5 de Abril
¡Creyendo que es Palabra de Honor!
Por Riqui Ricón*
Entonces Jesús le dijo:
Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada
perecerán. ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y
que él no me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las
Escrituras, de que es necesario que así se haga? (Mat 26. 52-54).
La mayoría de los cristianos celebramos la Santa
Cena o Comunión como un recordatorio de que ahora vivimos bajo el Nuevo Pacto
en la Sangre de Jesús.
La noche que nuestro Señor celebro la Santa Cena,
Jesús fue capturado y, mientras eso sucedía, dejó claro, una vez más, que su
muerte y resurrección formaban parte del plan de Dios para la redención de tu
vida y que ambas, tanto su muerte como su resurrección, estaban determinadas
por la Palabra de Dios.
¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario
que así se haga?
Muy pocos creyentes están conscientes que nuestra
salvación, la Vida Eterna, y nuestra identidad como Hijas e Hijos de Dios
Nacidos de Nuevo, estuvieron a punto de perderse para siempre cuando Jesús fue
tentado por Satanás en el desierto, después de 40 días de ayuno, al comenzar su
ministerio.
Durante dicha confrontación, Jesucristo NO tuvo
poder divino alguno del cual echar mano para usarlo contra el diablo. Él era
tan humano como cualquiera de nosotros; y aunque podía por medio de la oración
y la fe solicitar la ayuda de miles de legiones de ángeles, la Verdad es que Jesús
venció a Satanás con el arma más poderosa que hay en el universo: la Palabra de
Dios.
Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra
de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía (He 11.3).
Jesús vivió en esta tierra por y para el
cumplimiento de las Escrituras. Él es el único camino al Padre, Él es la Verdad
y Él es la Vida. La Escritura misma da testimonio de Él llamándole el Verbo (la
Palabra) de Dios.
En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo
estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba con Dios en el principio. Por
medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado llegó a
existir. En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz
resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla… Y el Verbo
se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la
gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad (Jua 1.1-5, 14).
¡Sabías que son más de 300 profecías escritas en el
Antiguo Testamento acerca del Mesías, del Cristo, que se cumplieron en la
persona de Jesús!
Su nacimiento, su vida y ministerio, sus milagros,
su muerte y resurrección, su lugar de gloria, TODO acerca de Jesucristo fue declarado
por Dios en la Biblia y la Biblia es la Palabra de Dios, es decir, Su Palabra
de Honor.
Así que, mi amado(a), sin importar lo difícil de
las situaciones que estés enfrentando en estos momentos de tu vida, tú no
necesitas la asistencia de legiones de ángeles, lo único que realmente
necesitas es creer la Biblia; lo único que en verdad necesitas es creerle a
Dios, pues basta una Palabra del Señor y un milagro sucederá.
Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi
techo; solamente di la palabra,
y mi criado sanará (Mat 8. 8).
Cuenta la
Escritura que cuando el centurión dio esta respuesta Jesús se maravilló.
¿Puedes imaginar esto? El Verbo, Dios mismo, aquel por quien todas las cosas fueron creadas y sin él, nada de lo
creado llegó a existir, ¡se maravilló!
Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os
digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe (Mat 8. 10).
¿Qué es lo
que tanto maravilló a Jesús? Que un hombre común, alejado de la ciudadanía de Israel y ajeno a los pactos de la promesa,
tuviera más FE [creyera a Dios, creyendo Su Palabra] que aquellos que se decían
ser el pueblo escogido de Dios. Y no solamente esto, sino que también fue este
centurión quien nos enseñó el principio máximo de la FE: ¡La autoridad está en
la Palabra!
Puesto que
la Palabra de Dios contiene TODA la Autoridad de Dios, entonces la FE depende,
vive y se nutre, solamente de la Palabra de Dios.
Así
que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios (Ro
10.17).
Así que, tienes la Biblia como la Palabra profética
más segura donde encuentras que la Voluntad de Dios ha sido siempre hacerte
bien y no mal, trasladarte de una posición de maldición a una de bendición, darte
la Vida Eterna en lugar de muerte eterna.
Aprende
pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que Jehová es Dios arriba en el cielo y
abajo en la tierra, y no hay otro. Y guarda sus estatutos y sus
mandamientos, los cuales yo te mando hoy, para que te vaya bien a ti y a tus
hijos después de ti, y prolongues tus días sobre la tierra que Jehová tu Dios
te da para siempre (Deu 4. 39-40).
De Génesis a Apocalipsis encontrarás que Su
Voluntad hacia contigo es buena, agradable y perfecta, que a pesar de cómo
hayas tú llevado tu vida, Él te ha amado tanto que prefirió entregar a Su
propio Hijo, como el justo precio por tus pecados, antes que perderte a ti.
Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo
sea salvo por él (Jn 3.16-17).
¡Tú eres el motivo y la razón
por la cual Dios escribió la Biblia!
El
ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que
tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.
10).
Aunque tu adversario, el diablo, solo quiere
hurtarte, matarte y destruirte, Jesús vino a ti para que tengas vida. Y no
cualquier tipo de vida sino ¡La Vida Eterna! ¡Vida abundante!
