19 de Abril
¡Eres justicia de Dios!
Por Riqui Ricón*
Mía es la venganza y la retribución; A su tiempo
su pie resbalará, Porque el día de su aflicción está cercano, Y lo que les está
preparado se apresura (Deu 32. 35).
En este episodio de la Escritura, encontramos
que toda una generación incrédula a la Palabra de Dios ya había perecido en el
desierto, y ahora, estando a punto de entrar a la tierra prometida, una nueva
generación se encuentra escuchando a Moisés recordarles que, a pesar del gran
amor y misericordia que Dios tiene por Su pueblo, deben estar conscientes que Él
ha establecido un tiempo para manifestar Su ira sobre todos aquellos que
insisten en ignorarlo. Y que, aunque todos ellos parezcan estar firmes, a su tiempo su pie
resbalará.
Todo
tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora (Ecl
3. 1).
Esta establecido por Dios, en Su Palabra, que
hay un tiempo para todo.
Yo
sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo; Y después de deshecha esta mi
piel, En mi carne he de ver a Dios; Al cual veré por mí mismo, Y
mis ojos lo verán, y no otro, Aunque mi corazón desfallece dentro de mí
(Job 19. 25-27).
Este día, el que estás viviendo hoy, es
tiempo de CREER. Es tiempo de CREER que la Biblia es la Palabra de Dios y por
lo tanto, se va a cumplir toda, pues primero el cielo y la tierra pasarán antes
que alguna de Sus Palabras deje de cumplirse.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras jamás
pasarán (Mar 13.31 NVI).
Es tiempo de creerle a Dios, quien te dice
que tu Redentor vive y no está muerto. Es Dios quien te asegura que, aunque
ciertamente la paga del pecado es muerte, Él te ofrece el regalo de la Vida Eterna
por medio de Cristo Jesús.
Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a
su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por
él (Jn 3. 16-17).
Es tiempo de CREER que, ¡Dios te ama!
Es tal su amor por ti que prefirió entregar a
Su propio Hijo para pagar por tus pecados, antes que perderte a ti.
Así es, amado(a), Dios nunca ha deseado
ejecutar la ira de su juicio sobre de ti. Fue sobre Cristo Jesús, la
propiciación por tus pecados, que la venganza y la retribución ya fueron satisfechas.
¡Jesús fue afligido en tu lugar!
Angustiado él, y
afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus
trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca (Isa 53. 7).
Ahora, por el Nuevo Pacto en la Sangre de
Jesús, tú has sido justificado(a), perdonado(a) y hecho(a) Nueva criatura.
¡Nacido(a) de Nuevo! Dios no iba a entregar a Su Hijo Jesús, su más precioso
tesoro, para solamente justificarte y perdonarte y luego dejarte con la misma
personalidad que tenías antes, pues de haber sido así, nada habría valido Su
sacrificio de amor ya que, sin lugar a dudas, tú volverías hacer lo mismo que
antes hacías, haciéndote así, nuevamente esclavo(a) del pecado.
Por eso, la Biblia, la Palabra de Dios que no
miente, afirma que tú,
Pues
no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino
que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba,
Padre! (Ro 8.15).
¿Cómo podrías ser más que vencedor(a) en
todas las cosas? ¿Cómo podrías ser santo(a) como Él es santo? ¿Cómo podrías
dejar de temer en medio del valle de sombra y de muerte? ¿Cómo podría Dios
suplirte todo lo que te falta conforme a Sus riquezas en gloria? ¿Cómo podrías
tener un futuro y destino mejor, SI SIGUES SIENDO LA MISMA PERSONA QUE ANTES
ERAS?
¡No! ¡Nada de eso! En el Nuevo Pacto en la
Sangre de Jesús, Dios intervino majestuosa y soberanamente al hacer de ti una
Nueva criatura y dotarte de una Naturaleza totalmente Nueva.
porque ahora tienen una nueva vida, vida que no
recibieron de sus padres y que jamás se desvanecerá. Esta nueva vida de ustedes
es eterna, porque se la dio Cristo, el vivo y eterno Mensaje de Dios (1
P 1.23 BAD).
