dios, tu Padre, tú sacudirás a tus enemigos;
en el nombre de Jesús hollarás a tus adversarios. Porque no confiarás en tus
fuerzas, ni en tus habilidades. Pues es Él quien te ha guardado de tus enemigos
y ha avergonzado a los que te aborrecían.
¡Escrito está! ¡Es Palabra de Dios! ¡Es Palabra de
Honor!
A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: Ten ánimo,
Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que
testifiques también en Roma (Hch 23.11).
En momentos muy difíciles donde pareciera que todo
estaba perdido para Pablo, el Señor lo fortaleció con Su Palabra. De la misma
forma, haz tú de la Biblia la norma máxima de tu existencia, léela y medítala
de día y de noche y obtendrás toda la fe que necesitas para salir más que
vencedor(a) de cualquier problema, angustia o enfermedad.
Así que, ¡ten ánimo! ¡No temas! ¡Cree solamente!
Cualquiera
que ha nacido de Dios vence al mundo; pero esta victoria únicamente puede
obtenerse por la fe, pues nadie puede salir victorioso en la lucha contra el
mal, sino sólo el que cree que Jesús es el Hijo de Dios (1 Jn 5.4-5 CST).
Tú has nacido de Dios y vences al mundo. Tú eres
ese(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo lleno(a) de fe, que obtienes la
victoria donde quiera que vayas pues Dios, tu Padre, siempre está contigo.
Pues
no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino
que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba,
Padre! (Ro 8.15).
Recuerda que por ese gran Amor con que Dios te ama
ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Lo que literalmente
significa que el Todopoderoso Dios es tu Papá.
Amado(a), la Verdad es que Dios está contigo, y si
Dios está contigo, me pregunto, ¿quién podrá vencerte?
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, gracias por el gran Amor con
que me has amado que estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida
juntamente con Cristo Jesús, y no cualquier clase de vida sino la Vida Eterna
que sólo un(a) Hijo(a) de Dios puede tener. Señor Jesús, muchas gracias por lo
que hiciste por Amor a mí al morir en esa cruz y al resucitar venciendo a la
muerte. Yo, que antes no era nada ni nadie, ahora, gracias a Ti, soy linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por
Dios y puedo proclamar las virtudes de aquel que me llamó de las tinieblas a su
luz admirable, ¡Cristo Jesús! Yo que en otro tiempo no era más que una creatura,
pero que ahora soy Hijo(a) de Dios; que en otro tiempo no había alcanzado
misericordia, pero ahora he alcanzado misericordia. Gracias, muchas gracias
Señor Jesús. Por lo tanto, me determino con Tu ayuda, Espíritu Santo, a no
dejarme engañar por palabras y pensamientos de desaliento, fracaso o derrota.
Yo creo lo que Tú dices acerca de mí: que por Tu Sangre, Señor Jesús, me has
redimido de todo pueblo, lengua o nación; y me has hecho un(a) Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo. Tú, Señor Jesús, me has hecho rey (reina) y sacerdote
(sacerdotisa) para nuestro Dios, y reinaré sobre esta tierra. Me levanto, en tu
nombre Jesús, a cumplir el propósito y destino Eterno que compraste para mí en
esa cruz. Por lo tanto, hoy declaro que soy sano(a), soy libre, soy próspero(a)
y soy dichoso(a) en todas las cosas. Resisto, con la Palabra de Dios, al
espíritu de temor, al desaliento y a la depresión; no recibo a la enfermedad,
ni a la pobreza; perdono a todos los que me han lastimado y defraudado y recibo
la salud, el gozo, la paz y el amor que son mi herencia y mi derecho, Voy hacer
de mi vida una vida que valga la pena vivirse. ¡Voy a vivir una vida plena y
abundante! ¡Nada ni nadie me pueden detener! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Tres Recomendaciones:
Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y
Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de
Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del
pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu
Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas
recomendaciones:
1.
Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate
un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él.
Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.
2.
Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La
Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla.
¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el
programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas
correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A
Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el
programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.
3.
En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una
iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las
Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2020
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo
15 Hch 22.
30 – 23. 22 / Jue 19 / Sal 44
RV60
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Mayo
15 Hch 22.
30 – 23. 22 / Jue 19 / Sal 44
Hechos
22. 30 – 23. 22
Pablo ante el concilio
30Al día siguiente, queriendo saber
de cierto la causa por la cual le acusaban los judíos, le soltó de las cadenas,
y mandó venir a los principales sacerdotes y a todo el concilio, y sacando a
Pablo, le presentó ante ellos.
