5 de Abril
¡Creyendo que es Palabra de Honor!
Por Riqui Ricón*
Entonces Jesús le dijo:
Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada
perecerán. ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y
que él no me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las
Escrituras, de que es necesario que así se haga?
(Mat 26. 52-54).
La mayoría de los cristianos celebramos la
Santa Cena o Comunión como un recordatorio de que ahora vivimos bajo el Nuevo
Pacto en la Sangre de Jesús.
La noche que nuestro Señor celebro la Santa
Cena, Jesús fue capturado y, mientras eso sucedía, dejó claro, una vez más, que
su muerte y resurrección formaban parte del plan de Dios para la redención de
tu vida y que ambas, tanto su muerte como su resurrección, estaban determinadas
por la Palabra de Dios.
¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario
que así se haga?
Muy pocos creyentes están conscientes que nuestra
salvación, la Vida Eterna, y nuestra identidad como Hijas e Hijos de Dios
Nacidos de Nuevo, estuvieron a punto de perderse para siempre cuando Jesús fue
tentado por Satanás en el desierto, después de 40 días de ayuno, al comenzar su
ministerio.
Durante dicha confrontación, Jesucristo NO
tuvo poder divino alguno del cual echar mano para usarlo contra el diablo. Él
era tan humano como cualquiera de nosotros; y aunque podía por medio de la
oración y la fe solicitar la ayuda de miles de legiones de ángeles, la Verdad
es que Jesús venció a Satanás con el arma más poderosa que hay en el universo:
la Palabra de Dios.
Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra
de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía (He
11.3).
Jesús vivió en esta tierra por y para el
cumplimiento de las Escrituras. Él es el único camino al Padre, Él es la Verdad
y Él es la Vida. La Escritura misma da testimonio de Él llamándole el Verbo (la
Palabra) de Dios.
En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo
estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba con Dios en el principio. Por
medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado llegó a
existir. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz resplandece
en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla… Y el Verbo se hizo
hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que
corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad (Jua
1.1-5, 14).
¡Sabías que son más de 300 profecías escritas
en el Antiguo Testamento acerca del Mesías, del Cristo, que se cumplieron en la
persona de Jesús!
Su nacimiento, su vida y ministerio, sus
milagros, su muerte y resurrección, su lugar de gloria, TODO acerca de Jesucristo
fue declarado por Dios en la Biblia y la Biblia es la Palabra de Dios, es
decir, Su Palabra de Honor.
Así que, mi amado(a), sin importar lo difícil
de las situaciones que estés enfrentando en estos momentos de tu vida, tú no
necesitas la asistencia de legiones de ángeles, lo único que realmente
necesitas es creer la Biblia; lo único que en verdad necesitas es creerle a
Dios, pues basta una Palabra del Señor y un milagro sucederá.
Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi
techo; solamente di la palabra,
y mi criado sanará (Mat 8. 8).
Cuenta la Escritura que
cuando el centurión dio esta respuesta Jesús se maravilló. ¿Puedes imaginar
esto? El Verbo, Dios mismo, aquel por quien todas las cosas fueron creadas y sin él, nada de lo creado llegó a existir,
¡se maravilló!
Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os
digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe (Mat 8. 10).
¿Qué es lo que tanto
maravilló a Jesús? Que un hombre común, alejado de la ciudadanía de
Israel y ajeno a los pactos de la promesa, tuviera más FE [creyera a Dios,
creyendo Su Palabra] que aquellos que se decían ser el pueblo escogido de Dios.
Y no solamente esto, sino que también fue este centurión quien nos enseñó el
principio máximo de la FE: ¡La autoridad está en la Palabra!
Puesto que la Palabra de
Dios contiene TODA la Autoridad de Dios, entonces la FE depende, vive y se
nutre, solamente de la Palabra de Dios.
Así
que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios (Ro 10.17).