Por la Palabra de Dios y por el Poder del
Espíritu Santo, tu Nueva Naturaleza es la de un(a) auténtico(a) y legítimo(a) Hijo(a)
de Dios, Nacido(a) de Nuevo.
¡Dios ha cumplido Su Palabra! ¡El Nuevo Pacto
ha sido establecido en la Sangre de Jesús! ¡El Espíritu Santo de la Promesa ha entrado
a tu vida y ha realizado Su obra regeneradora! Tú, mi amado(a), has Nacido de
Nuevo, por el Espíritu Santo, no de una semilla que se pueda volver a corromper
sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece
para siempre.
Porque Dios tomó a Cristo, que de sí mismo no conocía el
pecado, y le hizo cargar con el nuestro como si fuera suyo; de esta forma, a
nosotros, libres ya de toda culpa, Dios nos declara justos (2 Co 5.21 CST).
Dios no puede condenarte pues Él es justo y
tú ya has sido justificado(a), es más, eres justicia de Dios en Cristo Jesús.
Tampoco puede desatar su ira sobre de ti, pues Él decidió perdonarte y olvidar
todos tus pecados.
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre
celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo más maravilloso
es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a
Dios, no comprende por qué lo somos. (1 Jn 3.1 BAD).
Dios NO te puede ignorar, pues estableció en
Su Palabra que te amaría como a un(a) Hijo(a); de hecho, Él te ama tanto como
ama a Jesús mismo.
yo en
ellos y tú en mí. Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el
mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has
amado a mí (Jn 17. 23 BAD).
Sin importar como te sientas, veas
o juzgues a ti mismo(a), Dios nunca faltará a Su Palabra.
Esto dice y enseña la Biblia, que es la
Palabra de Dios y no miente.
¡Si puedes creerle a Dios, al que le cree a
Dios TODO le es posible!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial,
gracias porque en verdad entiendo que yo era por naturaleza hijo(a) de ira, lo
mismo que los demás. Pero
Tú, que eres rico en misericordia, por Tu gran amor con que me has amado, aun
estando yo muerto(a) en pecados, me diste vida juntamente con Cristo
(por gracia soy salvo(a)), y
juntamente con Cristo Jesús me resucitaste y asimismo me hiciste sentar en los
lugares celestiales con Él, para
mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de Tu gracia en Tu
bondad para conmigo en Cristo Jesús. Señor,
creo y reconozco que por gracia soy salvo(a) por medio de la fe; y esto no es
algo mío o algo que yo merezca, pues es un regalo Tuyo; no
por mis obras u acciones, pues no puedo ni quiero gloriarme de nada delante de
Ti. Porque
yo soy hechura Tuya, creado(a) en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales has
preparado de antemano para que ande en ellas. Gracias por haberme creado de
Nuevo. Ahora soy Tu Hijo(a) y nada ni nadie me puede separar de Tu Amor que es
en Cristo Jesús mi Señor. Gracias, Señor Jesús, por haber pagado por mí el
precio de todos mis pecados y haberme dado la Vida Eterna. Hoy puedo levantarme
con la cabeza erguida y el corazón agradecido, pues, por lo que hiciste por mí
en la cruz, ahora soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Soy nueva
creación! Las cosas viejas pasaron, he aquí que todas son hechas nuevas en mi
vida. En el nombre de Jesús, yo le llamo a la sanidad y a la salud de mi
cuerpo; llamo a la estabilidad emocional en mi vida, pues ahora sé quién yo
soy: le llamo a mi libertad financiera. Creo y declaro que soy la persona que
Tú, mi Dios y Padre, dices en Tu Palabra que yo soy. Soy libre y dichoso(a),
pues el Todopoderoso está conmigo. Voy a volver a soñar para realizar todo
aquello a lo que he sido llamado(a) a ser. En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco
una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible
poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de
Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados,
y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto.
¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada
hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar
porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y
suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues
con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y
Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril 19 Hch 7.
