jueves, 11 de junio de 2015

¡Cómo tomar la decisión correcta!



11 de Junio

¡Tan sólo di la Palabra!

Por Riqui Ricón*

Y no les faltó cosa alguna, chica ni grande, así de hijos como de hijas, del robo, y de todas las cosas que les habían tomado; todo lo recuperó David (1 Sm 30.19).

La Biblia, la Palabra de Dios que no miente, hace alusión aquí a aquella ocasión cuando David y sus hombres perdieron todo lo que tenían. No solamente perdieron sus propiedades y posesiones sino también a sus familias (esposas e hijos).

Aunque la historia tiene un final feliz, lo importante es escuchar lo que Dios te quiere enseñar. ¿Cómo obtuvo David semejante restauración y restitución? ¡Escuchando la voz de Dios y obedeciendo a Su Palabra!

Pudiera ser que el día de hoy estés atravesando situaciones muy difíciles y quizá estés a punto de tomar serias decisiones. Si este fuera tu caso, ¡qué bueno que estás haciendo este devocional! Pon atención y mira a David quien es un prototipo de Jesucristo.

Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijos y por sus hijas; mas David se fortaleció en Jehová su Dios (1 S 30.6).

David era el ungido del Señor y su vida para nada estuvo exenta de peligros y aflicciones. Sin embargo, en los momentos más difíciles de su vida nunca se volvió contra Dios, ni se deprimió, ni se compadeció de sí mismo, ni se desesperó de las promesas de Dios, sino que se fortaleció en Jehová su Dios. ¿Cómo podía David hacer esto?

Jesús te enseña cómo:

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).

Sin importar cuáles sean tus circunstancias en este preciso momento de tu vida, Jesús te enseña que puedes tener paz en medio de la aflicción si te atreves a creer; a creerle a Él creyendo Su Palabra, la Biblia.

Pero, ¿cómo puedes tú tener paz en medio de la aflicción? Sabiendo y CREYENDO que eres un(a) Hijo(a) Amado(a) de Dios. Sabiendo que Dios no miente, ni se arrepiente, que todo lo que Él dice acerca de ti en Su Palabra, Dios mismo lo va a cumplir; sabiendo que TODO lo que Dios ha hablado acerca de ti en Su Palabra, Él mismo lo va a ejecutar.

Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo (1 Jn 4.4).

Todo problema o aflicción que el sistema de este mundo arroje contra ti ya ha sido vencido con la sangre de Jesús y con Su victoria sobre el pecado y sobre la muerte. Ahora Él vive en ti y contigo, por lo tanto tú has vencido con Él porque mayor es el que está en ti, que el que está en el mundo.

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre,  que se nos llame hijos de Dios!  ¡Y lo somos!  El mundo no nos conoce,  precisamente porque no lo conoció a él (1 Jn 3.1 NVI).

Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y de todo problema, angustia o enfermedad has de salir más que vencedor(a) por medio de Aquel que te amó, Cristo Jesús.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Este día tienes que comprender y CREER que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo para pagar todos tus pecados y así, con toda justicia, hacer de ti Su Hijo(a) Amado(a).

Ahora, la Verdad te permite encarar cualquier situación sabiendo que vas a vencer. No que tal vez obtengas la victoria después de una ardua lucha. ¡No! ¡Esto no es así! Dios, el Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y de lo invisible, ha hablado y decretado acerca de ti que Todo lo puedes en Cristo que te fortalece (fil 4.13) y que, Antes, en todas estas cosas eres más que vencedor(a) por medio de aquel que te amó (Ro 8.37).

Saber esto, mejor dicho, CREER esto te permite enfocar tu mirada no en el problema sino en el autor y consumador de la fe, quién tiene todas las respuestas y siempre te dirá cuál es el camino que debes tomar.

Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Perseguiré a estos merodeadores? ¿Los podré alcanzar? Y él le dijo: Síguelos, porque ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los cautivos (1 S 30.8).

¿Te das cuenta? David no se precipitó para salir corriendo detrás de sus enemigos, ni se enfrentó a sus amigos que hablaban de apedrearlo. Él se fortaleció en el Señor su Dios.

Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza (Efe 6.10).

¿Cuál es la fortaleza de Dios, tu Padre? ¿Cuál es el poder de Su fuerza? ¿Sus músculos? ¿Su voz tronante? ¿Sus ángeles? No, no y no. El poder de la fuerza de Dios, en el cual tú te debes fortalecer antes de encarar cualquier circunstancia, es Su Palabra, la Biblia.

Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe (Mat 8.5-10).

¿Te das cuenta que Jesús se maravilló de la fe de un centurión romano? ¿Cómo obtuvo ese hombre semejante fe? Él sabía que el poder para sanar a su criado sólo podía provenir de la Palabra con autoridad.

