18 de Diciembre
¡Por medio de la Plenitud de Dios!
Por Riqui Ricón*
¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?... Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros… Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos (Isa 53.1, 6, 10-11).
La grandeza del Amor que Dios siente por ti está magníficamente expresado mediante la muerte y resurrección de Jesucristo como el justo precio que se pagó por todos tus pecados, para que así tú no sufras la muerte eterna y no seas apartado de tu Padre.
Este Amor sólo lo puedes experimentar por medio de la fe, que es creerle a Dios, creyendo Su Palabra. O crees, o no crees que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).
La fe es esa fuerza espiritual que te hace tener la certeza que Dios te ama y, aunque no lo veas, estás convencido(a) que es así. Tú puedes tener esa certeza de lo que esperas y esa convicción de cosas que aún no ves porque están escritas en la Biblia y la Biblia es la Palabra de Dios, y sabes que Él no miente ni se arrepiente; sabes que lo que Él dijo lo va hacer, lo que Él habló lo va a ejecutar.
En pocas palabras, ¡Sabes que Dios tiene Palabra de Honor!
Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias (Mat 8.16-17).
El maravilloso plan de redención que Dios ideó para los seres humanos tiene como propósito hacerte partícipe de la Vida del Padre, hacerte partícipe a ti de la Vida Eterna.
Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas (He 8.6).
El Nuevo Pacto, en la Sangre de Jesús va mucho más allá del simple perdón de pecados, incluye la salud física, el bienestar material y una vida emocional llena de amor, gozo y paz.
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma. Pues mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la verdad. No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad (3 Jn 2-4).
Andar en la Verdad es creer el mensaje del Evangelio, las Buenas Nuevas de Jesucristo: por Su Sangre y por Su resurrección, ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y tienes todo el derecho a vivir esa Vida Eterna, vida plena y abundante, que Él adquirió para ti.
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados (Isa 53.4-5).
Así que, la salvación que Dios te ofrece a través de Jesucristo contempla, además del perdón de pecados y la Vida Eterna como un Hijo(a) de Dios, la prosperidad, la salud, el gozo y la paz, en pocas palabras, PLENITUD.
¡Por medio de la fe en Su Nombre, en Su Sangre y en Su Palabra tienes derecho y acceso a toda Su Plenitud!
De su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia (Jn 1.16 NVI)
Si el día de hoy tú estás enfermo(a) o en angustia, solo recuerda que Él ciertamente llevó tus enfermedades y sufrió tus dolores. Fue en esa cruz que Jesús PAGÓ, de una vez por todas, las consecuencias de tus pecados, te hizo libre de toda maldición y hoy puedes, con toda seguridad, recibir tu sanidad.
Y pido que, arraigados y cimentados en amor, puedan comprender, junto con todos los santos, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo; en fin, que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenos de la plenitud de Dios (Efe 3.17b-19 NVI).
¿Qué necesitas para recibirla? ¡Creer! Creerle a Dios, creyendo Su Palabra, pues Él no miente; recuerda que si Dios lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir, si Dios lo habló, entonces, Él lo va a ejecutar.
Así que, levántate en fe y ora conmigo en voz audible:
Señor Jesús, por lo que Tu hiciste en la cruz por mí, hoy puedo declarar con toda certeza que, ¡Soy sano(a) en el nombre de Jesús! Amado Padre celestial, en esta hora yo me someto a la Verdad de Tu Palabra y con ella, resisto al diablo. Por lo tanto, Satanás y todo espíritu de temor, duda, enfermedad y muerte, les ordeno salir de mi vida. ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y, por la fe en Jesucristo, por lo que Él pagó por mí, ahora todos ustedes, demonios, están debajo de mis pies. ¡Soy sano(a)! ¡Soy Libre! ¡Soy próspero(a)! Creo y recibo el Amor, el gozo y la paz que sólo yo, un(a) Hijo(a) del Rey, puedo experimentar para vivir una vida en la Plenitud de Dios, mi Padre. ¡No voy a temer! Solamente creeré lo que la Biblia, la Palabra de Dios, que no miente, dice acerca de mí. Por todo esto, por esta indiscutible Victoria, Tú, Jesucristo, mi Rey, Señor y Salvador, me has hecho más que vencedor(a). ¡Gracias, Señor Jesús! Amado Padre celestial, por éste, Tu gran Amor por mí, ahora soy apto(a) para participar de la herencia de los santos en luz. ¡Me has librado de la potestad de las tinieblas! ¡Me has trasladado al reino de Tu amado Hijo! ¡Soy dichoso(a) pues en Ti confío! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2012
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Diciembre 18 Col 1.1-23 / Ez 25-26 / Isa 53
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