20 de Enero
¡Tu identidad de Hijo(a)!
Por Riqui Ricón*
Y Jacob se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo, diciendo: Mira, el olor de mi hijo, Como el olor del campo que Jehová ha bendecido; Dios, pues, te dé del rocío del cielo, Y de las grosuras de la tierra, Y abundancia de trigo y de mosto. Sírvanle pueblos, Y naciones se inclinen a ti; Sé señor de tus hermanos, Y se inclinen ante ti los hijos de tu madre. Malditos los que te maldijeren, Y benditos los que te bendijeren (Gen 27.27-29).
Las lecturas del día de hoy son sumamente interesantes y esclarecedoras del gran Amor con que Dios te ama. Comencemos con la cita de arriba que representa la bendición que Isaac le dio a Jacob, y que es la mismísima bendición de Abraham.
¿Qué tiene que ver contigo? ¡Mucho!
Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu… Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa (Gal 3.13-14, 29).
De acuerdo a la Biblia, que es la Palabra de Dios y no miente, en este día tú puedes tener por cierto que has sido redimido(a) de toda la maldición de la ley, esto es: pobreza, enfermedad, tribulación, derrota, vergüenza, etc. Y ahora, en Cristo Jesús, la bendición de Abraham es tuya por derecho de sangre, pues eres linaje de Abraham y heredero(a) según la promesa.
¡Así lo dice la Biblia!
¿A qué promesa se refiere? A la promesa del Espíritu. ¿Cuándo prometió Dios al Espíritu? Lo hizo cuando prometió que haría contigo un Nuevo Pacto, establecido sobre mejores promesas.
He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado (Jer 31.31-34)
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra (Ez 36.26-27).
Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre (1 Co 11.25a).
Así que, por la Sangre de Jesús, tú fuiste justificado(a), perdonado(a) de todos tus pecados y santificado(a) con el propósito expreso, departe de Dios, que con la RESURRECCIÓN de Jesucristo tú fueras creado(a) de nuevo y recibieras la Vida Eterna para ser hecho(a) un(a) Hijo(a) de Dios; lo cual te hace, legalmente, heredero(a) de la Bendición.
Jehová te oiga en el día de conflicto; El nombre del Dios de Jacob te defienda. Te envíe ayuda desde el santuario, Y desde Sion te sostenga. Haga memoria de todas tus ofrendas, Y acepte tu holocausto. Selah Te dé conforme al deseo de tu corazón, Y cumpla todo tu consejo. Nosotros nos alegraremos en tu salvación, Y alzaremos pendón en el nombre de nuestro Dios; Conceda Jehová todas tus peticiones (Sal 20.1-5).
Gracias a lo que Jesús hizo en la cruz, por Amor a ti, ahora tienes todo el derecho a ser escuchado por tu Padre celestial en el día de conflicto. Ten por seguro que Él te va enviar ayuda desde el santuario y cumplirá todas tus peticiones, por Amor a ti y por Amor a Su Palabra.
La salvación es de Jehová; Sobre tu pueblo sea tu bendición (Sal 3.8).
¡Nunca más estará la maldición sobre tu vida! ¡Tuya es, por derecho, la Bendición del Señor!
La bendición de Jehová es la que enriquece, Y no añade tristeza con ella (Pro 10.22).
Si puedes creer la Palabra de Dios, pues al que le cree a Dios TODO le es posible.
Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse… Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado (Luc 15.18-24, 28-32).
Que contraste de lo que venimos diciendo con las actitudes de ambos hijos de la parábola del hijo pródigo. Condenado por el acusador, el primero estaba dispuesto a vivir como siervo por toda su vida con tal de conseguir algo para comer. El segundo trabajó como siervo tantos años sin poder disfrutar ni un cabrito con sus amigos.
El Padre no busca siervos, Él sólo quiere amar a Sus Hijos.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jua 3.16-17).
¡Dios te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti!
Él no necesita siervos, ¡tiene millones! Y tú, mi amado(a), eres, de acuerdo a la Escritura, un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre, por lo tanto, sábete y mírate a ti mismo(a), bendecido(a) y amado(a) por tu Padre. No seas como los hijos de la parábola quienes terminaron todos confundidos y sin saber quiénes eran ellos. Tú recibe tu identidad de Hijo(a) amado(a) de Dios; recibe el Amor y la Bendición que Cristo Jesús compró para ti.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, ¡qué grande y maravilloso es Tu Amor por mí! No tengo forma de pagártelo y sólo puedo agradecértelo. ¡Gracias, muchas gracias! Señor Jesús, en verdad que mucho más abundantemente de lo que yo pueda pedir o entender, así ha sido la redención de mi vida a través del Nuevo Pacto en Tu Sangre. Hoy quiero honrar este Nuevo Pacto declarando con toda certeza que Tú, Jehová de los ejércitos, mi Dios y Padre, me oyes en el día de conflicto; Tu nombre, oh Dios de Jacob, me defienda. Envíame ayuda desde el santuario, Y desde Sion me sostienes. Haz memoria de todas mis ofrendas, Y acepta mi holocausto. Dame conforme al deseo de tu corazón, Y cumple todo mi consejo. Yo me alegrare en Tu salvación, Y alzaré pendón en Tu nombre, oh Dios; Concédeme, Jehová, todas mis peticiones. Ahora conozco que Tú, Jehová, salvas a Tu ungido(a); Me oirás desde Tus santos cielos Con la potencia salvadora de Tu diestra. Estos confían en carros, y aquéllos en caballos; Mas yo del nombre de Jehová mi Dios tendré memoria. Ellos flaquean y caen, Mas yo me levanto, y estoy en pie. Salva, Jehová; Tú, mi Rey, me oyes en el día que Te invoco. Por lo tanto, hoy recibo y declaro Tu pronto auxilio. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! Recibo el Amor, el gozo y la paz que mi Padre celestial compró para mí al precio del Nuevo Pacto en la Sangre de Su Hijo Jesús. ¡Soy dichoso(a)! En el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo Jaime © 2011
Lectura y Meditación de la Palabra de Dios
Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Enero 20 Luc 15 / Gen 27.1-45 / Sal 20
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