lunes, 2 de mayo de 2022

¡Qué aprender de las aflicciones!

                                                                                                                                                                                      <ENGLISH>





 02 Mayo  

¡Qué aprender de las aflicciones!


¡Depende de Tu Maestro!

Por Riqui Ricón*

Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros (Hch 15. 8).

Dios conoce el corazón de todos los hombres y aunque Él no hace acepción de personas si lo hace en cuanto a la fe de dichas personas.

De acuerdo a la biblia, que es la Palabra de dios y no miente, Dios ama a todo el mundo sin distinción alguna y lo ama tanto que entregó a Su propio Hijo PARA QUE TODO AQUEL QUE EN EL CREA no se pierda sino tenga Vida Eterna.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

El regalo de Amor para toda la humanidad ya fue dado por Dios y es, Vida Eterna en Cristo Jesús. ¿Es este regalo para todos? Desde luego que sí. Sin embargo, lo reciben sólo  aquellos(as) que creen. Los que creen en Su Amor. Los que creen en Su Palabra. Los que creen en Jesús. En resumidas cuentas, lo reciben los que tienen fe.

para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados (Hch 26.18).

Así que, en nuestra primer lectura del día de hoy, encuentras a Pedro declarando al concilio de Jerusalén, cómo él fue testigo que Dios le da testimonio a los gentiles, a aquellos que no son judíos y CREEN en Jesucristo, otorgándoles el Don del Espíritu Santo, igual que a ellos.

Ahora bien, Dios es Espíritu y tú fuiste creado(a) a Su imagen conforme a Su semejanza, por lo tanto, TÚ ERES ESPÍRITU. ¡No tienes un espíritu sino que eres espíritu!

El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida (Jn 6. 63).

La Palabra de Dios es espiritual y la tienes que discernir espiritualmente. Esto se consigue no con tu mente sino con tu corazón.

La promesa del Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús, que Dios cumplió totalmente cuando hiciste de Jesucristo el Señor y Salvador de tu vida, te proveyó de un corazón Nuevo, te hizo espíritu Nuevo y te dio al Espíritu Santo dentro de ti, contigo, como tu amigo y ayudador por excelencia.

Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra (Eze 36. 26-27).

Ciertamente espíritu hay en el hombre, Y el soplo del Omnipotente le hace que entienda (Job 32. 8).

Y enviaste tu buen Espíritu para enseñarles, y no retiraste tu maná de su boca, y agua les diste para su sed (Neh 9. 20).

Así que, de acuerdo a lo que la Palabra de Dios afirma, el Espíritu Santo está en ti y contigo.

Curiosamente, y paralelamente a esto, todavía existen creyentes que piensan que las aflicciones que padecen son algún tipo de lección con la que Dios, su Padre, pretende enseñarles a ser piadosos o humildes.

La Verdad, de acuerdo a la Biblia, es que Dios no está, para nada, escaso de recursos como para utilizar al diablo, con sus enfermedades, pobreza y aflicciones, para enseñarte ninguna cosa.

¡Tu maestro es el Espíritu Santo y el contenido de Su enseñanza es la Palabra de Dios que te provee de sanidad, prosperidad, paz, gozo y, en fin, una vida llena de la plenitud de Dios!

Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino… Y daré por respuesta a mi avergonzador, Que en tu palabra he confiado  (Sal 119. 105, 42).

Los Hijos de Dios Nacidos de Nuevo sabemos que nuestro Padre es bueno y que, tanto Su Palabra como Su Voluntad, para con nosotros, es buena, agradable y perfecta.

Y he aquí que yo estoy para entrar hoy por el camino de toda la tierra; reconoced, pues, con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, que no ha faltado una palabra de todas las buenas palabras que Jehová vuestro Dios había dicho de vosotros; todas os han acontecido, no ha faltado ninguna de ellas (Jos 23. 14).