Así que, tienes la Biblia como la Palabra
profética más segura donde encuentras que la Voluntad de Dios ha sido siempre
hacerte bien y no mal, trasladarte de una posición de maldición a una de
bendición, darte la Vida Eterna en lugar de muerte eterna.
Aprende
pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y
abajo en la tierra, y no hay otro. Y guarda sus estatutos y sus mandamientos,
los cuales yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de
ti, y prolongues tus días sobre la tierra que Jehová tu Dios te da para siempre
(Deu 4. 39-40).
De Génesis a Apocalipsis encontrarás que Su
Voluntad hacia contigo es buena, agradable y perfecta, que a pesar de cómo
hayas tú llevado tu vida, Él te ha amado tanto que prefirió entregar a Su
propio Hijo, como el justo precio por tus pecados, antes que perderte a ti.
Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¡Tú eres el motivo y la
razón por la cual Dios escribió la Biblia!
El
ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que
tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10. 10).
Aunque tu adversario, el diablo, solo quiere
hurtarte, matarte y destruirte, Jesús vino a ti para que tengas vida. Y no
cualquier tipo de vida sino ¡La Vida Eterna! ¡Vida abundante!
Esta Vida abundante comienza cuando en Verdad
CREES que la Biblia ES la Palabra de Dios y, por lo tanto, la estudias, la
meditas y, sobre todo, haces valer las promesas que Dios, tu Padre, te ha hecho
por medio de Su Palabra.
En
seis tribulaciones te librará, Y en la séptima no te tocará el mal. En el
hambre te salvará de la muerte, Y del poder de la espada en la guerra. Del
azote de la lengua serás encubierto; No temerás la destrucción cuando viniere.
De la destrucción y del hambre te reirás, Y no temerás de las fieras del
campo; Pues aun con las piedras del campo tendrás tu pacto, Y las fieras del
campo estarán en paz contigo. Sabrás que hay paz en tu tienda; Visitarás tu
morada, y nada te faltará. Asimismo echarás de ver que tu descendencia es
mucha, Y tu prole como la hierba de la tierra. Vendrás en la vejez a la
sepultura, Como la gavilla de trigo que se recoge a su tiempo. He aquí lo que
hemos inquirido, lo cual es así; Óyelo, y conócelo tú para tu provecho
(Job 5. 19-27).
¡Lee la Biblia! ¡Medítala! Encuentra en la
Palabra de Dios aquellas promesas tocantes a tu necesidad y ora a Él con la
certeza, la garantía, de que nunca faltará a Su Palabra.
Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de
hombre para que se arrepienta, lo que Él te ha dicho lo va a hacer y lo que te
ha hablado, sin lugar a dudas, lo va a ejecutar.
Así que, aquella noche de Pascua, Jesús,
después de haber dado gracias, tomo la copa y dijo: esta copa es el Nuevo Pacto
en mi Sangre... y una Vida totalmente Nueva se abrió delante de tus pies.
Todo, absolutamente todo, lo que Dios dice
acerca de ti en la Biblia es Verdad y se va a cumplir. Hay un Pacto de Sangre a
tu favor. Es el Nuevo Pacto, que es un mejor pacto establecido sobre mejores
promesas.
Primero el cielo y la tierra dejan de existir
antes que Dios deje de cumplir el Nuevo Pacto en la Sangre de Su Hijo
Jesucristo.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, que hermoso es saber
que puedo confiar total y absolutamente en Tu Palabra, la Biblia. Gracias Señor
porque lámpara es a mis píes Tu Palabra y luz en mi camino. Gracias por Jesús,
por Su Amor y por el cumplimiento de Tu Palabra en Su Vida para mi Redención y
Salvación. ¡Bendito Tu Nombre y bendito Tú, mi Señor Jesús! Por lo que Tú
hiciste por mí en la cruz ahora yo puedo vivir en paz, victoria y libertad. ¡Tú
pagaste el precio por mí! Gracias, muchas gracias. No voy a temer. No tengo
nada por qué temer, Tú eres mi Padre, Dios, Rey y Salvador. ¡Gracias por
Tu Sangre! ¡Gracias por el Nuevo Pacto!
