Miércoles 26 de Junio
de 2013.
¡Con la luz de la Verdad!
Por Riqui Ricón*
Los entendidos resplandecerán como el resplandor
del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas
a perpetua eternidad (Dan 12.3).
Que hermoso es saber
que el Plan Perfecto de Dios para tu vida está lleno de la luz de Cristo (el
Ungido con Su Unción), para que vivas una vida Plena y Abundante. Aquellos que
entienden el mensaje del Evangelio y lo reciben resplandecen con la luz de Jesucristo,
como las
estrellas a perpetua eternidad.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de
los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas
no prevalecieron contra ella (Jn 1.4-5).
¡Jesús mismo es la luz
y la Vida Eterna que alumbran tu corazón!
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y
destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
Esta Luz y la Vida
Eterna son un regalo de Amor para ti de parte de Dios, quien sólo desea que
Vivas la Vida Eterna de una forma Plena y Abundante.
Sin importar las
circunstancias que el día de hoy estés enfrentando, debes saber, y sobre todo
creer, que Dios no te ha dejado, ni te dejará. Siempre ha estado en Su corazón
el deseo de llamarte de las tinieblas a Su luz admirable para trasladarte al
reino de Su amado Hijo, Jesús, en quien tienes redención por su sangre, el perdón de pecados (Col 1.14).
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).
Dios te ama tanto que
prefirió entregar a Su propio Hijo, para pagar todos tus pecados, antes que
perderte a ti. Y aunque, ciertamente, has sido justificado(a) y perdonado(a) en
la Sangre de Jesús, lo realmente asombroso es que, por Su resurrección, ahora
eres, efectivamente, un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo.
Pues no habéis recibido el espíritu de
esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu
de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo
da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si
hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo (Ro8.15-17a).
Esto significa que
tienes los mismos derechos que Cristo Jesús tiene y puedes, por lo tanto, vivir
una vida libre de temor y llena de la plenitud de Dios, Porque de su plenitud tomamos
todos, y gracia sobre gracia (Jn 1.16).
Es por el
Gran Amor que Dios siente por ti que diseñó este Plan Perfecto para hacer de
ti, legítimamente, Su propio(a) Hijo(a).
¡Fíjense
qué gran amor nos ha dado el Padre, que
se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo
somos! El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo conoció a él (1
Jn 3.1 NVI).
Es interesante notar
que en las lecturas del día de hoy, mientras Jesús les advertía sobre la
levadura de los fariseos, sus discípulos discutían acerca de haber olvidado
traer pan para comer. ¡Qué ironía! Estar cara a cara con Jesús y no tener
entendimiento.
Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Qué discutís,
porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido
vuestro corazón? (Mar 8.17).
Así que, ya
es tiempo que tú entiendas que, gracias al precio que Jesús pagó en esa cruz,
ahora realmente eres un(a) legítimo(a) Hijo(a) de Dios y lo que esto significa.
Como todas las cosas que pertenecen a la vida y
a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de
aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las
cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas
llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la
corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia (1 P 1.3-4).
¡Tú ya no eres de este
mundo! (Jn 17.16). Y todas y cada una de las promesas hechas en la Palabra de
Dios te pertenecen por completo. Dios las prometió para que tú entendieras que
ahora eres Su Hijo(a) amado(a) y que participas de la naturaleza divina.
para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos
de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de
la cual resplandecéis como luminares en el mundo (Fil 2.15).
Sin lugar a dudas, tú
eres un(a) entendido(a) Hijo(a) de Dios y resplandeces como el resplandor del
firmamento y como las estrellas a perpetua eternidad. Lo eres porque Dios lo
dice así en Su Palabra y no por lo que haces, piensas o sientes acerca de ti
mismo(a).
Pero
ustedes no son así porque son un pueblo elegido. Son sacerdotes del Rey, una
nación santa, posesión exclusiva de Dios. Por eso pueden mostrar a otros la
bondad de Dios, pues él los ha llamado a salir de la oscuridad y entrar en su
luz maravillosa (1 P 2.9 NTV).
El
cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Luc
21.33).
Así que, ten ánimo y pon
toda tu confianza en Dios; créele a Él, creyendo Su Palabra, porque sin
importar problema, circunstancia o enfermedad, de todo saldrás más que
vencedor(a) por medio de Aquel que te amó, Cristo Jesús.
Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás
para recibir tu heredad al fin de los días (Dan 12.13).
El Espíritu Santo le
asegura a tu espíritu que eres un(a) Hijo(a) de Dios. Y si eres Hijo(a), entonces
eres heredero(a); heredero(a) de Dios y coheredero(a) con Cristo Jesús, pues si
ahora sufres con Él, también tendrás parte con Él en su gloria (Ro 8.16-17).
»¡Levántate
y resplandece, que tu luz ha llegado! ¡La gloria del SEÑOR brilla sobre ti! (Isa 60.1 NVI).
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, tú has
establecido en Tu Palabra que los justos resplandeceremos en Tu Reino. Gracias
porque yo soy ese(a) justo(a). Gracias por el gran Amor con que me has amado,
que estando yo muerto(a) en delitos y pecados, me diste vida juntamente con
Cristo. Es por Tu Gracia que yo soy salvo(a). Señor Jesús, muchas gracias por
no haber tenido tu condición de ser igual a Dios como algo a que aferrarte y te
despojaste a Ti mismo haciéndote obediente hasta la muerte por amor a mí. Por
esto, ahora yo soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Gracias, Señor
Jesús, porque no sólo proveíste para mí el perdón de mis pecados sino que me
hiciste justicia de Dios en Ti y me reconciliaste con Dios haciéndome hermano(a)
Tuyo(a) e Hijo(a) del Padre. Por Ti, mi amado Jesús, he Nacido de Nuevo y ahora
Dios, el Todopoderoso, es Abba, Padre, mi Papá. Leer de esto en Tu Palabra, la
Biblia, me hace conocer la Verdad y la Verdad me hace libre. ¡Tengo
entendimiento y resplandezco como el resplandor del firmamento! Soy libre para
recibir, por medio de la fe en Ti, Jesucristo, esta Nueva Vida. Soy libre para
recibir, por medio de la fe en Tu Palabra, esta identidad de Hijo(a) de Dios
Nacido(a) de Nuevo, siendo renacido(a), no de simiente corruptible,
sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
Por lo tanto, amado Padre celestial, todas y cada una de las Promesas que están
en Tu Palabra son mías y para mí. Hoy puedo orar a Ti con la certeza de que me
escuchas y me respondes. Tengo gozo y paz en mi corazón pues puedo pedir y
recibir. Por lo tanto, en el nombre poderoso de Cristo Jesús, declaró que soy
sano(a) y libre de toda enfermedad o dolencia; creo y recibo la voluntad
expresa de mi Padre, Dios Todopoderoso, para ser y vivir prosperado(a) en todas
las cosas. Echo fuera de mi vida todo pensamiento de temor y duda resistiendo
todo engaño y mentira acerca de mí. Yo soy lo que la Biblia dice que soy. Un(a)
Hijo(a) amado(a) de Dios; especial tesoro de mi Padre; todo lo puedo en Cristo
que me fortalece y en todas las cosas, absolutamente todas las cosas, soy más
que vencedor(a) por medio del Amor de Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador.
Señor Jesús, hoy me alegro en el gozo y la paz que brindan el ser la persona
que Tú dices que soy. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C.
Peredo Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Junio
26 Mar
8.1-21 /
2 Sam 19 / Dan 12
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Qué piensas al respecto?