23
1Entonces Pablo, mirando fijamente
al concilio, dijo: Varones hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido
delante de Dios hasta el día de hoy. 2El sumo sacerdote Ananías
ordenó entonces a los que estaban junto a él, que le golpeasen en la boca.
3Entonces Pablo le dijo: ¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada!a
¿Estás tú sentado para juzgarme conforme a la ley, y quebrantando la ley me
mandas golpear? 4Los que estaban presentes dijeron: ¿Al sumo
sacerdote de Dios injurias? 5Pablo dijo: No sabía, hermanos, que
era el sumo sacerdote; pues escrito está: No maldecirás a un príncipe de tu
pueblo.b
6Entonces Pablo, notando que una
parte era de saduceos y otra de fariseos, alzó la voz en el concilio: Varones
hermanos, yo soy fariseo,c hijo de fariseo; acerca de la
esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga. 7Cuando
dijo esto, se produjo disensión entre los fariseos y los saduceos, y la
asamblea se dividió. 8Porque los saduceos dicen que no hay
resurrección,d ni ángel, ni espíritu; pero los fariseos
afirman estas cosas. 9Y hubo un gran vocerío; y levantándose los
escribas de la parte de los fariseos, contendían, diciendo: Ningún mal hallamos
en este hombre; que si un espíritu le ha hablado, o un ángel, no resistamos a
Dios. 10Y habiendo grande disensión, el tribuno, teniendo temor de
que Pablo fuese despedazado por ellos, mandó que bajasen soldados y le
arrebatasen de en medio de ellos, y le llevasen a la fortaleza.
11A la noche siguiente se le
presentó el Señor y le dijo: Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí
en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma.
Complot contra Pablo
12Venido el día, algunos de los
judíos tramaron un complot y se juramentaron bajo maldición, diciendo que no
comerían ni beberían hasta que hubiesen dado muerte a Pablo. 13Eran
más de cuarenta los que habían hecho esta conjuración, 14los
cuales fueron a los principales sacerdotes y a los ancianos y dijeron: Nosotros
nos hemos juramentado bajo maldición, a no gustar nada hasta que hayamos dado
muerte a Pablo. 15Ahora pues, vosotros, con el concilio, requerid
al tribuno que le traiga mañana ante vosotros, como que queréis indagar alguna
cosa más cierta acerca de él; y nosotros estaremos listos para matarle antes
que llegue.
16Mas el hijo de la hermana de
Pablo, oyendo hablar de la celada, fue y entró en la fortaleza, y dio aviso a
Pablo. 17Pablo, llamando a uno de los centuriones, dijo: Lleva a
este joven ante el tribuno, porque tiene cierto aviso que darle. 18El
entonces tomándole, le llevó al tribuno, y dijo: El preso Pablo me llamó y me
rogó que trajese ante ti a este joven, que tiene algo que hablarte. 19El
tribuno, tomándole de la mano y retirándose aparte, le preguntó: ¿Qué es lo que
tienes que decirme? 20El le dijo: Los judíos han convenido en
rogarte que mañana lleves a Pablo ante el concilio, como que van a inquirir
alguna cosa más cierta acerca de él. 21Pero tú no les creas;
porque más de cuarenta hombres de ellos le acechan, los cuales se han
juramentado bajo maldición, a no comer ni beber hasta que le hayan dado muerte;
y ahora están listos esperando tu promesa. 22Entonces el tribuno
despidió al joven, mandándole que a nadie dijese que le había dado aviso de
esto.[1]
Jueces
19
El levita y su concubina
19
1En aquellos días, cuando no había
rey en Israel, hubo un levita que moraba como forastero en la parte más remota
del monte de Efraín, el cual había tomado para sí mujer concubina de Belén de
Judá. 2Y su concubina le fue infiel, y se fue de él a casa de su
padre, a Belén de Judá, y estuvo allá durante cuatro meses. 3Y se
levantó su marido y la siguió, para hablarle amorosamente y hacerla volver; y
llevaba consigo un criado, y un par de asnos; y ella le hizo entrar en la casa
de su padre. 4Y viéndole el padre de la joven, salió a recibirle
gozoso; y le detuvo su suegro, el padre de la joven, y quedó en su casa tres
días, comiendo y bebiendo y alojándose allí. 5Al cuarto día,
cuando se levantaron de mañana, se levantó también el levita para irse; y el
padre de la joven dijo a su yerno: Conforta tu corazón con un bocado de pan, y
después os iréis. 6Y se sentaron ellos dos juntos, y comieron y
bebieron. Y el padre de la joven dijo al varón: Yo te ruego que quieras pasar
aquí la noche, y se alegrará tu corazón. 7Y se levantó el varón
para irse, pero insistió su suegro, y volvió a pasar allí la noche. 8Al
quinto día, levantándose de mañana para irse, le dijo el padre de la joven:
Conforta ahora tu corazón, y aguarda hasta que decline el día. Y comieron ambos
juntos. 9Luego se levantó el varón para irse, él y su concubina y
su criado. Entonces su suegro, el padre de la joven, le dijo: He aquí ya el día
declina para anochecer, te ruego que paséis aquí la noche; he aquí que el día
se acaba, duerme aquí, para que se alegre tu corazón; y mañana os levantaréis
temprano a vuestro camino y te irás a tu casa.
