jueves, 22 de diciembre de 2016

¡Cómo puedes derrotar al fracaso para vivir una vida plena y abundante!

 


6 de Diciembre

¡Según el poder que actúa en ti!

Por Riqui Ricón*

Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén (Ef 3.20-21).

La biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, dice que, gracias a Cristo Jesús, EXISTE YA un Poder actuando en ti y afirma que es según ese poder que Dios puede hacer todas las cosas MUCHO MÁS ABUNDANTEMENTE de lo que tú le pidas o, aún, de lo que entiendas. ¡Asombroso!

Veamos como este Poder que actúa en ti está íntimamente ligado al Nuevo Pacto en la Sangre de Jesús.

He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado (Jer 31.31-34).

Con el Nuevo Pacto, Dios prometió realizar un cambio total en tu naturaleza carnal, pues sólo así Él daría Su Ley en tu mente y la escribiría en tu corazón. Con la Sangre de Jesús, Dios pagó TODOS tus pecados, perdonó tu maldad y decidió no acordarse más de tus pecados.

Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra (Ez 36.27).

Ahora eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y el glorioso Espíritu Santo vive en ti y contigo.

El poder que actúa en ti es la Palabra de Dios y el Espíritu Santo es la promesa que Dios te hizo al declarar que haría un mejor pacto establecido sobre mejores promesas. Con el poder de Su Palabra y la Presencia del Espíritu Santo en tu Vida, Dios se aseguró que no habría la más mínima posibilidad de invalidar el Nuevo Pacto, pues Él mismo, el Espíritu Santo, estaría en ti y contigo como las arras, la garantía, que Él ofrece que el Nuevo Pacto jamás será anulado, por el contrario, éste se cumplirá y recibirás TODO lo prometido.

Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí… pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra (Hch 1.4,8).

El Poder de Dios y el Espíritu Santo trabajan juntos a tu favor, en ti y contigo, para que puedas ser un(a) buen testigo del Evangelio.

Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto… Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas (He 7.22, 8.6).

¡Jesús es el mediador de este mejor Pacto!

En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria (Efe 1.13-14).

¡Tú ya has sido sellado(a) con el Espíritu Santo de la Promesa!

¿Te das cuenta? ¡Este es el formidable plan de la gracia de Dios! Dado que estabas muerto(a) en tus delitos y pecados y sin posibilidad alguna de reconciliarte con Dios (porque la vieja naturaleza pecaminosa que estaba en ti, siempre se rebela contra Dios, nunca ha obedecido la ley de Dios y nunca podrá obedecerla), entonces Dios,

enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu (Ro 8.3-4).

Así que, el conocer los mandamientos de Dios no te arranca de las garras del pecado, porque no puedes guardar la ley ni la guardarás. Pero Dios, por el gran Amor que por ti siente, puso en vigor un plan diferente. Envió a su propio Hijo Jesús con un cuerpo humano igual en todo al tuyo, salvo que no era pecador, y al entregarlo en sacrificio por tus pecados, destruyó el dominio que el pecado tenía sobre de ti.

Por lo tanto, si te dejas conducir por el Espíritu Santo y niegas obediencia a la vieja naturaleza pecaminosa que estaba en ti, entonces sí puedes obedecer la ley de Dios.

El Plan de Dios, a través de la Nueva Naturaleza que te otorga el Nuevo Nacimiento, es el Plan Perfecto e Infalible garantizado por el Espíritu Santo.

Por esta razón me arrodillo delante del Padre, de quien recibe nombre toda familia en el cielo y en la tierra. Le pido que, por medio del Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser, para que por fe Cristo habite en sus corazones. Y pido que, arraigados y cimentados en amor, puedan comprender, junto con todos los santos, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo; en fin, que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenos de la plenitud de Dios (Ef 3.14-19 NVI).

Conocer esta Palabra y creer esta Palabra sólo es posible mediante el Espíritu Santo que ya está en ti y contigo. Conocer esta Palabra y creer esta Palabra es conocer el Amor de Cristo Jesús, que excede a todo conocimiento; es creer y manifestar ese Poder que te permite ser lleno(a) de toda la plenitud de Dios para Vivir una Vida Plena y Abundante.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Es tal el Amor que Dios siente por ti, que prefirió entregar a Su propio Hijo, para pagar todos tus pecados, antes que perderte a ti. Además, como si fuera poco, pone dentro de ti Su Santo Espíritu para garantizar que puedas vivir una vida llena de poder y de victoria.

Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma  (3 Jn 2).

Es la plenitud de Dios viviendo dentro de ti, la que te dice y te asegura el día de hoy:

No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo. Buscarás a los que tienen contienda contigo, y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen la guerra. Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo (Is 41. 10-13).

Sólo necesitas creer, creerle a Dios, creerle a Su Palabra, pues al que cree todo le es posible.

El Nuevo Pacto y tu Nueva Naturaleza obtenida por medio de tu Nuevo Nacimiento al reconocer y hacer a Jesucristo tu Señor, Rey y Salvador, no es algo que tengas o puedas conseguir por méritos propios; todo esto es algo que Él te promete en Su Palabra y que por ningún motivo dejará de cumplir.

¡Según el poder que actúa en ti!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, entre más te conozco, entre más leo y medito Tu Palabra, la Biblia, más me maravillo y asombro de Tu Gran Amor con que me has amado. Gracias por haber decretado un Nuevo Pacto en la Sangre de Tu Hijo Jesucristo. Gracias, Señor Jesús, porque con tu muerte en la cruz pagaste todos mis pecados haciéndome justo(a). Gracias, Padre, por haberme perdonado y no acordarte nunca más de mis pecados. Gracias, Señor Jesús, porque al resucitar entre los muertos te constituiste el primer Hijo de Dios Nacido de Nuevo, mostrándome el camino y el destino reservado para mí. Gracias porque con Tu Sangre sellaste el Nuevo Pacto y yo tengo ahora una Nueva Naturaleza por medio de mi Nuevo Nacimiento. Porque Tú vives ahora yo tengo Vida Eterna, Vida Nueva, Vida Plena y Abundante. Gracias porque he recibido la adopción de Hijo(a) según el puro afecto de Tu Voluntad. ¡No estoy perdido(a), ni acabado(a)! ¡No! ¡Nada de eso! Soy un(a) Hijo(a) amado(a) del Dios Vivo y Verdadero! ¡El Todopoderoso es mi Padre! ¡Por la Sangre del Cordero! ¡Por el Nuevo Pacto! Tú, Espíritu Santo, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible, estás en mí y conmigo. ¡Gracias por tanto Amor! Soy poderoso(a) en sobremanera para amarte con todas mis fuerzas, mente y corazón, así como para amar a mi próximo como a mí mismo(a). Por lo tanto, resisto al espíritu de temor y de incredulidad; resisto a la muerte, a la enfermedad, pobreza, tristeza, depresión, soledad, amargura, desilusión y pecado. Soy sano(a); soy libre; soy próspero(a); llamo a mi vida al Amor, gozo y paz que sobrepasan todo entendimiento. Creo, llamo y recibo la vida plena, buena y abundante como mi legítimo derecho y herencia en Cristo Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Diciembre 6                             Efesios 3   /  Ez 8-9  /  Isa 41



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