La Palabra de Dios, la Biblia, tiene toda autoridad para hacer que las cosas sucedan a tu favor.

Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios,  de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía (He 11.3).

¡Con Su Palabra Dios creo todo lo que existe!

siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).

Con Su Palabra, Dios te hizo Nacer de Nuevo y ahora eres un(a) incorruptible Hijo(a) de Dios. Todas y cada una de las Promesas que están en la Biblia, Dios las hizo para cumplirlas en ti y para ti.

Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá (Ro 1.17).

Permíteme parafrasearlo de la siguiente manera: Porque la buena noticia en el Nuevo Pacto en la sangre de Jesús, es que la justicia de Dios se revela por creerle a Dios, al creer Su Palabra, y para creerle a Dios, creyendo Su Palabra, como está escrito: Mas el justo por creerle a Dios creyendo Su Palabra vivirá.

Así que, no des lugar al desánimo ni a la depresión, pues es seguro que saldrás victorioso(a). Fortalécete en el Señor y en el poder de Su Fuerza. Lee y medita la Palabra de Dios; escucha Su Voz, pues la respuesta ya está a tu alcance.

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).

Al fin y al cabo, si Dios lo Dice, entonces Él lo va a cumplir.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, hoy recibo de Ti la Sabiduría y el Poder que me has otorgado por medio de Tu Hijo Jesucristo para hacer frente a cualquier problema, angustia o enfermedad que venga a mi vida. Gracias, Señor Jesús, por lo que hiciste por mí y en mí puedo ahora resistir al espíritu de temor y de mentira que quiere amedrentarme. En ti, Jesús, me he refugiado; No seré yo avergonzado(a) jamás. Tú me socorres y me libras en tu justicia; Inclina hoy tu oído y sálvame. Tú, Señor, eres para mí una roca de refugio, adonde recurro yo continuamente. Tú has dado mandamiento en Tu Palabra para salvarme, Porque tú eres mi roca y mi fortaleza. Dios mío, líbrame de la mano del impío, De la mano del perverso y violento. Porque tú, oh Señor Jehová, eres mi esperanza, Seguridad mía desde mi juventud. En ti he sido sustentado desde el vientre; De las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacó; De ti será siempre mi alabanza. Como prodigio he sido a muchos, Y tú mi refugio fuerte. Sea llena mi boca de tu alabanza, De tu gloria todo el día. No me deseches en el tiempo de la vejez; Cuando mi fuerza se acabare, no me desampares. Porque mis enemigos hablan de mí, Y los que acechan mi alma consultaron juntamente, Diciendo: Dios lo ha desamparado; Perseguidle y tomadle, porque no hay quien le libre. Oh Dios, yo sé que Tú no te alejas de mí; Dios mío, acude pronto en mi socorro. Sean avergonzados, perezcan los adversarios de mi alma; Sean cubiertos de vergüenza y de confusión los que mi mal buscan. Mas yo, en Ti esperaré siempre, Y te alabaré más y más. Mi boca publicará tu justicia Y tus hechos de salvación todo el día, Aunque no sé su número. Vendré a los hechos poderosos de Jehová el Señor; Haré memoria de tu justicia, de la tuya sola. Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, Y hasta ahora he manifestado tus maravillas. Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampararás, Hasta que anuncie tu poder a la posteridad, Y tu potencia a todos los que han de venir, Y tu justicia, oh Dios, hasta lo excelso. Tú has hecho grandes cosas; Oh Dios, ¿quién como tú? Tú, que por causa de mis pecados he visto muchas angustias y males, En Cristo Jesús, has vuelto a darme vida, Y de nuevo me levantarás de los abismos de la tierra. Aumentarás mi grandeza, Y volverás a consolarme. Asimismo yo te alabaré con instrumento de salterio, Oh Dios mío; tu verdad cantaré a ti en el arpa, Oh Santo de Israel. Mis labios se alegrarán cuando cante a ti, Y mi alma, la cual redimiste. Mi lengua hablará también de tu justicia todo el día; Por cuanto han sido avergonzados, porque han sido confundidos los que mi mal procuraban. Por lo tanto, Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, pues mayor es el que está en mí que el que está en el mundo y ese eres Tú, Precioso Espíritu de Dios. No le daré lugar al diablo y a sus mentiras en mi vida. ¡No voy a temer más! Echo fuera de mi vida toda ansiedad e inquietud.  ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Ya he sido sanado(a) por las heridas de Jesús! ¡He sido establecido(a) para reinar en esta vida por la sangre de Jesús! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y Padre, estás en mí y conmigo, y si Dios es conmigo, ¿quién contra mí? ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Junio        11                        Ro 15.14-33  /  1 Sam 29 31 /  Sal 71





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