23-60 / Deu 31-32 / Job 19
Hechos
7. 23-60
23Cuando hubo
cumplido la edad de cuarenta años, le vino al corazón el visitar a sus
hermanos, los hijos de Israel. 24Y al ver a
uno que era maltratado, lo defendió, e hiriendo al egipcio, vengó al oprimido. 25Pero él pensaba
que sus hermanos comprendían que Dios les daría libertad por mano suya; mas
ellos no lo habían entendido así. 26Y al día
siguiente, se presentó a unos de ellos que reñían, y los ponía en paz,
diciendo: Varones, hermanos sois, ¿por qué os maltratáis el uno al otro? 27Entonces el
que maltrataba a su prójimo le rechazó, diciendo: ¿Quién te ha puesto por
gobernante y juez sobre nosotros? 28¿Quieres tú
matarme, como mataste ayer al egipcio? 29Al oír esta
palabra, Moisés huyó, y vivió como extranjero en tierra de Madián, donde
engendró dos hijos.
30Pasados
cuarenta años, un ángel se le apareció en el desierto del monte Sinaí, en la
llama de fuego de una zarza. 31Entonces Moisés, mirando, se
maravilló de la visión; y acercándose para observar, vino a él la voz del
Señor: 32Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios
de Isaac, y el Dios de Jacob. Y Moisés, temblando, no se atrevía a mirar.
33Y le dijo el Señor: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar en
que estás es tierra santa. 34Ciertamente he visto la aflicción de
mi pueblo que está en Egipto, y he oído su gemido, y he descendido para
librarlos. Ahora, pues, ven, te enviaré a Egipto.
35A este Moisés,
a quien habían rechazado, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez?,
a éste lo envió Dios como gobernante y libertador por mano del ángel que se le
apareció en la zarza. 36Este los sacó, habiendo hecho prodigios y
señales en tierra de Egipto, y en el Mar Rojo,
y en el desierto por cuarenta años. 37Este
Moisés es el que dijo a los hijos de Israel: Profeta os levantará el Señor
vuestro Dios de entre vuestros hermanos, como a mí; a él
oiréis. 38Este es aquel Moisés que estuvo en la congregación en el
desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con
nuestros padres, y que recibió palabras de vida que darnos; 39al
cual nuestros padres no quisieron obedecer, sino que le desecharon, y en sus
corazones se volvieron a Egipto, 40cuando dijeron a Aarón: Haznos
dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, que nos sacó de la
tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. 41Entonces
hicieron un becerro, y ofrecieron sacrificio al ídolo, y en las obras de sus
manos se regocijaron. 42Y Dios se
apartó, y los entregó a que rindiesen culto al ejército del cielo; como está
escrito en el libro de los profetas:
¿Acaso me ofrecisteis víctimas y sacrificios
En el desierto por cuarenta años, casa de
Israel?
43 Antes bien llevasteis el tabernáculo de Moloc,
Y la estrella de vuestro dios Renfán,
Figuras que os hicisteis para adorarlas.
Os transportaré, pues, más allá de Babilonia.
44Tuvieron
nuestros padres el tabernáculo del testimonio en el desierto, como había
ordenado Dios cuando dijo a Moisés que lo hiciese conforme al modelo que había
visto.
45El cual, recibido a su vez por nuestros padres, lo introdujeron con
Josué
al tomar posesión de la tierra de los gentiles, a los cuales Dios arrojó de la
presencia de nuestros padres, hasta los días de David. 46Este
halló gracia delante de Dios, y pidió proveer tabernáculo para el Dios de
Jacob.
47Mas Salomón le edificó casa; 48si
bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano, como dice el profeta:
49 El cielo es mi trono,
Y la tierra el estrado de mis pies.
¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor;
¿O cuál es el lugar de mi reposo?
50 ¿No hizo mi mano todas estas cosas?
51¡Duros de
cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al
Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. 52¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a
los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora
habéis sido entregadores y matadores; 53vosotros que recibisteis
la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis.
54Oyendo estas
cosas, se enfurecían en sus corazones, y crujían los dientes contra él.
55Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo,
vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, 56y
dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra
de Dios. 57Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los
oídos, y arremetieron a una contra él. 58Y echándole fuera de la
ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven
que se llamaba Saulo. 59Y apedreaban a Esteban, mientras él
invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. 60Y puesto de
rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y
habiendo dicho esto, durmió.
Deuteronomio
31-32
Josué es instalado como sucesor de Moisés
31
1Fue Moisés y
habló estas palabras a todo Israel, 2y les dijo: Este día soy de
edad de ciento veinte años; no puedo más salir ni entrar; además de esto Jehová
me ha dicho: No pasarás este Jordán. 3Jehová
tu Dios, él pasa delante de ti; él destruirá a estas naciones delante de ti, y
las heredarás; Josué será el que pasará delante de ti, como Jehová ha dicho.
4Y hará Jehová con ellos como hizo con Sehón y con Og, reyes de los
amorreos, y con su tierra, a quienes destruyó. 5Y
los entregará Jehová delante de vosotros, y haréis con ellos conforme a todo lo
que os he mandado. 6Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni
tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te
dejará, ni te desamparará.
7Y llamó Moisés a
Josué, y le dijo en presencia de todo Israel: Esfuérzate y anímate; porque tú
entrarás con este pueblo a la tierra que juró Jehová a sus padres que les
daría, y tú se la harás heredar. 8Y Jehová va delante de ti; él
estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no
temas ni te intimides.
9Y escribió
Moisés esta ley, y la dio a los sacerdotes hijos de Leví, que llevaban el arca
del pacto de Jehová, y a todos los ancianos de Israel. 10Y les
mandó Moisés, diciendo: Al fin de cada siete años, en el
año de la remisión, en la fiesta de los tabernáculos,
11cuando viniere todo Israel a presentarse delante de Jehová tu Dios en
el lugar que él escogiere, leerás esta ley delante de todo Israel a oídos de
ellos. 12Harás congregar al pueblo, varones y mujeres y niños, y
tus extranjeros que estuvieren en tus ciudades, para que oigan y aprendan, y
teman a Jehová vuestro Dios, y cuiden de cumplir todas las palabras de esta
ley; 13y los hijos de ellos que no supieron, oigan, y aprendan a
temer a Jehová vuestro Dios todos los días que viviereis sobre la tierra adonde
vais, pasando el Jordán, para tomar posesión de ella.
14Y Jehová dijo a
Moisés: He aquí se ha acercado el día de tu muerte; llama a Josué, y esperad en
el tabernáculo de reunión para que yo le dé el cargo. Fueron, pues, Moisés y
Josué, y esperaron en el tabernáculo de reunión. 15Y se apareció
Jehová en el tabernáculo, en la columna de nube; y la columna de nube se puso
sobre la puerta del tabernáculo.
16Y Jehová dijo a
Moisés: He aquí, tú vas a dormir con tus padres, y este pueblo se levantará y
fornicará tras los dioses ajenos de la tierra adonde va para estar en medio de
ella; y me dejará, e invalidará mi pacto que he concertado con él; 17y
se encenderá mi furor contra él en aquel día; y los abandonaré, y esconderé de
ellos mi rostro, y serán consumidos; y vendrán sobre ellos muchos males y
angustias, y dirán en aquel día: ¿No me han venido estos males porque no está
mi Dios en medio de mí? 18Pero ciertamente yo esconderé mi rostro
en aquel día, por todo el mal que ellos habrán hecho, por haberse vuelto a
dioses ajenos. 19Ahora pues, escribíos este cántico, y enséñalo a
los hijos de Israel; ponlo en boca de ellos, para que este cántico me sea por
testigo contra los hijos de Israel. 20Porque yo les introduciré en
la tierra que juré a sus padres, la cual fluye leche y miel; y comerán y se
saciarán, y engordarán; y se volverán a dioses ajenos y les servirán, y me
enojarán, e invalidarán mi pacto. 21Y cuando les vinieren muchos
males y angustias, entonces este cántico responderá en su cara como testigo,
pues será recordado por la boca de sus descendientes; porque yo conozco lo que
se proponen de antemano, antes que los introduzca en la tierra que juré
darles. 22Y Moisés escribió este cántico aquel día, y lo enseñó a
los hijos de Israel.
