1 de Noviembre
¡Si puedes creerle a Dios, al que
le cree a Dios TODO le es posible!
Por Riqui Ricón*
¡Oh,
cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación… Lámpara es a mis pies
tu palabra, Y lumbrera a mi camino…
Afligido estoy en gran manera; Vivifícame, oh Jehová, conforme a tu
palabra… Susténtame conforme a tu palabra, y viviré; Y no quede yo avergonzado
de mi esperanza. Sostenme, y seré salvo, Y me regocijaré siempre en tus
estatutos. (Sal 119.97, 105, 107, 116-117).
El rey Ezequías fue uno de los mejores reyes que
haya tenido el reino de Judá, tanto que la Escritura dice de él:
Hizo
lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho
David su padre… En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni
antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá. Porque siguió a Jehová, y no se apartó
de él, sino que guardó los mandamientos que Jehová prescribió a Moisés. Y Jehová estaba con él; y adondequiera
que salía, prosperaba. El se rebeló contra el rey de Asiria, y no le sirvió (2 R 18.3, 5-7).
Cuando Senaquerib, rey de Asiria, después de una
campaña militar muy exitosa donde había invadido varios reinos, llegó con su
gran ejército para destruir Jerusalén, Ezequías se fortaleció en el Señor para
escuchar y creer la Palabra de Dios, por lo cual fue librado milagrosamente de
su enemigo.
En este día, probablemente, tú, mi estimado(a) amigo(a)
necesites, como el rey Ezequías, un gran milagro. Si ese fuere tu caso, te
tengo muy buenas noticias, la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente,
dice que CIERTAMANETE Él llevo tus enfermedades, sufrió tus dolores y por sus
heridas tú ya fuiste sanado (Isa 53.4-5); dice que Dios desea que tú seas
prosperado(a) en TODAS las cosas y que tengas salud así como prospera tu alma
(3 Jn 2); y dice también que aunque andes en valle de sombra y de muerte, no
temerás mal alguno porque Dios mismo está contigo (Sal 23.4).
Quizá tú pienses que Dios apoyó a
Ezequías porque él era rey de Judá o que Jesús podía sanar a los enfermos o dar
de comer a multitudes porque Él es el Hijo de Dios. Pues, permíteme hacerte
unas preguntas, ¿eso es todo lo que se necesita? ¿Ser rey o reina; ser Hijo o Hija
de Dios?
¡Excelente! ¡Más buenas noticias!
La Biblia, que es la Palabra de Dios y no puede mentir, dice claramente que por
la Sangre de Jesús tú ya has sido hecho(a) rey (reina) para Dios y que reinarás
sobre esta tierra.
y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de
abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido
para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para
nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra (Apo 5.9-10).
Nota que la Escritura NO dice que
serás un(a) Rey (Reina) cuando llegues al cielo o a la Presencia de Dios, sino
que establece que por lo que Jesús hizo por Amor a ti, YA ERES ese(a) Rey
(Reina) que ha de reinar sobre la tierra.
Y si esto te pareciera poco, pon
toda tu atención y corazón a lo que dice 1ª de Juan 3.1:
Miren lo grande que es el amor que el Padre nos ha
mostrado, ¡hasta llega a hacer posible que seamos llamados hijos de Dios! Y eso
es lo que de verdad somos. Por eso la gente del mundo no nos conoce, pues el
mundo no conoce a Dios.
No solamente eres Rey (Reina) y Sacerdote
(Sacerdotisa) sino que además, ¡Eres llamada(o) Hijo(a) de Dios por el
mismísimo Dios! ¡Y eso es lo que en Verdad eres!
Y muchas veces el espíritu lo arroja al fuego o al agua, para matarlo.
Si puedes, ayúdanos. ¡Ten compasión de nosotros! Dijo Jesús: ¿Cómo "si
puedes"? Para el que cree, todo es posible (Mar 9.22-23 CST).
Quizá tú hayas acudido ya a la
oración y te parece que nada da resultado y te encuentras como aquel padre de
familia que vino a Jesús diciendo, traje mi hijo a tus discípulos y no pudieron
sanarle, pero si tú puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros y ayúdanos. Entonces, si este es tu caso, te
ruego que medites en la respuesta que Jesús le dio:
¿Cómo que si puedo? Es todo lo
contrario, no se trata de si Yo puedo hacer algo por ti sino de si tú puedes
creerme a Mí, pues ¡al que le cree a Dios, TODO le es posible!
Jehová de los ejércitos,
Dichoso el hombre que en ti confía (Sal 84.12).