10Mas el hombre no quiso pasar allí
la noche, sino que se levantó y se fue, y llegó hasta enfrente de Jebús, que es
Jerusalén, con su par de asnos ensillados, y su concubina. 11Y
estando ya junto a Jebús, el día había declinado mucho; y dijo el criado a su
señor: Ven ahora, y vámonos a esta ciudad de los jebuseos, para que pasemos en
ella la noche. 12Y su señor le respondió: No iremos a ninguna
ciudad de extranjeros, que no sea de los hijos de Israel, sino que pasaremos
hasta Gabaa. Y dijo a su criado: 13Ven, sigamos hasta uno de esos
lugares, para pasar la noche en Gabaa o en Ramá. 14Pasando, pues,
caminaron, y se les puso el sol junto a Gabaa que era de Benjamín. 15Y
se apartaron del camino para entrar a pasar allí la noche en Gabaa; y entrando,
se sentaron en la plaza de la ciudad, porque no hubo quien los acogiese en casa
para pasar la noche.
16Y he aquí un hombre viejo que
venía de su trabajo del campo al anochecer, el cual era del monte de Efraín, y
moraba como forastero en Gabaa; pero los moradores de aquel lugar eran hijos de
Benjamín. 17Y alzando el viejo los ojos, vio a aquel caminante en
la plaza de la ciudad, y le dijo: ¿A dónde vas, y de dónde vienes? 18Y
él respondió: Pasamos de Belén de Judá a la parte más remota del monte de
Efraín, de donde soy; y había ido a Belén de Judá; mas ahora voy a la casa de
Jehová, y no hay quien me reciba en casa. 19Nosotros tenemos paja
y forraje para nuestros asnos, y también tenemos pan y vino para mí y para tu
sierva, y para el criado que está con tu siervo; no nos hace falta nada.
20Y el hombre anciano dijo: Paz sea contigo; tu necesidad toda quede
solamente a mi cargo, con tal que no pases la noche en la plaza. 21Y
los trajo a su casa, y dio de comer a sus asnos; y se lavaron los pies, y comieron
y bebieron.
22Pero cuando estaban gozosos, he
aquí que los hombres de aquella ciudad, hombres perversos, rodearon la casa,
golpeando a la puerta; y hablaron al anciano, dueño de la casa, diciendo: Saca
al hombre que ha entrado en tu casa, para que lo conozcamos. 23Y
salió a ellos el dueño de la casa y les dijo: No, hermanos míos, os ruego que
no cometáis este mal; ya que este hombre ha entrado en mi casa, no hagáis esta
maldad. 24He aquí mi hija virgen, y la concubina de él; yo os las
sacaré ahora; humilladlas y haced con ellas como os parezca, y no hagáis a este
hombre cosa tan infame. 25Mas aquellos hombres no le quisieron
oír; por lo que tomando aquel hombre a su concubina, la sacó; y entraron a
ella, y abusaron de ella toda la noche hasta la mañana, y la dejaron cuando
apuntaba el alba. 26Y cuando ya amanecía, vino la mujer, y cayó
delante de la puerta de la casa de aquel hombre donde su señor estaba, hasta
que fue de día.