23Y dio orden a
Josué hijo de Nun, y dijo: Esfuérzate y anímate, pues tú
introducirás a los hijos de Israel en la tierra que les juré, y yo estaré
contigo.
Orden de guardar la ley junto al arca
24Y cuando acabó
Moisés de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta concluirse,
25dio órdenes Moisés a los levitas que llevaban el arca del pacto de
Jehová, diciendo: 26Tomad este libro de la ley, y ponedlo al lado
del arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y esté allí por testigo contra ti.
27Porque yo conozco tu rebelión, y tu dura cerviz; he aquí que aun
viviendo yo con vosotros hoy, sois rebeldes a Jehová; ¿cuánto más después que
yo haya muerto? 28Congregad a mí todos los ancianos de vuestras
tribus, y a vuestros oficiales, y hablaré en sus oídos estas palabras, y
llamaré por testigos contra ellos a los cielos y a la tierra. 29Porque
yo sé que después de mi muerte, ciertamente os corromperéis y os apartaréis del
camino que os he mandado; y que os ha de venir mal en los postreros días, por
haber hecho mal ante los ojos de Jehová, enojándole con la obra de vuestras
manos.
Cántico de Moisés
30Entonces habló
Moisés a oídos de toda la congregación de Israel las palabras de este cántico
hasta acabarlo.
32
1 Escuchad, cielos, y hablaré;
Y oiga la tierra los dichos de mi boca.
2 Goteará como la lluvia mi enseñanza;
Destilará como el rocío mi razonamiento;
Como la llovizna sobre la grama,
Y como las gotas sobre la hierba;
3 Porque el nombre de Jehová proclamaré.
Engrandeced a nuestro Dios.
4 El es la Roca, cuya obra es perfecta,
Porque todos sus caminos son rectitud;
Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él;
Es justo y recto.
5 La corrupción no es suya; de sus hijos es la mancha,
Generación torcida y perversa.
6 ¿Así pagáis a Jehová,
Pueblo loco e ignorante?
¿No es él tu padre que te creó?
El te hizo y te estableció.
7 Acuérdate de los tiempos antiguos,
Considera los años de muchas generaciones;
Pregunta a tu padre, y él te declarará;
A tus ancianos, y ellos te dirán.
8 Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones,
Cuando hizo dividir a los hijos de los hombres,
Estableció los límites de los pueblos
Según el número de los hijos de Israel.
9 Porque la porción de Jehová es su pueblo;
Jacob la heredad que le tocó.
10 Le halló en tierra de desierto,
Y en yermo de horrible soledad;
Lo trajo alrededor, lo instruyó,
Lo guardó como a la niña de su ojo.
11 Como el águila que excita su nidada,
Revolotea sobre sus pollos,
Extiende sus alas, los toma,
Los lleva sobre sus plumas,
12 Jehová solo le guió,
Y con él no hubo dios extraño.
13 Lo hizo subir sobre las alturas de la tierra,
Y comió los frutos del campo,
E hizo que chupase miel de la peña,
Y aceite del duro pedernal;
14 Mantequilla de vacas y leche de ovejas,
Con grosura de corderos,
Y carneros de Basán; también machos cabríos,
Con lo mejor del trigo;
Y de la sangre de la uva bebiste vino.
15 Pero engordó Jesurún, y tiró coces
(Engordaste, te cubriste de grasa);
Entonces abandonó al Dios que lo hizo,
Y menospreció la Roca de su salvación.
16 Le despertaron a celos con los dioses ajenos;
Lo provocaron a ira con abominaciones.
17 Sacrificaron a los demonios, y no a Dios;
A dioses que no habían conocido,
A nuevos dioses venidos de cerca,
Que no habían temido vuestros padres.
18 De la Roca que te creó te olvidaste;
Te has olvidado de Dios tu creador.