¡Gracias por Tu Palabra de Honor! Por el gran Amor con que me has
amado ahora yo soy Tu Hijo(a) y yo en Ti confío. Tú dices en Tu Palabra que
dichosos son el hombre y la mujer que en Ti confían. ¡Soy dichoso(a)! Pues sin
importar las circunstancias que hoy enfrento, Tú, mi Dios, cumplirás Tu
propósito en mí y saldré adelante más que vencedor(a). Pues aunque ande en
valle de sombra y de muerte, Tú estás conmigo y, ¿qué puedo decir a esto? Si
Dios es conmigo, ¿quién contra mí? Gracias, Señor Jesús, por lo que Tú hiciste
por Amor a mí al morir en esa cruz, ahora yo tengo la Vida Eterna de un(a) Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo y puedo ser constante, alegre y persistente al
esperar en Tu Palabra. El cielo y la tierra pasarán, más Tu Palabra no pasará.
Así que, está es la confianza que tengo en Ti, que si Te pido alguna cosa
conforme a Tu Voluntad, conforme a Tu Palabra, sé que Tú me oyes, y si sé que
Tú me oyes, también sé que tengo todo lo que Te he pedido. Por lo tanto,
resisto al espíritu de temor, duda, pobreza y enfermedad, creyendo y recibiendo
lo que Tú, mi Señor y Salvador, Jesucristo, pagaste para mí. ¡Soy sano(a) y
libre de toda enfermedad y dolencia! ¡Soy libre del temor, la ansiedad y la
duda! Pues no he recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en
temor, sino que he recibido el espíritu de adopción y hoy clamo, ¡Abba, Padre!
Declaro mi libertad y prosperidad financiera. Recibo el Amor, gozo y paz que
Tú, Espíritu Santo, has puesto en mí para vivir una vida plena y abundante. En
el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco
una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible
poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de
Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados,
y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto.
¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada
hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar
porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y
suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues
con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios,
ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)!
Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura y
Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas
lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril 5 Mat 26.
47-75 / Deu 3-4
/ Job 5
San
Mateo 26. 47-75
Arresto de Jesús
(Mr. 14.43–50; Lc. 22.47–53; Jn. 18.2–11)
47Mientras
todavía hablaba, vino Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas
y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo.
48Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo
besare, ése es; prendedle. 49Y en seguida se acercó a Jesús y
dijo: ¡Salve, Maestro! Y le besó. 50Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué
vienes? Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron. 51Pero
uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e
hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja. 52Entonces
Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada,
a espada perecerán. 53¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi
Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? 54¿Pero
cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se
haga? 55En aquella hora dijo Jesús a la gente: ¿Como contra un
ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me
sentaba con vosotros enseñando en el templo, y no me
prendisteis. 56Mas todo esto sucede, para que se cumplan las
Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron.
Jesús ante el concilio
(Mr. 14.53–65; Lc. 22.54, 63–71; Lc. 22.54, 63–71, Jn. 18.12–14, 19–24)
57Los que
prendieron a Jesús le llevaron al sumo sacerdote Caifás, adonde estaban
reunidos los escribas y los ancianos. 58Mas Pedro le seguía de
lejos hasta el patio del sumo sacerdote; y entrando, se sentó con los
alguaciles, para ver el fin. 59Y los principales sacerdotes y los
ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para
entregarle a la muerte, 60y no lo hallaron, aunque muchos testigos
falsos se presentaban. Pero al fin vinieron dos testigos falsos, 61que
dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días
reedificarlo. 62Y levantándose el sumo
sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti?
63Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por
el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. 64Jesús
le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del
Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del
cielo.
65Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha
blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis
oído su blasfemia. 66¿Qué os parece? Y respondiendo ellos,
dijeron: ¡Es reo de muerte! 67Entonces le
escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban, 68diciendo: Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó.