Si puedes creer que la Biblia es
la Palabra de Dios y no miente. Si puedes creer que la Biblia es la Verdad. Si
puedes creer que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes
que perderte a ti. Si puedes creer que por la Sangre de Jesús haz sido hecho(a)
para Dios rey (reina) y sacerdote (sacerdotisa), y reinarás sobre la tierra. Si
puedes creer que por Su gran Amor con que te ha amado, Dios te ha nombrado Su
Hijo(a). Entonces, mi amado(a), tú puedes
orar con plena certeza de fe que Dios es contigo, y si Dios es contigo, ¿quién
contra ti? Puedes estar completamente seguro(a) que si Dios lo dijo, entonces,
Él lo va hacer; si Dios lo habló, entonces, Él lo va a ejecutar.
Y recuerda que aunque andes en valle
de sombra y de muerte no temerás pues Dios, tu Padre, está contigo.
Tú guardarás en completa paz a
aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado (Isa 26.3).
Fue por
haberle creído a Dios, creyendo Su Palabra, que Ezequías recibió el pronto
auxilio de Dios y el ejercito del rey de Asiria fue destruido
sobrenaturalmente.
Y ustedes, los que quedan en Judá, los que han escapado de los
estragos del ataque, echarán raíces en su propio suelo, crecerán y prosperarán.
Pues desde Jerusalén se extenderá un remanente de mi pueblo, un grupo de
sobrevivientes, desde el monte Sión. ¡El ferviente compromiso del SEÑOR de los
Ejércitos Celestiales hará que esto suceda!». »Y esto dice el SEÑOR acerca del
rey de Asiria: »“Sus ejércitos no entrarán en Jerusalén; ni siquiera lanzarán
una sola flecha contra ella. No marcharán fuera de sus puertas con sus escudos
ni levantarán terraplenes contra sus murallas. El rey regresará a su propia
tierra por el mismo camino por donde vino. No entrará en esta ciudad —dice el
SEÑOR—. Por mi propia honra y por amor a mi siervo David, defenderé esta ciudad
y la protegeré”» (Isa 37.31-35 NTV).
Y eso que Ezequías
era solamente un rey de Judá. ¿Qué no hará Dios Todopoderoso por uno(a) de Sus
Hijos(as) como tú, que estás confiando en Él?
¡Ten ánimo!
Créele a tu Padre celestial, creyendo Su Palabra, pues Su buena Voluntad para
contigo es agradable y perfecta. Dios no te ha dejado, ni te dejará y de todo
problema, angustia o enfermedad vas a salir más que vencedor(a) por medio de
Aquel que te amó, Cristo Jesús.
Ezequías,
aunque un gran rey, era solamente un simple mortal y, sin lugar a dudas, por el
Amor que Dios siente por ti, por Su Palabra y por el Poder del Espíritu Santo,
tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y puedes con toda franqueza
decirle a tu Padre celestial:
¡Oh, cuánto amo yo tu ley!
Todo el día es ella mi meditación… Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera
a mi camino… Afligido estoy en gran
manera; Vivifícame, oh Jehová, conforme a tu palabra… Susténtame conforme a tu
palabra, y viviré; Y no quede yo avergonzado de mi esperanza. Sostenme, y seré
salvo, Y me regocijaré siempre en tus estatutos. (Sal 119.97, 105, 107, 116-117).
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y
de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él
está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, sé
perfectamente que puedo confiar en Ti. Sé perfectamente que Tu Palabra, la
Biblia, es la Verdad. Y sé que aún esta certeza me la has dado Tú por el gran
Amor con que me amas. Gracias, Señor Jesús, porque estando yo en tinieblas me
trasladaste a Tu luz admirable; estando yo muerto(a) me has dado vida y la vida
que has comprado para mí con Tu Sangre es una vida buena, plena y abundante.
¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey de reyes y Señor de Señores! ¿Quién me puede vencer?
¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o
peligro, o espada? Como está escrito en Tu Palabra: Por causa de
ti soy muerto(a) todo el tiempo; Soy contado(a) como oveja de matadero. Antes,
en todas estas cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó.
Por lo cual estoy seguro(a) de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles,
ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni
lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada me podrá separar del amor
de Dios, que es en Cristo Jesús mi Señor. Así que, creo y recibo esa vida
saludable, libre de la enfermedad, que Tú compraste para mí. Creo y recibo esa
vida plena y abundante llena de dicha y paz donde tendré problemas y aflicciones,
pero de todos y cada uno de ellos saldré más que vencedor(a). ¡No hay forma en
que pueda perder en esta vida! Por lo tanto, creo y declaro que ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy
próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hija(o) del Rey! Gracias, Señor Jesús.
Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el
Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu
atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo
creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para
pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día
de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre
preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te
invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú
seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre
1 1
Tim 3 /
Isa 36-37/ Sal 119.97-120
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