martes, 9 de junio de 2015

¡Cómo seguir adelante!

6 de Junio

¡Diga el débil: Fuerte Soy!

Por Riqui Ricón*

Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como cuatrocientos hombres (1 S 22.2).

Lo más hermoso y maravilloso de la personalidad de tu Dios y Padre es su gran Amor con que Él te ama. La Biblia, que es Su Palabra y no miente, te enseña como Él busca, preferentemente, a los enfermos, afligidos, amargados y necesitados. Son los pecadores y no los justos los que mueven el corazón del Padre.

Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que significa:  Misericordia quiero, y no sacrificio.  Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento (Mat 9.12-13).

Es realmente asombroso pensar que fueron tus pecados y no tus buenas acciones lo que te permitió recibir Su gran Amor.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Jesús no viene a tu vida para recordarte lo malo(a), fracasado(a) y pecador(a) que eres; de eso se encarga, todos los días, el diablo y su sistema, el mundo. Jesús viene a tu vida a cambiar total y diametralmente esa situación en la que te encuentras. Y sólo te pide que creas en Su Amor por ti y que creas en Su Palabra, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

David era un príncipe del ejército de Israel, además había sido ungido para ser rey y en un momento de su vida, como un tipo de Jesús, recibía a todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu. Fue con ellos y no con la elite del ejército de Saúl, que David ganó todas sus batallas y conquistó el reino para Dios.

Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es (1 Co 1.26-28).

Así que, si te estás sintiendo fracasado(a), frustrado(a), incompetente o de alguna forma devaluado(a), te tengo la buena noticia que eso no es Verdad, eso sólo son tus sentimientos y emociones que están afectados por la realidad que estás viviendo. La Verdad es lo que Dios dice en Su palabra, la Biblia, acerca de ti. La Verdad es lo que Dios dice en Su palabra, la Biblia, de quién tú eres para Él y cómo Él te mira y como Él te define ante las circunstancias:

Ø  En todas las cosas eres más que vencedor(a) por medio de Aquel que te amó, Cristo Jesús (Ro 8.37).

Ø  Todo lo puedes en Cristo, que te fortalece (Fil 4.13).

Ø  Tú eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y YA has vencido porque mayor es Él, que está en ti, que el que está en el mundo (1 Jn 4.4).

Ø  Ya has sido sanado(a) por las heridas de Jesús (1 P 2.24, Isa 53.5).

Ø  Has sido establecido(a) para reinar en esta vida por la sangre de Jesús (Ro 5.17, Apo 5.10).

La Palabra de Dios es el Poder de la fuerza de Dios, con ella creó los cielos y la tierra y todo lo visible e invisible. Así que, si Él te ha definido con Su Palabra como Su Hijo(a) Amado(a) y victorioso(a), entonces, a pesar de tu condición o circunstancias, tú ahora eres Su Hijo(a) Amado(a) y victorioso(a).

Practiquen el dominio propio y manténganse alerta. Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. Resístanlo, manteniéndose firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos en todo el mundo están soportando la misma clase de sufrimientos (1 P 5.8 NVI).

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).

Así que, deja de hacerle caso al demonio y a su sistema de mentiras, ¡créele a Dios! ¡Créele a Su Palabra! Y disponte a vivir la Vida Plena y Abundante que Cristo Jesús ganó para ti.

Mas ciertamente me escuchó Dios; Atendió a la voz de mi súplica. Bendito sea Dios, Que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia…  El es quien preservó la vida a nuestra alma, Y no permitió que nuestros pies resbalasen (Sal 66.19-20, 9).

Todo depende de tu fe, esto es, ¿a quién le estás creyendo? ¿A las mentiras del diablo que te dicen que ya no hay remedio, que estás enfermo(a), que fracasaste, que vas a morir, etc., etc., o a la Biblia, que es la Palabra de Dios?

Por algo Jesús afirmó: si puedes creer, ¡al que cree todo le es posible! Tu condición y  circunstancias comienzan a cambiar en el momento preciso que comienzas a creerle a Dios, a creer en Su Palabra, la Biblia.

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, gracias por el gran Amor con que me has amado, que estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste vida juntamente con Cristo, por Tu Gracia soy salvo(a). Ahora soy Tu Hijo(a) Nacido(a) de Nuevo y puedo dejar atrás todas esas emociones y pensamientos negativos de fracaso y de derrota. Esa vieja naturaleza nada tiene en mí, pues yo he sido regenerado(a) en Cristo Jesús para vivir una vida plena y victoriosa. Por todo esto te doy gracias, Señor Jesús. Lo sé porque lo dice la Biblia, lo creo porque es Tu Palabra de Honor y me dispongo, con Tu ayuda, Espíritu Santo, a vivirlo. Viviré esa vida prospera, en salud, amor, paz y gozo que Tú, oh Dios, deseas para mí. Tú me has escuchado y atendido a la voz de mi súplica. Bendito eres, oh Dios, que no echaste de Ti mi oración, ni de mí Tu misericordia. Tú eres quien preserva la vida de mi alma y no permites que mis pies resbalen. ¡No temo más! Echo fuera de mi vida toda ansiedad e inquietud.  ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús! ¡Todo lo puedo en Cristo, que me fortalece! ¡Yo, ___________ (tu nombre aquí), SOY un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y YA he vencido, porque mayor es Él, que está en mí, que el que está en el mundo! ¡Ya he sido sanado(a) por las heridas de Jesús! ¡He sido establecido(a) para reinar en esta vida por la sangre de Jesús! ¡Diga el débil: Fuerte Soy! No hay forma que pueda perder, pues Tú, mi Dios y Padre, estás en mí y conmigo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy feliz! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2011



Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Junio        6                          Ro 11.25-36  /  1 Sam 21-22   Sal 66







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