Esta Vida abundante comienza cuando en Verdad CREES
que la Biblia ES la Palabra de Dios y, por lo tanto, la estudias, la meditas y,
sobre todo, haces valer las promesas que Dios, tu Padre, te ha hecho por medio
de Su Palabra.
En
seis tribulaciones te librará, Y en la séptima no te tocará el mal. En el
hambre te salvará de la muerte, Y del poder de la espada en la guerra. Del
azote de la lengua serás encubierto; No temerás la destrucción cuando viniere.
De la destrucción y del hambre te reirás, Y no temerás de las fieras del
campo; Pues aun con las piedras del campo tendrás tu pacto, Y las fieras del
campo estarán en paz contigo. Sabrás que hay paz en tu tienda; Visitarás tu
morada, y nada te faltará. Asimismo echarás de ver que tu descendencia es
mucha, Y tu prole como la hierba de la tierra. Vendrás en la vejez a la
sepultura, Como la gavilla de trigo que se recoge a su tiempo. He aquí lo que
hemos inquirido, lo cual es así; Óyelo, y conócelo tú para tu provecho (Job 5. 19-27).
¡Lee la Biblia! ¡Medítala! Encuentra en la Palabra
de Dios aquellas promesas tocantes a tu necesidad y ora a Él con la certeza, la
garantía, de que nunca faltará a Su Palabra.
Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de
hombre para que se arrepienta, lo que Él te ha dicho lo va a hacer y lo que te
ha hablado, sin lugar a dudas, lo va a ejecutar.
Así que, aquella noche de Pascua, Jesús, después de
haber dado gracias, tomo la copa y dijo: esta copa es el Nuevo Pacto en mi
Sangre... y una Vida totalmente Nueva se abrió delante de tus pies.
Todo, absolutamente todo, lo que Dios dice acerca
de ti en la Biblia es Verdad y se va a cumplir. Hay un Pacto de Sangre a tu
favor. Es el Nuevo Pacto, que es un mejor pacto establecido sobre mejores
promesas.
Primero el cielo y la tierra dejan de existir antes
que Dios deje de cumplir el Nuevo Pacto en la Sangre de Su Hijo Jesucristo.
Oremos en voz audible:
Amado Padre celestial, que hermoso es saber que
puedo confiar total y absolutamente en Tu Palabra, la Biblia. Gracias Señor
porque lámpara es a mis píes Tu Palabra y luz en mi camino. Gracias por Jesús,
por Su Amor y por el cumplimiento de Tu Palabra en Su Vida para mi Redención y
Salvación. ¡Bendito Tu Nombre y bendito Tú, mi Señor Jesús! Por lo que Tú
hiciste por mí en la cruz ahora yo puedo vivir en paz, victoria y libertad. ¡Tú
pagaste el precio por mí! Gracias, muchas gracias. No voy a temer. No tengo
nada por qué temer, Tú eres mi Padre, Dios, Rey y Salvador. ¡Gracias por
Tu Sangre! ¡Gracias por el Nuevo Pacto!
¡Gracias por Tu Palabra de Honor! Por el gran Amor con que me
has amado ahora yo soy Tu Hijo(a) y yo en Ti confío. Tú dices en Tu Palabra que
dichosos son el hombre y la mujer que en Ti confían. ¡Soy dichoso(a)! Pues sin
importar las circunstancias que hoy enfrento, Tú, mi Dios, cumplirás Tu
propósito en mí y saldré adelante más que vencedor(a). Pues aunque ande en
valle de sombra y de muerte, Tú estás conmigo y, ¿qué puedo decir a esto? Si
Dios es conmigo, ¿quién contra mí? Gracias, Señor Jesús, por lo que Tú hiciste
por Amor a mí al morir en esa cruz, ahora yo tengo la Vida Eterna de un(a) Hijo(a)
de Dios Nacido(a) de Nuevo y puedo ser constante, alegre y persistente al
esperar en Tu Palabra. El cielo y la tierra pasarán, más Tu Palabra no pasará.
Así que, está es la confianza que tengo en Ti, que si Te pido alguna cosa
conforme a Tu Voluntad, conforme a Tu Palabra, sé que Tú me oyes, y si sé que
Tú me oyes, también sé que tengo todo lo que Te he pedido. Por lo tanto,
resisto al espíritu de temor, duda, pobreza y enfermedad, creyendo y recibiendo
lo que Tú, mi Señor y Salvador, Jesucristo, pagaste para mí. ¡Soy sano(a) y
libre de toda enfermedad y dolencia! ¡Soy libre del temor, la ansiedad y la
duda! Pues no he recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en
temor, sino que he recibido el espíritu de adopción y hoy clamo, ¡Abba, Padre!
Declaro mi libertad y prosperidad financiera. Recibo el Amor, gozo y paz que
Tú, Espíritu Santo, has puesto en mí para vivir una vida plena y abundante. En
el nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo
establezco una relación con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en
voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a
Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el
Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis
pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí
acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa
derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a
entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi
único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios
Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a
Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido
de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más
estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Abril
5 Mat 26.
47-75 / Deu 3-4
/ Job 5
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