Pedro niega a Jesús
(Mr. 14.66–72; Lc. 22.55–62; Jn. 18.15–18, 25–27)
69Pedro estaba
sentado fuera en el patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también
estabas con Jesús el galileo. 70Mas él negó delante de todos,
diciendo: No sé lo que dices. 71Saliendo él a la puerta, le vio
otra, y dijo a los que estaban allí: También éste estaba con Jesús el
nazareno. 72Pero él negó otra vez con juramento: No conozco al
hombre. 73Un poco después, acercándose los que por allí estaban,
dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu manera
de hablar te descubre. 74Entonces él comenzó a maldecir, y a
jurar: No conozco al hombre. Y en seguida cantó el gallo. 75Entonces
Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante
el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.
Deuteronomio
3-4
Israel derrota a Og rey de
Basán
(Nm. 21.31–35)
3
1Volvimos, pues,
y subimos camino de Basán, y nos salió al encuentro Og rey de Basán para
pelear, él y todo su pueblo, en Edrei. 2Y me dijo Jehová: No
tengas temor de él, porque en tu mano he entregado a él y a todo su pueblo, con
su tierra; y harás con él como hiciste con Sehón rey amorreo, que habitaba en
Hesbón. 3Y Jehová nuestro Dios entregó también en nuestra mano a
Og rey de Basán, y a todo su pueblo, al cual derrotamos hasta acabar con
todos. 4Y tomamos entonces todas sus ciudades; no quedó ciudad que
no les tomásemos; sesenta ciudades, toda la tierra de Argob, del reino de Og en
Basán. 5Todas estas eran ciudades fortificadas con muros altos,
con puertas y barras, sin contar otras muchas ciudades sin muro. 6Y
las destruimos, como hicimos a Sehón rey de Hesbón, matando en toda ciudad a
hombres, mujeres y niños. 7Y tomamos para nosotros todo el ganado,
y los despojos de las ciudades. 8También tomamos en aquel tiempo
la tierra desde el arroyo de Arnón hasta el monte de Hermón, de manos de los
dos reyes amorreos que estaban a este lado del Jordán. 9(Los
sidonios llaman a Hermón, Sirión; y los amorreos, Senir.) 10Todas
las ciudades de la llanura, y todo Galaad, y todo Basán hasta Salca y Edrei,
ciudades del reino de Og en Basán. 11Porque únicamente Og rey de
Basán había quedado del resto de los gigantes. Su cama, una cama de hierro, ¿no
está en Rabá de los hijos de Amón? La longitud de ella es de nueve codos, y su
anchura de cuatro codos, según el codo de un hombre.
Rubén, Gad y la media tribu de
Manasés se establecen al oriente del Jordán
(Nm. 32.1–42)
12Y esta tierra
que heredamos en aquel tiempo, desde Aroer, que está junto al arroyo de Arnón,
y la mitad del monte de Galaad con sus ciudades, la di a los rubenitas y a los
gaditas; 13y el resto de Galaad, y todo Basán, del reino de Og,
toda la tierra de Argob, que se llamaba la tierra de los gigantes, lo di a la
media tribu de Manasés. 14Jair hijo de Manasés tomó toda la tierra
de Argob hasta el límite con Gesur y Maaca, y la llamó por su nombre, Basán-havot-jair,
hasta hoy. 15Y Galaad se lo di a Maquir. 16Y a los
rubenitas y gaditas les di de Galaad hasta el arroyo de Arnón, teniendo por
límite el medio del valle, hasta el arroyo de Jaboc, el cual es límite de los
hijos de Amón; 17también el Arabá, con el Jordán como límite desde
Cineret hasta el mar del Arabá, el Mar Salado, al pie de las laderas del Pisga
al oriente.
