viernes, 12 de diciembre de 2014

¡Cómo terminar el Año en Victoria!

 



12 de Diciembre

¡Agradando a un Dios bueno y amoroso!

Por Riqui Ricón*

¿Quiero yo la muerte del impío? dice Jehová el Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos? (Ez 18.23).

Nuestro Redentor, Jehová de los ejércitos es su nombre, el Santo de Israel (Isa 47.4).

No cabe duda, de acuerdo a la Escritura, el (la) que camina a la luz de la Palabra de Dios conoce la Verdad, y la Verdad te hace libre. Cuando haces de la Biblia la norma básica de tu existencia, siempre estarás firme en la libertad con que Cristo te hizo libre, y no estarás, nunca más, otra vez sujeto(a) al yugo de esclavitud (Gal 5.1).

Ahora, eres libre para darte cuenta que jamás ha sido, ni será, el deseo o propósito de Dios castigarte ni destruirte por tus pecador. Siempre ha sido Su deseo que vuelvas a Él.

Ahora, pon mucha atención a lo siguiente:

Por lo demás, hermanos míos, alégrense en el Señor. Para mí no es molestia volver a escribirles lo mismo, y a ustedes les da seguridad (Fil 3.1 NVI).

Por lo tanto, hermanos, esfuércense más todavía por asegurarse del llamado de Dios, que fue quien los eligió. Si hacen estas cosas, no caerán jamás, y se les abrirán de par en par las puertas del reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Por eso siempre les recordaré estas cosas, por más que las sepan y estén afianzados en la verdad que ahora tienen (2 P 1.10-12 NVI).

Así como el apóstol Pablo advirtió a los filipenses que para él no era molesto enseñar siempre las mismas cosas, pero que para ellos era asunto de suma seguridad, y de la misma manera como Pedro insiste en recordarnos estas cosas, por más que las sepan y estén afianzados en la verdad que ahora tienen, de la misma forma, es de suma importancia recordarte en este día que ante cualquier situación que estés enfrentando, lo primero que tienes que hacer es afirmarte a ti mismo(a), una y otra vez, que Dios te ama tanto y de tal manera que prefirió entregar a Su propio Hijo, Jesús, para pagar todos tus pecados, antes que perderte a ti. Cree que Jesús no vino a condenarte sino a darte la Vida Eterna de un(a) Hijo(a) de Dios.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn 3.16-17).

¡Esta es la Verdad y el fundamento del inicio de tu victoria! ¡Es por esto que Jesús es tu Redentor, tu Señor y Salvador!

Cuando comprendes que el sacrificio de Jesús va mucho más allá de la justificación para el perdón de tus pecados y que su propósito verdadero siempre fue el dotarte de una Nueva Naturaleza para, así, otorgarte la posición privilegiada de un(a) Hijo(a) de Dios Nacido(a) de Nuevo y que tengas una comunión íntima con Dios, entonces, sin lugar a dudas, caes en la cuenta que ahora Él es en Verdad tu Padre y puedes tener la absoluta certeza que saldrás más que vencedor(a) en todas las cosas.

MIREN CUÁNTO NOS ama el Padre celestial que permite que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo mas maravilloso es que de veras lo somos! Naturalmente, como la mayoría de la gente no conoce a Dios, no comprende por qué lo somos  (1 Jn 3.1 BAD).

¡Dios, con Su propia Palabra, te ha llamado Hijo(a)!

Ahora, gracias a Jesús, eres una nueva especie de ser que no existía antes: un(a) Hijo(a) del único Dios Vivo y Verdadero.

Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Ro 8.29 NVI).

¡Jesús no es más el único Hijo de Dios. Él es tu hermano mayor y tú eres uno más entre muchos hermanos!

De tal manera que, todas las consecuencias y repercusiones de los pecados de tu vida pasada fueron satisfechas en la persona de Jesucristo.

Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados (Isa 53.4-5).

Las últimas palabras de Jesús en la cruz fueron, consumado es; con esto, Él te está diciendo claramente, yo ya pagué por ti, así que, tú ya no tienes que pagar nada más. En esa cruz Jesús llevó tus enfermedades y sufrió tus dolores, fue herido por tus rebeliones y molido por tus pecados, Él recibió el  castigo para que tú disfrutes de paz y por sus heridas tú ya fuiste sanado.

El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 P 3.9).

Recuerda que el ladrón sólo viene a hurtar, matar y destruir pero Jesús ha venido a darte vida y vida abundante. La única arma que Satanás posee es la mentira y si logra hacerte creer en ella, entonces, podrá atarte con el miedo y la incredulidad. Por esto es tan importante que entiendas y creas que Dios es Bueno. Él no le desea mal a nadie ni desea la muerte del pecador. Él no está al pendiente de tus pecados y llevando la cuenta de cada uno de ellos para enviarte algún tipo de castigo o reprimenda. ¡No! ¡Nada de eso!

El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros (Ro 8.32-34).

¡No te dejes engañar! ¡Dios es bueno! ¡Dios te ama!

Una de las estrategias del diablo para robarte la Plenitud de Vida que Cristo Jesús compró para ti, es hacerte creer la mentira de que sirves y adoras a un Dios extraño, enojón y caprichoso. ¡No se lo permitas!

La obra redentora de la cruz, el sacrificio de nuestro Señor Jesucristo, es completa, perfecta y acabada. Es el Nuevo Pacto ratificado en Su Sangre al cual nadie lo invalida ni le añade.

estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo (Fil 1.6).

Esta obra, la regeneración de tu vida, va en aumento y es Dios mismo el que te está perfeccionando. Así que, ¡No temas, cree solamente! Pues, Nuestro Redentor, Jehová de los ejércitos es su nombre, el Santo de Israel.

¡Si puedes creerle a Dios, pues el que le cree a Dios, creyendo Su Palabra, todo le es posible!

Oremos en voz audible:

Amado padre celestial, hoy puedo vivir tranquilo(a) y en paz, pues sé que Tú me amas, que estás conmigo, que no me has dejado ni me dejarás. Por tanto, no pondré mis ojos, ni mis sentimientos, en lo difícil que pueda ser mi situación actual. Yo te miro a Ti. Yo confío en Ti. He creído Tu Palabra, la Biblia, y sé que sé que voy a salir más que vencedor(a) de toda circunstancia, problema y enfermedad. ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey! ¡Mi Padre es el Todopoderoso Dios! ¡Cristo Jesús es mi Señor, Salvador y Redentor! ¡Nada ni nadie en este mundo me puede apartar del Amor de Dios, mi Padre! Así que, resisto todo engaño y mentira. ¡Me resisto a temer! ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece! ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)! ¡Voy a vivir mi Vida en la Plenitud del Amor, y del gozo, y de la paz que sobrepasa todo entendimiento! ¡Este es mi derecho! ¡Soy un(a) Hijo(a) de Dios! ¡Estoy arriba y no abajo! ¡Soy cabeza y no cola! En el nombre de Jesús. Amén.

 Nota Importante:

¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación con el Todopoderoso?

Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:

Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo! ¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.

*Ricardo C. Peredo Jaime   © 2012

 


Lectura y Meditación de la Palabra de Dios

Haz estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.

Diciembre 12                                Fil 1.1-11   /  Ez 18  /  Isa 47



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