Este Dios y Padre tuyo, que no hace acepción de personas sino que ama a todos por igual, tiene Palabra de Honor y va a cumplir todas y cada una de las promesas que te ha hecho.

y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones...  Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos (Hch 15.9, 11).

La Gracia de Dios y la fe en Su Palabra siempre van juntos, no se pueden separar.

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe (Efe 2.8-9).

Dios te ha amado desde antes de la fundación del mundo. Por eso te ha dado de Su Gracia para que así puedas creer, pues al que cree, todo le es posible.

Y Dios, que conoce tu corazón, te ha dado testimonio al darte el Espíritu Santo.

Oremos en voz audible:

Gracias Señor por haberme dado a Tu Hijo, Tu Palabra y a Tu Espíritu Santo. Gracias porque, efectivamente, ya no soy la misma persona pecadora atrapada en la maldad sino que ahora, en Cristo Jesús, soy un(a) Hijo(a) Tuyo(a), Nacido(a) de Nuevo. Gracias Espíritu Santo porque Tú eres mi mejor amigo, mi ayudador y mi maestro. Así que no recibo ningún tipo de aflicción como parte de alguna enseñanza para mi vida. ¡No! ¡Nada de eso! En el nombre de Jesús me someto a la Palabra de Dios, resisto a Satanás y éste huye de mí. Resisto la enfermedad, la pobreza y todo tipo de aflicción. Recibo mi salud, prosperidad, paz y gozo como parte de mi herencia, la que legítimamente me pertenece por la Sangre de Jesús. Así que, ¡Todo lo puedo! Estoy seguro(a) que de todo problema, angustia o enfermedad voy a salir más que vencedor(a) por medio de Tu Amor mi Señor Jesús. Poderoso Espíritu Santo, Tú estás en mí y conmigo, y si Tú estás conmigo, en Verdad, ¿quién contra mí? ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)!  ¡Gracias Padre! ¡Muchas Gracias! En el nombre de Jesús. Amén y Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 

Tres Recomendaciones:

Lo que acabas de suceder al reconocer a Jesucristo como el Señor y Salvador de tu vida, de acuerdo con La Palabra de Dios, es que has Nacido de Nuevo, ya no más como un ser humano común y corriente, sujeto a la ley del pecado y de la muerte, sino que ahora eres un(a) legítimo(a) y auténtico(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, exactamente igual a Jesucristo, quien ahora es tu Hermano Mayor. Por lo tanto, te hago estas tres importantísimas recomendaciones:

1.     Orar. Orar es platicar con Dios. Así que, búscate un lugar tranquilo donde puedas comenzar a platicar todas tus cosas con Él. Hazlo de forma audible y notarás como Dios siempre responderá a tu corazón.

2.     Leer y meditar la Palabra de Dios. La Biblia es La Palabra de Dios, así que, consigue una Biblia y comienza a leerla y meditarla. ¿Cómo empezar? Es muy sencillo. Dependiendo del día que sea hoy, busca en el programa de lectura “La Biblia en un año” y realiza las lecturas correspondientes. Este programa lo puedes obtener en: A Través de La Biblia En Un Ano (palabradehonor.org) Notarás que el programa está arreglado para imprimirlo como un cuadernillo.

3.     En oración con Dios, tu Padre, busca y únete a una iglesia o congregación cristiana donde enseñen la Palabra de Dios en base a las Buenas Noticias que son el Evangelio de Jesucristo.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2020

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Mayo 2                                     Hch 15. 1-21  /  Jos 23-24  /  Job 32

 

Cápsula del día.





Puedes escuchar o descargar la lectura de la  Biblia en audio del día de hoy, la tenemos para ti en dos versiones: 


RV60 




NVI 




Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Mayo 2                                     Hch 15. 1-21  /  Jos 23-24   Job 32

 

Hechos 15. 1-21

El concilio en Jerusalén

15

1Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés,a no podéis ser salvos. 2Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y a los ancianos, para tratar esta cuestión. 3Ellos, pues, habiendo sido encaminados por la iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria, contando la conversión de los gentiles; y causaban gran gozo a todos los hermanos. 4Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia y los apóstoles y los ancianos, y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos. 5Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés.

6Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de este asunto. 7Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen.b 8Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santoc lo mismo que a nosotros;d 9y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. 10Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? 11Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos.

12Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles. 13Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme. 14Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre. 15Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito:

     16     Después de esto volveré

Y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído;

Y repararé sus ruinas,

Y lo volveré a levantar,

     17     Para que el resto de los hombres busque al Señor,

Y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre,

     18     Dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos.e

 19Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, 20sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos,f de fornicación,g de ahogado y de sangre.h 21Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo.*[1]

 

Josué 23-24

Exhortación de Josué al pueblo

23

1Aconteció, muchos días después que Jehová diera reposo a Israel de todos sus enemigos alrededor, que Josué, siendo ya viejo y avanzado en años, 2llamó a todo Israel, a sus ancianos, sus príncipes, sus jueces y sus oficiales, y les dijo: Yo ya soy viejo y avanzado en años. 3Y vosotros habéis visto todo lo que Jehová vuestro Dios ha hecho con todas estas naciones por vuestra causa; porque Jehová vuestro Dios es quien ha peleado por vosotros. 4He aquí os he repartido por suerte, en herencia para vuestras tribus, estas naciones, así las destruidas como las que quedan, desde el Jordán hasta el Mar Grande, hacia donde se pone el sol. 5Y Jehová vuestro Dios las echará de delante de vosotros, y las arrojará de vuestra presencia; y vosotros poseeréis sus tierras, como Jehová vuestro Dios os ha dicho. 6Esforzaos, pues, mucho en guardar y hacer todo lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés, sin apartaros de ello ni a diestra ni a siniestra; 7para que no os mezcléis con estas naciones que han quedado con vosotros, ni hagáis mención ni juréis por el nombre de sus dioses, ni los sirváis, ni os inclinéis a ellos. 8Mas a Jehová vuestro Dios seguiréis, como habéis hecho hasta hoy. 9Pues ha arrojado Jehová delante de vosotros grandes y fuertes naciones, y hasta hoy nadie ha podido resistir delante de vuestro rostro. 10Un varón de vosotros perseguirá a mil;a porque Jehová vuestro Dios es quien pelea por vosotros, como él os dijo.b 11Guardad, pues, con diligencia vuestras almas, para que améis a Jehová vuestro Dios. 12Porque si os apartareis, y os uniereis a lo que resta de estas naciones que han quedado con vosotros, y si concertareis con ellas matrimonios, mezclándoos con ellas, y ellas con vosotros, 13sabed que Jehová vuestro Dios no arrojará más a estas naciones delante de vosotros, sino que os serán por lazo, por tropiezo, por azote para vuestros costados y por espinas para vuestros ojos, hasta que perezcáis de esta buena tierra que Jehová vuestro Dios os ha dado.

14Y he aquí que yo estoy para entrar hoy por el camino de toda la tierra; reconoced, pues, con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, que no ha faltado una palabra de todas las buenas palabras que Jehová vuestro Dios había dicho de vosotros; todas os han acontecido, no ha faltado ninguna de ellas. 15Pero así como ha venido sobre vosotros toda palabra buena que Jehová vuestro Dios os había dicho, también traerá Jehová sobre vosotros toda palabra mala, hasta destruiros de sobre la buena tierra que Jehová vuestro Dios os ha dado, 16si traspasareis el pacto de Jehová vuestro Dios que él os ha mandado, yendo y honrando a dioses ajenos, e inclinándoos a ellos. Entonces la ira de Jehová se encenderá contra vosotros, y pereceréis prontamente de esta buena tierra que él os ha dado.