18Y os mandé
entonces, diciendo: Jehová vuestro Dios os ha dado esta tierra por heredad;
pero iréis armados todos los valientes delante de vuestros hermanos los hijos
de Israel. 19Solamente vuestras mujeres, vuestros hijos y vuestros
ganados(yo sé que tenéis mucho ganado), quedarán en las ciudades que os he
dado, 20hasta que Jehová dé reposo a vuestros hermanos, así como a
vosotros, y hereden ellos también la tierra que Jehová vuestro Dios les da al
otro lado del Jordán; entonces os volveréis cada uno a la heredad que yo os he
dado.
21Ordené también a Josué en aquel tiempo, diciendo: Tus ojos vieron todo
lo que Jehová vuestro Dios ha hecho a aquellos dos reyes; así hará Jehová a
todos los reinos a los cuales pasarás tú. 22No los temáis; porque
Jehová vuestro Dios, él es el que pelea por vosotros.
No se le permite a Moisés entrar a Canaán
23Y oré a Jehová
en aquel tiempo, diciendo: 24Señor Jehová, tú has comenzado a
mostrar a tu siervo tu grandeza, y tu mano poderosa; porque ¿qué dios hay en el
cielo ni en la tierra que haga obras y proezas como las tuyas? 25Pase
yo, te ruego, y vea aquella tierra buena que está más allá del Jordán, aquel
buen monte, y el Líbano. 26Pero Jehová se había enojado contra mí
a causa de vosotros, por lo cual no me escuchó; y me dijo Jehová: Basta, no me
hables más de este asunto. 27Sube a la cumbre del Pisga y alza tus
ojos al oeste, y al norte, y al sur, y al este, y mira con tus propios ojos;
porque no pasarás el Jordán. 28Y manda a
Josué, y anímalo, y fortalécelo; porque él ha de pasar delante de este pueblo,
y él les hará heredar la tierra que verás. 29Y paramos en el valle
delante de Bet-peor.
Moisés exhorta a la obediencia
4
1Ahora, pues, oh
Israel, oye los estatutos y decretos que yo os enseño, para que los ejecutéis,
y viváis, y entréis y poseáis la tierra que Jehová el Dios de vuestros padres
os da. 2No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis
de ella,
para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno.
3Vuestros ojos vieron lo que hizo Jehová con motivo de Baal-peor; que a
todo hombre que fue en pos de Baal-peor destruyó Jehová tu Dios de en medio de
ti. 4Mas vosotros que seguisteis a Jehová vuestro Dios, todos estáis vivos
hoy. 5Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová
mi Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual entráis
para tomar posesión de ella. 6Guardadlos, pues, y ponedlos por
obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de
los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente
pueblo sabio y entendido, nación grande es esta. 7Porque ¿qué
nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová
nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? 8Y ¿qué nación grande hay
que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy
delante de vosotros?
La experiencia de Israel en Horeb
9Por tanto,
guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas
que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida;
antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos. 10El
día que estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová me dijo:
Reúneme el pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales
aprenderán, para temerme todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñarán
a sus hijos; 11y os acercasteis y os pusisteis al pie del monte; y
el monte ardía en fuego hasta en medio de los cielos con tinieblas, nube y
oscuridad; 12y habló Jehová con vosotros de en medio del fuego;
oísteis la voz de sus palabras, mas a excepción de oír la voz, ninguna figura
visteis. 13Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por
obra; los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra. 14A mí también me mandó Jehová en aquel tiempo que os enseñase los estatutos
y juicios, para que los pusieseis por obra en la tierra
a la cual pasáis a tomar posesión de ella.