19 Y lo vio Jehová, y se encendió en ira
Por el menosprecio de sus hijos y de sus hijas.
20 Y dijo: Esconderé de ellos mi rostro,
Veré cuál será su fin;
Porque son una generación perversa,
Hijos infieles.
21 Ellos me movieron a celos con lo que no
es Dios;
Me provocaron a ira con sus ídolos;
Yo también los moveré a celos con un pueblo que
no es pueblo,
Los provocaré a ira con una nación insensata.
22 Porque fuego se ha encendido en mi ira,
Y arderá hasta las profundidades del Seol;
Devorará la tierra y sus frutos,
Y abrasará los fundamentos de los montes.
23 Yo amontonaré males sobre ellos;
Emplearé en ellos mis saetas.
24 Consumidos serán de hambre, y devorados de fiebre ardiente
Y de peste amarga;
Diente de fieras enviaré también sobre ellos,
Con veneno de serpientes de la tierra.
25 Por fuera desolará la espada,
Y dentro de las cámaras el espanto;
Así al joven como a la doncella,
Al niño de pecho como al hombre cano.
26 Yo había dicho que los esparciría lejos,
Que haría cesar de entre los hombres la memoria
de ellos,
27 De no haber temido la provocación del enemigo,
No sea que se envanezcan sus adversarios,
No sea que digan: Nuestra mano poderosa
Ha hecho todo esto, y no Jehová.
28 Porque son nación privada de consejos,
Y no hay en ellos entendimiento.
29 ¡Ojalá fueran sabios, que comprendieran esto,
Y se dieran cuenta del fin que les espera!
30 ¿Cómo podría perseguir uno a mil,
Y dos hacer huir a diez mil,
Si su Roca no los hubiese vendido,
Y Jehová no los hubiera entregado?
31 Porque la roca de ellos no es como nuestra Roca,
Y aun nuestros enemigos son de ello jueces.
32 Porque de la vid de Sodoma es la vid de ellos,
Y de los campos de Gomorra;
Las uvas de ellos son uvas ponzoñosas,
Racimos muy amargos tienen.
33 Veneno de serpientes es su vino,
Y ponzoña cruel de áspides.
34 ¿No tengo yo esto guardado conmigo,
Sellado en mis tesoros?
35 Mía es la venganza y la retribución;
A su tiempo su pie resbalará,
Porque el día de su aflicción está cercano,
Y lo que les está preparado se apresura.
36 Porque Jehová juzgará a su pueblo,
Y por amor de sus siervos se arrepentirá,
Cuando viere que la fuerza pereció,
Y que no queda ni siervo ni libre.
37 Y dirá: ¿Dónde están sus dioses,
La roca en que se refugiaban;
38 Que comían la grosura de sus sacrificios,
Y bebían el vino de sus libaciones?
Levántense, que os ayuden
Y os defiendan.
39 Ved ahora que yo, yo soy,
Y no hay dioses conmigo;
Yo hago morir, y yo hago vivir;
Yo hiero, y yo sano;
Y no hay quien pueda librar de mi mano.
40 Porque yo alzaré a los cielos mi mano,
Y diré: Vivo yo para siempre,
41 Si afilare mi reluciente espada,
Y echare mano del juicio,
Yo tomaré venganza de mis enemigos,
Y daré la retribución a los que me aborrecen.
42 Embriagaré de sangre mis saetas,
Y mi espada devorará carne;
En la sangre de los muertos y de los cautivos,
En las cabezas de larga cabellera del enemigo.
43 Alabad, naciones, a su pueblo,
Porque él vengará la sangre de sus siervos,
Y tomará venganza de sus enemigos,
Y hará expiación por la tierra de su pueblo.
44Vino Moisés y
recitó todas las palabras de este cántico a oídos del pueblo, él y Josué hijo
de Nun. 45Y acabó Moisés de recitar todas estas palabras a todo Israel;
46y les dijo: Aplicad vuestro corazón a todas las palabras que yo os
testifico hoy, para que las mandéis a vuestros hijos, a fin de que cuiden de
cumplir todas las palabras de esta ley. 47Porque no os es cosa
vana; es vuestra vida, y por medio de esta ley haréis prolongar vuestros días
sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para tomar posesión de ella.