Discurso de despedida de Josué

24

1Reunió Josué a todas las tribus de Israel en Siquem, y llamó a los ancianos de Israel, sus príncipes, sus jueces y sus oficiales; y se presentaron delante de Dios. 2Y dijo Josué a todo el pueblo: Así dice Jehová, Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto es, Taré,a padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños. 3Y yo tomé a vuestro padre Abraham del otro lado del río,b y lo traje por toda la tierra de Canaán, y aumenté su descendencia, y le di Isaac.c 4A Isaac di Jacob y Esaú.d Y a Esaú di el monte de Seir, para que lo poseyese;e pero Jacob y sus hijos descendieron a Egipto.f 5Y yo envié a Moisés y a Aarón, y herí a Egipto, conforme a lo que hice en medio de él,g y después os saqué. 6Saqué a vuestros padres de Egipto; y cuando llegaron al mar, los egipcios siguieron a vuestros padres hasta el Mar Rojo con carros y caballería. 7Y cuando ellos clamaron a Jehová, él puso oscuridad entre vosotros y los egipcios, e hizo venir sobre ellos el mar, el cual los cubrió; y vuestros ojos vieron lo que hice en Egipto.h Después estuvisteis muchos días en el desierto. 8Yo os introduje en la tierra de los amorreos, que habitaban al otro lado del Jordán, los cuales pelearon contra vosotros; mas yo los entregué en vuestras manos, y poseísteis su tierra, y los destruí de delante de vosotros.i 9Después se levantó Balac hijo de Zipor, rey de los moabitas, y peleó contra Israel; y envió a llamar a Balaam hijo de Beor, para que os maldijese. 10Mas yo no quise escuchar a Balaam, por lo cual os bendijo repetidamente,j y os libré de sus manos. 11Pasasteis el Jordán,k y vinisteis a Jericó, y los moradores de Jericó pelearon contra vosotros:l los amorreos, ferezeos, cananeos, heteos, gergeseos, heveos y jebuseos, y yo los entregué en vuestras manos. 12Y envié delante de vosotros tábanos,m los cuales los arrojaron de delante de vosotros, esto es, a los dos reyes de los amorreos; no con tu espada, ni con tu arco. 13Y os di la tierra por la cual nada trabajasteis, y las ciudades que no edificasteis, en las cuales moráis; y de las viñas y olivares que no plantasteis, coméis.n

14Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová. 15Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.

16Entonces el pueblo respondió y dijo: Nunca tal acontezca, que dejemos a Jehová para servir a otros dioses; 17porque Jehová nuestro Dios es el que nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre; el que ha hecho estas grandes señales, y nos ha guardado por todo el camino por donde hemos andado, y en todos los pueblos por entre los cuales pasamos. 18Y Jehová arrojó de delante de nosotros a todos los pueblos, y al amorreo que habitaba en la tierra; nosotros, pues, también serviremos a Jehová, porque él es nuestro Dios.

19Entonces Josué dijo al pueblo: No podréis servir a Jehová, porque él es Dios santo, y Dios celoso; no sufrirá vuestras rebeliones y vuestros pecados. 20Si dejareis a Jehová y sirviereis a dioses ajenos, él se volverá y os hará mal, y os consumirá, después que os ha hecho bien. 21El pueblo entonces dijo a Josué: No, sino que a Jehová serviremos. 22Y Josué respondió al pueblo: Vosotros sois testigos contra vosotros mismos, de que habéis elegido a Jehová para servirle. Y ellos respondieron: Testigos somos. 23Quitad, pues, ahora los dioses ajenos que están entre vosotros, e inclinad vuestro corazón a Jehová Dios de Israel. 24Y el pueblo respondió a Josué: A Jehová nuestro Dios serviremos, y a su voz obedeceremos. 25Entonces Josué hizo pacto con el pueblo el mismo día, y les dio estatutos y leyes en Siquem. 26Y escribió Josué estas palabras en el libro de la ley de Dios; y tomando una gran piedra, la levantó allí debajo de la encina que estaba junto al santuario de Jehová. 27Y dijo Josué a todo el pueblo: He aquí esta piedra nos servirá de testigo, porque ella ha oído todas las palabras que Jehová nos ha hablado; será, pues, testigo contra vosotros, para que no mintáis contra vuestro Dios. 28Y envió Josué al pueblo, cada uno a su posesión.[2]

