miércoles, 2 de diciembre de 2015

¡Cómo desarrollar el fruto del Espíritu!


2 de Diciembre

¡Eres Nacido(a) del Espíritu!

Por Riqui Ricón*

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley (Ga 5.22-23).

La Biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, dice que TODO AQUEL que cree que Jesús es el Cristo es NACIDO DE DIOS (1 Jn 5.1). Por lo tanto, si tú crees que Jesús es el Cristo, el Mesías, el Salvador que murió en la cruz para pagar todos tus pecados, entonces, la Biblia se está refiriendo a ti: ¡Tú eres ese(a) Hijo(a) Nacido(a) de Dios!

Se habla aquí del Nuevo Nacimiento; aquel que Jesús le enseñó a Nicodemo al decirle: el que no naciere del Espíritu no podrá entrar al reino de Dios, pues lo nacido de la carne, carne es pero lo nacido del Espíritu, espíritu es (Jn 3.5-6).

Al parecer, y de acuerdo a lo que Jesús enseñó, es de suma importancia que entiendas y reflexiones en que, por haber creído en Jesús, tú eres Nacido(a) de Nuevo y que éste, tu Nuevo Nacimiento, no es natural sino espiritual y, por esto, mucho más importante y trascendente.

Sin embargo, la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor a nosotros se han hecho manifiestos; y Dios nos ha dado la salvación, no "porque la mereciesen la bondad y justicia de nuestras propias obras, sino porque Dios, en su misericordia, lavó nuestros pecados, nos hizo nacer de nuevo y nos dio una nueva vida por el "Espíritu Santo, derramándolo abundantemente en nosotros mediante Jesucristo nuestro Salvador (Ti 3.4-6 CST).

Tu Nuevo Nacimiento espiritual es mucho más importante y trascendente que el natural pues ahora fuiste concebido(a) por el Espíritu Santo, Quien está en ti y contigo.

siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre (1 P 1.23).

La simiente, el esperma, que te hace Nueva Creatura es, nada más y nada menos que, la Palabra de Dios.

El, porque así lo quiso, nos dio vidas nuevas a través de las verdades de su santa Palabra y nos convirtió, por así decirlo, en los primeros hijos de su nueva familia (Stg 1.18 BAD).

¡Ahora eres parte de la familia de Dios!

Así que, por el Amor y la misericordia de Dios para contigo, ahora tú eres espíritu engendrado de nuevo, un(a) Hijo(a) de Dios nacido(a) no de una semilla corruptible sino de una incorruptible que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

¡Has Nacido del Espíritu Santo por la Palabra de Dios!

Aquí es dónde la Biblia tiene que dejar de ser un mero libro de instrucción religiosa para comenzar a ser lo que realmente es (lo que tú dices que es): ¡la Palabra de Dios! ¡La Verdad!

En la Biblia están las Palabras que han salido de la boca de Dios y, por lo tanto, se van a cumplir todas.

Ahora bien, una vez que has comprendido que, gracias a Jesucristo, ahora eres Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo por el Espíritu Santo, acepta y recibe esa identidad que te permite manifestar en ti mismo(a) el fruto del Espíritu.

Amor, gozo, paz, paciencia, bondad, benignidad, fe, mansedumbre y templanza son sólo algunas de las características de tu nueva naturaleza. No son características que tengas que desarrollar porque careces de ellas, sino que las tienes que desarrollar porque, precisamente, ya están en ti.

El fruto del Espíritu ya está en ti porque tú has sido regenerado(a), creado de nuevo, según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efe 4.24).

El fruto del Espíritu es parte de tu Nueva Naturaleza, donde está latente aguardando a que lo desarrolles por medio de tu fe [por medio de creerle a Dios, creyendo Su Palabra].

¿Cómo se logra esto? ¡Fácil! Solamente tienes que recordar y aprender de cómo iniciaron todos los problemas de la humanidad:

Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella (Gen 3.1-6).

