15 de Enero
¡Permanentemente en Su Presencia!
Por Riqui Ricón*
Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, Y habla verdad en su corazón (Sal 15.1-2).
¿Quién no querría vivir en la Presencia de Dios? Pienso que solamente aquellos que no lo conocen, pero nosotros, sus Hijas e Hijos amados, anhelamos estar con Él.
En la lectura de hoy, el Salmo 15 te da una lista de conductas que manifiestan aquellos que habitan en Su Presencia y, además, te ofrece una garantía pues termina declarando:
El que hace estas cosas, no resbalará jamás.
Durante muchos años, una y otra vez, cometí el error de intentar desarrollar esas conductas en mi vida y, aunque he sido un hombre de oración, muy pocos resultados obtuve al respecto hasta que me di cuenta cabal de lo que el versículo dos dice: para andar en integridad y hacer justicia tiene que habitar la Verdad en tu corazón.
Jesús nos enseña que,
El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca (Luc 6.45).
Toma nota, por favor, que lo único que tienes que hacer es creer, creerle a Dios, creer que la Biblia es realmente la Palabra de Dios. Así, comienzas a llenar tu corazón de Su Palabra y entonces del buen tesoro de tu corazón saldrán buenas palabras, buenos pensamientos y buenas acciones.
Nota que para despojarte del hombre viejo que está viciado conforme a los deseos engañosos y renovarte en el espíritu de tu mente vistiéndote del hombre nuevo creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.22-24), lo único que necesitas hacer es creerle a Dios y a llenar tu corazón con Su Palabra, la Biblia, pues sólo de esta forma comenzarás hablar la Verdad deshaciéndote de ese(a) hombre (mujer) viejo(a) que está viciado y en conformidad con los deseos engañosos.
¡Sólo haciendo de la Biblia la norma máxima de tu existencia podrás verdaderamente renovarte en el espíritu de tu mente!
Y llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde el cielo, y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz (Gen 22.15-18).
Se piensa por ahí, que cuando Abraham iba en camino a sacrificar a su hijo Isaac, realizó una gran lucha por obedecer a Dios y llevar a cabo, con mucho sacrificio y dolor, lo que se le pedía. Si en verdad eso fue así, entonces Abraham lo hizo en sus fuerzas, en su carne y por mérito propio lo cual, jamás se le habría contado como justicia, pues la Escritura no dice, “pagó el precio Abraham y se le conto por justicia” sino que dice Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia (Gen 15.6).
Fue por creer y no por pagar el precio que Abraham obtuvo semejante promesa por parte de Dios, quien, sin ninguna reserva, le juro por Sí mismo.
Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir (He 11.17-19).
Así es familia, Abraham no pagó ningún precio, ni sufrimiento, ni dolor por lo que se le pedía. Abraham sabía perfectamente bien en Quién había creído, en el Todopoderoso Dios, quien no miente ni se arrepiente y Dios le había dado Su Palabra de Honor que de Isaac vendría su descendencia y el cumplimiento de TODO lo que Él, le había prometido.
Así que, ¡Abraham simplemente le creyó a Dios!
Es tu fe en la Biblia, y no tus esfuerzos, lo que realmente te va a permitir manifestar la conducta de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. Es tu fe en la Biblia, y no tus esfuerzos, lo que te habilita y permite habitar permanentemente en Su Presencia.
Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré;
Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida,
Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.
Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal;
Me ocultará en lo reservado de su morada;
Sobre una roca me pondrá en alto.
Luego levantará mi cabeza sobre mis enemigos que me rodean,
Y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo;
Cantaré y entonaré alabanzas a Jehová (Sal 27.4-6).
Sin importar los problemas, enfermedades o retos que estés enfrentando el día de hoy, Dios ha establecido en Su Palabra que Él mismo te esconderá dentro de Su Presencia en el día del mal y luego sobre una roca te pondrá en alto para que triunfes sobre tus circunstancias (enemigos).
Todo esto se vuelve obvio cuando crees y reconoces que Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jua 3.16-17).
Todo esto se vuelve más real cuando sabes que sabes que, por lo que hizo Jesucristo al morir y resucitar por ti, ahora has Nacido de Nuevo, has sido regenerado(a) conforme a la imagen de Jesús, y el Todopoderoso Dios te ha declarado Su propio(a) Hijo(a).
MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jua 3.1 BAD).
Así que, oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, en esta hora quiero agradecerte una vez más Tu Gran Amor con que me has amado, pues estando yo muerto(a) en delitos y pecados me diste Vida juntamente con Cristo. ¡Por gracia soy salvo(a)! Señor Jesús, por lo que hiciste por mí al morir en esa cruz y resucitar de entre los muertos no sólo recibí el perdón de todos mis pecados sino que también (y es lo más importante), me diste Vida Eterna. ¡Gracias Señor! Ahora soy un(a) Hijo de Dios Nacido(a) de Nuevo y tengo todo el derecho a vivir esa Vida Plena y Abundante que compraste para mí. Por Ti mi Jesús (sólo por Ti), ahora soy nueva criatura, íntegro(a) y justo(a), y la Palabra de Verdad está escrita en mi corazón. Por lo tanto, me despojo del viejo(a) hombre (mujer) que está viciado conforme a los deseos engañosos, me renuevo con Tu Palabra, la Biblia, en el espíritu de mi mente y me visto del Nuevo(a) Hombre (Mujer) que ahora soy, creado(a) según Dios en justicia y santidad de la Verdad. Nada ni nadie me podrán vencer pues de todo problema, angustia o enfermedad he de salir más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús. ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece! ¡Mayor es el que está en mí que el que está en el mundo! ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Enero 15 Luc 12.32-59 / Gen 22 / Sal 15
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