 

Job 32

 

Eliú justifica su derecho de contestar a Job

32

1Cesaron estos tres varones de responder a Job, por cuanto él era justo a sus propios ojos. 2Entonces Eliú hijo de Baraquel buzita, de la familia de Ram, se encendió en ira contra Job; se encendió en ira, por cuanto se justificaba a sí mismo más que a Dios. 3Asimismo se encendió en ira contra sus tres amigos, porque no hallaban qué responder, aunque habían condenado a Job. 4Y Eliú había esperado a Job en la disputa, porque los otros eran más viejos que él. 5Pero viendo Eliú que no había respuesta en la boca de aquellos tres varones, se encendió en ira. 6Y respondió Eliú hijo de Baraquel buzita, y dijo:

Yo soy joven, y vosotros ancianos;

Por tanto, he tenido miedo, y he temido declararos mi opinión.

     7     Yo decía: Los días hablarán,

Y la muchedumbre de años declarará sabiduría.

     8     Ciertamente espíritu hay en el hombre,

Y el soplo del Omnipotente le hace que entienda.

     9     No son los sabios los de mucha edad,

Ni los ancianos entienden el derecho.

     10     Por tanto, yo dije: Escuchadme;

Declararé yo también mi sabiduría.

     11     He aquí yo he esperado a vuestras razones,

He escuchado vuestros argumentos,

En tanto que buscabais palabras.

     12     Os he prestado atención,

Y he aquí que no hay de vosotros quien redarguya a Job,

Y responda a sus razones.

     13     Para que no digáis: Nosotros hemos hallado sabiduría;

Lo vence Dios, no el hombre.

     14     Ahora bien, Job no dirigió contra mí sus palabras,

Ni yo le responderé con vuestras razones.

     15     Se espantaron, no respondieron más;

Se les fueron los razonamientos.

     16     Yo, pues, he esperado, pero no hablaban;

Más bien callaron y no respondieron más.

     17     Por eso yo también responderé mi parte;

También yo declararé mi juicio.

     18     Porque lleno estoy de palabras,

Y me apremia el espíritu dentro de mí.

     19     De cierto mi corazón está como el vino que no tiene respiradero,

Y se rompe como odres nuevos.

     20     Hablaré, pues, y respiraré;

Abriré mis labios, y responderé.

     21     No haré ahora acepción de personas,

Ni usaré con nadie de títulos lisonjeros.

     22     Porque no sé hablar lisonjas;

De otra manera, en breve mi Hacedor me consumiría.[3]

 



a 15.1: Lv. 12.3.

b 15.7: Hch. 10.1–43.

c 15.8: Hch. 10.44.

d 15.8: Hch. 2.4.

e 15.16–18: Am. 9.11–12.

f 15.20: Ex. 34.15–17.

g 15.20: Lv. 18.6–23.

h 15.20: Lv. 17.10–16.

[1]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Hch 14.28-15.21). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

a 23.10: Dt. 32.30.

b 23.10: Dt. 3.22.

a 24.2: Gn. 11.27.

b 24.3: Gn. 12.1–9.

c 24.3: Gn. 21.1–3.

d 24.4: Gn. 25.24–26.

e 24.4: Gn. 36.8.

f 24.4: Gn. 46.1–7.

g 24.5: Ex. 3.1—12.42.

h 24.6–7: Ex. 14.1–31.

i 24.8: Nm. 21.21–35.

j 24.9–10: Nm. 22.1—24.25.

k 24.11: Jos. 3.14–17.

l 24.11: Jos. 6.1–21.

m 24.12: Ex. 23.28; Dt. 7.20.

n 24.13: Dt. 6.10–11.

[2]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Jos 22.34-24.28). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

[3]Reina Valera Revisada (1960). 1998 (Job 31.40-32.22). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.


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