Sábado 1 de Junio
de 2013.
¡Eres Eterna(o)! ¡Vivirás para
siempre!
Por Riqui Ricón*
Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre; Estaré seguro bajo la
cubierta de tus alas. Porque tú, oh Dios, has oído mis votos; Me has dado la
heredad de los que temen tu nombre (Sal
61.4-5).
Cuando, con
una sencilla oración, hiciste a Jesucristo el Señor y Salvador de tu vida,
Naciste de Nuevo y adquiriste derechos y privilegios que solamente los Hijos de
Dios pueden tener. Uno de estos es vivir para siempre, ¡la Vida Eterna!
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió
Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea
salvo por él (Jn 3.16-17).
Satanás, tu adversario, tratará
con todos sus recursos que tú olvides quién ahora eres. Utilizará personas,
circunstancias, enfermedades y aflicciones para que dejes en segundo o tercer
plano el hecho irrefutable que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su
propio Hijo antes que perderte a ti.
¡Fíjense
qué gran amor nos ha dado el Padre, que
se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo
somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo conoció a él
(1 Jn 3.1 NVI)
Sin importar tus circunstancias o
condición actual, la Verdad es que Dios te ama; que tú eres tan importante para
Él que, gracias al sacrificio de Su Hijo, Jesús, ahora Él te llama Hijo(a)
Suyo(a) y tienes toda la libertad, y garantía, para habitar con Él, en Su Presencia;
¡para siempre!
Estás seguro(a) bajo la cubierta
de Sus alas, porque Él ha escuchado tu oración. Y Dios, tu Padre, te ha dado la
heredad de los que temen, de los que aman Su Nombre.
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en
temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos:
¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu,
de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos;
herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con
él, para que juntamente con él seamos glorificados (Ro 8.15-17).
¡Eres heredero(a) de Dios y
coheredero(a) con Cristo! ¿Qué te puede hacer el mundo? ¡Habitas a la sombra
del Altísimo y moras bajo la sombra del Todopoderoso! ¿Quién te puede vencer?
¿Qué
podemos decir acerca de cosas tan maravillosas como éstas? Si Dios está a favor
de nosotros, ¿quién podrá ponerse en nuestra contra? (Ro 8.31
NTV).
Padecer juntamente con Cristo
significa creer; significa tener la certeza que ahora eres Hijo(a) del Dios y
anteponer esta certeza a cualquier enfermedad, problema o aflicción, pues sólo
así se cumplieron los padecimientos del Rey, quien por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz,
menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios (He 12.2).
Jesús sabía perfectamente quién
era Él y cuál era Su propósito en este mundo.
Si crees que la Biblia es la
Palabra de Dios (y lo crees), entonces tú sabes perfectamente que, ahora, al igual
que Jesús, eres un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, que eres eterno(a) y
que tu Padre te ha dejado en este mundo para que, reinando con toda autoridad,
establezcas Su reino, aquí y ahora.
Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su
estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues
el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón (1 S 16.7).
No te mires a ti mismo(a) como se
mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos. No te
fijes en tus circunstancias, ni en tus capacidades. Mírate como Dios te mira. ¡Mírate
a ti mismo(a) a través de la Biblia! ¡La Biblia es la Palabra de Dios!
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y
quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis
estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra (Ez
36.26-27).
Mírate a ti mismo(a) a través de
Su Palabra. Mírate con un corazón nuevo. Mírate como espíritu nuevo. Mírate
teniendo en ti, y contigo, al glorioso y poderoso Espíritu de Dios
Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos;
y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se
levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá (1 S 16.13).
David fue ungido con aceite y,
desde ese día en adelante, el Espíritu Santo vino sobre él. ¡Tú has sido ungido(a)
con la Sangre Preciosa del Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! ¡Con
la Sangre del Nuevo Pacto! ¡Ahora, el Precioso Espíritu de Dios vive en ti y
contigo! ¡Eres Nueva creatura! Las cosas viejas pasaron y lo mejor de tu vida
se extiende delante de tus pies.
Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más
reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la
gracia y del don de la justicia (Ro 5.17).
David fue
ungido con aceite para reinar sobre Israel. Tú has sido ungido(a) por el
Espíritu Santo para reinar en vida sobre todo problema, enfermedad o
circunstancia. La ley del pecado y de la muerte ya no tiene ninguna influencia
en tu Nueva Vida.
Ahora, pues,
ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del
Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la
muerte (Ro 8.1-2).
Pienso yo, que en un momento de
debilidad, el apóstol Pablo dejó de mirar la Perfecta Ley, la de la libertad, y
al mirar su propio comportamiento exclamó, ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este
cuerpo de muerte? Sin
embargo, por el Espíritu Santo, enseguida se contestó a sí mismo, Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro (Ro
7.24-25).
Es Jesucristo quién te ha dado la
victoria sobre el pecado y sobre la muerte. Es el Espíritu Santo quién te ha
hecho Nacer de Nuevo, y no de una simiente corruptible, sino de la semilla
incorruptible que es la Palabra de Dios.
Aunque te cueste trabajo
entenderlo, debes saber y creer que tú eres la persona que Dios dice en la
Biblia que eres, y tú, mi amado(a), ¡Eres Eterno(a)! ¡Vivirás para siempre!
¡Esta es la heredad de los que
temen (aman) Su Nombre!
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, que
hermoso y confortante es saber que soy Tu Hijo(a). Que me amas tanto que
preferiste entregar a Tu propio Hijo, para pagar todos mis pecados, antes que
perderme a mí. ¡Gracias, Señor! ¡Te amo con todo mi corazón! Ahora sé, y creo,
que el pagar todos mis pecados apenas fue el inicio de algo muchísimo mejor:
¡ser adoptado(a) Hijo(a) Tuyo(a) según el puro afecto de Tu Voluntad! Señor
Jesús, recibo la Vida Eterna que, a tan alto precio, compraste para mí.
¡Gracias, Señor! Precioso Espíritu Santo, Tú eres la arras de mi herencia, mi
garantía, para hacer de mi vida esa vida plena y abundante que Tú, mi Señor,
deseas para mí. ¡No hay forma que pueda perder! Tú estás conmigo, y si Dios es
conmigo, ¿quién contra mí? ¡No voy a temer! Yo, _____________ (tu nombre aquí),
no he recibido espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que he
recibido el espíritu de adopción y te digo a Ti, mi Dios, Abba, Padre, Papá,
Papito. ¡Gracias Espíritu Santo! Hoy oro a Ti para declarar en plena certeza de
fe, que en todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ha
amado, Cristo Jesús. Así que, TODO lo puedo en Cristo que me fortalece. Yo soy
Tu Hijo(a) y ya he vencido, porque mayor eres Tú, que estás en mí, que el que
está en el mundo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)!
¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar
porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y
suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues
con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio
1 Ro
7 /
1 Sam 16 / Sal 61
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