lunes, 1 de diciembre de 2014

¡Cómo agradar a Dios!

 

1 de Diciembre

¡Dios se deleita en ti!

Por Riqui Ricón*

El SEÑOR no se deleita en los bríos del caballo, ni se complace en la agilidad del hombre, sino que se complace en los que le temen, en los que confían en su gran amor (Sal 147.10-11 NVI).

¿Sabías que a Dios se le puede complacer, que se le puede agradar? Antiguamente pensaban que a Dios le complacían la sangre de los sacrificios y las ofrendas quemadas. Hoy en día, aún hay personas que piensan que haciendo algún tipo de sacrificio, en su economía o en sus personas u ofreciendo el sufrimiento que produce alguna tragedia o enfermedad, pueden, de esa forma, agradar a Dios.

¡Nada más lejano a la Verdad que eso! Cuando el rey Saúl pretendió agradar a Dios con sus sacrificios en lugar de obedecer Su Palabra, sólo recibió el rechazo y la destitución de su cargo.

Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey (1 S 15.22-23).

Dios no se deleita en la fuerza del caballo ni se complace en la agilidad del hombre, ni siquiera es la alabanza y la adoración lo que realmente le agrada (como si Él, el todopoderoso, tuviera la necesidad de ser adorado por sus criaturas).

La biblia, que es la Palabra de Dios, y no miente, te enseña claramente que solamente una cosa complace a Dios:

Lo que más me alegra es oír que mis hijos vivan de acuerdo a la verdad (3 Jn 4 PDT).

La fe es creerle a Dios, creerle a Su Palabra, y cuando Dios escucha que tú caminas en la Verdad, la cual es Su Palabra, la Biblia, entonces Él se goza con tu fe.

Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (He 11.6).

Así es, mi amado(a), es tu fe lo que complace y deleita a tu Padre celestial. Es cuando le crees a Él, creyendo Su Palabra, que Dios se agrada de ti. Sólo cuando tú decides creer que eres la persona quien Él dice en la Biblia que ahora tú  eres, Su Hijo(a) amado(a), entonces comienzas a complacer y deleitar a Dios.

Cuando gracias a tu fe (creer lo que dice Su Palabra) comienzas a vivir esa vida plena y abundante que Dios planeó para ti, entonces puedes estar seguro(a) de estar complaciendo y deleitando a Dios.

Pon mucha atención, pues por más victorioso(a) que tú puedas salir de las aflicciones, Dios no se deleita al verte sumergido(a) en problemas o enfermedades, esperando a ver si los puedes resolver. ¿Qué clase de Padre sería Él? ¡No! Dios se deleita al mirarte encarar la vida con amor, gozo y paz. Dios se deleita cuando tú tienes la certeza de ser un(a) Hijo(a) amado(a), capaz de salir más que vencedor(a) en todas las cosas.

En fin, Dios se deleita al notar que has creído Su Palabra y vives en ella.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

Dios se deleita cuando tú realmente crees que Él te ama tanto que prefirió entregar a Su propio Hijo antes que perderte a ti.

No es algo que tú tengas o que puedas hacer lo que agrada a Dios, sino lo que tú ahora eres en Cristo Jesús.

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos (1 Jn 3.1 BAD).

Cuando, para hacer frente a los retos que la vida te presenta, tú pones en tu boca, mente y corazón la Palabra de Dios y lleno(a) de fe (con toda certeza) declaras: todo lo puedo en Cristo que me fortalece; en todo problema, enfermedad o aflicción yo soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me amó, Cristo Jesús; soy de Dios y ya he vencido porque mayor es el que está en mí que el que está en el mundo; si Dios es conmigo ¿quién contra mí? Etc., Así manifiestas tu identidad de Hijo(a) del Rey y ¡Entonces es que Dios se deleita en ti!

Oremos en voz audible:

Amado Padre celestial, quiero decirte este día que creo y recibo todo lo que hiciste conmigo por Amor a mí. Quiero que te deleites con mi fe. Yo te creo, creo a Tu Palabra, la Biblia, y he decidido vivir agradándote, mi Dios. Jesús, Tú eres mi Señor, Rey y Salvador. Todo lo que ahora soy, lo soy gracias a Ti. Por Tu Sangre he sido justificado(a); en Tu muerte Dios, mi Padre, me ha perdonado y por Tu resurrección me has dado Vida Eterna. ¡Por la Ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús me has hecho libre de la ley del pecado y de la muerte! Ahora, ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo, no de simiente corruptible sino de la incorruptible semilla que es la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre! Así que, con toda autoridad y para agradarte a Ti, mi Dios,  resisto  al espíritu de temor y duda, echo fuera de mi vida la enfermedad, pobreza, tristeza y depresión. Recibo mi salud, prosperidad, libertad y gozo. ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Soy dichoso(a)! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey de reyes y Señor de señores! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Diciembre 1                                  Gal 5.1-15   /  Lam 5  /  Sal 147

 



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