miércoles, 7 de diciembre de 2016

¿De qué se trata esta Vida?

 

24 de Noviembre

¡Se trata del Amor de Dios!

Por Riqui Ricón*

Yo sé que Jehová tomará a su cargo la causa del afligido, Y el derecho de los necesitados. Ciertamente los justos alabarán tu nombre; Los rectos morarán en tu presencia (Sal 140.12-13).

Aquí, la expresión yo sé, del hebreo yadá, significa tener un conocimiento íntimo y seguro por medio del cual se puede descansar, se puede confiar, se puede tener paz.

Así que, si Dios en Su Palabra, la Biblia, enfáticamente se compromete hacerse cargo de la causa del(a) afligido(a), entonces, sin importar las circunstancias que estés enfrentando el día de hoy, puedes tener la certeza, la plena confianza, que Él dará cumplimiento a todas y cada una de las Palabras que han salido de Su boca.

Entonces él tomó su parábola, y dijo: Balac, levántate y oye; Escucha mis palabras, hijo de Zipor: Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de bendecir; El dio bendición, y no podré revocarla (Num 23.18-20).

¡Buenas Noticias! Este día, puedes estar tranquilo(a) pues Dios mismo, tu Padre, tomará a Su cargo tu causa y tu derecho. ¡No estás solo(a)! ¡Él no te ha dejado, ni te dejará! Te lo ha dicho en Su Palabra y ten por seguro que lo va a cumplir. ¡Dios no miente!

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).

Es un hecho establecido por Dios que las enfermedades, problemas y aflicciones no podrán derrotarte, a menos que tú les des credibilidad. A menos que tú te pongas de acuerdo con tus problemas y aflicciones, en lugar de ponerte de acuerdo con la Palabra de Dios, de todas ellas saldrás más que vencedor(a). ¿Cómo lo sé? ¿Cómo pudo estar tan seguro? Porque Dios te ha dado Su Palabra y Su Palabra es Palabra de Honor.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Sea cual sea el problema, enfermedad, aflicción o reto que estés enfrentando el día de hoy, ten paz; puedes confiar que saldrás más que vencedor(a) por medio de Aquel que te ama tanto que prefirió ir a la cruz para pagar todos tus pecados, antes que perderte a ti. Y no sólo murió sino que también resucito por ti, venciendo a la muerte para darte la Vida Eterna; la vida plena y abundante que sólo pueden gozar los Hijos de Dios, aquellos que, en medio de cualquier dificultad, saben que saben que Dios está con ellos.

¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Ro 8.31).

Me dirás, eso está muy bien para ustedes los pastores, ministros y predicadores, pero yo no tengo ese nivel de unción, ni de fe, ni de santidad, etc. ¡Nada más alejado de la Verdad! Esto no se trata de lo que tú o yo podamos lograr o alcanzar, ni de lo que hayamos hecho de nuestras vidas.

Pero, cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la ley. Dios lo envió para que comprara la libertad de los que éramos esclavos de la ley, a fin de [Su propósito y no el tuyo] poder adoptarnos como sus propios hijos. Y, debido a que somos* sus hijos, Dios envió al Espíritu de su Hijo a nuestro corazón, el cual nos impulsa a exclamar «Abba, Padre». Ahora ya no eres un esclavo sino un hijo de Dios. Y, como eres su hijo, Dios te ha hecho [Él lo hizo y no tú] su heredero (Ga 4.4-7 NTV).

No se trata de lo que tu hayas hecho con tu vida,  ni de lo que estés haciendo o puedas hacer en el futuro. ¡No! ¡Nada de eso! Se trata de lo que Él hizo al morir en esa cruz. Se trata del gran Amor con que Dios te ama. Se trata de que Cristo Jesús ya pagó y tú no tienes que pagar más. Se trata de quién eres tú ahora, un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, no de simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Se trata de esa Vida Nueva que Él adquirió para ti y se trata de que decidas que es tuya, que la mereces por el hecho de que se compró para ti y decidas vivirla plena y abundantemente, creyéndole a Dios, creyendo Su Palabra.

¡Se trata de que no deseches la Gracia!

Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos) (Efe 2.4-5).

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jn 3.1 BAD).

Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma (3 Jn 2).

¡Asombroso! ¿Verdad?

La Biblia es la Palabra de Dios y es perfectamente clara en cuanto a Su voluntad para contigo, la cual es buena, agradable y perfecta. Si haces de la Biblia la norma máxima de tu existencia, leyendo y meditándola de día y de noche para ponerla en tu mente, boca y corazón, entonces, SABRÁS (yadá) que, ciertamente, Dios tomará a Su cargo tu causa y tu derecho, pues eres, sin lugar a dudas, Su Hijo(a) amado(a).

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, yo decido creer lo que dices de mí en Tu Palabra, la Biblia. Creo que me amas tanto que diste a Tu Hijo, Jesús, para que yo crea en Él y no me pierda sino que tenga Vida Eterna. Creo que en la muerte de Jesús he sido justificado(a) y perdonado(a). Creo que con Su resurrección venció a la muerte y yo recibí la Vida Nueva, la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios, el (la) cual ahora soy yo. Creo que el miedo, la muerte, el pecado, la enfermedad, la pobreza, la tristeza, la depresión, etc., están todos vencidos y yo estoy por encima de ellos. Señor Jesús, Tú te has hecho cargo de mi causa y de mi derecho, ¡no voy a temer! ¡Todo lo puedo en Ti, mi Señor! ¡Yo soy Tuyo(a) y ya los he vencido, porque mayor eres Tú, Espíritu Santo, que estás en mí y conmigo, que el que está en el mundo! ¡Resisto al espíritu de temor y duda! ¡Resisto a la enfermedad y la pobreza! Soy un(a) Hijo(a) del Rey y voy a vivir por siempre, en plenitud y abundancia. Voy hacer de éste, y de cada día, el mejor día de mi vida. En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Noviembre 24                         2 P 2   /  Jer 43-44  /  Sal 140

 



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