Se le permite a Moisés contemplar la tierra de Canaán
48Y habló Jehová
a Moisés aquel mismo día, diciendo: 49Sube a este monte de Abarim,
al monte Nebo, situado en la tierra de Moab que está frente a Jericó, y mira la
tierra de Canaán, que yo doy por heredad a los hijos de Israel; 50y
muere en el monte al cual subes, y sé unido a tu pueblo, así como murió Aarón
tu hermano en el monte Hor, y fue unido a su pueblo; 51por cuanto
pecasteis contra mí en medio de los hijos de Israel en las aguas de Meriba de
Cades, en el desierto de Zin; porque no me santificasteis en medio de los hijos
de Israel. 52Verás, por tanto, delante de ti la tierra; mas no
entrarás allá, a la tierra que doy a los hijos de Israel.
Job 19
Job confía en que Dios lo justificará
19
1Respondió
entonces Job, y dijo:
2 ¿Hasta cuándo angustiaréis mi alma,
Y me
moleréis con palabras?
3 Ya me habéis vituperado diez veces;
¿No os
avergonzáis de injuriarme?
4 Aun siendo verdad que yo haya errado,
Sobre mí
recaería mi error.
5 Pero si vosotros os engrandecéis contra mí,
Y contra mí
alegáis mi oprobio,
6 Sabed ahora que Dios me ha derribado,
Y me ha
envuelto en su red.
7 He aquí, yo clamaré agravio, y no seré oído;
Daré voces,
y no habrá juicio.
8 Cercó de vallado mi camino, y no pasaré;
Y sobre mis
veredas puso tinieblas.
9 Me ha despojado de mi gloria,
Y quitado la
corona de mi cabeza.
10 Me arruinó por todos lados, y perezco;
Y ha hecho
pasar mi esperanza como árbol arrancado.
11 Hizo arder contra mí su furor,
Y me contó
para sí entre sus enemigos.
12 Vinieron sus ejércitos a una, y se atrincheraron en mí,
Y acamparon en derredor de mi
tienda.
13 Hizo alejar de mí a mis hermanos,
Y mis
conocidos como extraños se apartaron de mí.
14 Mis parientes se detuvieron,
Y mis
conocidos se olvidaron de mí.
15 Los moradores de mi casa y mis criadas me tuvieron por extraño;
Forastero
fui yo a sus ojos.
16 Llamé a mi siervo, y no respondió;
De mi propia
boca le suplicaba.
17 Mi aliento vino a ser extraño a mi mujer,
Aunque por
los hijos de mis entrañas le rogaba.
18 Aun los muchachos me menospreciaron;
Al
levantarme, hablaban contra mí.
19 Todos mis íntimos amigos me aborrecieron,
Y los que yo
amaba se volvieron contra mí.
20 Mi piel y mi carne se pegaron a mis huesos,
Y he
escapado con sólo la piel de mis dientes.
21 ¡Oh, vosotros mis amigos, tened compasión de mí, tened compasión de mí!
Porque la
mano de Dios me ha tocado.
22 ¿Por qué me perseguís como Dios,
Y ni aun de mi carne os
saciáis?
23 ¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas!
¡Quién diese
que se escribiesen en un libro;
24 Que con cincel de hierro y con plomo
Fuesen
esculpidas en piedra para siempre!
25 Yo sé que mi Redentor vive,
Y al fin se
levantará sobre el polvo;
26 Y después de deshecha esta mi piel,
En mi carne
he de ver a Dios;
27 Al cual veré por mí mismo,
Y mis ojos
lo verán, y no otro,
Aunque mi
corazón desfallece dentro de mí.
28 Mas debierais decir: ¿Por qué le perseguimos?
Ya que la
raíz del asunto se halla en mí.
29 Temed vosotros delante de la espada;
Porque
sobreviene el furor de la espada a causa de las injusticias,
Para que
sepáis que hay un juicio.
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