Domingo 2 de Junio
de 2013.
¡Con tu fe!
Por Riqui Ricón*
Entonces habló David a los que estaban junto a
él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el
oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que
provoque a los escuadrones del Dios viviente? (1 S 17.26).
Cuando Dios instruyó a Samuel
para que ungiese a David por rey de Israel le dijo, He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme
a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero (Hch 13.22).
Tener un
corazón conforme al corazón de Dios y obedecer Su Palabra es la característica
más distintiva de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, pues es la esencia
de ser hecho(a) de Nuevo.
Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y
quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de
carne (Ez 11.19).
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Co 5.17).
Lo
interesante aquí es comprender que tú, sí, tú, también tienes esa misma
cualidad. Lo único que hay que saber es que, sin fe es imposible agradar a Dios; porque es
necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de
los que le buscan (He 11.6).
El simple
hecho que estés leyendo este devocional es prueba fehaciente que tienes fe (o
que la estás buscando).
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que
no se ve (He 11.1).
La forma más
sencilla que he encontrado para explicar este versículo es: fe es creerle a
Dios, creyendo Su Palabra, pues si Dios lo dijo, entonces, Él lo va a cumplir,
si Dios lo habló, entonces, Él lo va a ejecutar.
Dios
no es un hombre, por lo tanto no miente. Él no es humano, por lo tanto no
cambia de parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar? ¿Alguna vez prometió sin
cumplir? Escucha, yo recibí la orden de bendecir; ¡Dios ha bendecido, y yo no
puedo revertirlo! (Num 23.19-20 NTV).
David no
venció a Goliat con honda y piedra, lo venció con su fe en Dios al declarar a todo
el pueblo de Israel, incluyendo al propio rey Saúl, que Goliat era un
incircunciso. ¿Qué estaba diciendo David con eso? Estaba estableciendo su
victoria: Ese gigante bravucón no tiene
un pacto con Dios, ¡Nosotros sí!
No fue su
experiencia de enfrentar leones y osos lo que le daba valor a David. De hecho,
lo que le permitía enfrentar a leones y osos era saberse dentro de un pacto con
Dios, estando consciente que Dios jamás falta a Su Palabra.
Cuando
Goliat seguía sus tácticas de temor insultando a David por sus dioses, éste no
se amedrentó, no prestó atención a las ofensas, ni a lo alto de la estatura, ni
a la musculatura del gigante, sino que se fortaleció en el Señor y en el poder de Su fuerza, poniendo sus ojos, mente y corazón en la Palabra de Dios. David se dio prisa, y corrió a
la línea de batalla contra el filisteo, declarando en voz audible: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el
nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a
quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo
te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a
las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay
Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva
con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en
nuestras manos (1 S 17.45-47).
¿Te das cuenta? David no venció a
Goliat con honda y piedra. Lo venció con su fe poniendo la Palabra de Dios en su
boca.
Esa, precisamente, fue la
instrucción que Josué recibió de parte de Dios para entrar y poseer la tierra
prometida.
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de
noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él
está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien (Jos 1.8).
El día de
hoy Dios te está diciendo lo mismo, haz de la Biblia la norma máxima de tu
existencia, ponla en tu mente, boca y corazón porque ENTONCES (ni antes, ni después, ni de ningún otra forma), harás prosperar tu camino, y
todo te saldrá bien.
Al igual que Josué y David, tú
puedes enfrentar a tus gigantes con la certeza de vencerlos sólo porque Dios lo
ha dicho así en Su Palabra.
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel
que nos amó (Ro 8.37).
¿Cómo no va
ser esto verdad si el Amor que Dios siente por ti es tan grande que prefirió
entregar a Su propio Hijo, para pagar todos tus pecados, antes que perderte a
ti?
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¿Cómo no va
ser esto verdad si, de acuerdo a la Palabra de Dios, Él lo hizo con el
propósito expreso de justificarte, perdonarte y, así, establecerte como Su
propio(a) Hijo(a)?
Pues no habéis recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido
el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El
Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con
Cristo (Ro 8.15-17a).
Dios no te ha dejado, ni te
dejará. Tú le eres más especial que David, pues, a través de la muerte y
resurrección de Jesucristo, ahora tú eres el especial objeto del Nuevo Pacto en
la Sangre de Jesús: ni más ni menos que un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de
Nuevo.
Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto… Pero ahora tanto
mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido
sobre mejores promesas (He 7.22;
8.6)
Éste, el Nuevo Pacto, es un mejor
pacto, establecido sobre mejores promesas. Tiene un fiador y una garantía.
En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio
de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu
Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la
redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria (Efe 1.13-14).
¡Cristo Jesús en persona es tu
fiador en el Nuevo Pacto y el Espíritu Santo es tu garantía!
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra
nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo
entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Ro 8.31-32).
Sea cual sea la situación que
estás enfrentando el día de hoy, tú no necesitas honda, ni piedra; lo único que
tienes que saber, Y CREER, es que
Dios te ama y ha comprometido Su Palabra mediante el Nuevo Pacto en la Sangre
de Su Hijo Jesucristo, para hacer de ti una Nueva creatura, un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo.
Recibe esto mediante la fe,
creyendo que esto es así sólo porque está escrito en la Palabra de Dios. Él lo
ha hablado, acerca de ti, y lo va hacer; Él lo ha dicho, respecto a ti, y lo va
a ejecutar. Dios no miente. Ahora tienes a Cristo Jesús como tu fiador y al
glorioso Espíritu de Dios como tu garantía. ¡No hay forma que puedas perder!
No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de
los ejércitos (Zac 4.6).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, hoy quiero
decirte que no importa lo que pase a mi alrededor, yo te alabare y te adoraré,
pues ahora sé lo que has hecho por mí y dentro de mí. Gracias, Señor Jesús,
porque Tú, siendo Dios, no estimaste el ser igual a
Dios como cosa a que aferrarte, sino que Te
despojaste a Ti mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, Te humillaste a Ti mismo, haciéndote
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Todo por amor a mí, para hacerme un(a) Hijo(a) de
Dios Nacido(a) de Nuevo. ¡Gracias por Tu Sangre! Con ella lavaste todos mis
pecados. ¡Gracias por Tu resurrección! Con ella venciste a la muerte y me diste
la Vida Eterna. ¡Gracias por el Nuevo Pacto! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios!
Bendito Espíritu Santo, ¿qué te puedo decir a Ti? Que te amo. Que te adoro y
cada día Te necesito más y más. Tú eres mi amigo, mi consejero y mi ayudador.
Gracias por ser la promesa del Padre la cual Jesús dijo vendría sobre mí.
Espíritu Santo, Tú eres mi garantía, las arras de mi herencia para la redención
de la posesión adquirida. ¡No hay forma que pueda perder! ¡Todas las cosas me
ayudan a bien! Yo, _______________ (tu nombre aquí), he sido llamado(a)
conforme al propósito de Dios, mi Padre. Quien me predestino para que fuese hecho(a)
conforme a la imagen de Su Hijo, para que Jesús fuese mi hermano mayor. Dios, el Espíritu Santo, está en mí y conmigo.
Jesús, ¿qué puedo decir a todo esto? Si Tú estás conmigo, ¿quién contra mí? Padre
celestial, si Tú no escatimaste ni a Tu propio Hijo, sino que lo entregaste por amor a mí,
¿cómo no me darás también con Él todas las cosas? ¿Quién me acusará
si soy escogido(a) de Dios? Dios es el que me justifica. ¿Quién es
el que me condenará? Cristo es el que murió por mí; más aún, el que también
resucitó por mí, el que además está a la diestra de Dios, el que también
intercede por mí. ¿Quién me separará del amor de Cristo?
¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o
espada? Como está escrito: Por causa de ti soy muerto(a) todo el
tiempo; Soy contado(a) como oveja de matadero. Sin embargo, creo y declaro que,
antes, en todas estas cosas, Yo, _______________ (tu nombre aquí), soy más que vencedor(a) por
medio de aquel que me amó. Por lo cual estoy seguro(a) de que ni
la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo
presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna
otra cosa creada me podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús mi Señor
y Salvador. Así que, Satanás,
tú vienes a mí con problemas y enfermedades y aflicciones; mas yo vengo a
ti en el nombre de Jesús, el Señor de los ejércitos, el Dios de los escuadrones
de Israel, a quien tú has provocado. Dios, mi Padre, te entregará
hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy
próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Jun
2 Ro
8 /
1 Sam 17 / Sal 62
Amén :)
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