Advertencia contra la idolatría
15Guardad, pues,
mucho vuestras almas; pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con
vosotros de en medio del fuego; 16para que no os corrompáis y
hagáis para vosotros escultura, imagen de figura alguna,
efigie de varón o hembra, 17figura de animal alguno que está en la
tierra, figura de ave alguna alada que vuele por el aire, 18figura
de ningún animal que se arrastre sobre la tierra, figura de pez alguno que haya
en el agua debajo de la tierra. 19No sea que alces tus ojos al
cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo,
seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas; porque Jehová tu Dios los
ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos. 20Pero
a vosotros Jehová os tomó, y os ha sacado del horno de hierro, de Egipto, para
que seáis el pueblo de su heredad como en este
día. 21Y Jehová se enojó contra mí por causa de vosotros, y juró
que yo no pasaría el Jordán, ni entraría en la buena tierra que Jehová tu Dios
te da por heredad. 22Así que yo
voy a morir en esta tierra, y no pasaré el Jordán; mas vosotros pasaréis, y
poseeréis aquella buena tierra. 23Guardaos, no os olvidéis del
pacto de Jehová vuestro Dios, que él estableció con vosotros, y no os hagáis
escultura o imagen de ninguna cosa que Jehová tu Dios te ha prohibido. 24Porque
Jehová tu Dios es fuego consumidor, Dios celoso.
25Cuando hayáis
engendrado hijos y nietos, y hayáis envejecido en la tierra, si os
corrompiereis e hiciereis escultura o imagen de cualquier cosa, e hiciereis lo
malo ante los ojos de Jehová vuestro Dios, para enojarlo; 26yo
pongo hoy por testigos al cielo y a la tierra, que pronto pereceréis totalmente
de la tierra hacia la cual pasáis el Jordán para tomar posesión de ella; no
estaréis en ella largos días sin que seáis destruidos. 27Y Jehová
os esparcirá entre los pueblos, y quedaréis pocos en número entre las naciones
a las cuales os llevará Jehová. 28Y serviréis allí a dioses hechos
de manos de hombres, de madera y piedra, que no ven,
ni oyen, ni comen, ni huelen. 29Mas si desde allí buscares a
Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu
alma. 30Cuando estuvieres en angustia, y te alcanzaren todas estas cosas, si
en los postreros días te volvieres a Jehová tu Dios, y oyeres su voz; 31porque
Dios misericordioso es Jehová tu Dios; no te dejará, ni te destruirá, ni se
olvidará del pacto que les juró a tus padres.
32Porque pregunta
ahora si en los tiempos pasados que han sido antes de ti, desde el día que creó
Dios al hombre sobre la tierra, si desde un extremo del cielo al otro se ha
hecho cosa semejante a esta gran cosa, o se haya oído otra como ella. 33¿Ha
oído pueblo alguno la voz de Dios, hablando de en medio del fuego, como tú la
has oído, sin perecer? 34¿O ha intentado Dios venir a tomar para
sí una nación de en medio de otra nación, con pruebas, con señales, con
milagros y con guerra, y mano poderosa y brazo extendido, y hechos aterradores
como todo lo que hizo con vosotros Jehová vuestro Dios en Egipto ante tus
ojos? 35A ti te fue mostrado, para que supieses que Jehová es
Dios, y no hay otro fuera de él. 36Desde los
cielos te hizo oír su voz, para enseñarte; y sobre la tierra te mostró su gran
fuego, y has oído sus palabras de en medio del fuego. 37Y por
cuanto él amó a tus padres, escogió a su descendencia después de ellos, y te
sacó de Egipto con su presencia y con su gran poder, 38para echar
de delante de tu presencia naciones grandes y más fuertes que tú, y para
introducirte y darte su tierra por heredad, como hoy. 39Aprende
pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y
abajo en la tierra, y no hay otro. 40Y guarda sus estatutos y sus
mandamientos, los cuales yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus
hijos después de ti, y prolongues tus días sobre la tierra que Jehová tu Dios
te da para siempre.
Las ciudades de refugio al oriente del Jordán
41Entonces apartó
Moisés tres ciudades a este lado del Jordán al nacimiento del sol, 42para
que huyese allí el homicida que matase a su prójimo sin intención, sin haber
tenido enemistad con él nunca antes; y que huyendo a una de estas ciudades
salvase su vida: 43Beser en el desierto, en tierra de la llanura,
para los rubenitas; Ramot en Galaad para los gaditas, y Golán en Basán para los
de Manasés.
