30 de Noviembre
¡Vaya Papá que tienes!
Por Riqui Ricón*
Bienaventurado
aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, Cuya esperanza está en Jehová su Dios,
El cual hizo los cielos y la tierra, El mar, y todo lo que en ellos hay; Que
guarda verdad para siempre, Que hace justicia a los agraviados, Que da pan a
los hambrientos. Jehová liberta a los cautivos; Jehová abre los ojos a los
ciegos; Jehová levanta a los caídos; Jehová ama a los justos (Sal
146.5-8).
Ser un(a) Hijo(a) de Dios NACIDO(A)
DE NUEVO es realmente un privilegio. Pues significa saber, y sobre todo CREER,
que ahora Dios es tu Padre, tu ayudador y esperanza; Dios es quien te da la paz
y libertad en las cuales Él siempre ha querido que tú vivas.
Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que
tengas salud, así como prospera tu alma (3 Jn 2).
Dios es el creador del cielo y de
la tierra, de todo lo visible y de lo invisible. Él es fiel, justo y verdadero.
Él es bueno. Él es amor. Y sobre todo, Él es tu papá.
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez
en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual
clamamos: !!Abba, Padre! (Ro 8.15).
Así que, si Dios hace justicia a
los agraviados; da pan a los hambrientos; liberta a los cautivos; abre los ojos
de los ciegos y levanta a los caídos, pregúntate ¿qué no hará el único y
verdadero Dios omnipotente por ti, que eres su Hijo(a) amado(a)?
De hecho, Él ya lo ha hizo todo
por Amor a ti:
Porque de tal manera amó Dios
al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree,
no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su
Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él (Jn
3.16-17).
Dios te ama tanto que prefirió
entregar a Su propio Hijo, para que pagara todos tus pecados, antes que
perderte a ti. Así es, Jesús murió y resucitó para que, pagando todos tus
pecados, pudiera justificarte y santificarte para darte la Vida Eterna y así,
ponerte en condición de ser hecho(a) Hijo(a) de Dios.
Pero cuando vino el
cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la
ley, para que redimiese a
los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.
Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de
su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo,
sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo (Gal
4.4-7).
Esta posición, esta identidad
como Hijo(a) de Dios, no es algo que tú hayas comprado, adquirido o pagado de
alguna forma. Ninguna de las obras de justicia que hayas realizado en el pasado
o estés realizando en el presente, te pueden otorgar la identidad de Hijo(a)
del Rey.
Porque por gracia sois salvos
por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no
por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya,
creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano
para que anduviésemos en ellas (Efe 2.8-10).
Todo fue preparado de antemano
por el Amor que Dios te tiene para que, mientras camines en esta tierra, vivas
una vida plena, libre y abundante.
El ladrón no viene sino para
hurtar y matar y destruir; yo he
venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn 10.10).
Para que
vivas una Vida de completa Libertad
Dijo entonces Jesús a los
judíos que habían creído en él: Si
vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis
discípulos; y conoceréis
la verdad, y la verdad os hará libres (Jn 8.31-32).
Y aunque en este mundo tendrás
aflicciones, ten por seguro que de todas ellas saldrás más que vencedor(a) por
medio de Aquel que te ha amado.
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo
tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Jn 16.33).
Así que, sea cual sea la
situación, enfermedad, problema o aflicción que estés enfrentando el día de
hoy, puedes dejar de preocuparte; no temas, cree solamente; ¡Dios no puede
mentir! ¡Jamás serás avergonzado(a) de haber confiado en la Palabra de Dios! Puedes
acudir a Él con toda confianza. Ten la certeza que Dios no te ha dejado, ni te
dejará. ¡Él es tu propio Padre!
Venga a mí tu misericordia, oh
Jehová; Tu salvación, conforme a tu dicho. Y daré por respuesta a mi
avergonzador, Que en tu palabra he confiado (Sal
119.41-42).
¡Oh, que Padre más hermoso, fiel,
amoroso y poderoso tienes tú!
Oremos en
voz audible:
Amado Padre
celestial, ¡así es, Tú eres el mejor padre del universo! Te amo con todo mi
corazón, con todo mi entendimiento y con todas mis fuerzas. Hoy puedo vivir
tranquilo(a) pues dichoso(a) es la mujer, o el hombre, que en Ti confía. ¡Yo
confío en Ti! Abba, Padre, Tú eres mi Papá. Señor Jesús, cómo agradecerte lo
que hiciste por mí al morir en esa cruz y resucitar de entre los muertos.
Porque Tú vives, yo vivo. Estando yo muerto(a) en delitos y pecados me has dado
Vida, la Vida Eterna, una Vida plena y abundante para que ahora, por Tu gran
Amor con que me has amado, yo sea como Tú: un(a) Hijo(a) de Dios. Gracias,
Espíritu Santo por ser el sello de esta maravillosa promesa. Me dispongo con Tu
ayuda, a levantarme con Tu Poder de toda enfermedad, pobreza, fracaso, derrota
o desánimo que Satanás quiera hacer valer en mi vida. Ya no puede hacerlo más y
no se lo permito. ¡Tengo identidad! ¡Por fin sé quién soy! ¡Todo lo puedo en
Cristo que me fortalece! ¡Mayor es el que está en mí, que el que está en el
mundo! ¡En todas las cosas soy más que vencedor(a) por medio de Aquel que me
amó, Cristo Jesús, mi Señor y Salvador! ¡Soy sano(a)! ¡Soy libre! ¡Soy próspero(a)!
¡Soy feliz! ¡Soy un(a) Hijo(a) del Rey de reyes y Señor de señores! En el
nombre de Jesús. Amén.
Nota Importante:
¿Cómo me hago Hijo de Dios? ¿Cómo establezco una relación
con el Todopoderoso?
Sólo haz la siguiente oración en voz audible poniendo toda
tu atención y corazón a lo que le estás diciendo a Dios:
Señor Jesús, yo creo que eres el Hijo de Dios. Que
viniste a este mundo de la virgen María para pagar todos mis pecados, y yo he
sido un(a) pecador(a). Por eso, te digo el día de hoy que sí acepto. ¡Sí acepto
tu sacrificio en la cruz! ¡Sí acepto Tu Sangre preciosa derramada hasta la
última gota por Amor a mí! Te abro mi corazón y te invito a entrar porque
quiero, Señor Jesús, que desde hoy y para siempre Tú seas mi único y suficiente
Salvador, mi Dios, mi Rey y mi Señor. Gracias, Dios Poderoso, pues con esta
simple oración y profesión de fe he pasado de muerte a Vida, he sido
trasladado(a) de las tinieblas a Tu Luz admirable. ¡Hoy he Nacido de Nuevo!
¡Dios, ahora yo Soy Tu Hijo(a)! ¡Ahora Tú eres mi Padre! ¡Nunca más estaré
solo(a)! Nunca más viviré derrotado(a). En el nombre de Jesús. Amén.
*Ricardo C. Peredo
Jaime © 2011
Lectura
y Meditación de la Palabra de Dios
Haz
estas lecturas diarias y al final de un año habrás leído toda la Biblia.
Noviembre
30 Gal 4.21-31
/ Lam
3-4 / Sal 146
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