27Y se levantó por la mañana su
señor, y abrió las puertas de la casa, y salió para seguir su camino; y he aquí
la mujer su concubina estaba tendida delante de la puerta de la casa, con las
manos sobre el umbral. 28El le dijo: Levántate, y vámonos; pero
ella no respondió. Entonces la levantó el varón, y echándola sobre su asno, se
levantó y se fue a su lugar. 29Y llegando a su casa, tomó un
cuchillo, y echó mano de su concubina, y la partió por sus huesos en doce
partes, y la envió por todo el territorio de Israel. 30Y todo el
que veía aquello, decía: Jamás se ha hecho ni visto tal cosa, desde el tiempo
en que los hijos de Israel subieron de la tierra de Egipto hasta hoy.
Considerad esto, tomad consejo, y hablad.[2]
Salmos 44
Liberaciones pasadas y pruebas presentes
Al músico principal. Masquil de los hijos de Coré.
1 Oh Dios,
con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado,
La obra que hiciste en sus
días, en los tiempos antiguos.
2 Tú con tu
mano echaste las naciones, y los plantaste a ellos;
Afligiste a los pueblos, y los
arrojaste.
3 Porque no
se apoderaron de la tierra por su espada,
Ni su brazo los libró;
Sino tu diestra, y tu brazo, y
la luz de tu rostro,
Porque te complaciste en
ellos.
4 Tú, oh
Dios, eres mi rey;
Manda salvación a Jacob.
5 Por medio
de ti sacudiremos a nuestros enemigos;
En tu nombre hollaremos a
nuestros adversarios.
6 Porque no
confiaré en mi arco,
Ni mi espada me salvará;
7 Pues tú nos
has guardado de nuestros enemigos,
Y has avergonzado a los que
nos aborrecían.
8 En Dios nos
gloriaremos todo el tiempo,
Y para siempre alabaremos tu
nombre.
Selah
9 Pero nos
has desechado, y nos has hecho avergonzar;
Y no sales con nuestros ejércitos.
10 Nos hiciste
retroceder delante del enemigo,
Y nos saquean para sí los que
nos aborrecen.
11 Nos
entregas como ovejas al matadero,
Y nos has esparcido entre las
naciones.
12 Has vendido
a tu pueblo de balde;
No exigiste ningún precio.
13 Nos pones
por afrenta de nuestros vecinos,
Por escarnio y por burla de
los que nos rodean.
14 Nos pusiste
por proverbio entre las naciones;
Todos al vernos menean la
cabeza.
15 Cada día mi
vergüenza está delante de mí,
Y la confusión de mi rostro me
cubre,
16 Por la voz
del que me vitupera y deshonra,
Por razón del enemigo y del
vengativo.
17 Todo esto
nos ha venido, y no nos hemos olvidado de ti,
Y no hemos faltado a tu pacto.
18 No se ha
vuelto atrás nuestro corazón,
Ni se han apartado de tus
caminos nuestros pasos,
19 Para que
nos quebrantases en el lugar de chacales,
Y nos cubrieses con sombra de
muerte.
20 Si nos
hubiésemos olvidado del nombre de nuestro Dios,
O alzado nuestras manos a dios
ajeno,
21 ¿No
demandaría Dios esto?
Porque él conoce los secretos
del corazón.
22 Pero por
causa de ti nos matan cada día;
Somos contados como ovejas
para el matadero.a
23 Despierta;
¿por qué duermes, Señor?
Despierta, no te alejes para
siempre.
24 ¿Por qué
escondes tu rostro,
Y te olvidas de nuestra
aflicción, y de la opresión nuestra?
25 Porque
nuestra alma está agobiada hasta el polvo,
Y nuestro cuerpo está postrado
hasta la tierra.
26 Levántate
para ayudarnos,
Y redímenos por causa de tu
misericordia.[3]
a a 23.3: Mt. 23.27–28; Lc. 11.44.
b b 23.5: Ex. 22.28.
c c 23.6: Hch. 26.5; Fil. 3.5.
d d 23.8: Mt. 22.23; Mr. 12.18; Lc. 20.27.
[1]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 22.29-23.22). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
[2]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Jue 18.31-19.30). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
a a 44.22: Ro. 8.36.
[3]Reina
Valera Revisada (1960). 1998 (Sal 43.5-44.26). Miami: Sociedades Bı́blicas
Unidas.
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