Moisés recapitula la promulgación de la ley
44Esta, pues, es
la ley que Moisés puso delante de los hijos de Israel. 45Estos son
los testimonios, los estatutos y los decretos que habló Moisés a los hijos de
Israel cuando salieron de Egipto; 46a este lado del Jordán, en el
valle delante de Bet-peor, en la tierra de Sehón rey de los amorreos que
habitaba en Hesbón, al cual derrotó Moisés con los hijos de Israel, cuando
salieron de Egipto; 47y poseyeron su tierra, y la tierra de Og rey
de Basán; dos reyes de los amorreos que estaban de este lado del Jordán, al
oriente. 48Desde Aroer, que está junto a la ribera del arroyo de
Arnón, hasta el monte de Sion, que es Hermón; 49y todo el Arabá de
este lado del Jordán, al oriente, hasta el mar del Arabá, al pie de las laderas
del Pisga.
Job 5
5
1 Ahora,
pues, da voces; ¿habrá quien te responda?
¿Y a cuál de
los santos te volverás?
2 Es cierto
que al necio lo mata la ira,
Y al
codicioso lo consume la envidia.
3 Yo he visto
al necio que echaba raíces,
Y en la
misma hora maldije su habitación.
4 Sus hijos
estarán lejos de la seguridad;
En la puerta
serán quebrantados,
Y no habrá
quien los libre.
5 Su mies
comerán los hambrientos,
Y la sacarán
de entre los espinos,
Y los
sedientos beberán su hacienda.
6 Porque la
aflicción no sale del polvo,
Ni la
molestia brota de la tierra.
7 Pero como
las chispas se levantan para volar por el aire,
Así el
hombre nace para la aflicción.
8 Ciertamente
yo buscaría a Dios,
Y encomendaría
a él mi causa;
9 El cual
hace cosas grandes e inescrutables,
Y maravillas
sin número;
10 Que da la
lluvia sobre la faz de la tierra,
Y envía las
aguas sobre los campos;
11 Que pone a
los humildes en altura,
Y a los
enlutados levanta a seguridad;
12 Que frustra
los pensamientos de los astutos,
Para que sus
manos no hagan nada;
13 Que prende
a los sabios en la astucia de ellos,
Y frustra
los designios de los perversos.
14 De día
tropiezan con tinieblas,
Y a mediodía
andan a tientas como de noche.
15 Así libra
de la espada al pobre, de la boca de los impíos,
Y de la mano
violenta;
16 Pues es
esperanza al menesteroso,
Y la iniquidad cerrará su
boca.
17 He aquí,
bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga;
Por tanto,
no menosprecies la corrección del Todopoderoso.
18 Porque él
es quien hace la llaga, y él la vendará;
El hiere, y
sus manos curan.
19 En seis
tribulaciones te librará,
Y en la
séptima no te tocará el mal.
20 En el
hambre te salvará de la muerte,
Y del poder
de la espada en la guerra.
21 Del azote
de la lengua serás encubierto;
No temerás
la destrucción cuando viniere.
22 De la destrucción
y del hambre te reirás,
Y no temerás
de las fieras del campo;
23 Pues aun
con las piedras del campo tendrás tu pacto,
Y las fieras
del campo estarán en paz contigo.
24 Sabrás que
hay paz en tu tienda;
Visitarás tu
morada, y nada te faltará.
25 Asimismo
echarás de ver que tu descendencia es mucha,
Y tu prole
como la hierba de la tierra.
26 Vendrás en
la vejez a la sepultura,
Como la
gavilla de trigo que se recoge a su tiempo.
27 He aquí lo
que hemos inquirido, lo cual es así;
Oyelo, y
conócelo tú para tu provecho.
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