No necesitas gran revelación para darte cuenta que Adán y Eva cayeron porque, después de haber ESCUCHADO a Satanás, ya no sabían quién decía la Verdad, ¿la serpiente o Dios? No sabían a quién CREER, ¿a la serpiente o a Dios? Y al poner su vista en la realidad de sus circunstancias, pues el árbol era bueno para comer, agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría, tomaron la peor decisión: decidieron NO CREER la Palabra de Dios para creer las mentiras de Satanás.

Si te das cuenta, el pecado original no fue la desobediencia. Lo que le dio origen al miedo, a la muerte y al desastre de vida que antes vivías, fue el no haberle creído a Dios. Esto, la incredulidad, es lo que da a luz la desobediencia y todo lo demás se desarrolla por sí mismo por la ley del pecado y de la muerte.

Entonces, ¿cómo puedes desarrollar una Vida Nueva, plena y abundante? ¿Cómo puedes desarrollar el fruto del Espíritu? ¡Fácil! Solamente tienes que creerle a Dios y a Su Palabra; creer que en Verdad ERES la persona que Dios dice, en Su Palabra, que ahora tú eres: Su Hijo(a); NACIDO(A) DE NUEVO, nacido(a) del Espíritu Santo, quién es Dios, y, por lo tanto, el Amor de Él, el gozo de Él, la paz de Él, la paciencia, la bondad, la benignidad, la FE, la mansedumbre y la templanza, todas de Él, ya están dentro de ti.

Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Ro 8.2).

Deja de poner atención y de escuchar la realidad de tus circunstancias que te quieren convencer a que creas que eres la misma persona fracasada, perdedora, débil, insignificante, mala y pecadora que antes eras. ¡No! ¡Nada de eso! ¡No escuches más esas mentiras!

La circunstancias no pueden cambiar la Verdad, pero la Verdad siempre cambiará tus circunstancias. Y la Verdad es que tú eres la persona que Dios dice que eres: Su Hijo(a) Amado(a), lleno(a) del Espíritu Santo.

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios (Ro 8.14-16).

Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo (Gal 4.4-7).

Después de todo, Él te creó de Nuevo ¿no es así?

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, gracias al Amor con que me has amado hoy puedo declarar con toda certeza que yo, ________________(tu nombre aquí), soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo. He Nacido de Nuevo no de una simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que es Tu Palabra, mi Dios. De ninguna manera soy un(a) fracasado(a), ni perdedor(a), ni débil, ni insignificante, ni mala persona, ni pecador(a). Todo lo contrario, yo, ________________(tu nombre aquí), soy lleno(a) de Amor, de gozo, de paz, soy paciente, bondadoso(a), benigno(a), estoy lleno(a) de Fe, mansedumbre y templanza. ¡Soy Hijo(a) del Dios Vivo y Verdadero! ¡Todo lo puedo en Cristo! ¡Mayor es el Espíritu Santo, que vive en mí, que cualquiera que está en el mundo! ¡Ante toda enfermedad, aflicción o pecado, soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me ama, Cristo Jesús, mi Rey, Señor y Salvador! ¡Rechazo todo pensamiento o sentimiento de condenación en mi vida! ¡Soy Nacido(a) de Nuevo! ¡Yo ando, vivo, pienso y respiro conforme al Espíritu! ¡No estoy conforme con mi carne! ¡La ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús me ha hecho libre de la ley del pecado y de la muerte! ¡Estoy decidido(a), con Tu ayuda, Espíritu Santo, a vivir firme con la libertad con que Cristo me hizo libre y ya no estaré, nunca más, sujeto(a) al yugo de esclavitud! Así que, con esta autoridad que Tú me has dado, Padre,  resisto  al espíritu de temor y duda, echo fuera de mi vida la enfermedad, pobreza, tristeza y depresión. Recibo mi salud, prosperidad, libertad y gozo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Diciembre 2                                  Gal 5.16-26   /  Ez 1   Sal 148




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